Este artista, que no se dedicó a cantar profesionalmente hasta los cuarenta años, es ejemplo (por desgracia ya no podemos decir vivo) de esa manera tan especial de expresar el cante de los gitanos de Jerez.
El programa de homenaje empieza con dos lamentos llenos de tristeza y emoción, recordando a personas muy queridas que habían muerto.
Siguen unos cantes de trilla: como trabajador del campo que había sido conoció los cantos populares que acompañan las labores. Son tonadas que no esperan audiencia, expresiones espontáneas y libres, nacidas por el puro placer de cantar para uno mismo.
Los registros que terminan la sesión tienen otro aire, una gracia natural. Cuando se canta para los amigos está ausente la impostura del espectáculo. Y estos cantaores, incluso en el teatro o en el tablao, recrean situaciones hondamente sentidas, vividas desde la niñez.
En estos minutos del programa aparecen sucesivamente:
26:04 seguiriya a la memoria de su amigo el guitarrista Moraíto
32:32 soleares para recordar a su hermano Curro de la Morena
39:42 cantes de trilla
42:40 cantiñas del Guadalete
50:00 bulerías
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