miércoles, 22 de junio de 2016

Marxismo y ciencia (IV)

Cuarta parte del artículo de Monserrat Romero Alarcón, que sigue a la tercera. Texto tomado del blog de Antonio Olivé.

Se aborda aquí el concepto de dialéctica, y el error de considerar que la simple sustitución de la palabra "mecanicismo" por "dialéctica" al referirse al materialismo cambia algo el concepto cuando se pretende manejar la dialéctica como si fuera un mecanismo de relojería más.

El pensamiento dialéctico es totalizador en la medida en que trata de analizar las «totalidades concretas», sin las limitaciones del método de las ciencias positivas, que las soslayan al practicar una reducción cuantitativa de aspectos cualitativos. El pensamiento científico siempre es parcial. Se trata de superar esa separación, reestructurando los datos para comprender la realidad concreta de los «todos naturales».

Esa totalización no es especulación, invención o experimentación. No es tampoco recopilación aleatoria de datos. Su criterio es práctico, no en el sentido cerrado de la práctica tecnológica sino en el revolucionario de la práctica social.

Un viejo manual de filosofía de Gustavo Bueno distinguía cuatro géneros de «saber»: vulgar, científico, filosófico y religioso. Dejando a un lado el «saber vulgar», que es una especie de materia prima insoslayable, base necesaria de todo conocimiento, para los otros géneros hallaba notas comunes. Así, el saber religioso y el filosófico compartían la pretensión de "conocer la totalidad de la realidad", frente al saber científico parcelado. Este, en cambio, compartía el carácter (real o pretendido) de conocimiento "demostrativo y racionalmente ordenado".

Debería quedar claro que, siendo el conocimiento un proceso de despliegue más que un cuerpo doctrinal, la dialéctica no es una filosofía ni una ciencia, sino un camino hacia la filosofía, como lo es hacia las ciencias. Sus "demostraciones" no son silogismos lógicos a los que está por principio vedado el carácter creativo. Y ningún orden racional admite "la totalidad de la realidad" porque no se puede catalogar ni ordenar racionalmente un conocimiento que "aún" no se posee.

Néstor Kohan, en su obra Nuestro Marx, presenta un esquema basado en una distinción marxista (y para mí que no es sólo marxista, sino necesaria para cualquier buen investigador y docente). Distinción epistemológica entre "el método de la investigación" y "el método de la exposición". Está explicado en la página 275 y siguientes del documento enlazado. También lo he tratado antes aquí.

Véase también este vídeo.

El proceso que eleva el saber vulgar a un nivel superior tiene una fase de recopilación de datos a la que sigue un "ascenso hacia lo abstracto", pero luego debe "descender a lo concreto" para constituirlo en ese conocimiento de las totalidades concretas. Y transformar luego ese conocimiento en un proceso transformador.

El proceso dialéctico no tiene final, lo que no significa que carezca de finalidad.





Una clarificación epistemológica desarrollada por Manuel Sacristán
Monserrat Romero Alarcón

2. Dialéctica, economía y metodologías
Ningún profesor de economía o de sociología que no sea un poco raro gustará de exponer textos que se parecen más a Isaías que a Durkheim o Walras. Puro moralismo, como dicen.
Sacristán, 1983b

Los tres aspectos a desarrollar en este apartado se interconectan para la comprensión de la obra de Marx. [14] En principio, es importante definir que “la dialéctica no es un método de invención porque de eso no hay nada que sea codificable; tampoco es un método de validación del dato, sino un pensamiento revalidador, por así decirlo, convalidador, refundador, que vuelve a fundamentar las cosas con conceptos que no son mensurables siempre, como valor, plusvalía. El pensar dialéctico es un pensamiento que totaliza, consigue una totalidad rebasando las parcialidades que son siempre el pensamiento científico, pero con eso puede dar (…) mucha arbitrariedad como en el caso de Hegel” (Sacristán, 1977).

Asimismo, se afirma que “la dialéctica de Marx no es una lógica contrapuesta a la lógica formal con leyes y principios también contrapuestos a los de la lógica formal; ni es una ciencia en sentido sustantivo y propio (…) ni es explicación de realidades mediante la fórmula sacramental de tesis, antítesis y síntesis.” (Fernández Buey, 1983). De la misma forma Sacristán hace una especificación sobre el papel que juega la dialéctica, es decir, él expresa que “la tarea de una dialéctica materialista consiste en recuperar lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis reductivo, sin concebir las cualidades que pierde el análisis reductivo como entidades que haya que añadir a los datos, sino como resultado nuevo de la estructuración de éstos en la formación individual o concreta, en los «todos naturales»” (Sacristán 1964).

“El objeto de la dialéctica es (…) el propio de las concepciones del mundo, a saber: todos o totalidades, a las que Marx llama concretas para diferenciar su pensamiento de filosofar especulativo. La legitimidad de la dialéctica −escribía Sacristán (…)− procede de la limitación del método que es propio de las ciencias positivas, las cuales al practicar una reducción cuantitativa de aspectos cualitativos no se ocupan directamente de totalidades como son, por ejemplo, el conjunto de los individuos vivientes (…). El primer rasgo de la dialéctica marxiana es, pues, ser pensamiento globalizador, totalizador” (Fernández Buey, 1983). [15] Para Sacristán la “dialéctica no es especulación de un sistema del mundo ni tampoco método de invención como lo pueda ser la imaginación o experimentación o la búsqueda casual, al azar, de datos en un archivo, sino una totalización no especulativa cuyo criterio por tanto no es teórico sino práctico, el criterio de ponerla a prueba, y no práctico tecnológico sino práctico revolucionario, práctico social” (Sacristán, 1977).

Sacristán en el texto de La tarea de Engels en el Anti-Dühring hace una crítica en cuanto a la forma en que Engels, con la supervisión de Marx, explica qué es la dialéctica. Sacristán explica que “Engels y Marx han tenido que enlazar con el repertorio de conceptos de Hegel, por más que las raíces de su nueva teoría estén en otro lugar, a saber, en la realidad económico-social y en el movimiento obrero. Y ese obligado enlace con Hegel, (…) redunda frecuentemente en una injustificada invasión del terreno de la ciencia positiva, en una estéril aplicación, puramente verbal, de la dialéctica al nivel del análisis abstracto y reductivo”. [16] (Sacristán 1964). En otros textos Sacristán alude a que “la dialéctica no es lógica, y cuando se presenta como lógica, cuando alguien intenta demostrar algo a base, por ejemplo, de la «ley de la negación», da entre vergüenza y risa, empezando por Engels” (Sacristán, 1983c).

Para Sacristán “«dialéctico» es un cierto trabajo intelectual que, por una parte, está presente en la ciencia, pero, por otra, la rebasa con mucho, en el doble sentido de que actúa también en el conocimiento ordinario pre-científico y en otro tipo de conocimiento, posterior al científico metodológicamente. Ese tipo de trabajo intelectual existe como programa (más bien oscuro) en la filosofía del conocimiento europea desde el historicismo alemán, tiene en Hegel una realización especulativa y busca en Marx una realización empíricamente plausible”. El programa dialéctico es “buscar un tipo de conocimiento que, utilizando el producto científico «normal», lo integre como «artísticamente » en una totalidad concreta que evoque el concreto real (histórico) que se está estudiando” (Sacristán 1983c).


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NOTAS

[14] Sin embargo, se debe mencionar que el tercer punto a tratar –las metodologías de las ciencias sociales– no se aborda explícitamente en las obras de Marx.

[15] En el mismo texto el autor asume que “la dialéctica se considera con razón materialista, porque en su comprensión de los conflictos reales decide no acudir a instancias trascendentes. Se considera histórica, crítica y revolucionaria en sentido teórico y en el sentido práctico”.

[16] “El conocido y desgraciado ejemplo del grano de cebada −que en su siembra, germinación y crecimiento debería entenderse según la fórmula sacramental hegeliana de «negación de la negación»− es característico en este sentido” (Sacristán, 1964).

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Bibliografía

Sacristán, Manuel [MSL] (1964), “La tarea de Engels en el Anti-Dühring”, en MSL, 1983a.

— (2004), Escritos sobre El capital (y textos afines), editan Fundación de Investigaciones Marxistas/ El Viejo Topo, Barcelona.

— (1977), “Sobre economía y dialéctica”, en MSL, 2004.

— (1983a), Sobre Marx y marxismo. Planfetos y materiales I, Icaria Editorial, Barcelona.

— (1968b), “¿A qué «género literario» pertenece El Capital de Marx?”, en MSL, 2004.

— (1983c), Entrevista concedida a la revista Dialéctica año VIII núm.13, UAP, México, junio; en MSL, 1987.

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