Como continuación de la entrega anterior, y atendiendo a sus cuatro últimas figuras, veamos como se zampa el icosaedro a los dos romboedros.
Recordemos que los romboedros aplastado a y estirado b se construyen con rombos idénticos, con dos ángulos suplementarios. Llamaremos a al agudo y b al obtuso. Esto nos da en sus vértices cuatro triedros diferentes, que en aquellas figuras notamos como aaa, aab, abb, bbb y que habíamos señalado sobre la esfera. Ahora encajaremos allí nuestros romboedros, llevando a su centro los vértices correspondientes.
Primer acoplamiento:
Segundo acoplamiento:
Tercer acoplamiento:
Cuarto acoplamiento:
Lo mismo, sustituyendo la esfera por el icosaedro.
Primer caso:
Segundo caso.
Tercer caso:
Cuarto caso:
Vistas del romboedro b relacionadas con el eje ternario que comparte con el icosaedro:
Las mismas vistas para el romboedro a:
Estas son las dimensiones de los dos romboedros, asociadas con el número de oro, F:
La pieza básica, irreductible a otras más simples y existente en dos formas simétricas, para el romboedro estirado:
Y para el achatado:
Continuará.
No es un bello producto, no es un fruto perfecto... pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia. Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más. Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
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