miércoles, 9 de abril de 2025

Tres observaciones

Que puntualizan simplificaciones habituales.

Ante realidades complejas fabricamos esquemas ordenadores de la mente, casi siempre construidos con poca reflexión. Obedecen a las leyes del mínimo esfuerzo y la economía temporal. Inevitablemente se desarrollan en medios socioculturales en los que la popularidad de las ideas no garantiza su exactitud. Deben pasar por el tamiz de la crítica.

Concuerdo con las tres anotaciones que plantea Francisco Umpiérrez. No hay grupos homogéneos. Como cada persona pertenece a muchos hay que sopesar la importancia con que cada uno contribuye a su identidad. Tanto o más que la edad, las identidades dominantes son la clase social y el grupo cultural, étnico o religioso.

Su última anotación señala la importancia de la bidireccionalidad en la comunicación. La escritura es un medio de bidireccionalidad imperfecta si no se establece una comunicación en ambos sentidos. El escritor no conoce al lector. El lector normalmente no se comunica con él. Solo la comunicación epistolar conserva una lenta y diferida bidirecionalidad.

La comunicación oral, en cambio, es inmediata: in-mediata. También puede serlo la que se establece en las redes sociales, pero la proximidad física, el gesto, la posibilidad de "hundir el dedo" en el pecho del interlocutor, la imposibilidad de borrar lo que ya queda dicho, hacen de este medio algo insustituible. Ante todo somos seres sociales para los que la proximidad, emocional pero también física, son esenciales.

Y una observación más, al hilo de la prudencia crítica: para conceptualizar correctamente, para adquirir una capacidad analítica medianamente solvente, hemos de estudiar detalladamente cada caso particular.

"Análisis concreto de la situación concreta", en palabras de Lenin.

La complejidad de lo simple













Tres pequeñas anotaciones

adolescencia, racismo y lenguaje

Francisco Umpiérrez


La serie inglesa adolescencia ha sido todo un éxito social y es bueno que las personas reflexionen sobre lo que esa serie presenta. Pero debemos ser en nuestra reflexión más cautos. No existe un grupo social que se llame los adolescentes. La diferencia principal que existe en nuestra sociedad es la diferencia entre clases sociales. Hay otras diferencias también importantes: la que existe entre mujeres y hombres, entre nacionales e inmigrantes, entre cultura e incultura, entre sociedad civil y Estado, y algunas diferencias más. Y todas estas diferencias se dan en el seno de los adolescentes.

Un amigo me preguntaba el otro día que antes, cuando la mujer no trabajaba en el hogar, los hijos estaban mejor atendidos; mientras que hoy día, al trabajar la mujer fuera del hogar, los hijos están peor atendidos. Esto es falso. Antes entre los padres y los hijos no había ni de lejos la confianza y la comunicación que existe entre ellos hoy día. La brecha generacional entre jóvenes y adultos es notablemente menor hoy día que antes. Y este hecho sociológico es una liberación y una alegría. La clave está en que el mundo de hoy día es mil veces más complejo que el de hace 40 o 50 años. Ahí es donde está el problema de los adolescentes y de todo el mundo, incluido los ricos.

El racismo no existe porque sí. La inmigración produce problemas de identidad. No resulta grato ni deseables que las mujeres musulmanas no puedan hablar en la calle con los hombres. Tampoco resulta agradable ni civilizado que las mujeres no puedan asistir a las mezquitas; y si lo hacen, no puedan perfumarse ni vestir como quieran para no tentar a los hombres. La sociedad civil está cambiando muchísimo y el Estado permanece atrasado para responder a esos cambios. Hay un problema cultural derivado de las costumbres religiosas o cuando la religión determina en exceso las costumbres. Se generan problemas de identidad, y estos provocan problemas raciales.

Hablo ahora del lenguaje. Tengo un amigo donde se produce un enorme divorcio entre su lenguaje hablado y su lenguaje escrito, hasta el punto de que cuando escribe parece una persona y cuando habla parece otra. El lenguaje escrito no debería convertirse en un escondrijo. Y en muchos casos aquello que escribimos para los otros debería hablarse con los otros. No culmines tu lucha en el lenguaje escrito. Es más decisivo, más transformador, el lenguaje hablado. El lenguaje hablado es más social, mientras que el lenguaje escrito es más individual. Deberías escribir menos y hablar más. Y otra cosa: procura escribir como hablas y hablar como escribes. Cuando escribes, en realidad estás hablando con los otros. Y no dejes que los adjetivos se coman el valor central y decisivo de los sustantivos.

Y un último consejo: se trata de pensar, esto es, de emplear con inteligencia los conceptos. Y esto no solo ni preferentemente se hace cuando estamos inmersos en los libros y hablando de los grandes temas de la actualidad, también debe hacerse, y es más decisivo en la formación intelectual, en el estudio y reflexión de los miles de problemas de la vida inmediata. Y una última cosa, la capacidad analítica de una persona se demuestra en el estudio detallado de los casos particulares.

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