lunes, 11 de marzo de 2013

La propaganda no pasa de moda: Goebbels, Carromero y The Washington Post

Goebbels era un genio. Aunque fuera un genio del mal.
Sus principios no cayeron en saco roto.  En este artículo de Pedro Pablo Gómez en La pupila insomne lo de menos son las malandanzas de Carromero. Lo relevante es la vigencia, la pervivencia de Joseph Goebbels más allá de sí mismo, en la prensa libre de ahora. Libre como el Washington Post.



El periódico “liberal” norteamericano parece basarse en los manuales de propaganda de principal teórico de estos temas en el nazi-fascismo, Joseph Goebbels y aplicar en sus mentiras contra Cuba algunos de los cínicos “principios” planteados por éste:
  • Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Las masas tienen gran facilidad para olvidar.
  • Principio de la orquestación. La propaganda debe limitarse a un grupo pequeño de ideas y repetirlas constantemente, desde diversas perspectivas.
  • Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa.
  • Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de diversas fuentes.
  • Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al enemigo.
  • Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales.
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Tanto el poder político como las agencias de publicidad tienen muy en cuenta esto y operan en consecuencia.

Más sobre los métodos y técnicas, y sus 19 principios, aquí

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