miércoles, 29 de octubre de 2025

¿Por qué El Capital es un libro inconcluso? (V)

Tras las entregas anteriores, (I), (II), (III) y (IV) de este artículo, se plantea en esta un interrogante: ¿Por qué menospreció Engels las consideraciones de Podolinski cuando este  le comunico sus ideas sobre los efectos del trabajo humano en el equilibrio termodinámico de la naturaleza?

Podolynski quiso reconciliar la teoría del valor-trabajo con un análisis energético del proceso económico desde el enfoque del metabolismo social¿Consideraba Engels que la intrusión de la física en la economía relativizaba las contradicciones del capitalismo como principal freno al desarrollo de las fuerzas productivas? Porque entonces los límites últimos del crecimiento económico no estarían en las ataduras de las relaciones de producción sino en leyes físicas y ecológicas.

Engels no comprendió la relevancia de un análisis cuantitativo del metabolismo social para una valoración desmercantilizada del trabajo. Además, los límites del crecimiento se veían muy lejanos y la ciencia parecía una locomotora omnipotente que los salvaría.

En todo caso se equivocó al afirmar que Podolynski había omitido los combustibles fósiles. Pero es sorprendente que en su misma crítica estaba implícita la consideración de un límite insalvable: el agotamiento de los recursos disponibles:

«Lo que Podolinski ha olvidado por completo es que el hombre, en cuanto obrero, no es simplemente un fijador del calor solar actual, sino un derrochador muchísimo mayor del calor solar del pasado. Las reservas de energía, carbón, minas, bosques, etcétera, que hemos logrado despilfarrar, las conoces mejor que yo»

Esto lo escribió en la carta en que comunicaba a Marx su rechazo a este intento de análisis energético. Un Marx viejo y agotado que ya no tuvo tiempo de responder. Pero recordemos una vez más su "Crítica al Programa de Gotha":

«El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre»

Cuestión matices y de énfasis, porque esto había dicho el propio Engels:





La ecología de Marx, Podolynsky, y la ausencia de un marxismo ecológico durante un siglo

Si la ecología era tan central en la idea de Marx de la tarea que debía emprender una sociedad comunista, ¿por qué la tradición marxista ha tardado tanto en admitir que el concepto de metabolismo social se convierta en una herramienta operativa mediante el uso de la contabilidad económico-ecológica de los flujos de materia y energía? Fue Nicholas Georgescu-Roegen quien tuvo que reiniciar desde el principio ese análisis del metabolismo social, en su obra La ley de la entropía y el proceso económico de 1971. ¿Por qué las corrientes marxistas posteriores nunca dieron la menor importancia teórica y política a esas afirmaciones durante un siglo después de la muerte de Marx en 1883?

Karl Marx nunca terminó El Capital tras el gran éxito del primer volumen publicado en 1867. ¿Qué hizo durante los dieciséis años previos a su muerte en 1883? Pasó muchas horas en la Biblioteca del British Museum de Londres llenando una cantidad extraordinaria de cuadernos manuscritos con sus notas de lectura —una práctica que mantuvo desde su juventud— y respondiendo a numerosas cartas que recibía de diversas partes del mundo. Algunos extractos de esos cuadernos fueron seleccionados por Friedrich Engels para la impresión del segundo y tercer volumen de El Capital en 1885 y 1894. Pero muchos otros de sus escritos en cuadernos y cartas se empezaron a publicar mucho más tarde, y algunos sólo recientemente, mientras otros aún permanecen inéditos.

Algunos de los cuadernos de Marx estaban dedicados al aprendizaje de las matemáticas, lo que sugiere que parte de la respuesta a la pregunta de por qué nunca termino El Capital puede tener que ver con su conciencia del cambio de paradigma que llevó de la economía política clásica a los modelos neoclásicos después de 1870. Otra gran parte de la respuesta es que estaba muy interesado en ahondar en cuestiones socio-metabólicas como las críticas planteadas por Justus Von Liebig a obtener altos rendimientos de la tierra cultivada mientras se extraen nutrientes sin devolver nada a la biota del suelo [29]. También en la obra de otros científicos como Carl Fraas, que denunciaba la «economía del robo» consistente en producir bienes para obtener ganancias a corto plazo mientras se degrada su base de recursos naturales a largo plazo. También estudiaba la noción de «comunismo primitivo» en la obra del antropólogo Lewis Henry Morgan y las comunidades campesinas que las corrientes políticas del socialismo pro-campesino –«verde» o narodniki— de todo el Este y Norte de Europa reivindicaban como base para una transición directa a una sociedad no capitalista que evitara los dolores de una industrialización capitalista.

Es probable que esas lecturas, cartas y reflexiones llevaran al viejo Marx a ir hasta el límite de sus planteamientos hegelianos previos, compartidos con Engels, y a reconsiderar algunos de ellos, como el papel de los campesinos y las comunidades rurales. Un ejemplo destacado fue la firme objeción de Marx al primer punto del Programa de Gotha de 1875 del Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania (SDAP), donde se afirmaba que «el trabajo es la fuente de toda riqueza y de toda cultura»Marx respondió que «El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre» [30].

Entre otros varios ejemplos del pensamiento socio-ecológico de Marx, hay uno que resulta particularmente relevante y que Karl Kautsky tomó de sus cuadernos de 1863 sobre las Teorías de la Plusvalía para publicarlo como volumen IV de El Capital en 1905-1910: «Se puede anticipar y devastar el futuro intensificando el esfuerzo hasta el agotamiento, rompiendo el equilibrio entre el flujo que se extrae y el flujo que se retorna. Ambas cosas ocurren en la producción capitalista, o en lo que se considera como tal» [31]. Kohei Saito interpreta esa formulación de Marx del siguiente modo: «El metabolismo entre los humanos y la naturaleza es un proceso interactivo y circular en el cual los humanos no solo toman de la naturaleza, sino que también le entregan. La crítica de Marx apunta a mostrar que el “valor”, en tanto mediación del metabolismo, no puede considerar lo suficiente este aspecto de devolver». Por «valor», Kohei Saito se refiere aquí a los valores monetarios tras una mercantilización que excluye cualquier otra pluralidad de valores, ya sea en términos energéticos y materiales, laborales, cultural-espirituales, políticos o de cualquier otro tipo [32].

Independientemente de la relevancia del pensamiento socio-ecológico de Marx para nuestra comprensión actual del metabolismo social, lo cierto es que permaneció como un conjunto de observaciones dispersas a las que la mayoría de sus seguidores marxistas no prestaron atención durante un siglo. Sin duda, el estalinismo contribuyó a ello en gran medida, como lo demuestran las contadas excepciones de Rosa Luxemburg, Nikolai Bukharin, Otto Neurath o Cristopher Caudwell en el primer tercio del siglo XX, y posteriormente de Alfred Schmidt [33] y Manuel Sacristán. Un ejemplo revelador de ese olvido es lo que ocurrió cuando el ucraniano Serhii Podolynsky, un integrante del movimiento político «verde» pro-campesino narodniki con formación de física y medicina, envió a Marx un ensayo donde convertía su idea del trabajo como «fuerza natural» en un análisis energético cuantitativo. En él empezaba a contabilizar la explotación laboral y la plusvalía en unidades calóricas, basándose en la termodinámica desarrollada por Sadi Carnot Rudolf Clausius [34]. En 1982, Joan Martínez Alier José Manuel Naredo sacaron del olvido el desafortunado desacuerdo de Engels con el análisis energético de Podolynsky de 1880-1883 como un acontecimiento crucial que impidió el desarrollo de un marxismo ecológico un siglo antes de su inicio [35].

Tras los extractos y notas de lectura tomados por Marx (1880) de la versión francesa del ensayo de Serhii Podolynsky sobre El trabajo humano y la conservación de la energía (1880), recientemente transcrito de sus cuadernos y publicado por la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA), sabemos que comprendió a la perfección las ideas de Podolynsky sin añadir ningún rechazo ni comentario crítico. La idea clave que Marx retuvo de Podolynsky era que, al trabajar con plantas vivas, animales domésticos, suelos fértiles y la fuerza muscular de su cuerpo, complementada con el uso de herramientas y máquinas, los seres humanos eran capaces de aumentar, mediante su trabajo y conocimiento, la energía útil de la que disponían en la Tierra. Como señalaron Martínez Alier y Naredo (1982), aquel enfoque inicial podría haberse convertido en un punto de partida para un análisis socio-metabólico del proceso económico desde una perspectiva energética ya en la década de 1880.

Para la historia del pensamiento ecológico-económico del metabolismo social, la cuestión clave aquí es que el ensayo de Podolynsky sobre la energética del trabajo humano anticipó en cierta medida la noción de que los flujos biofísicos pueden volverse «ectrópicos» en el sentido definido posteriormente por Felix Auerbach (1913), y retomado por Illya Prigogine e Isabelle Stengers (1979) como una propiedad de las estructuras energéticamente disipativas de la Tierra; o que el metabolismo de los seres vivos es «negentrópico» en el sentido más claro, pero también controvertido, que Erwin Schrödinger (1944) le dio posteriormente; o, como en la metáfora de Nicholas Georgescu-Roegen (1971), que los humanos somos capaces de «cribar» la baja entropía en el proceso económico gracias a la «indeterminación» cuantitativa de la segunda ley de la termodinámica; o en las transformaciones «emergéticas» de la energía solar a lo largo de las cadenas tróficas analizadas por Howard T. Odum (1971); o en la metáfora de Ramon Margalef (1993) de que las estructuras vivas hacen circular la energía en meandros, de modo que pueda acumularse temporalmente en su interior y parte de la entropía recuperarse como información en su complejidad, como si se tratara de una «cuenta de ahorros termodinámica»; o en la noción de «ascendencia» propuesta por Robert Ulanowicz (1986, 2009); o en la idea de Mae-Wan Ho (2005) de que cerrar los bucles de materia y energía tiene sentido termodinámica para el sostén de la vida; o en la forma en que Morowitz (2002) explica la «emergencia de todo» a través de la complejidad sistémica [36].

Aunque Podolynsky lo expresara con una formulación aún rudimentaria, utilizando la metáfora de una «máquina perfecta de Sadi-Carnot» capaz de reintroducir en el proceso de trabajo físico la energía disipada en forma de calor, la clave reside en que su ensayo había comenzado a considerar el trabajo humano desde una perspectiva energética. Incluso esa metáfora rudimentaria e inapropiada podía interpretarse en lo que hoy entendemos como la capacidad reproductiva de las estructuras disipativas vivas. Esta fue la opinión del gran científico también ucraniano Volodymyr Vernadsky, autor del primer libro titulado La Biosfera [37]. En 1924 se atrevió a publicar otro libro sobre bioquímica en el que elogiaba el trabajo de Podolynsky por haber enfatizado las diferencias termodinámicas entre la materia viva y la inerte, contribuyendo así a los fundamentos de una «energética de la vida» [38]. Lo hizo pocos años antes de que se volviera altamente peligroso hacer algo así en una Unión Soviética bajo el Gran Terror estalinista desatado en la década de 1930, como lo demuestra –entre tantos otros– el juicio y muerte del economista ruso, también pro-campesino «verde», Alexander Chayanov.

En resumen, Podolynsky planteó reconciliar la teoría del valor-trabajo con un análisis energético del proceso económico desde el enfoque del metabolismo social. Como señala Cutler Cleveland, la razón más probable que llevó a Engels a desestimar y rechazar el enfoque de Podolynsky fue una consecuencia muy importante de su enfoque del almacenamiento renovable de energía solar a través de plantas como productores primarios que sustentan casi todas las transformaciones energéticas en la entera red de la vida de la Biosfera. Ese análisis biofísico cuestionaba la expansión material ilimitada de la producción humana, y también implicaba que los límites últimos del crecimiento económico no residían en las ataduras de las relaciones de producción sino en leyes físicas y ecológicas [39].

Resulta revelador que, en la carta que Engels envió a Marx rechazando ese intento de análisis energético del metabolismo social, una de sus mayores críticas fuera ésta: «Lo que Podolinsky ha olvidado por completo es que el hombre, en cuanto obrero, no es simplemente un fijador del calor solar actual, sino un derrochador muchísimo mayor del calor solar del pasado. Las reservas de energía, carbón, minas, bosques, etcétera, que hemos logrado despilfarrar, las conoces mejor que yo» [40]. Sin duda Engels tenía razón al destacar este punto, pero se equivocó al afirmar que Podolynsky había omitido los combustibles fósilesAlf Hornborg (2004) aclaró este punto citando el siguiente párrafo de la versión ucraniana original y más extensa de «El trabajo humano y sus relaciones con la distribución de la energía» publicada en la revista Slovo en 1880, no incluida en las versiones posteriores recientemente publicadas y desacreditadas por John B. Foster y Paul Burkett [41]:

Tenemos ante nosotros dos procesos paralelos que juntos forman el llamado círculo de la vida. Las plantas tienen la propiedad de acumular energía solar, pero los animales, al alimentarse de sustancias vegetales, transforman parte de esta energía almacenada y la disipan en el espacio. Si la cantidad de energía acumulada por las plantas es mayor que la dispersada por los animales, aparecen reservas de energía, por ejemplo, en el período de formación del carbón mineral, durante el cual la vida vegetal predominó sobre la animal. Si, por el contrario, la vida animal predominó, el suministro de energía se dispersaría rápidamente, y la vida animal tendría que volver a los límites determinados por la riqueza vegetal. Por lo tanto, se debería establecer un cierto equilibrio entre la acumulación y la disipación de energía.

Como señaló Hornborg, Podolynsky no solo enfatizó la diferencia entre utilizar el flujo de energía solar y el stock de reservas de energía del carbón. Afirmó que la productividad energética de un minero de carbón era mucho mayor que la de un agricultor, pero que ese excedente energético del carbón era solo transitorio. Es más, en una nota a pie de página añadió la existencia de «una teoría que vinculaba los cambios climáticos con las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, como explicó Sterry Hunt en una reunión de la Sociedad Británica para el Avance de la Ciencia en 1878» [42].

La cuestión clave del rechazo de Friederich Engels estaba en otro punto: su total negativa a expresar relaciones económicas con medidas físicas«Podolinsky, partiendo de este descubrimiento muy valioso, se ha extraviado por caminos equivocados porque estuvo tratando de encontrar en la ciencia de la naturaleza una nueva demostración de la verdad del socialismo, y con ello ha confundido la economía con la física» [43]Claramente, Engels no comprendió la relevancia de un análisis cuantitativo del metabolismo social para una valoración desmercantilizada del trabajo humano. En cambio, tras la reciente publicación por la MEGA de las notas de lectura escritas por el propio Marx, ahora ya sabemos que entendió y resumió muy bien el ensayo de Podolynsky, sin añadirle ninguna de las ácidas críticas que solía incluir en sus cuadernos cuando no estaba de acuerdo con los textos que anotaba. Incluyo la versión castellana de esas notas como anexo al final de este artículo. Marx ya no tuvo tiempo ni de responder a Podolynsky ni a la carta de Engels. Pero tras conocer su resumen de las ideas de Podolynsky, en ningún caso podemos interpretar su silencio como un acuerdo tácito con el rechazo de Engels.

La triste historia de aquel desafortunado malentendido entre Engels y Podolynsky mantiene abierta la pregunta de Sacristán: si la ecología era una tarea tan central para una sociedad no capitalista según los breves pero potentes atisbos ecológicos de Marx, ¿por qué Engels finalmente respondió a Podolynsky con una negativa tajante? Es cierto que compartía con Marx la clara noción de que el capitalismo estaba dilapidando combustibles fósiles. Sin embargo, además de ser perjudicial para el medio ambiente en el presente, la idea de que tal desperdicio de una fuente de energía no renovable también pondría fin no solo al crecimiento capitalista de las fuerzas productivas, sino al crecimiento económico como tal, estaba fuera del alcance de la visión hegeliana de Engels sobre el futuro. Como escribió Manuel Sacristán un siglo después, admitir esto habría significado no solo para Engels, sino para todo el movimiento obrero socialdemócrata marxista de la época, y para el comunista que le siguió, abandonar el milenarismo utópico que veía la revolución social como el fin todas las tensiones y contradicciones sociales en un mundo de sobreabundancia.

A pesar de haber respaldado el análisis energético en su propia versión del marxismo ecológico, John Bellamy Foster y Paul Burkett aún intentan desacreditar por incoherentes las diferentes versiones del artículo publicado por Podolynsky en comparación con lo que consideran un análisis socio-ecológico más claro en los escritos de Marx y Engels sobre el tema. Se equivocan, mientras que Joan Martínez Alier José Manuel Naredo acertaron al poner el dedo en la llaga de la tradición marxista por su negativa a realizar un análisis energético del sistema económico. El único obituario que queda por hacer es explicar por qué, desde la muerte de Marx en 1883, tantos marxistas ignoraron no solo la propuesta de Podolynsky, sino incluso todos los atisbos ecológicos de Marx con tan pocas excepciones. Ese es un buen ejemplo para recordar una frase que Marx le dijo a Paul Lafargue en una ocasión, y que a Manuel Sacristán le gustaba recordar: «ce qu’il y a de certain c’est que moi, je ne suis pas marxiste» [44].

A estas alturas, sigue habiendo dos maneras distintas de entender la actualidad del marxismo en el siglo XXI. La de quienes, sin considerar que la de Marx fue una obra inconclusa de un autor del siglo XIX, se emperran en encontrar en sus textos la solución a todos los problemas habidos y por haber, para luego pelearse entre ellos en dilucidar quién interpreta de forma más fidedigna al maestro. Y la de quienes, en vez de repetir lo que Marx dijo criticando a los economistas liberales y las ideas hegemónicas de su tiempo, entienden que la tarea consiste en continuar haciendo lo que él hizo entonces, para criticar ahora y proponer alternativas a las ideas hegemónicas y las formulaciones económicas del capitalismo que amenaza con llevarnos a un colapso civilizatorio global en el siglo XXI. Si de lo que se trata es de fundamentar desde el mejor conocimiento científico y práctico las aspiraciones compartidas por mucha gente a una Humanidad justa en una Tierra habitable, la insularidad de pensamiento que caracteriza el primer tipo de marxismo no parece la mejor elección. La segunda implica, por el contrario, abrirse a una fecundación cruzada con muchas otras tradiciones de lucha y pensamiento alternativos al capitalismo salvaje de nuestro tiempo, entendiendo que debemos tomar lo mejor de cada una de ellas para un proyecto de transformación social para el cual existe un amplio pluriverso de formas de concebirlo y nombrarlo [45]El ecosocialismo es una de ellas, pero solo unaEl marxismo puede seguir aportando mucho a todas ellas, pero sólo si se mantiene abierto a la interacción con las demás.

Probablemente por indicación de Joan Martínez Alier y José Manuel Naredo, Manuel Sacristán también leyó y anotó el ensayo de Podolynsky en 1978 o 1979, y sus notas de lectura han sido recientemente publicadas [46]. Son algo más prolijas que las de Marx, y expresan un claro aprecio por el intento de abrir el estudio del intercambio de la sociedad con el resto de la naturaleza en términos energéticosSacristán incluso consideraba «una formulación muy interesante» la consideración del ser humano «como la máquina perfecta de Sadi-Carnot», que Foster Burkett señalan como muestra de lo que ellos consideran erróneamente una deficiente comprensión de la termodinámica por parte de Podolynsky. Sacristán también añadía algunas notas críticas de interés. Varias veces señalaba que la versión de Podolynsky era ecológicamente más «optimista» que la del viejo Marx tras sus lecturas de Carl Fraas. Pero las dos críticas que vale la pena destacar eran que «la agregación de energía es ecológicamente tan imprecisa como la agregación de valor» [47], y que el final del ensayo le parecía «muy confuso […] en lo económico-social». La primera crítica ha sido claramente admitida y desarrollada por la economía ecológica en la propuesta de un análisis multicriterio que sirva para tomas decisiones en deliberaciones participativas [48], y fue el propio Nicholas Georgescu-Roegen el primero en señalar la necesidad de evitar el «dogma energético» señalando que «la materia también cuenta» [49]. Por lo que se refiere a la segunda, sólo muy recientemente se han empezado a emplear los análisis del metabolismo social para desvelar la conformación de desigualdades sociales y de género con resultados iniciales muy prometedores que invitan a desarrollarlos mucho más [50].

En el caso de Sacristán no tenemos que contentarnos con sus notas de lectura, ni interpretar ningún silencio. En su artículo seminal sobre los «atisbos ecológicos de Marx», incluyó la siguiente valoración, inequívocamente positiva, de la propuesta de Serhii Podolynsky:

El segundo caso excepcional brillante que querría evocar es el de […] Sergei Podolinsky, el cual publicó en el órgano de la socialdemocracia alemana un interesantísimo ensayo en dos partes acerca del concepto marxista de trabajo y de la segunda ley de la termodinámica, el principio de entropía. La ley de entropía dice que en un sistema cerrado la cantidad de energía utilizable, las diferencias de potencial, por así decirlo, van disminuyendoLa ley se refiere a un sistema cerrado, y es claro que la Tierra no lo es, pues está constantemente recibiendo energía del Sol e irradiándola; por eso siempre se ha discutido si la ley de la entropía es o no pertinente para entender procesos humanos en la Tierra, particularmente los productivos. Pero la cuestión no es sencilla, porque a la objeción que la Tierra es un sistema abierto se puede contestar que el conjunto de fuentes de vida para la especie humana tal vez no lo sea. [… ]
Podolinsky tuvo el gran mérito de recuperar el punto de vista naturalista que Marx había abandonado expresamente (para dedicarse entonces a la economía política) en las primeras páginas de la Ideología Alemana. Podolynsky vuelve a cultivarlo, intentando reconstruir la idea de valor-trabajo en el marco de la termodinámica. Es justo, pues, honrar a este propósito la memoria de Kautsky y Podolinsky, pero después de haberlo hecho se puede repetir que los conatos de pensamiento ecológico-político de los clásicos no han tenido prácticamente continuación en la tradición marxista. Cualquier cosa que hoy llamaríamos problema ecológico-político se subsumía en la tradición marxista bajo el rótulo «Males del Capitalismo», sin ver la especificad de los riesgos del trato civilizado con la naturaleza, así se constituyó una tradición progresista sin problemas que tenía mucho más de tradición burguesa que de novedad socialista. 
Hay que preguntarse por qué ocurrió esto, pero antes conviene atender un poco lo que ha sido menos tenido en cuenta en las ideas político-ecológicas de Marx. Se trata de observaciones relativas no a la ecología de la fuerza de trabajo industrial, sino a la agricultura [51].

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Notas

[29] Justus von Liebig, «On English Farming and Sewers», artículo publicado en el periódico londinense Timesen 1859, y reproducido en la Monthly Review, vol. 70(3), en 2018. Disponible en abierto en: https://monthlyreview.org/2018/07/01/on-english-farming-and-sewers/

[30] K. Marx (1875), Crítica del Programa de Gotha. Parte I. Disponible en abierto en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/critica-al-programa-de-gotha.htm

[31] Agradezco a Manuel Monleón la traducción de ese texto alemán de Marx: «Antizipationder Zukunft -wirkliche Antizipation- findetüberhaupt in der Produktion des Reichtumsnurstattmit Bezugauf den Arbeiterund die Erde. Beibeidenkanndurchvorzeitige Überanstrengungund Erschöpfung, durch Störung des Gleichgewichtszwischen Ausgabeund Einnahme, die Zukunftrealiter antizipiertundver wüstetwerden. Beibeidengeschieht es in derkapitalistischen Produktion. Was die sog» […]. Karl Marx, (1968[1863]. Theorien des Mehrwerts, en Karl Marx and Friederich Engels Werke. Band 26-Drittereil. Berlin, DietzVerlag, p. 303). La edición de MEGA traduce este equilibrio entre «Ausgabe» (entrada) y «Einnahme» (salida) como «un equilibrio entre gastos e ingresos». Sin embargo, del contexto se desprende claramente que Marx no se refería a un equilibrio monetario, sino a uno biofísico, en consonancia con el comentario de Koehi Saito.

[32] Koehi Saito, La naturaleza contra el capital. El ecosocialismo de Karl Marx, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2022, pp. 176 y 182-183; véase también Joan Martinez-Alier, «Social Metabolism, Ecological Distribution Conflicts, and Languages of Valuation», Capitalism Nature Socialism, vol. 20(1), 2009, pp. 58-87.

[33] A. Schmidt (2014[1962]), The Concept of Nature in Marx, London, Verso. Disponible en: http://pinguet.free.fr/schmidt1962.pdf

[34] Serhii Podolinsky, «El trabajo del ser humano y su relación con la distribución de la energía», en Joan Martínez Alier (ed.), Los principios de la economía ecológica. Textos de P. Geddes, S. A. Podolinsky y F. Soddy, Madrid, Fundación Argentaria-Visor, 1995, pp. 63-142. Disponible en abierto en: http://elrincondenaredo.org/wp-content/uploads/2024/12/I-los-principios-de-la-economia-ecologica-1.pdf

[35] Joan Martínez Alier y José Manuel Naredo, «A Marxist Precursor of Energy Economics: Podolinsky», The Journal of Peasant Studies, vol. 9(2), 1982, pp. 207-224.

[36] Felix Auerbach, Die Weltherrinundihr Schatten: Ein Vortragüber Energie und Entropie. 2. ergänzte und durchgesehene Aufl, Jena, Fischer, 1913; Illya Prigogine y Isabelle Stengers, La Nueva Alianza: Metamorfosis de la Ciencia, Madrid, Alianza Editorial, 1997; Erwin Schrödinger, ¿Qué es la vida?, Barcelona, Tusquets, 2015[1944]; Howard T. Odum, Ambiente, energía y sociedad, Barcelona, Blume, 1980; Ramon Margalef, Teoría de los sistemas ecológicos, 2ª ed., Barcelona, Publicacions de la Universitat de Barcelona, 1993; Robert E. Ulanowicz, «Some steps toward a central theory of ecosystem dynamics», Computational Biology and Chemistry, vol. 27(6), 2003, pp. 523-530; Mae-Wan Ho y Robert E. Ulanowicz, «Sustainable systems as organisms?», Bio Systems, vol. 82, 2005, pp. 39-51; Mae-Wan Ho, «Circular Thermodynamics of Organisms and Sustainable Systems», Systems, vol. 1, 2013, pp. 30-49; Harold J. Morowitz, The Emergence of Everything: How the World Became Complex, Oxford, Oxford University Press, 2002.

[37] Vladimir I. Vernadsky, La Biosfera. Introducción de Ramon Margalef, Madrid, Fundación Argentaria-Visor, 1997[1926]. Disponible en abierto en: https://elrincondenaredo.org/wp-content/uploads/2024/12/IX-La-biosfera-final.pdf.

[38] Vladimir I. Vernadsky, Geochemistry and the Biosphere, Santa Fe, Synergetic Press, 2007[1924], p. 212.

[39] C. J. Cleveland, «Biophysical Economics: From Physiocracy to Ecological Economics and Industrial Ecology», en John M. Gowdy y Kozo Mayumi (eds.), Bioeconomics and Sustainability: Essays in Honor of Nicholas Gerogescu-Roegen, Cheltenham, Edward Elgar, 1999, pp. 125-154.

[40] Friederich Engels, Carta a Karl Marx de 19-12-1882 [Marx murió el 14-03-1883]. Disponible en abierto en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e1882-12-19.htm

[41] John B. Foster y Paul Burkett, «The Podolinsky Myth: AnObituary. Introduction to ‘Human Labour and Unity ofForce’ by Sergei Podolinsky», Historical Materialism, vol. 16, 2008, pp. 115-161; y Sergei Podolinsky, «Human Labour and Unity ofForce», Historical Materialism, vol. 16(1), 2008[1880-1883], pp. 163-183.

[42] Alf Hornborg, Marxism, social metabolism, and ecologically unequal exchange. Documento de Trabajo de la Unidad de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona nº 21/2004–UHE/UAB. Disponible en abierto en: https://ddd.uab.cat/pub/estudis/2004/hdl_2072_1194/UHE21-2004.pdf

[43] Friederich Engels, carta a Karl Marx de 19-12-1882, op. cit.

[44] Friederich Engels, Carta a Eduard Bernstein de 02-11-1882. Disponible en abierto en: https://www.marxists.org/francais/engels/works/1882/11/fe18821102.htm.

[45] Ashish Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria y Alberto Acosta, Pluriverso. Un diccionario del posdesarrollo, Barcelona, Icaria, 2019.

[46] Manuel Sacristán Luzón, Filosofía y metodología de las ciencias sociales (II). Edición de Salvador López Arnal y José Sarrión Andaluz, Barcelona, 2024, pp. 197-202.

[47] Íbid., p. 202.

[48] Giuseppe Munda, Social Multi-Criteria Evaluation for a Sustainable Economy, Nueva York, Springer, 2008.

[49] Nicholas Georgescu-Roegen, «Energy Analysis and Economic Valuation», Southern Economic Journal, vol. 45(4), 1979, pp. 1023-1058.

[50] Inés Marco, Roc Padró y Enric Tello, «Labour, nature, and exploitation: Social metabolism and inequality in a farming community in mid-19th century Catalonia», Journal of Agrarian Change, vol. 20, 2020, pp. 408-436; y «Dialogues on nature, class and gender: Revisiting socio-ecological reproduction in past organic advanced agriculture (Sentmenat, Catalonia, 1850)», Ecological Economics, vol. 169, 2020, 106395.

[51] «Algunos atisbos…», en Pacifismo, ecología y política alternativa, op. cit., pp. 144-145. Sacristán escribió erróneamente que Podolynsky era polaco, cuando en realidad era ucraniano. En este artículo empleo la grafía en nuestro alfabeto como Serhii Podolynsky, en vez de la más común que se asimila a las traducciones del ruso, porque es la empleada en recientes reivindicaciones del autor en Ucrania. Véase: https://commons.com.ua/en/zhoan-martines-alyer-podolinskij-viperediv-svij-chas/

(continuará)

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