sábado, 23 de marzo de 2013

Los siete momentos del cambio social

En este otro artículo, nuestro geógrafo-urbanista de cabecera David Harvey detalla los aspectos que coevolucionan en las sociedades y sus mutuas repercusiones, y cómo no es posible el cambio aislado de uno de ellos.

 

Al hilo de una breve nota de Marx en El Capital, rechaza interpretaciones adialécticas frecuentes en las esquematizaciones de algunos sedicentes marxistas. Marx no era determinista ni fatalista.

 

Cuando hablamos, en cada frase callamos muchas más cosas de las que decimos. Por eso las citas fuera de contexto pueden ocultar o deformar el pensamiento de un autor. Esto es aprovechado por el que quiera dar un sesgo, favorable o desfavorable, a cualquier personaje. Es uno de los procedimientos preferidos por la propaganda anti-lo-que sea. Retazos de discurso elegidos convenientemente hacen a cualquiera santo, ángel o demonio.

 

Lo malo es que a veces los partidarios conocen al personaje a través del enemigo. No estamos a salvo de esos errores. El que esté libre, tire la primera piedra.

 

Copio algunos párrafos y subrayo, como siempre, a mi manera.

 

Coevolución

 


La crisis es a mi juicio una racionalización irracional de un sistema irracional. La irracionalidad del sistema queda perfectamente clara hoy: masas de capital y trabajo inutilizadas, de costa a costa, en el centro de un mundo pleno de necesidades insatisfechas. ¿Acaso esto no es una estupidez? La racionalización que el capital desea tiene por objeto restablecer las condiciones de extracción de plusvalía, restaurar los beneficios. El medio irracional de lograr este objetivo consiste en suprimir trabajo y capital, condenando inevitablemente al fracaso la racionalización buscada. He aquí lo que entiendo por racionalización irracional de un sistema irracional.

Sin embargo, el socialista que soy considera que existe otro medio de racionalizar el sistema. La cuestión fundamental, a mi modo de ver, consiste en determinar las condiciones que permitan al capital y al trabajo, reunidos, ir efectivamente al encuentro de las necesidades de la humanidad. Es la racionalización a la cual deberíamos tender todos, de ahora en adelante. En efecto, hoy día, la crisis abre la oportunidad de pensar la transición hacia el socialismo, hacia el comunismo.

(...)

El pasaje sobre el cual me detengo siempre es una nota a pie de página (la nota 4), del capítulo 15 del libro I, titulado “Mecanización y gran industria” (*). Marx desarrolla la idea de que la tecnología, la relación con la naturaleza, las relaciones sociales y las representaciones mentales se imbrican en una suerte de configuración dialéctica. Conecta igualmente esta idea con su lectura de Darwin, lo que me parece casi corresponder con una tentativa evolucionista para establecer una teoría del cambio social. Marx plantea la cuestión en estos términos: analicemos estos distintos elementos poniéndolos en relación con nuestra concepción del futuro; es decir, partamos de donde estamos ahora y reflexionemos sobre los medios para llegar a otras configuraciones.
  • El primer concepto sobre el cual Marx se detiene es el de la relación con la naturaleza...
  • Marx introduce otro elemento: el tecnológico...
  • El tercer elemento sobre el cual Marx se detiene se refiere a las relaciones sociales...
  • El cuarto elemento sobre el cual Marx se detiene es, por supuesto, la organización de la producción...
  • Marx introduce una dimensión más que, en mi opinión, es en verdad muy importante: la representación mental del mundo...
  • A eso se añade nuestra concepción de la vida diaria (el trabajo, los niños, etc…)...
  • En fin, el último aspecto sobre el cual Marx hace hincapié remite a la noción de de “vivir juntos”, es decir, todos los elementos de carácter institucional y administrativo....

La revolución permanente del capitalismo

Tenemos así siete aspectos que participan en la transformación de todo orden social. Estos siete momentos evolucionan juntos en cada una de las fases de transición del orden social existente. Así pues, cuando Marx reconstruye el paso del feudalismo al capitalismo en El Capital, destaca el hecho de que todos estos elementos debieron cambiar los unos en relación a los otros. En efecto, eso parece bastante claro, y es absolutamente falso sostener que Marx se haya imaginado que uno sólo de estos aspectos pudiera haber sido el determinante: el cambio tuvo implicaciones sobre cada uno de estos elementos. La transformación social es entonces un proceso que evoluciona de manera interdependiente; en eso se parece al sistema ecológico. La transición del feudalismo al capitalismo implicó de hecho una transformación de la representación mental del mundo, del proceso de producción, de la tecnología, y de la relación con la naturaleza.

Sin embargo, a partir del momento en que el capitalismo se afirmó, no quedó satisfecho con la manera en que estos siete momentos se articulaban. En efecto, optó por una revolución perpetua. Piensen un poco en estos siete aspectos y pregúntense sobre qué parecían en 1970. ¿Cuál era entonces la representación mental dominante del mundo? ¿Y cuál es la de hoy? El capitalismo se presenta así como una reconfiguración radical permanente de todos estos momentos.

Las crisis configuran de nuevo al conjunto de estos elementos. En la actualidad, precisamente, atravesamos una crisis y debemos pensar en todas las posibilidades que se abren en este momento particular para configurar de nuevo el conjunto de estos aspectos, con el fin de reorientar la sociedad, no en el sentido hasta ahora dominante -hacia las ganancias capitalistas-, sino en una dirección radicalmente diferente -para responder a las necesidades de la humanidad.

(...)

Leer a Marx hoy para cambiar el mundo

Mi análisis teórico desafía algunos de las interpretaciones clásicas de Marx. El argumento según el cual la superestructura sería modelada por la infraestructura no me convence, ya que no pienso que las ideas vengan determinadas por la base material. Todo es dialéctico y, al leer Marx, no se puede ver nada de otro modo. Si había pensado que todo venía determinado por las circunstancias materiales, no habría escrito El Capital. Redactó este libro precisamente porque no creía en eso. Por otro lado, escribir El Capital no basta, porque no basta con trastornar nuestra representación del mundo para cambiarlo: todos los demás momentos deben transformarse también; si no cambian, estaremos condenados.
_______________
(*) Cap XIII, "Maquinaria y gran industria", en la edición del Fondo de Cultura Económica, Traducción de Wenceslao Roces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario