martes, 16 de junio de 2015

El neoliberalismo y los recursos naturales

La división del mundo en un centro demandante de energía y materiales y una periferia en que abundan exige al capital globalizado un acceso barato a esas riquezas.

Cuando se hace difícil la ganancia, que no puede incrementar infinitamente el capital, y se manifiesta esa secular tendencia a la baja de la tasa de ganancia, el capitalista inversor, siempre a la busca de la mayor ventaja, puede emplear su dinero, además de en su opulento tren de vida, en tres sectores fundamentales, que son la industria productiva, la especulación financiera y la adquisición de tierras.

La ganancia bruta se reparte entre fuerza de trabajo, beneficio del capital y renta de la tierra. A la pugna entre trabajo y capital hay que añadir la que se da entre los diversas componentes de la propiedad de los medios productivos. El capital industrial debe descontar de sus beneficios los intereses que debe al financiero prestamista y la renta debida a los propietarios del suelo.

La bajada de la tasa de ganancia viene ahora agravada por los límites físicos al crecimiento indefinido. Esto acentúa la explotación de la fuerza de trabajo y la de la naturaleza. Si tradicionalmente el capital pudo comprar tierras, esto se ha visto limitado por la propiedad pública, y en particular por el dominio público sobre el subsuelo. Así que los grandes defensores de la propiedad privada de la tierra pretenden ahora acabar con ella... si es propiedad pública.

Es un problema que no puede ser tratado en abstracto, y hay que denuciar que, tras las proclamas que tan bien suenan de la naturaleza como "patrimonio común de la humanidad" se oculta malamente la intención de abrir por completo la explotación de la naturaleza al capital trasnacional, dejando además como árbitros en cualquier disputa entre empresas y estados a organismos sobradamente conocidos por su parcialidad hacia las grandes empresas.

Los estados (entiéndase sobre todo los periféricos) quedarán así sometidos al gran capital. Basta ver lo que estipulan los tratados de libre comercio, que pretenden salvaguardar los derechos de las empresas frente a las inermes constituciones nacionales. Véase el TTIP.


Rebelión
 
En la séptima década de la pasada centuria, el sistema capitalista mundial, una vez más, fue atrapado por la crisis recurrente de sobreproducciòn, agravada por el alza astronómica de los precios petroleros originada por la revolución de la OPEP de estos años. La tasa media de ganancia de la acumulación descendió peligrosamente y se encendieron las alarmas del gobierno mundial del capital. Frente a esta eventualidad, los dirigentes mundiales de la economía de mercado (Comisión Trilateral/Grupo Bilderberg/Sociedad Mon Pelerin), decidieron apostar fuerte por un cambio radical en los mecanismos de la acumulación de capital que se había instaurado en la Segunda Posguerra. El resultado de dicha apuesta fue una revisión a fondo del proceso de subsunción del trabajo y de los recursos naturales al capital que había imperado hasta ese momento. La nueva política económica que emergió de este proceso, apuntalada por las directrices de la economía neoclásica, se denominó Neoliberalismo.

El neoliberalismo impuesto por los países hegemónicos del capital, fue una doble declaración de guerra, cuyo propósito fue por una parte, reducir a su mínima expresión, las grandes conquistas gremiales obtenidas por la clase obrera, durante los últimos doscientos años, y de la otra, acabar con el régimen propietal de los recursos naturales, el cual había reeditado en la periferia del sistema la categoría renta de la tierra, enemiga acérrima del capital. La renta de la tierra encontró su máxima expresión en los precios petroleros impuesto por la OPEP a los países consumidores, desde finales de los años sesenta.

En relación a la subsunción del trabajo al capital, el neoliberalismo ha obtenido un relativo éxito al llevarse por delante las bondades del ESTADO DE BIENESTAR en varias latitudes del planeta. Este último hasta ahora sobrevive con fuerza en la llamada Europa del norte. La clases trabajadora a nivel mundial en las últimas tres décadas, ha visto como ha ido perdiendo una a una, las conquistas logradas en los dos siglos precedentes de enfrentamiento al capital; fundamentalmente, ha experimentado una caída brutal de sus salarios.

En cuanto a la subsunción de la naturaleza al capital y aprovechando el descalabro de la URSS, el gobierno mundial del capital, comenzó a desmontar el RÉGIMEN PROPIETAL sobre los recursos naturales, que se había tejido laboriosamente desde la época de la Revolución francesa hasta la llamada Revolución de la OPEP de los años setenta. Las características más sobresalientes de este régimen fueron entre otras las siguientes:
1. Reconocimiento de la propiedad privada y/o pública sobre las minas.
2. Los propietarios podían exigir una renta del suelo tal alta como la la permitieran las condiciones económicas y políticas en el orden nacional e internacional.
3. Este régimen reposaba en la vigencia plena de las soberanías nacionales.
4. Todo conflicto se dirimía en tribunales nacionales.
5. El subsuelo fue declarado de utilidad pública.
6. Este régimen permitió la inserción en la división internacional del trabajo a muchos países de la periferia capitalista.
7. El conflicto por los recursos naturales en este régimen enfrentó a los países propietarios, ricos en naturaleza, y al capital monopolista internacional.
8. En muchos casos, el régimen propietal determinó un intercambio desigual a favor de los países primario-exportadores, que los impulsó a implementar una aluvional capitalismo rentístico: caso Venezuela petrolera.
Obviamente, la imposición del régimen propietal en los recursos naturales y específicamente en el petróleo –apuntalado por la existencia del Socialismo Real y el proceso de descolonización del mundo en la Segunda Posguerra-, significó una verdadera puñalada trapera para el proceso de acumulación mundial del capital. Con la elevación de los precios de las fuentes energéticas, se incrementaron los desembolsos en capital constante y capital variable, lo que llevó indispensablemente, a una caída tendencial de la tasa de ganancia del capital. Frente a tan demoledora eventualidad, el gobierno mundial del capital decretó la muerte del régimen propietal de los recursos naturales, y en su lugar comenzó su brega por imponer un nuevo régimen sobre la naturaleza que recompusiera su hegemonía a nivel mundial. Este nuevo régimen se denominó LIBERAL-NO PROPIETAL, y tiene entre sus principales atributos los siguientes:
1. Se declara a la naturaleza Patrimonio Común de la Humanidad.
2. Se pretende eliminar las soberanías nacionales sobre los recursos naturales.
3. Eliminación de la Renta del Suelo en los recursos naturales.
4. Reducción a su mínima expresión de las cargas impositivas sobre los recursos naturales.
5. Total apertura al capital transnacional en la explotación de la naturaleza.
6. Cuestionamiento al nacionalismo defensor de la valorización de los recursos naturales.
7. Eliminación de todas aquellas organizaciones internacionales que buscan la defensa de los recursos naturales, como la OPEP.
8. Arbitraje internacionales para dirimir los conflictos entre las transnacionales y los estados receptores de inversión extranjera.
9. El marco jurídico que ampara el régimen no propietal está compuesto por: El Tratado del La Carta Energética (TCE), Los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI), el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) Y Los Tratados de Libre Comercio (TLC).
10. Los organismos proponentes del régimen no propietal son: ONU, OMC, BM, FMI, OCDE, COMISION TRILATERAL y AIE.
11. Los recursos naturales pasan a formar parte de la doctrina de la seguridad nacional de los países proponentes.
12. Se buscará utilizar empresas nacionales para imponer el régimen no propietal en la periferia del sistema.
13. Lo prioritario en la explotación de los recursos naturales, debe ser la tasa de ganancia del capital y no el valor de dichos recursos.
14. La “Enfermedad holandesa” y la “maldición de los recursos naturales”, han sido los argumentos que ha utilizado el capital, para quebrar el rentismo derivado del régimen propietal de los recursos naturales.
Los Estados Unidos como principales defensores del régimen No-Propietal, han diseñado toda una política para será aplicada en América Latina, buscando la instauración de esta normativa sobre la naturaleza de la región. Sus principales directrices son:
1. La estabilidad regional, donde países como Venezuela, Ecuador y Bolivia aparecen como desestabilizadores a los que hay que eliminar.
2. Abrir los recursos de la región a través del ALCA y los TBI.
3. El combate al terrorismo y las drogas como expediente para desplazar tropas hacia América Latina (Plan Colombia).
4. Asistencia Humanitaria, otro expediente para sembrar sus tropas en estos territorios.
5. Quiebra de las soberanías nacionales a través del ALCA, TBI, OMC y TLC.
Obviamente, los pueblos de América Latina se enfrentaron a ese desmadre neoliberal, y desde finales de la pasada centuria, fueron apareciendo gobiernos en la región que vienen intentando darle solución de continuidad, a la teología neoliberal que el imperio está decidido a imponer en estas latitudes. Al frente de estos gobiernos están líderes como Evo Morales, los esposos Kirchner, Rafael Correa y la dupla Chávez-Maduro. Estos gobernantes se han propuesto medidas anti neoliberales en materia de recursos naturales, que llevan a una nueva edición del antiguo régimen propietal, a saber:
1. Defensa a ultranza de las soberanías nacionales sobre los recursos naturales.
2. Control del Estado sobre la cadena productiva de los recursos naturales.
3. Garantizar la participación del Estado en los beneficios de explotación de la naturaleza.
4. Protección del conocimiento y propiedad intelectual sobre biodiversidad y medicina tradicional.
5. Promoción de la industrialización de los recursos naturales.
6. Garantizar y promover la gestión social de los recursos naturales.
Finalmente debemos declara que siendo Latinoamérica una región rica en recursos naturales, debe afincarse en estos, para implementar una política de desarrollo económico en beneficio de las grandes masas desposeídas de estos países. A tal efecto, uno de sus retos en esta materia debe ser:
1. Elaborar un inventario de todos los recursos naturales que posee la región, lo que supone trabajos de investigación a fondo.
2. Construir modelos analíticos sobre recursos naturales que den cuenta de su tasa de agotamiento, sus niveles de reserva, producción y tendencias de la demanda mundial, en consonancia con el ciclo de acumulación del capital.
3. Medir el impacto social y ambiental del llamado neoextractivismo.
4. Afincarse en los conceptos de independencia y soberanía para valorizar sus recursos naturales.
5. Formar economistas políticos de recursos naturales que se adueñen de la tradición clásica y del marxismo en el tratamiento de la subsunción de la naturaleza al capital.
Mientras exista el capitalismo, la renta del suelo será un arma poderosa en manos de los pueblos para enfrentar las miserias del capital.

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