Esta historia, imaginaria, pero repetida en innumerables casos reales, remata un artículo de Eric Toussaint, el cuarto de una serie titulada “Bancos contra Pueblos: Los entresijos de una partida
amañada”.
¡Pobre Fernández! |
No es nada fácil ponerse en la piel de los dirigentes de un gran banco, ya
sea como gran accionista o como un alto directivo designado, para comprender la
visión del business. La gran mayoría de las personas que tienen una
cuenta en un banco |59| dificultosamente pueden imaginar cómo actúan
los que dirigen ese banco, su manera de pensar y las ventajas que obtienen de
todo ello. Comprender en concreto lo que es el rendimiento sobre fondos propios
(ROE) es particularmente difícil, ya que numerosos son aquellos que no pueden ni
siquiera imaginar lo que esconde la respuesta a esa pregunta.
Tratemos de hacer las cosas más accesibles mediante la comparación entre una
familia como tantas otras y los patrones de los grandes bancos, que no son
tantos.
Imaginemos el Sr. y la Sra. Fernández en España en 2007, próximos a la
cincuentena, que acumularon en 30 años de actividades un ahorro de 100.00 euros
(que ellos consideran su capital). Deciden comprarse un inmueble de 500.000
euros que está formado por tres apartamentos. Aportan sus 100.000 euros de
fondos propios, o sea el 20 % del precio de la compra. Los Fernández ocuparán
uno de los apartamentos y alquilarán los otros dos. Para ello, piden una
hipoteca de 400.000 euros a reembolsar en 20 años, con un tipo de interés del
5,12 % anual (supongamos un interés fijo) lo que representa 18.780 euros por año
de intereses (la media sobre los primeros cuatro años del préstamo) a los que se
ha de añadir 12.898 euros de amortización anual del capital (la media de los
cuatro primeros años del préstamo) o sea, 31.678 euros a pagar cada año. Lo que
les origina una cuota mensual de 2.639 euros. Y hacen el cálculo siguiente: «Si
alquilamos cada apartamento por 1.000 euros mensuales, eso nos aportará 12.000
euros por apartamento, o sea 24.000 por año, sacando los gastos de mantenimiento
y otras cargas diversas nos pueden quedar 20.000 euros por año. Por lo tanto
tendremos un déficit de 11.678 euros anuales, pero eso corresponde sólo a un
11,7 % del alquiler que hemos estado pagando hasta ahora. Por lo tanto tendremos
que reservar una mayor parte de nuestros ingresos para el reembolso del
préstamo, pero al final, cuando tengamos 70 años, seremos propietarios de esta
casa que nos procura una renta y un día se la podremos legar a nuestros tres
hijos.»
Por otro lado, imaginemos que, el mismo año, el banco Cresus decide también
comprar el mismo tipo de inmueble que los Fernández. De hecho compra centenares
para aumentar su patrimonio inmobiliario en un contexto en el que el precio de
las casas aumenta aceleradamente. Un bien inmobiliario de un valor de 500.000
euros puede alcanzar los 600.000 euros dos años más tarde. Por lo tanto, es una
buena operación. ¿Cómo financiará el banco su compra? Para ello construye el
siguiente esquema: aportará un 4 % de fondo propios, o sea 20.000 euros. Para los
480.000 restantes utilizará 180.00 euros de los depósitos efectuados por los
clientes del banco —depósitos de salarios y otros ingresos que el banco no
remunera, aunque recibe ese dinero en préstamo y lo utiliza como quiere—.
Finalmente financia el saldo de 300.000 euros pidiendo un préstamo en el mercado
interbancario a un tipo de interés del 3,26 % (la media de los tipos
interbancarios europeos «Euribor» de los años 2007 a 2010). Además del gasto de
sus fondos propios de 20.000 euros (que el banco Cresus efectúa sólo una vez,
evidentemente) el coste anual de su compra se eleva a 9.780 euros en intereses
pagados a otros bancos. Si como los Fernández alquila cada uno de los tres
apartamentos a 1.000 euros por mes, deducidos los gastos de mantenimiento, eso
le reportará cerca de 30.000 euros por año, de los que habrá que retirar 9.780
euros por los gastos del préstamo. El ingreso neto se elevará a 20.220 euros o
sea el 101 % de rendimiento de los fondos propios que aportó al comienzo. Si
calculamos el rendimiento con respecto a la inversión total, o sea, 20.220 sobre
500.000 y esto por 100, vemos que es del 4,4 %.
La diferencia de la situación entre la familia Fernández y el banco Cresus
salta a la vista. Ya que lo que hace el banco para financiar un bien está muy
lejos del alcance de la gente común. En el cerrado mundo de los grandes bancos
(recordemos que de los 8.000 bancos de la UE, los 20 mayores disponen de la
mitad de los 46 billones de activos), lo que se pide prestado de alguna manera
no se reembolsa ya que sólo se pagan los intereses. En efecto, cada vencimiento
en el que el capital debe ser reembolsado, los bancos recurren a un nuevo
préstamo para reembolsar al precedente. Y esto es inimaginable para la mayoría
de la población que pide un préstamo. Hay que añadir que, como lo hemos visto,
los bancos no remuneran los depósitos en cuentas corrientes mientras que
utilizan el dinero allí depositado. Esta situación se prolongará mientras los
grandes bancos tengan un acceso continuo y barato (de preferencia inferior a la
tasa de inflación) al crédito. Evidentemente, si los depositantes retiran su
dinero o/y si los diversos prestamistas pierden la confianza y cierran el grifo
del crédito, el banco se encontrará en cesación de pagos puesto que su jueguito
habrá terminado. En ese caso, hay muchas posibilidades de que los poderes
públicos intervengan para salvar al banco si consideran que éste es demasiado
grande para quebrar (too big to fail).
Hemos imaginado que esta situación se desarrolla en 2007. Viajemos en el
tiempo y saltemos cinco años: estamos en 2012. La burbuja inmobiliaria había
estallado en España (también en Irlanda y Estados Unidos) y tiene efectos
devastadores. Centenares de miles de trabajadores de la construcción se han
quedado sin empleo, la actividad económica decae y todos los otros sectores de
la economía se ven afectados. El número de desempleados aumenta
exponencialmente. |60| El matrimonio Fernández se queda sin trabajo
y en la incapacidad de continuar pagando el préstamo hipotecario de 400.000
euros. El banco Filemón (el que había otorgado la hipoteca) se queda con el
inmueble. |61| Los Fernández se quedan sin casa y piden a
sus hijos que los alojen. El banco vende el inmueble en 300.000 euros, ya que el
precio de los inmuebles se ha desplomado. Esta gente había reembolsado en 4 años
75.120 euros de intereses y 51.591 euros del capital pedido. |62| Quedan por lo tanto 348,409 euros de capital
a reembolsar. En virtud de las leyes españolas, el banco Filemón exige al
matrimonio Fernández, sin empleo y sin casa, 48.409 euros (o sea el capital
restante que se debe reembolsar después de liquidar 300.000 euros como producto
de la venta).
Ahora, observemos qué le pasa al banco Cresus, que había comprado un bien
similar al del matrimonio Fernández. Sin embargo, este banco puede continuar en
2012 con sus operaciones de compra, eso sí con una modificación en su modo de
financiación: los otros bancos no quieren prestarle más dinero —los bancos
desconfían unos de otros debido a las acreencias dudosas que muchos de ellos
poseen—, pero, felizmente, los poderes públicos están allí para ayudarlo, a éste
y a otros bancos. El BCE les presta dinero a tipos de interés netamente
inferiores a la inflación. Una verdadera felicidad para los banqueros.
¿Y qué hace el banco Cresus? Pues compra el inmueble de los Fernández por la suma de 300.000 euros. Para ello, invierte 18.000 euros de fondos propios (o sea el 6 % del precio del inmueble), utiliza 132.000 euros de los depósitos no remunerados de los clientes, pide 100.000 euros al BCE por 3 años con un tipo de interés del 1 % y 50.000 euros también al BCE pero a corto plazo, con un interés del 0,75 %. El coste anual en intereses para el banco es de 1.375 euros. Luego alquila los tres apartamentos al mismo alquiler que antes y tendrá una entrada de 30.000 euros, que menos los 1.375 de los intereses a pagar, le quedan 28.625 euros. El rendimiento de sus fondos propios (ROE) es del 159 %, el beneficio sobre el total de la inversión del 9,5 %.
¿Y qué hace el banco Cresus? Pues compra el inmueble de los Fernández por la suma de 300.000 euros. Para ello, invierte 18.000 euros de fondos propios (o sea el 6 % del precio del inmueble), utiliza 132.000 euros de los depósitos no remunerados de los clientes, pide 100.000 euros al BCE por 3 años con un tipo de interés del 1 % y 50.000 euros también al BCE pero a corto plazo, con un interés del 0,75 %. El coste anual en intereses para el banco es de 1.375 euros. Luego alquila los tres apartamentos al mismo alquiler que antes y tendrá una entrada de 30.000 euros, que menos los 1.375 de los intereses a pagar, le quedan 28.625 euros. El rendimiento de sus fondos propios (ROE) es del 159 %, el beneficio sobre el total de la inversión del 9,5 %.
Aunque todo esto es imaginario, no está muy lejos de la realidad ¿no es
cierto?
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