No hace nada que he escrito aquí sobre esto mismo. Insisto, porque yo también considero vital el logro de una síntesis entre los movimientos sociales, demasiado variopintos y particularistas, y el movimiento ecologista. A esto llama Naomi Klein en su último libro 'Esto lo cambia todo. El
capitalismo contra el clima', que acaba de presentar en España.
Trataré de explicar las razones que me llevan a coincidir con ella. Y por qué enfatizo el imprescindible papel del movimiento obrero en el logro de esa unidad, que no se hará sin él.
El cambio climático en curso tiene una enorme inercia, como todo lo que ocurre a la escala de un planeta entero. Por eso mismo invertir, o al menos frenar, la marcha del proceso requiere tiempo, y no se puede perder el tiempo global para ganar tiempo particular o localmente.
El sistema capitalista colapsa si no crece, y desde su origen acelera su crecimiento con huidas hacia adelante sin fin (¿es verdad que "sin fin"?). Dada esa tendencia tumoral, cualquier solución a los problemas medioambientales pasa por un cambio radical en el sistema, un cambio radical en este modo de producción.
La producción está en manos de los trabajadores ("de toda clase", como decía la constitución de la II República). Son, de arriba abajo, los productores reales. Pero los trabajadores forman parte del sistema: son su pieza fundamental. Y el sistema funciona con el principio "cada uno para sí". Por eso, los intereses inmediatos de los trabajadores se confunden la mayor parte de las veces con los de las empresas, produzcan lo que produzcan, sean alimentos, automóviles o armas de guerra.
Así que los mismos que pueden detener el mecanismo infernal están interesados en que no se detenga. Desde luego, para cada uno, que no se detenga su sector.
Dickens, en Oliver Twist, presenta el dilema de los internos de un hospicio, forzados a elegir "entre morir de hambre lentamente, si permanecían en el asilo, o rápidamente si salían de él". El sistema productivo se parece al asilo de Dickens, y los trabajadores se aferran a permanecer en cualquier empleo que se les ofrezca dentro de ese asilo, aunque a medio plazo eso los condene. Aún no se han planteado de verdad tomar el asilo por asalto.
Hace falta una toma de conciencia generalizada de todos los movimientos para confluir en una gran ofensiva contra el capitalismo causante del previsible desastre. Y de todos los movimientos, el que de verdad puede influir directa y realmente en la producción, más allá de manifestaciones y protestas, sigue siendo el movimiento obrero.
Así que los mismos que pueden detener el mecanismo infernal están interesados en que no se detenga. Desde luego, para cada uno, que no se detenga su sector.
Dickens, en Oliver Twist, presenta el dilema de los internos de un hospicio, forzados a elegir "entre morir de hambre lentamente, si permanecían en el asilo, o rápidamente si salían de él". El sistema productivo se parece al asilo de Dickens, y los trabajadores se aferran a permanecer en cualquier empleo que se les ofrezca dentro de ese asilo, aunque a medio plazo eso los condene. Aún no se han planteado de verdad tomar el asilo por asalto.
Hace falta una toma de conciencia generalizada de todos los movimientos para confluir en una gran ofensiva contra el capitalismo causante del previsible desastre. Y de todos los movimientos, el que de verdad puede influir directa y realmente en la producción, más allá de manifestaciones y protestas, sigue siendo el movimiento obrero.
Entrevista a Naomi Klein
"Hemos aplazado esta cuestión por tanto tiempo que nos encontramos en una situación en la que ya no existen soluciones que no sean radicales. No es demasiado tarde para impedirlo, pero es necesario un cambio radical de nuestro sistema económico y político y esto desafía la lógica del crecimiento, que está en el corazón de nuestro modelo económico", ha dicho la autora canadiense frente a una abarrotada sala del Círculo de Bellas Artes de Madrid durante una conferencia con motivo de su último libro.
'Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima' (Paidós, 2015) se ha gestado -según reconoce Klein- para dar respuesta a su anterior obra, 'La doctrina del Shock' (2007), que trataba de evidenciar cómo muchas de las políticas del libre mercado fueron introducidas aprovechando momentos de intensa transformación social, desastres y confusión. "Menos de un año después pudimos comprobar esta teoría con el hundimiento de Wall Street que serviría para lanzar políticas que de otro modo hubieran encontrado resistencia", ha afirmado la periodista.
Conscientes
ahora de la capacidad de adoctrinamiento del sistema, toca buscar
soluciones. "¿Cómo podemos crear una estrategia para responder, una
doctrina del shock de la gente, que conteste a la crisis potenciando la
democracia y construyendo un mundo más igualitario?", se preguntaba. La respuesta es el cambio climático
o, en palabras de la autora, "la justicia del cambio climático", una
crisis que "debe ser declarada desde abajo" para asegurar su
efectividad. "El cambio climático es la contranarrativa más poderosa que
tenemos frente al capitalismo".
Por eso, y ante todo, Naomi Klein hace un llamamiento para que los movimientos sociales y antiausteridad, "centrados en la lucha por la recuperación de las políticas sociales", no olviden la cuestión climática.
"Europa era un ejemplo líder en la lucha contra el cambio climático y esto se ha sacrificado en aras de la recuperación económica. Si queremos combatir el cambio climático tenemos que desarrollar toda la esfera pública. Para reducir las emisiones es necesario que la gente recupere el control del sistema energético y regular a las multinacionales. Por eso cuando analizas los conflictos entre la lucha antiausteridad y los movimientos de justicia climática te das cuenta de que tienen que unirse. No tiene sentido que sigan caminos separados, porque cuando entramos en esa división asumimos la lógica de las élites de que el clima es un lujo".
Por eso, y ante todo, Naomi Klein hace un llamamiento para que los movimientos sociales y antiausteridad, "centrados en la lucha por la recuperación de las políticas sociales", no olviden la cuestión climática.
"Europa era un ejemplo líder en la lucha contra el cambio climático y esto se ha sacrificado en aras de la recuperación económica. Si queremos combatir el cambio climático tenemos que desarrollar toda la esfera pública. Para reducir las emisiones es necesario que la gente recupere el control del sistema energético y regular a las multinacionales. Por eso cuando analizas los conflictos entre la lucha antiausteridad y los movimientos de justicia climática te das cuenta de que tienen que unirse. No tiene sentido que sigan caminos separados, porque cuando entramos en esa división asumimos la lógica de las élites de que el clima es un lujo".
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