miércoles, 22 de septiembre de 2021

Autodisolución (I)

Este artículo de Rafael Poch fue escrito en 2017, cuando se cumplían cien años de la Revolución de Octubre. Ahora son treinta los transcurridos desde la disolución de la Unión Soviética. Son plazos suficientes para analizar con un poco de sosiego las causas y las consecuencias, lo ganado y lo perdido, tanto en las más de siete décadas que duró como en todo un siglo de construcción y destrucción.

De este desmoronamiento (¿brusco?) se ha culpado a causantes exógenos, como los paladines occidentales del neoliberalismo, o aquel papa polaco... Individuos en que se personaliza la fase final de la Guerra Fría. No cabe duda de su papel, como también de los oropeles de Occidente que se filtraban a través del "telón de acero", sin que las poblaciones vieran su otra cara de miseria, inseguridad y explotación. El escaparate se exponía lleno de luz y la desordenada trastienda quedaba oculta.

Pero las verdaderas causas estaban dentro, y a su búsqueda dedica el autor su exposición de motivos, que esquemáticamente serían:

  • técnico, para el que basta una crónica de dos o tres años
  • degenerativo, necesitado de un análisis sociopolítico de varias décadas
  • espiritual, que requiere un estudio histórico y filosófico de mayor calado temporal
A ellos debemos prestar atención quienes no queremos "tirar al niño con el agua sucia".

Antiguas repúblicas soviéticas en orden alfabético:

La disolución de la URSS

Un esquema sobre sus motivos y consecuencias

El 8 de diciembre se cumplen 26 años de la conjura de Bieloviezh que disolvió formalmente la Unión Soviética. Hace poco escuché a un reputado periodista glosar el crucial papel que Margaret Thatcher tuvo en la caída del comunismo. Otros mencionan la figura del papa Juan Pablo II, a Ronald Reagan y su “guerra de las galaxias” o a los nacionalismos como factores decisivos. Y eso, en boca de gente presuntamente informada, no hace sino ilustrar un hecho: que pese a la distancia sigue sin entenderse gran cosa de todo aquello, que se sigue ignorando la primacía de factores internos, y que se continúan ofreciendo las explicaciones más estrambóticas.

En una exposición limitada como esta, lo más que podemos ofrecer es un esquema: tres puntos esenciales, necesariamente simplificados, pero a partir de los cuales se pueda pintar y desarrollar un cuadro más serio con todos los matices y los detalles sobre los motivos por los que la URSS se disolvió. Para eso he elegido tres motivos que llamaremos, técnico, degenerativo y espiritual. Cada uno de ellos exige su propia lente y su propio marco temporal para ser abordado. Para el primero basta con una simple crónica periodística y una perspectiva de dos o tres años. Para el segundo hay que hacer algo de sociología política y moverse en un espacio de varias décadas. Para el tercero entramos en filosofía de la historia, y podríamos llegar mucho más lejos, hasta meternos en esa capacidad tan humana de estropear grandes causas y pasiones.

(continúa)

1 comentario:

  1. "Tirar al niño con el agua sucia". O peor aún, "tirar al niño y guardar el agua sucia para 'lavar' al siguiente".

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