Luis González Reyes, miembro de Ecologistas en Acción, tiene claro que esto se acaba. La salida puede ser mejor o peor, pero edificio que no puede aguantar su peso se cae.
Es tan exhaustivo el análisis que poco queda que añadir, y tan escueto que resulta difícil resumirlo más. Lo esencial es la necesidad absoluta que tiene el capital de crecimiento del beneficio, porque sin beneficio no puede sobrevivir. Pero no hay beneficio sin crecimiento. Como he recogido muchas veces en este blog, sólo puede ya el sistema practicar la autofagia, devorando partes de sí mismo mientras el cuerpo aguante (el cuerpo social y la naturaleza de la que forma parte).
¿Por qué insisto en estas cosas una y otra vez? Pues porque los factores parlantes y escribientes distractivos también insisten una y otra vez en hablar (hipotéticamente) de "cuando pase la crisis", "cuando vuelva el crecimiento", "cuando mejore la productividad", "cuando se sustituyan las fuentes fósiles por energías limpias y renovables", etc...
Si ellos convierten lo falso en verdadero al modo goebbelsiano, si sacan del sombrero un falso sentido común (y bien impuesto que lo tienen), nosotros tendremos que seguir machacando con la verdad irrefutable, aunque de momento el hierro esté bastante frío.
Pienso, luego insisto.
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Rebelión
¿Qué es el capitalismo?
El
capitalismo es un sistema económico que persigue la reproducción del
capital. Esta reproducción se realiza mediante la inversión de dinero
(D) en mercancías, maquinaria, materias primas, energía y fuerza de
trabajo que generan bienes y servicios (M), con el objeto de conseguir
con su venta más dinero (D'). Por lo tanto es obvio que, para que exista
reproducción del capital, tiene que haber materia, energía y
trabajadoras/es por una lado [1] y consumidoras/es por el otro.
Otra posible circulación sería D-D', en la que el dinero se invertiría
en operaciones financieras para conseguir un beneficio mayor. En
realidad, la circulación D-D' se apoya sobre la D-M-D'. La economía
financiera lo que hace es detraer parte de la plusvalía de la economía
productiva y multiplicarla aparentemente (crea más dinero, pero no más
capital).
La cantidad que D' excede a D es la plusvalía. La
primera forma de obtenerla es consiguiendo que los/as empleados/as
trabajen produciendo más ingresos que los gastos. El capitalismo
consigue esto por cuatro vías: alargar la jornada laboral, reducir los
salarios, aumentar la cantidad de personas que trabajan e incrementar la
productividad. Como las tres primeras tienen límites claros (los
cuerpos humanos), el elemento central a largo plazo es el aumento de la
productividad.
El incremento de la productividad se consigue
con una mejor organización de los/as trabajadores/as (lo que podemos
hacer en colectivo es mucho más que lo que conseguimos de forma
individual y, por lo tanto, genera más plusvalor). También cuenta la
intensidad/eficiencia del proceso de trabajo. Finalmente, es fundamental
el uso de máquinas, que requieren consumos crecientes de materia y
energía. Nuevamente, los cuerpos humanos ponen límites a las dos
primeras formas de incremento de la productividad, por lo que
históricamente ha sido imprescindible un incremento del uso de máquinas.
Hay otras formas de conseguir plusvalía que no es el trabajo
asalariado. Se puede robar el trabajo ajeno mediante lo que se ha
denominado “acumulación por desposesión”. En este caso, el capitalismo
no crearía el valor de forma interna, sino que se lo arrancaría a
quienes lo han creado fuera del sistema. Por ejemplo, el patentado de
conocimientos colectivos y la apertura a los mercados capitalistas de
economías que funcionaban bajo otras lógicas serían formas de
acumulación por desposesión. Esto implica una extensión del capitalismo a
más territorios y ámbitos de la vida.
El trabajo humano
produce valor porque modifica la materia usando energía y conocimiento.
Esto también lo hace la naturaleza produciendo por tanto valor. Así, la
plusvalía también se consigue mediante la apropiación del trabajo de la
naturaleza. Por ejemplo, el trabajo de fotosíntesis es enajenado por el
propietario de la plantación de caña, o el de concentración de minerales
es usurpado a través de la minería.
Para que todo esto sea
posible es necesario que los seres humanos puedan trabajar en la
reproducción del capital. Es decir, que las sociedades sean capaces de
sostener la vida. Esto supone una ingente cantidad de trabajos de
cuidados (higiene, alimentación, sostén emocional, crianza) que en
muchos casos no generan plusvalía, pero sin los cuales es imposible que
esta se produzca. El grueso de estas labores las realizan las mujeres en
nuestro sistema patriarcal. Además, este sostenimiento de la vida
requiere de unos ecosistemas que puedan realizar sus funciones
(depuración del agua, sostenimiento del equilibrio climático,
fertilización del suelo). Estos trabajos, además, son imposibles de
retribuir por el capital. [2]
De este modo, se pueden
resaltar cinco condicionantes para el funcionamiento del capitalismo:
i) materia y energía por un lado y consumidores/as por otro;
ii) aumento de la productividad, lo que requiere un incremento del uso de máquinas, que a su vez necesita un mayor consumo de materia y energía;
iii) extensión continuada del capitalismo;
iv) explotar el trabajo realizado por la biosfera; y
v) tener garantizada la reproducción de la vida.
¿Se está deteniendo la reproducción del capital?
Como se aprecia en la figura, se está produciendo un descenso en la
tasa de ganancias mundial, lo que señala dificultades crecientes para
sostener la reproducción del capital.
Hasta los años 80, la ralentización de los incrementos de
productividad había sido la causa principal del descenso en la tasa de
beneficios. Esto se produjo por un periodo de exitosas luchas sociales
en todo el mundo y, coyunturalmente, por el alza del precio del
petróleo. Después, durante la fase neoliberal, el capitalismo logra
sostener la tasa de beneficio aumentando la explotación en el trabajo
asalariado (reducción de sueldos, aumento de la jornada, impuestos
regresivos, desmantelamiento de servicios públicos, incorporación de más
personas al mundo asalariado) y de la naturaleza (lo que incluye su
mayor mercantilización). También fue determinante la fagocitación de más
territorios en el sistema-mundo (entre los que destacaron Rusia y
China), la inclusión de más facetas de la vida en la lógica del mercado
capitalista, y la extensión de los ámbitos de actuación a nuevos
espacios [3] y más funciones ecosistémicas.
Además, el
sostenimiento de los beneficios requirió de una expansión gigantesca del
crédito (de la deuda) para conseguir que el consumo siguiese
aumentando. Esto permitió también crear la ilusión de que todo iba cada
vez menor gracias al encadenamiento de burbujas especulativas. Pero, en
realidad, esta especulación financiera no creó capital.
A pesar
de todo, la productividad continuó descendiendo. En parte, porque la
actividad empresarial se desvió a la compra de activos financieros y el
pago de dividendos, en lugar de en maquinaria, pues esto era cada vez
menos rentable. Pero también porque, desde 2005, se ha alcanzado el pico
del petróleo convencional y esto ha conllevado un dificultad creciente
de conseguir materia y energía abundante y barata.
¿Es posible una reactivación de la creación de valor?
La crisis del 2007/2008, que abre la Gran Recesión y que tiene como
trasfondo central la creciente incapacidad de reproducir el capital, se
ha encarado con cuatro estrategias fundamentales que están chocando con
límites insoslayables.
El intento neoliberal de extender el
capitalismo a más ámbitos de la vida y a más territorios está llegando a
su máximo, pues no quedan espacios suficientemente significativos que
meter dentro de la lógica del capital. El “capitalismo de los pobres” [4] o tratados como el TPP, el TTIP, el CETA o el TISA se pueden leer como
un desesperado intento de introducir dentro de la rueda de reproducción
del capital los últimos reductos que quedan fuera. Aún si llegasen a
tener éxito, no significarían un alivio real, pues el volumen del
problema excede con mucho a las posibilidades de negocio que estas vías
podrían abrir [5]. Además, para que exista un mercado globalizado
hace falta petróleo abundante, barato y ligero, tres características
que, está dejando de tener el crudo [6]. Un mercado global es
central para permitir una mayor reproducción del capital, pues permite
tener una economía de escala, y aumentar la especialización, la
explotación laboral, el consumo y la capacidad de financiación.
Una medida característica de la Gran Recesión está siendo la creación ingente de dinero (deuda) mediante políticas como la quantitative easing.
Lo que se persigue es sostener los niveles de consumo de las clases
altas y de los grandes capitales. Pero esta medida está llegando a su
límite. Primero porque, después de la creación de una cantidad nunca
vista de dinero (deuda), no solo no se ha conseguido la reactivación,
sino que las medidas están terminándose, pues no está nada claro que
tenga sentido bajar los tipos de interés por debajo de 0%, que es
básicamente donde están. Segundo, porque la deuda ha adquirido un
volumen tan grande que es imposible que puedan generarse nichos de
negocio suficientes para restituir una parte significativa [7].
De manera profunda, esto no es posible porque estamos en un “mundo
saturado”, donde la biosfera ha sido ya ampliamente colonizada. Por lo
tanto, lo que hay por delante es el sonoro estallido de nuevas burbujas.
Una tercera estrategia está siendo el aumento de los grados de
explotación de las personas mediante una rebaja mayor en las
condiciones laborales. Esto está produciendo la laminación de la clase
consumista. Es decir, se aumentaría la productividad a costa de reducir
el consumo, lo que impide recuperar la tasa de beneficios.
El
cuarto grupo de medidas consiste en recrudecer la explotación de la
naturaleza. Sin embargo, esto es cada vez más complicado pues, por
ejemplo, los petróleos que quedan son los que están en el Ártico,
embebidos en rocas duras, en aguas ultraprofundas y/o de peor calidad.
El capitalismo ya se ha apropiado de gran parte del trabajo realizado
por la naturaleza.
Finalmente, una vía que no está
explorando el capitalismo global más que parcialmente en China e India
es la creación de un nuevo “Estado del Bienestar” que sostenga a otra
clase consumista. Y no lo está haciendo porque esto es imposible. La
construcción del “Estado del Bienestar” se produjo en un contexto de
fuertes luchas sociales y, sobre todo, de un incremento fuerte de la
productividad gracias a la explotación masiva de petróleo (pero no
solo). Así, pudo haber altas tasas de benéfico y que parte de él
recayera en las clases medias de los Estados centrales. Esto ahora es
imposible
Por si todo esto fuera poco, los mecanismos de
reproducción de la vida están seriamente comprometidos. Estamos viviendo
una crisis de los cuidados como consecuencia de la incorporación masiva
de las mujeres al mundo asalariado en sociedades patriarcales (entre
otros factores). También se está produciendo una pérdida de funciones
ecosistémicas básicas.
¿Cuáles son los posibles escenarios futuros?
Por lo tanto, si el capitalismo se caracteriza por la reproducción del
capital y esta puede detenerse en un futuro cercano, los sistemas
socioeconómicos que tengamos por delante podrían ser otros. En ellos, no
habrá casi creación de riqueza y la base de la acumulación será el
despojo. En todo caso, también serían factibles (aunque difíciles)
nuevos capitalismos regionales.
En este escenario
poscatpitalista, las estrategias de sostenimiento social de tipo “goteo”
no son posibles. Estas abogan por un crecimiento y concentración de la
riqueza y que, por efecto goteo, esto acabe redundando en toda la
sociedad. Tampoco lo son las que buscan aumentar el tamaño de la tarta y
remodelar algo el reparto de los trozos para conseguir una mejora
social.
Solo hay dos opciones factibles en un contexto de
fuerte reducción de la tarta. Una es que unas pocas personas consigan la
fuerza suficiente para arrebatar a grandes masas los bienes de
supervivencia básicos. Sería una opción que requiere un genocidio. La
segunda es conseguir una redistribución real y profunda de la riqueza
desposeyendo de ella a las clases altas.
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Notas
[1] No existe nada parecido a la economía desmaterializada. Todos los datos
empíricos muestran como el crecimiento económico requiere un incremento
del consumo material y energético.
[2] El trabajo
humano no pagado de sostenimiento de la vida puede rondar el 70-80% del
PIB mundial. El de la biosfera podría ascender al 70-250% del PIB
mundial.
[3] Como la estratosfera, las aguas ultraprofundas, los genes o la nanotecnología.
[4] En este paquete entrarían, por ejemplo, los microcréditos.
[5] Entre otras cosas, porque muchas (como los servicios públicos) ya están
en gran parte dentro de la lógica del mercado capitalista.
[6] El transporte depende en un 95% del petróleo y es una fuente prácticamente imposible de sustituir en este sector.
[7] Desde 2007, la acumulación de deuda en el mundo ha crecido al 5,3%
(mucho más que el PIB). Para recuperar una tasa de crecimiento del 3%,
en 2010, 1,6 billones de dólares debían encontrar nichos de mercado. En
cambio, en 1950 esta cifra era de 150.000 millones y en 1973 de 420.000
millones.
Lamentablemente, como ha sucedido a lo largo del siglo XX y XXI, todo apunta a que, de las dos opciones señaladas, acabará por imponerse la genocida. ¿O alguien ve indicios reales de lo contrario?
ResponderEliminarPor si acaso, mantengamos el optimismo de la voluntad. Evitemos el fatalismo
Eliminar¡Desde luego! Contemplar la adversidad tal cual es no significa aceptarla sin más.
Eliminar¿Alguien sabe lo que vamos a comer? Porque el zumo de petróleo se acaba.
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