viernes, 15 de enero de 2016

La enfermedad holandesa en Colombia

Las crisis de los países exportadores (en realidad no importa mucho si lo son de tecnología, bienes de equipo, bienes de consumo o materias primas) tienen su causa en la insistencia en la vía elegida. En lugar de aprovechar la bonanza para reformar prudentemente el sistema productivo, se insiste en el camino fácil de potenciar lo que debería ser cambiado.

En el caso holandés fue el gas del Mar del Norte. En el caso chino (pero tal vez los chinos sean más capaces de virar a tiempo, que no lo sé), la exportación de manufacturas baratas.

Los países del cono sur también han profundizado su desventajosa especialización, y han dirigido a tope sus energías a potenciar la exportación de los bienes primarios que eran su única producción. Desde el punto de vista económico (y ecológico) este es un camino sin salida.

Ciertamente, no es lo mismo emplear esos esfuerzos en levantar a las poblaciones deprimidas que enriquecer a los ya muy ricos (y "esperar" a que la riqueza "desborde"), pero al final del camino encontramos el mismo problema en ambos casos.

La autosuficiencia debe ser una meta, porque en tiempo de crisis permanente ¿a quién exportar? ¿sobre qué contrapartidas garantizar las importaciones?

Entiendo que la "austeridad" (para los más) que pregona la ideología hegemónica no es la "sobriedad" (con justicia para todos) que la situación real del mundo debería imponer. Aquella "austeridad" no es ninguna vía de salida. Y los impuestos progresivos, que son parte de la solución, no resolverán el problema si se insiste en el mismo "modelo productivo".

Junto a la lectura del artículo entero, sirva esta entradilla para señalar cómo la mayoría de los economistas, si bien parten de diagnósticos acertados, no saben formular, o no se atreven a ello, soluciones distintas de la sustitución de un productivismo por otro. Para seguir exportando a quien ya no está en condiciones de importar, para seguir importando lo que no se puede producir...



(...)

La expresión “enfermedad holandesa” alude a las dificultades que padeció aquel país a finales de la década de 1950, cuando los excedentes derivados de sus abundantes hallazgos de gas no fueron una bendición sino una desgracia. Durante la década siguiente los economistas empezaron a utilizar esta expresión para referirse a tres síntomas que suelen acompañar las bonanzas derivadas de los recursos naturales:
1. Revaluación de la moneda nacional, 
2. Aumento pronunciado de las importaciones, y 
3. Pérdida de la actividad industrial.
(...)

El camino para reducir el déficit del sector público no sería la austeridad, sino los impuestos progresivos.
(...)

Es claro que Colombia está sufriendo las consecuencias de la enfermedad holandesa. No se aprovecharon los excedentes de las bonanzas, y las medidas que se están tomando para tratar de corregir los males no son adecuadas porque acentúan la recesión y son inequitativas.

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