Uno de los razonamientos jurídicos contenidos en los autos de Garzón se refiere a los procedimientos irregulares practicados para repatriar, sin el consentimiento de sus padres, a menores enviados por ellos al extranjero durante la guerra, y como en muchos casos perdieron estos niños el rastro de su propia identidad, entregados a instituciones o a familias consideradas aptas para su educación en los principios y valores del régimen.
A lo expuesto por el juez añado el enlace al artículo Los niños robados en España. Del Franquismo a la Democracia.
DECIMOPRIMERO.- Otro de los sistemas que el régimen franquista, desde 1937, al menos, desarrolló para hacerse con los niños que sus familias y autoridades republicanas habían enviado al exterior para preservarlos de la guerra fue el de las “capturas” de los mismos en diferentes países.
El 9 de julio de 1937 el delegado exterior de la Falange en el Reino Unido escribía a Pilar Primo de Rivera una carta en la que proponía hacerse con los niños evacuados a aquel país. Días después envió una nueva nota al delegado nacional del Servicio Exterior de Falange (José del Castaño), concretándole un plan: «Para hacer rabiar un poco a estos rojos, sería una buena idea enviar primeramente a los niños vascos, que al parecer son los únicos que profesan la religión y se portan bien, y dejar para más adelante, para que les den a estos un poco más de guerra, a los asturianos y santanderinos que son UNOS FIERAS y por lo tanto conviene que éstos les den unos cuantos disgustos más, pues la gente se va dando idea de que si así son los chicos, qué es lo que serán los padres. Nosotros aprovechamos todo esto para hacer una gran propaganda. Son medio criminales […]. Yo creo, amigo Castaño, que no hay otra ocasión mejor […] para que la F.E. coja simpatías en este país […] pues se ha hecho una propaganda terrible por parte de los rojos. Además podíais hacer vosotros un bonito recibimiento en Bilbao, tanto a la representación inglesa como a la F.E. de Inglaterra y los niños. Proponemos se invite a los representantes de las casas cinematográficas en España para que saquen una película de la llegada de los niños, para que la den en Inglaterra con los noticiarios (hay que hacer esta propaganda que será formidable).»*
Pero sin lugar a dudas fue en 1949 cuando se concretó por escrito cuál había sido el plan sistemático de “recuperación” de niños a los que aplicar la normativa creada que contenía las listas de las instituciones públicas, religiosas, privadas o familiares de personas a las que se adjudicaba el menor y que en muchos casos no era su familia originaria.
El plan se relata en un documento de fecha 26 de noviembre de1949 redactado por el Servicio Exterior de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. (Secretaría General) y el asunto versaba sobre la labor desarrollada hasta la fecha para la “repatriación de menores españoles expatriados…”* Tal documento con una redacción de justificación y de enaltecimiento del propio régimen por las operaciones realizadas, deja traslucir una realidad mucho más oscura, relacionada con la recuperación de menores desde el extranjero cuyos destinos una vez en España, y tras el recibimiento con toda la propaganda oficial, se convirtió en un enigma en múltiples casos y en la pérdida para los progenitores o familias naturales consideradas no aptas en el nuevo Estado; extremos que serían los que la investigación debería de acreditar.
La operación comenzó en 1937 y el argumento principal fue que los niños salían de España porque el Kremlin con ello pretendía, bajo razones humanitarias «obtener valiosos instrumentos para sus planes ulteriores» que más adelante define como referidos a usar a esos menores para servicios de espionaje en otros países.
«Otros más pequeños que demuestran aptitudes para ello, están siendo cuidadosamente educados para enviarlos a países de habla española como agentes soviéticos de distintas especialidades.»
Las repatriaciones no se hicieron normalmente a petición de los padres ni de las familias sino que fueron operaciones diseñadas y dirigidas por el Servicio Exterior de Falange, lo cual avala la falta de consentimiento o incluso la oposición a las mismas. Es decir la reintegración de niños fue una política del nuevo Estado, a cualquier coste, incluida la infracción de las normas internacionales y sobre todo la falta de autorización de los progenitores que eran los que habían autorizado la salida de los menores.
«Su labor ha tropezado con grandes obstáculos debido principalmente a las leyes proteccionistas, de las cuales las francesas son un modelo, que protegen a personas, familias o entidades que han adoptado a un menor, nacional o extranjero, para darle educación.»
En este punto los miembros del Servicio Exterior de Falange acusan a las familias extranjeras de acogida de querer aprovecharse de los menores y de que los exiliados españoles hacían intensa propaganda cerca de los menores para «quitarles su voluntad de regreso a España» y «para ello para ello, se valen de todo género de calumnias que propagan y hacen creíbles con los poderosos medios de que disponen y de este modo han logrado, en ocasiones, crear un ambiente desfavorable para la repatriación, muy difícil de vencer.»
En Abril de 1942 el gobierno francés de Vichy clausuró los centros de refugiados y colonias que quedaban con refugiados españoles y a partir de ahí los hombres fueron enviados a Mathausen o Auschwitz y las mujeres y los niños a España; de estos, muchos ingresaron en las instituciones públicas del régimen (Auxilio Social) al estar sus progenitores encarcelados o desaparecidos. Otros corrieron la misma suerte procedentes de otros países.
La Delegación Extraordinaria de Repatriación de Menores que había desarrollado su trabajo hasta finales de 1941, fue sustituida en virtud de una orden del Ministerio de Asuntos Exteriores, por el Servicio Exterior de Falange para asumir el trabajo que, a partir de 1943, comienza a dificultarse ante la negativa de los progenitores, caso de haberlos, a formular la correspondiente petición de retorno, de ahí que tuvieran que acudir a otros métodos para conseguir la repatriación sin respetar las normas del país en el que se hallaban, actuando de forma clandestina y consiguiendo con ello que muchos de los niños, no reclamados o con sus progenitores en prisión o desaparecidos fueran reacomodados y que nunca hayan tenido posibilidad de conocer sus señas de identidad auténticas.
«No obstante estos obstáculos y otros que se pasan por alto por no ser de tipo general sino específicos de cada caso, se siguen obteniendo repatriaciones y rara es la semana en la que algún menor no queda reintegrado a la patria.»
<<Pese a todas estas dificultades, si el menor está dispuesto a regresar a España se recurre, sin miramientos, a los medios extraordinarios con los que, de una forma o de otra, casi siempre se logra al fin obtener el menor.
Por ejemplo en determinado país un funcionario de la Policía nos ha resuelto de manera un tanto expeditiva algunos casos recalcitrantes.
Obtenido el menor es conducido hasta un lugar cerca de España, si procede de Francia; hasta un buque español, si de Bélgica u Holanda; o hasta nuestra zona marroquí, si procede del norte de África, entregándolo a nuestros delegados de frontera quienes comunican a Madrid la llegada del repatriado.
Entonces es cuando se comprueba si ha sido reclamado por su familia o tutor legal, para entregárselo en su propio domicilio, hasta donde le acompañan los funcionarios de la Delegación sin que los familiares tengan que abonar cantidad alguna en ningún momento de este largo y costoso proceso.
En el caso de que no exista ninguna reclamación sobre el menor y este tampoco pueda aportar datos sobre el paradero de su familia y, después de hacer lo posible por encontrarla, incluso por medio de anuncios de prensa y radio, en la provincia o región donde el menor dice haber nacido, se le entrega, al fin, a la Junta de Protección de Menores la cual se encarga de su educación, etc>>.
A pesar de esta última afirmación, una gran mayoría de menores “recuperados” y que según el documento, lo eran sin que mediara reclamación de las familias, no fue reintegrada a las mismas, especialmente si se tiene en cuenta el criterio de la legislación y normas dispuestas sobre la inidoneidad de las familias republicanas para la educación de los menores en el nuevo Estado.
El caso del adolescente repatriado Nestor Rapp Lantaron, entregado al Servicio Exterior de Falange en Berlín en 1942, en unión de otros, merece la pena ser destacado. Del mismo se dice que estaba totalmente sovietizado. Antes de la entrega, «a Néstor y a otros chicos que tomaron prisioneros los obligaron a hacer de criados de los soldados alemanes durante varios meses, hasta que en diciembre de 1942 lo entregaron a él y a dos muchachos más a los delegados de falange en Berlín. Allí los reunieron con dieciocho chicos españoles capturados en Finlandia y los repatriaron a España.
Su retorno fue utilizado por la propaganda franquista. Periódicos y películas de la época se hicieron eco de la noticia pero nadie se molestó en avisar a la familia. Después de seis años de angustia, de no saber nada de sus hijos, la madre de Néstor supo del retorno de su hijo por un diario”.
La entrada en España se produjo el día 1 de febrero de ese año.
“Sus padres lo reclamaron al Secretariado de la Junta de protección de Menores de Santander para que se les entregase, pero dicha petición fue justamente denegada por no ofrecer aquellos ninguna garantía sobre su educación, ya que la madre del mismo, Euduvugis Lantaron se expatrió, según consta en nuestros archivos a Francia con sus hijos Mamés, Olga, Emilio y Oliva”.
Pero su madre nunca se exilió y esa falsa afirmación fue la excusa para considerar que la familia no era apta para educar al hijo.*
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