domingo, 20 de abril de 2025

Libertad ¿para qué?

Cuando Lenin lanzó esta pregunta a Fernando de los Ríos, el socialista español la interpretó en el sentido más absoluto posible: el revolucionario ruso despreciaba la libertad.

No se le ocurrió, o no quiso, pensar en qué libertades concretas, y de quién, y en qué casos, pueden chocar entre sí. Ni en cuántas situaciones se limitan unas u otras libertades, en función de las necesidades o intereses de quienes tienen libertad para coartar la de otros. Ahora mismo, los defensores de los valores de "Occidente" estudian implantar de nuevo el servicio militar obligatorio, que puede acabar para muchos hasta con la libertad de seguir vivos.

El significado íntimo de la palabra es clarísimo, pero el término es tan polisémico que admite interpretaciones de lo más diverso: hasta diez acepciones recoge el diccionario de la RAE.

Para Spinoza era sobre todo el conocimiento, y el reconocimiento, de la necesidad (y de la posibilidad, naturalmente), y tiene límites naturales. Salvo el padre Nicanor Reyna bajo los efectos del ¿chocolate?, nadie tiene la libertad de levitar. Las libertades son de geometría variable, y hasta un preso puede tumbarse en su celda, salvo que mida un metro cuadrado; y si lo dejan podrá dar vueltas por el patio de la prisión.

De este modo, las libertades que reivindicamos son las que consideramos posibles, y dependen además de limitaciones a su ejercicio impuestas por quien es libre para imponerlas.

Por eso dice Marx que “La aplicación práctica del derecho humano de la libertad es el derecho humano de propiedad privada”, a través de la cual todo ser humano encuentra en otros seres humanos, no la realización, sino, por el contrario, la limitación de su libertad.

"Toda propiedad es, por definición, privada"


La pérdida del alma o de una buena parte de ella

Francisco Umpiérrez

En su excelente obra teórica titulada Sobre la cuestión judía, Marx formula la siguiente idea: “…el derecho humano de la libertad no se basa en la unión del ser humano con el ser humano, sino, por el contrario, en la separación del ser humano con respecto al ser humano. Es el derecho a esta disociación, el derecho del individuo delimitado, limitado a sí mismo”. Después Marx añade lo siguiente: La aplicación práctica del derecho humano de la libertad es el derecho humano de propiedad privada”. Por último, Marx remata estas dos ideas en los siguientes términos: “Aquella libertad individual y esta aplicación suya constituyen el fundamento de la sociedad burguesa. Sociedad que hace que todo ser humano encuentre en otros seres humanos, no la realización, sino, por el contrario, la limitación de su libertad”.

Si leemos a fondo esta idea y vamos más allá de su delimitación en el marco de los derechos humanos, entenderemos, a pesar de que nos consideremos más de izquierda y más revolucionario que nadie, que en muchos ámbitos somos más burgueses de lo que pensamos. Si tú te consideras mejor que el otro porque, por ejemplo, sabes más filosofía, tú practicas con el otro la disociación y el otro se presenta como un límite a tu expansión. El otro representa para ti la negación en vez de la realización. Si tú miras al otro de continuo con ojos críticos, porque crees estar dotado de conceptos excelentes, no encuentras en el otro tu extensión como persona, sino tu limitación. Y si te mueves por el mundo como un mero observador, dedicado a clasificar a las personas en idóneas o no idóneas para tu causa, a la que consideras revestida de máxima excelencia y máximo valor, sin apenas notarlo te separas del mundo, en cuanto te separas del otro; replegándote sobre ti mismo y albergando la ilusión de que con la negación del otro tú conquistas la superioridad moral. Consideras que tú vives en un mundo espiritual superior y mejor. Y lo que en verdad se produce es tu aislamiento del mundo. Es, en palabras de Marx, el derecho o la libertad que tienes a la disociación, limitándote a ti mismo. Te vuelves, sin apenas advertirlo, más pequeño y aislado, aunque para tus adentros te consideres que eres espiritualmente más grande que el otro y que vives cargado de notoriedad y sociabilidad.

Y así pierdes buena parte de tu alma y te empobreces día tras día sin que te apercibas de ello.

(Por alma entenderemos la conjunción y unidad del pensamiento y de los sentidos, de la inteligencia y de la sensibilidad, de la cabeza y del corazón).

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