Hace un año, Jorge Riechmann, en unas conferencias sobre la vida y la obra de Francisco Fernández Buey, explicaba la importancia de este filósofo como humanista marxista ("sin ismos") y verdadero comunista.
Me interesa destacar la afirmación (por ambos autores) de la necesidad de hacer confluir lo diverso en un movimiento unitario de supervivencia y emancipación. Nada más necesario y más actual. Por la necesidad de confluencia de ambos movimientos –ya es imposible tratarlos como realidades separables– de salvación de la naturaleza y de liberación de los no-libres (¿y quién es libre en este sistema?).
De esas conferencias quiero destacar un apartado por la claridad con que se expone la necesidad de crear conciencia de especie. Cualquier individualismo de grupo es hoy una forma de fascismo.
Dejando a salvo que la solidaridad de los explotados no es un individualismo de grupo, porque se trata de un "grupo" cuya liberación real no es posible sin la de toda la especie...
Me interesa destacar la afirmación (por ambos autores) de la necesidad de hacer confluir lo diverso en un movimiento unitario de supervivencia y emancipación. Nada más necesario y más actual. Por la necesidad de confluencia de ambos movimientos –ya es imposible tratarlos como realidades separables– de salvación de la naturaleza y de liberación de los no-libres (¿y quién es libre en este sistema?).
De esas conferencias quiero destacar un apartado por la claridad con que se expone la necesidad de crear conciencia de especie. Cualquier individualismo de grupo es hoy una forma de fascismo.
Dejando a salvo que la solidaridad de los explotados no es un individualismo de grupo, porque se trata de un "grupo" cuya liberación real no es posible sin la de toda la especie...
Jorge Riechmann
Conciencia de especie
En
la naturaleza hay tanto competición como cooperación (aunque estas últimas
dinámicas tiendan a verse
oscurecidas por la ideología dominante). Todos los mamíferos sociales hemos desarrollado
elaboradas estrategias de cooperación. Nuestro
problema hoy es que estas dinámicas cooperativas «naturales» lo son dentro de
grupos cercanos (los «endogrupos» de los que hablan los sociólogos, diferenciándolos
de los «exogrupos»): y hoy tendríamos que ser capaces de dar un salto
cualitativo más allá de los grupos cercanos… «A la globalización de la economía
tiene que corresponder una ética mundial basada en la conciencia de especie
(…). Sólo que la conciencia de especie está aún por construir» (Fernández Buey...). En efecto, un concepto clave que el ecologismo elaboró desde
los años setenta, y que recogieron Manuel Sacristán y sus colaboradores, es el
de conciencia de especie. No se trata solo de la milenaria aspiración
políticomoral a superar el tribalismo (aspiración que nos acompaña al menos
desde la «Época Axial» que teorizó Karl Jaspers), sino de algo más, que tiene
que ver con la peligrosidad de la tecnociencia y con la evolución hacia «una
sola humanidad» en la Edad Moderna:
Entiendo por conciencia de especie la configuración culturalmente elaborada de la pertenencia de todos y cada uno de los individuos humanos a la especie Homo sapiens y, por tanto, no sólo la respuesta natural reactiva de los miembros de la especie humana implicada en el hecho biológico de la evolución. En este sentido, se podría decir que la configuración de una conciencia de especie corresponde a la era nuclear –o mejor aún: de las armas de destrucción masiva– y a la época de la crisis ecológica global y de las grandes migraciones intercontinentales, como la conciencia nacional correspondía a la época del colonialismo y la conciencia de clase a la época del capitalismo fabril...
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