lunes, 9 de marzo de 2015

La jungla de las ciudades

La dura sociedad urbana, anónima, insolidaria e individualista, la dificultad para sobrevivir en ella, no son patrimonio de una sola época. Seguramente la nuestra no es mejor que la que le tocó vivir a Bertolt Brecht.

Vemos aquel tiempo en blanco y negro, con el velo de la distancia y con las figuras llegadas del entonces. Una pátina oscura cubre aquella edad, y alimentamos nuestra memoria con imagénes del expresionismo, del cine negro y más tarde de las historias de espías surgidos del frío.

En cambio vemos nuestra época, con todo su horror, velada por la cotidiana distracción, ensordecidos los gritos por la televisión, las revistas, las sonrisas publicitarias...

Pero la poesía de Brecht es intemporal. Podrán leerla y compartir su sentimiento de inmensa soledad, de impotencia, de terror supremo, los habitantes de otras ciudades más humanas.

Amado Bertolt...




ESTO ME ENSEÑARON

(del “Libro de lectura para los habitantes de las ciudades”)

Sepárate de tus compañeros de estación.
Vete de mañana a la ciudad con la chaqueta abrochada,
búscate un alojamiento, y cuando llame a él tu compañero
no le abras. ¡Oh, no le abras la puerta!
Al contrario,
borra todas las huellas.

Si encuentras a tus padres en la ciudad de Hamburgo, o donde sea,
pasa a su lado como un extraño, dobla la esquina, no los reconozcas.
Baja el ala del sombrero que te regalaron.
No muestres tu cara ¡Oh, no muestres tu cara!
Al contrario,
borra todas las huellas.

Come toda la carne que puedas. No ahorres.
Entra en todas las casas, cuando llueva, siéntate en cualquier silla,
pero no te quedes sentado. Y no te olvides el sombrero.
Hazme caso:
borra todas las huellas.

Lo que digas, no lo digas dos veces.
Si otro dice tu pensamiento, niégalo.
Quien no dio su firma, quien no dejó foto alguna,
quien no estuvo presente, quien no dijo nada,
¿cómo puede ser cogido?
Borra todas las huellas.

Cuando creas que vas a morir, cuídate
de que no te pongan losa sepulcral que traicione donde estás,
con su escritura clara, que te denuncia,
con el año de tu muerte, que te entrega.
Otra vez lo digo:
borra todas las huellas

(Esto me enseñaron)

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