Los Esquemas sinópticos de la segunda entrada incluían enlaces a la tesis en que fui plasmando mi obstinada búsqueda de ese orden. Ahora me propongo ir desmenuzando aquel tocho, dejando a vuestra reflexión lo que ocupó una parte (sólo una parte) de mis intereses.
Y empiezo republicando (me gusta la palabra) la Introducción publicada, luego de abrumaros con aquella otra que no había visto la luz en veinticinco años (una anécdota y ocho imágenes dejo ahora para animaros a indagar).
El origen de este largo camino estuvo seguramente en un examen de dibujo del quinto curso del antiguo bachillerato. Con una visión tradicional y estrecha la materia se dividía en "dibujo técnico" y "dibujo artístico". Como alumno de "ciencias" tuve que optar por la primera parte. Planteó el profesor un problema que resolví con una feliz intuición: la intersección más regular de dos tetraedros regulares.
La figura resultante ocupa el centro de la imagen que sigue. Sobre el núcleo octaédrico, agregar puntas piramidales (tetraedros regulares) produce una figura estrellada de ocho vértices, que podrían introducirse en una caja cúbica, compartiendo sus vértices. Es en el espacio tridimensional correlato de lo que en el plano es la estrella de David, que puede inscribirse en un hexágono.
Si añadimos al octaedro sólo dos puntas opuestas, obtendremos, de cuatro formas posibles, un romboedro, hexaedro rómbico, que es lo que se obtendría al estirar un cubo desde dos vértices opuestos. Son las figuras que rodean la imagen central:
El romboedro como "cubo estirado":
¿Por dónde cortar?
Dos formas de hacerlo:
Más trocitos:
¡Explosión!
Un reagrupamiento:
Otro:
Que lo paséis bien.
(sigue)
Lo de republicar me viene bien porque no he visto las dos primeras publicaciones. Ahora iré a ellas. Con respecto a esta entrada: ¡Viva la intuición! ¡Vanguardia de la resolución!
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