jueves, 28 de julio de 2011

Aprendiendo las lecciones de Noruega

Lisa Goldstein, en el sitio Uruknet (traducido su artículo en Rebelión), análiza el contexto de los ataques perpetrados en Noruega por el ultraderechista Anders Breivik. Al final me topo con esta frase; parece extraída de mi propia introspección:
Si el acto de Breivik me ha  dejado algo claro  es lo siguiente: que deshumanizar un grupo de personas en la sociedad hace finalmente que todas nuestras vidas parezcan menos valiosas. El odio engendra odio. Perdonando la deshumanización de los musulmanes estamos poniendo a prueba nuestra propia seguridad.
En efecto. Un raro sentido de ecuanimidad hace que la costumbre de aceptar para otros lo que no estamos dispuestos a recibir de ellos acaba convirtiéndose finalmente en esa aceptación, también para nosotros.

En nombre de la defensa de "nuestro grupo", solemos acabar dando por bueno el sufrimiento, tanto fuera como dentro de él. En el caso extremo "mi grupo" sería yo. Pero puede ser mi familia, mi tribu, mi patria. Individualismo, sea solipsista o de grupo.

Naturalmente, la autodefensa de los discriminados y desfavorecidos no entra en esta categoría, porque es a la vez defensa de la humanidad, de la vida y del planeta entero, el único gran ecosistema.

Pero cuidado: podemos calibrar mal nuestra verdadera situación, creernos víctimas de otros más débiles y "defendernos" de ellos. ¡El enemigo está más arriba, no más abajo!

El individualismo es un juego autodestructivo. El individualismo colectivo es el fascismo. Se llame como se llame. Ahora tiene otros nombres.


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