jueves, 16 de junio de 2016

Marxismo y ciencia (III)

Tercera entrega del artículo de Monserrat Romero Alarcón  que continúa lo expuesto aquí, tomado del blog de Antonio Olivé.

¿Estamos ante una filosofía, una ciencia de la historia, ciencia económica, teoría política? No son incompatibles, porque no hay compartimentos estancos. Lo importante es la actitud crítica y abierta. Actitud filosófica y científica van a la par, o no son ninguna de las dos cosas. Recuerda Manuel Sacristán:
Marx utiliza una visión totalizadora desde una perspectiva dialéctica. 
El marxismo temáticamente completo cuenta con tres fuentes y partes: la filosofía clásica alemana (con la que critica la cultura capitalista y clasista en general), la economía política inglesa (bisturí con el que reseca la «anatomía de la sociedad») y la política revolucionaria francesa (impulso y tradición cultural que da nombres –libertad, igualdad, comunidad, etcétera– a los objetivos despejados y fundamentados por la crítica).
Marx aceptaría sin duda los cuatro valores que definen la actividad del científico de Merton: universalidad, comunidad de los conocimientos, escepticismo organizado y desinterés 
Así explica Jorge Núñez Jover la normativa exigible a la comunidad científica:
¿Qué es lo que hace única a la ciencia entre las instituciones productoras de cultura?
La búsqueda de una explicación de los orígenes de la ciencia condujo a su caracterización como una institución regulada por normas. La ciencia es vista por Merton como una institución cuyo objetivo es la extensión del conocimiento certificado. Y ese objetivo necesita descansar en un conjunto de normas que permiten su existencia y su diferenciación social respecto a otras instituciones. Esas se resumen en los CUDEOS: Comunismo, Universalismo, Desinterés, Escepticismo Organizado. Son valores y normas que caracterizan el funcionamiento de la institución y de sus miembros. Ellas constituyen el reto de la ciencia.
Sin estos requisitos la investigación científica no puede avanzar. Al menos en una dirección que podamos considerar humanamente correcta.


Una clarificación epistemológica desarrollada por Manuel Sacristán
Monserrat Romero Alarcón

(...)

Ahora bien, el aporte de Marx en cuanto a la formación de un socialismo científico contiene distintos matices. En sus primeros escritos Marx abordaba todo su quehacer con un matiz filosófico, no obstante, el carácter dialéctico de su pensamiento le permitió integrar varias ciencias para la explicación de algo concreto −el capitalismo−, es decir, su trabajo dialéctico parte del conocimiento científico para entender y encontrar los puntos débiles del capitalismo. En sí, el pensamiento de Marx contiene estas dos características y ello le permite articular algunas ciencias; en específico, a la filosofía, la economía y la política. [8] Sacristán menciona que “desde 1848 hasta casi su muerte; Marx vivirá intensamente los dos planos de su actividad: la fundamentación científica («el arma de la crítica») y la acción revolucionaria («la crítica de las armas»)”. Es por ello que “no se puede dejar de estudiar ninguno de los textos de Marx y −sobre todo El Capital− si se quiere conocer con detalle el conjunto de teoremas o «teoría» de Marx, el marxismo en el sentido de sistema de proposiciones, a la manera de los tratados científicos. Pero tampoco parece que la enumeración de sus proposiciones científicas en este sentido fuera para Marx lo principal de su obra” (Sacristán, 1973).

Sacristán aclara que “el marxismo temáticamente completo cuenta con tres fuentes y partes: la filosofía clásica alemana (con la que critica la cultura capitalista y clasista en general), la economía política inglesa (bisturí con el que reseca la «anatomía de la sociedad») y la política revolucionaria francesa (impulso y tradición cultural que da nombres –libertad, igualdad, comunidad, etcétera– a los objetivos despejados y fundamentados por la crítica)” (Sacristán 1973), en el mismo sentido Fernández Buey (1983) afirma que “estos tres elementos son en la obra de Marx inseparables (…) están ya presentes en los escritos del período 1843-1848 y reaparecen −como es natural, desarrollados, modificados y en algunos casos corregidos− en los últimos años de vida de Marx”. Por su parte, el marxista y lógico español puntualiza que “este marxismo es ya completo no en el sentido de que conste todas las proposiciones teóricas que lo caracterizarán, sino sólo en el que presenta todos los aspectos, todos los campos de temas en que se pueden repartir aquellas. También es cierto que en 1843-1844 la necesidad más urgente de Marx era enriquecer su conocimiento científico de la sociedad” (Sacristán 1983b).

Por su parte, “las interpretaciones que hacían de Marx Althusser [9] y Colletti coincidían en basarse en la idea de un corte completo entre el Marx maduro y su formación filosófica anterior, que fue principalmente hegeliana. La confusión entre el tratamiento filológico de un clásico y la continuación productiva de su legado es frecuente en las tradiciones en cabeza de las cuales hay un clásico que lo es no sólo en el sentido de paradigma de pensamiento teórico –en particular, científico–, sino también en el de inspirador moral, práctico o poético. Una cosa es estudiar y explicar el pensamiento de Marx; otra hacer marxismo hoy. Muchas cosas que enseñaban Althusser y Colletti (…) se estudian más provechosamente como pensamiento (de tradición) marxista de uno u otro de esos autores que como pensamiento de Marx” (Sacristán, 1978). Estos dos autores forman parte de un grupo de marxistas que sólo enfatizaban la parte económica de la obra de Marx, sin embargo, también existe la contraparte, aquellos marxistas que sólo acentúan la parte filosófica. [10]

La “cientificidad” en el pensamiento de Marx. La importancia de los aspectos científicos en la obra de Marx va más allá de preguntarse si su obra es “científica” o “filosófica”, la cuestión es explorar su noción de ciencia en la de la sociología de la ciencia y la posibilidad de que su pensamiento totalizador se encuentre en un enfoque de “microsociología” de la ciencia, como lo sugiere el epistemólogo español. “En la sociología de la ciencia, [11] la obra de Marx muestra un desarrollo continuo de la ciencia, sin rotura alguna, ni menos a partir del momento, muy temprano (fechable con la terminación de sus tesis doctoral: 1841), en que deja de interesarse por especulaciones de corte hegeliano y joven-hegeliano acerca de la filosofía de la ciencia. [12] Las ideas de Karl Marx sobre cuestiones de sociología de la ciencia se articulan hasta constituir una concepción sistemática en la época en que cosecha los resultados de su decisión de «volver a empezar desde el principio» sus estudios y reflexiones, en la segunda mitad de los años 1850. Al expresarse de ese modo se refería precisamente a sus estudios de economía” (Sacristán, 1968b).

El marxista, lógico y filósofo español expresa que “el principal documento de esa época, las Líneas fundamentales para una crítica de la economía política (Borrador), los Grundrisse de 1857/1858, es un texto fascinante precisamente por su inmadurez, por la libertad de escritura propia de un manuscrito del que su autor ha debido de notar muy pronto que quedaría en borrador, que no lo podría publicar como libro”. Ya que, “la herencia especulativa de Marx, que ha nacido intelectualmente como filósofo romántico y ha tardado unos veinte años en abrirse camino hasta una noción clara de lo que es trabajo científico en el sentido moderno del término y que, además se ha puesto a practicar ese trabajo sin abandonar la especulación, no es la única causa de que su obra no sea teoría pura, aun contando con un núcleo que sí lo es” (Sacristán, 1983d).

No obstante, “Marx aceptaría sin duda los cuatro valores que definen la actividad del científico de Merton: universalidad, comunidad de los conocimientos, escepticismo organizado y desinterés. Es posible que si se sigue al pie de la letra la sistemática de Merton, haya que llamar a muchos desarrollos de Marx en la materia que nos ocupa «teoría sociológica de la ciencia», y no «sociología de la ciencia». Pues la idea de Merton consiste en que la teoría sociológica de la ciencia es un tipo especial de epistemología, y ése no es el caso de los principales análisis de Marx, a los cuales sería más adecuado llamar «macrosociología de la ciencia». Se define de esta forma, que “Marx utiliza una visión totalizadora desde una perspectiva dialéctica, por ello existe una ausencia de estudio microsociológico que, a su vez, «no se puede contraponer razonablemente al enfoque macrosociológico»” (Sacristán, 1983d).

En el Borrador, como le llama Sacristán, “salta a la vista el importante papel que tiene la ciencia en la concepción de éste y no sólo por el hecho de que en los últimos pasos aducidos la ciencia ocupa explícitamente una posición destacada, tan destacada que es el ejemplo privilegiado que de su teoría se propone Marx, cuando escribe acerca de la «ridícula» nostalgia de la plenitud pasada y el «ridículo» apego al vacío de la presente sociedad capitalista, Marx añade: “como ejemplo se puede tomar aquí la relación del individuo con la ciencia”. Finalmente, Sacristán afirma que “el Borrador es probablemente el mejor lugar marxiano sobre lo que hoy llamamos «comunismo de la abundancia»” (Sacristán, 1983d). [13]
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NOTAS

[8] “El principal ejemplo de la paulatina síntesis de la crítica filosófica, la economía y la política en el trabajo del joven Dr. Marx es quizá su aportación (…) al concepto de alienación” (Sacristán, 1973).

[9] “Louis Althusser observó que la noción de desarrollo es el centro de la metodología de Marx. Pero hay que decir que esa circunstancia precisamente caracteriza al Marx maduro como un hegeliano” (Sacristán, 1978).

[10] Uno de los marxistas que no adoptó ninguna de las dos posiciones, al igual que Sacristán, fue Antonio Labriola, quien “obtiene un fruto importante de su concepción del marxismo: su pensamiento está exento de cualquier escolástica y, desde luego, de la escolástica más primitiva, la que se basa en la persistencia de sistemáticas arcaicas, como la división del materialismo histórico y materialismo dialéctico, las divisiones entre sociología y economía marxistas, y todos los demás distingos especulativos y metafísicos” (Sacristán 1968a).

[11] Según Sacristán, “las consideraciones marxianas de sociología de la ciencia también tienen a menudo una dimensión filosófica y casi siempre otra histórica y, por ello, se obtiene el conocido cuadro excesivo, por así decirlo, del enfoque marxiano de cualquier cuestión social” (Sacristán, 1983d).

[12] “Este tipo de especulación, de no haberlo abandonado, habría podido incapacitar a Marx para la práctica científica moderna, por que las ideas hegelianas y joven-hegelianas de ciencia que la orientaban son incoherentes con el hacer científico moderno” (Sacristán, 1983d).

[13] Para una revisión detallada de la visión del comunismo de la abundancia, véase Osorio Ramírez, 2007.

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Bibliografía

(Sacristán, 1973).“Karl Marx”, en MSL, 1983a.

(Sacristán, 1978). “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”, en MSL, 1983a.


—  1968a), “Por qué leer a Labriola”, en MSL, 1983a.

—  1968b), “¿A qué «género literario» pertenece El Capital de Marx?”, en MSL, 2004.

—  1983a), Sobre Marx y marxismo. Planfetos y materiales I, Icaria Editorial, Barcelona.

—  1983b). “¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?”, en MSL, 1987.

—  1983d). “Karl Marx como sociólogo de la ciencia”, mientras tanto núm. 16-17, agosto-noviembre, Barcelona.

Osorio Ramírez, Arturo (2007), “¿Conduciría la restricción ecológica a un comunismo homeostático?”, ponencia presentada en “Marxismo, economía y ecología. Seminario sobre algunos aportes de Manuel Sacristán”, Seminario de Credibilidad Macroeconómica, FE-UNAM, marzo-abril.

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