miércoles, 13 de octubre de 2021

¿Cuánto mide la Luna?

La distancia de la Tierra a la Luna es unas treinta veces el diámetro de nuestro planeta. Situaos en esta foto, mirando hacia nuestro satélite. Sois un punto insignificante. ¿Verdad que está muy lejos y es muy grande? Habitualmente somos incapaces de percibir el gran espacio vacío que nos separa de ella.

Pero ahora mirad esta noche, en su cuarto creciente, esa luminaria familiar. Os parecerá un bello pedrusco, relativamente manejable, a una distancia comparable a la que nos separa del horizonte.

De la percepción inmediata (aunque mediada por los sentidos y la experiencia cotidiana) al conocimiento mediado (y casi siempre mediatizado) por otras experiencias, que nos parecerán fiables si las consideramos suficientemente contrastadas, hay un largo trecho. Trecho que las ciencias tratan arduamente de superar mediante la utilización de diferentes puntos de vista que confirman, modulan o desmienten a nuestros sentidos.

Luna y Tierra desde la sonda espacial automática Juno. NASA










El conocimiento vulgar y el científico más depurado pueden sin embargo coexistir, y deben hacerlo necesariamente, porque las respuestas rápidas a muchas situaciones dependen más del primero que del segundo. De un choque me librarán mis reflejos, no el conocimiento de la ley de conservación de la energía (que en un plisplás pasaría de cinética a destructiva).

Luna, Sol, planetas, estrellas... Incapaces de apreciar directamente distancias mayores, a todos los percibimos a aquella que por experiencia directa conocemos como máxima: la del horizonte.



Azimut y altura son las únicas referencias apreciables para ubicar objetos en el cielo. Perceptivamente, ninguna distancia supera a la que nos separa del horizonte, esa línea en la que "coinciden" cielo y tierra y, de modo mucho más "evidente", cielo y mar.

Sol y Luna "tienen" el mismo tamaño aparente, y en su orto y su ocaso los puedo comparar con aquel barco que asoma a la entrada de la ría. Cuando están más altos, ni eso siquiera: "son" mucho más pequeños, tanto que un niño puede pedirme que le baje la Luna.

Si nuestra estrella y nuestro satélite tienen un tamaño aparente, los demás cuerpos celestes ni siquiera nos dan esa información. La sensación de cúpula uniforme es absolutamente convincente. Recordaba mi madre la imagen que usaba un campesino, en las sierras que separan Málaga y Granada, para referirse a algo muy lejano:  "allá, donde está el cielo sujeto con 'jorcones'".

La bóveda celeste es esa cúpula de media naranja que astrónomos, incluso el mismo Copérnico, creyeron que era el "cielo de las estrellas fijas", más allá del cual comenzaba el Paraíso.

Bóveda celeste






(Prometido y dedicado a mi querido primo Federico Fernández Porredón, agradeciendo sus maravillas astronómicas, en particular las puestas de sol). 

5 comentarios:

  1. "A veces parece
    que estamos en el centro de la fiesta.
    Sin embargo
    en el centro de la fiesta no hay nadie.
    En el centro de la fiesta está el vacío.

    Pero en el centro del vacío hay otra fiesta."

    Roberto Juarroz

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  2. “Sol y Luna "tienen" el mismo tamaño aparente, y en su orto y su ocaso los puedo comparar con aquel barco que asoma a la entrada de la ría”.
    Somos animales de costumbre. Así nuestros sentidos, habitualmente certeros, nos engañan a veces. Para mi la “casa magnética” que disfruté en el parque de atracciones de Madrid Gracias a tu iniciativa, me enseñó una gran lección.

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  3. Sol y Luna "tienen" el mismo tamaño aparente, y en su orto y su ocaso los puedo comparar con aquel barco que asoma a la entrada de la ría.
    Nuestros sentidos, habitualmente certeros nos engañan en determinadas y singulares ocasiones. El ejemplo que más me enseñó al respecto fue “la casa magnética” que conocí en un parque de atracciones de Madrid gracias a tu iniciativa

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  4. La bóveda celeste, gigantesca antecesora de esa habitación

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