miércoles, 15 de septiembre de 2021

"Memoria de pez"

Es una idea muy extendida la de que los peces solamente responden a estímulos inmediatos, pero aunque algunas investigaciones demuestran que no es cierto que tengan poca memoria, sí está probado que muchos humanos tienen esa hipotética "memoria de pez".

Repasando el catecismo como fuente de conocimientos básicos de filosofía antigua, encontramos que "las potencias del alma son tres: memoria, entendimiento y voluntad". Traducido a un lenguaje más actual, potencia será capacidad para la acción. Y en la base de esa capacidad está la memoria, fuente de los conocimientos que nos capacitan para actuar.

Puede que esto explique el comportamiento de muchos votantes y los resultados electorales. El elector menos avisado tiene en la memoria lo que le han repetido muchas veces, y de eso ya se encargan los medios al servicio de sus verdaderos amos.

La enseñanza memorística es inevitable como fuente de datos en cualquier materia, y se basa en la repetición, que fija las ideas y las interioriza, convirtiéndolas en "nuestras". Finalmente, lo aprendido nos "enseña a pensar".

Uno de los efectos de la sobrecarga de la memoria es la necesidad de borrar contenidos poco frecuentados. Esto conduce al presentismo, sobre todo si es cultivado por un bombardeo de ideas-fuerza que el pensante acaba haciendo suyas. La inmediatez nos hace olvidar que entre causas y efectos transcurre siempre un tiempo. Me he ocupado de esto en la etiqueta de este blog tiempo y espacio, hablando de entropía y transformaciones irreversibles. Se puede consultar esta entrada y los enlaces relacionados en ella.

El desfase temporal entre las causas y sus efectos, siempre futuros, explica que de los problemas causados por un gobierno anterior se culpe al de turno, penalizándolo exclusivamente en función de lo percibido en el momento electoral. En esto confía actualmente la oposición de derechas, para la que la actual subida de precios de la electricidad es una oportunidad para calentar sentimientos contra un gobierno que no controlan, aunque sus causas haya que buscarlas, unas, en la crisis energética que se oculta sistemáticamente, otras, en decisiones de gobiernos anteriores, que quedan también fuera de la escena.

Está comprobado que, en nuestros sistemas democráticos, para el elector medio la culpa de todos los males y el mérito de los aciertos es algo exclusivo del gobierno de turno. La oposición se encarga de erosionar con estos argumentos a los partidos gobernantes.

Pero esta idea tan general acaba por desprestigiar la política, con el manido argumento de que "todos son iguales", aunque todos no sean iguales en todo.

Y el desprestigio de la política es aprovechado para hacer política. Ese sentido común mediáticamente sembrado permite que a muchos les parezca lógico que "los jueces elijan a los jueces" (¡ya lo hacen en las oposiciones a la judicatura!), olvidando que la historia de la institución hace que por lo menos tres cuartas partes de ellos sean políticamente conservadores. Claro que así se hurta al control democrático a quienes precisamente controlan a los poderes elegidos democráticamente.

Algo está fallando en este sistema cuando son los pocos, sean jueces o votantes, los que deciden las mayorías que someten a los muchos.




Casado se encomienda a las encuestas y al apoyo mediático

El PP lo fía todo a un estado de gracia en el que está seguro de que nada le penaliza, ni siquiera provocar una crisis constitucional con su bloqueo a la renovación del Poder Judicial. "Si negociamos con Sánchez, al día siguiente nos trituran nuestros apoyos mediáticos", alega un dirigente nacional.

Habla el Gobierno: "La oposición es estrambótica, exagerada, inflamada... Se agota el vocabulario para describirla. En ese estado de ansiedad y ese nivel de tensión que proyecta, la legislatura se le puede hacer muy larga. Mucho más si la economía empieza a crecer, como crecerá, por encima del 7%".

Habla la oposición del PP: "Las encuestas avalan nuestra estrategia. Nos dan incluso mejor de lo publicado y la tendencia es al alza. Ya hemos consolidado los 140 escaños. La clave está en que Vox obtenga un pírrico resultado y no sea necesario que entre en el Gobierno".

Entre una y otra reflexión no sólo hay dos voces de dos dirigentes de partidos antagónicos, hay miradas muy diferentes sobre la situación política, los recientes cambios en el Gobierno, la estrategia de la oposición y el sentir de la sociedad española. Ambas son consecuencia de la demoscopia. Ya saben, la política hace tiempo que tiene más que ver con los tuits y las encuestas que con el interés común y los programas. 

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"Ya no hay cosificación al uso del electorado español y la mayor demostración fue el resultado de Isabel Díaz Ayuso en Madrid el pasado mayo", afirma un dirigente del PP, para quien la política es cuestión de estados de ánimo, los patrones han cambiado y el voto ya no es un premio al oponente, sino un castigo al gobernante. Dicho de otro modo: no hay mérito de Casado, sino desgaste de Sánchez en una hipotética victoria del PP.

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En este nuevo curso que arranca legislativamente la próxima semana, el PP se dispone a ahondar en el desgaste del Ejecutivo como consecuencia del recibo de la luz, con la certeza de que puede ser la puntilla que hunda el apoyo social al presidente y sin detenerse, claro, en que el desorbitado precio de la electricidad es un fracaso colectivo consecuencia de la política energética de todos los gobiernos de los últimos 20 años. Las mismas invectivas que se escuchan ahora desde las filas populares contra la coalición de izquierda son idénticas a las proclamas que usaba Sánchez contra Rajoy cuando era jefe de la oposición y muy parecidas a las que éste último vertía contra Zapatero, pero la memoria es flaca y el electorado no entiende de matices cuando a final de mes tiene que hacer frente a la factura eléctrica. Tampoco de estrategias como la implementada desde La Moncloa para que los ministros hagan pedagogía en los medios de comunicación sobre la diferencia entre la subida de la electricidad en el mercado mayorista y el recibo de la luz, como si una cosa no fuera consecuencia de la otra.

En realidad lo que el PP detecta es un estado de gracia en el que nada de lo que hace o dice le penaliza, tampoco el incumplimiento flagrante de sus obligaciones constitucionales como lo es su cerrazón a renovar el Consejo de Poder Judicial, el Defensor del Pueblo o el Tribunal Constitucional. De nada sirve que la izquierda política y mediática se desgañiten en poner negro sobre blanco lo que es una auténtica crisis constitucional provocada por un partido que aspira a ser alternativa de Gobierno

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"El bloqueo no sólo no nos desgasta electoralmente, sino que al votante de centro, que no entiende de matices, le suena bien eso de que sean los jueces quienes elijan a los jueces, y no lo políticos, como Casado lleva diciendo desde que fue elegido presidente del partido", asegura un diputado nacional, que añade como argumento de peso para no salirse del bloqueo el apoyo sin fisuras de sus referentes mediáticos. "Si Casado negocia con Sánchez la renovación, al día siguiente nos trituran nuestros principales apoyos editoriales".  




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