domingo, 15 de noviembre de 2020

Descifrar a China (III) Proyectos en disputa

Tercer artículo de Claudio Katz. El primero lo comenté en este enlace, el segundo quedó desglosado en en este otro. El de ahora, último de la serie, lo presento también como una sucesión de tesis, enfatizadas con mis subrayados habituales.

Espero que ayude a desmontar la estereotipada imagen de un país monolíticamente gobernado, en el que no cabe forma alguna de discrepancia y donde, por añadidura, el gobierno está ahora en manos de la clase capitalista. Muy al contrario, las empresas privadas no ejercen el control de la economía, lo que evita la dinámica que en otros lugares convierte automáticamente el crecimiento de la desigualdad en incremento de la miseria.

No es una democracia en el sentido de las occidentales. Gobierna allí un partido con más de noventa millones de miembros, en que para ingresar no se han exigido nunca títulos de propiedad ni la declaración de la renta. Sería muy raro que no reprodujese en su interior las discrepancias existentes en toda la sociedad. Es una sociedad muy dinámica. Los gobiernos a los distintos niveles se tientan la ropa antes de desoír las demandas de los asalariados, y las mejoras que estos consiguen reflejan que la lucha de clases sigue viva.

Desde luego, dentro y fuera del partido hay diferentes corrientes políticas en pugna, que un análisis citado al final resume en seis.

No podía ser de otro modo: la quinta parte de la humanidad no es muy diferente del resto. El escaso cine que nos va llegando enseña una sociedad con desigualdades y conflictos, ambiciones y protestas, en continua evolución. Las situaciones no son muy diferentes de las que las que vemos aquí todos los días.

Pero hay una cuestión muy importante: aquella sociedad está más preparada que la nuestra para enfrentar el neoliberalismo. Porque allí el avance desbocado del capital puede ser refrenado. La propiedad privada de los medios de producción no hegemoniza el control de la administración. Por eso es inadecuado hablar de que allí existe un capitalismo de estado.

Siguen los principales puntos del artículo:

¿SOCIALISMO DE MERCADO?

  • China atravesó períodos de transición al socialismo y ahora de restauración al capitalismo, sin madurar ninguna de esas opciones.
  • No afronta todas las contradicciones de capitalismo, pero ha incorporado muchas tensiones de este sistema y comienza a exportarlas al resto del mundo. 
  • No es una economía financiarizada, ni neoliberal, pero debe lidiar con la sobre-inversión, la superproducción y la búsqueda de mercados, para los excedentes generados en su actividad industrial.
  • La identificación actual de China con el socialismo de mercado observa continuidades donde hubo rupturas.
  • Se concibe a la expansión mercantil de los 80 y a las privatizaciones de los 90 como dos momentos de un mismo curso pos-capitalista. En esa presentación se omite la diferencia cualitativa que separa la ampliación del mercado dentro de la planificación con la preeminencia del beneficio, la competencia y la explotación.
  • La denominación “socialismo de mercado” podría quizás aplicarse al primer momento de esa secuencia, pero no al segundo. En este último período se forjó una clase propietaria de grandes empresas, que choca abiertamente con las metas igualitarias del socialismo.
  • No es lo mismo la existencia de múltiples formas de propiedad (pública, provincial, comunal, cooperativa, privada) que la vigencia de normas de privatización. Los millonarios chinos ubicados en el ranking de Fortune no son partícipes de ningún conglomerado socialista.
  • El desconocimiento de esos datos impide evaluar el sentido de las luchas políticas que se libran en el país.
  • Esas tensiones no expresan sólo las habituales disputas entre fracciones por el manejo poder, que describe la prensa occidental. Tampoco responden a meras oleadas de limpieza de corruptos. En esos conflictos subyace la confrontación por acelerar o contener la restauración capitalista. Con la óptica del “socialismo de mercado” resulta difícil comprender el sentido de esos choques.
  • No hay un sólo camino para el desarrollo. Tasas elevadas de crecimiento pueden lograrse expandiendo el mercado interno o la Ruta de la Seda, apuntalando o restringiendo la tasa de ganancia, favoreciendo o contrarrestando la desigualdad social.
  • Algunos pensadores suponen con cierta crudeza o ingenuidad que cierto desarrollo capitalista permitirá retomar luego la vía al socialismo, como si esos giros pudieran implementarse con la sencillez de una disposición ministerial. La historia brinda abrumadoras pruebas de la feroz defensa que despliegan los capitalistas para defender sus privilegios. Si afianzan estructuralmente sus beneficios de clase, no renunciarán a esas conveniencias cuando el timbre del socialismo suene en sus portones.

¿CAPITALISMO CONSUMADO?

  • El principal argumento económico para evaluar esa consolidación es la vigencia de todos los mecanismos del capitalismo.
  • En China prevalecen las normas de la explotación, la ganancia y la concurrencia.
  • Impera el mercado de trabajo, la propiedad privada de los medios de producción y la competencia entre las empresas.
  • Pero la ausencia de financiarización y neoliberalismo obstruye el funcionamiento pleno de esas normas.
  • La alta regulación estatal, las restricciones al movimiento de capitales, la propiedad pública de la tierra, el control oficial de los bancos y las empresas estratégicas influyen sobre el curso de la acumulación.
  • En otro tiempo y otros lugares, la privatización, la desregulación financiera, la apertura comercial y la flexibilización laboral fueron introducidas para oxigenar al capitalismo de los obstáculos al beneficio que interponía el modelo keynesiano previo. En China no se concretó ese giro.
  • Quienes rechazan en forma indiscriminada todas las políticas económicas de últimas décadas, implícitamente objetan la reintroducción del mercado. Esa gestión fue compatible con la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin en los años 20 y resulta insoslayable para cualquier proyecto postcapitalista en los países subdesarrollados.
  • ¿Era mejor el esquema opuesto de planificación compulsiva y centralizada de la URSS en 1950-60?

BURGUESÍA Y FUNCIONARIOS SIN FUSIÓN

  • La nueva clase burguesa y la burocracia que controla el estado permanecen como dos sectores diferenciados. El primero no capturó el poder y el segundo no se transformó en un mero grupo de propietarios enriquecidos.
  • La continuidad de esta distinción no invalida que varios millonarios ocupen altos cargos oficiales o que las familias de muchos jerarcas exhiban un nivel de vida ultra-acomodado. Lo que interesa conceptualmente no ese cómputo de riquezas, sino el papel objetivo que cumple cada sector en una formación económico-social.
  • Lo que distingue a China de Rusia o Europa de Este es la continuada diferencia entre la estructura de la sociedad y el estado, que mantiene a la clase capitalista alejada del control del poder político. Esa brecha podría disiparse con el tiempo, pero aún no se ha disuelto.
  • No es muy lógico remarcar la asfixia objetiva que afronta el capitalismo occidental y describir sin ningún asombro, cómo ese mismo sistema florece en la principal nación asiática.
  • La presentación del crecimiento chino como un resultado del empalme funcional con el capitalismo global ilustra tan sólo una cara de la moneda.
  • El país logró su extraordinario desarrollo como un efecto combinado de pilares socialistas, regulaciones estatales y restricciones a la financiarización.
  • La creciente afluencia del capitalismo no frenó esa expansión, pero introdujo grandes desequilibrios de sobreinversión, sobreproducción y desigualdad.
  • No parece muy sensato considerar que los textos de Marx, Lenin o Mao sean utilizados para implantar el sistema que esos escritos repudian. Más lógico es lo ocurrido en Rusia y Europa del Este, dónde se alaba al capitalismo incinerando esos libros.
  • La permanencia del marxismo como literatura oficial en China ilustra lo obvio: la restauración no ha concluido y afronta resistencias.

LUCHA, REPRESIÓN Y LEGADO

  • La tesis del capitalismo completado atribuye ese resultado a una derrota histórica de la clase obrera. Considera que esa regresión se afianzó a fines de los 80 con Tiananmén, se consolidó con los grandes despidos en empresas estatales durante los 90 y se reforzó definitivamente con un sistema político dictatorial.
  • Esa visión es coherente con el presupuesto que el capitalismo avanza con tasas crecientes de explotación y pérdidas de conquistas sociales.
  • Ese diagnóstico choca con incontables evidencias de mejora del salario, reducción de la pobreza y expansión del consumo. El enorme crecimiento económico ha sido acompañado de un incremento mayúsculo de la desigualdad, pero sin la tragedia social imperante en los países bajo gestión neoliberal. Las condiciones generales de vida en el país han seguido un rumbo muy contrapuesto, por ejemplo, al observado en América Latina.
  • Estos avances no retratan los méritos del retorno capitalista. Ilustran la fuerza social de los trabajadores y el impacto de sus demandas efectivas o potenciales.
  • En las últimas dos décadas emergió un nuevo proletariado, con expresiones de resistencia y alta capacidad para hacer valer sus exigencias.
  • Los propios teóricos de la restauración culminada describen esas protestas como la “peor pesadilla” de la burocracia. Recogen registros de la significativa capacidad exhibida por los operarios para imponer sus derechos.
  • Esos informes indican que los gerentes de las empresas y los altos funcionarios actúan con cautela, frente al revulsivo potencial de la clase obrera. Esa conducta añade otro argumento a favor de la tesis de un modelo capitalista no concluido.
  • La misma evaluación se extiende a la caracterización del régimen político. Es evidente que en China no rige una democracia socialista. Esa meta se encuentra muy lejos de su implantación y son numerosas las evidencias de inadmisibles restricciones a los derechos democráticos.
  • Pero los teóricos de la restauración plena no se limitan a constatar o criticar este hecho. Postulan la vigencia de una descarnada dictadura que funciona con normas cuartelarias y consecuencias sanguinarias. Estiman que ese sistema es análogo a la tiranía derrotada por la revolución socialista (el Kuomintang) o a la terrorífica junta militar coreana de 1961-1987.
  • China no sólo padecería un retorno del capitalismo, sino también una regresión a la tragedia política de la primera mitad del siglo XX. El país estaría bajo el control de una clase dominante despiadada, que sojuzgaría a los desposeídos mediante un sistema político análogo a las formas pre-modernas que utilizaban los emperadores y mandarines.
  • Resulta muy difícil congeniar estas descripciones con la modernización que ha protagonizado el país y la consiguiente complejidad de su estructura político-social.
  • Si la imagen de un capitalismo meramente destructor contrasta con los avances en el nivel de vida, la presentación de un tirano al comando de 1500 millones de personas, no condice con la variedad de tendencias políticas actuantes en China. Ese contexto es imperceptible con miradas atadas a un razonamiento convencional de contraposición de totalitarismos con democracias.
  • La presentación de China como una simple dictadura capitalista también presupone que el legado socialista ha sido completamente demolido. Se estima que esa tradición ha quedado profundamente desacreditada, en un marco de viraje nacionalista de la intelectualidad y apatía política de la juventud.
  • Pero ese retrato no coincide con la aparición de nuevas vertientes de izquierda, ni con la continuada gravitación del marxismo. Esa corriente de pensamiento mantiene actualmente mayor vivacidad en China que en sus tradicionales centros de Europa. Ese dato no es irrelevante e indica un escenario mucho más promisorio que el expuesto por los diagnósticos pesimistas.

¿UN TRANSITORIO CAPITALISMO DE ESTADO?

  • La actual formación intermedia china con sus clases adineradas, su regulación estatal y su retórica oficial marxista redefinirá su perfil en el escenario que se avecina.
  • El status transitorio de esa formación económico-social es destacado por muchos pensadores. A falta de una denominación más adecuada, algunos utilizan el término de “capitalismo de estado” para tipificar el status transitorio de esa formación económico-social. Resaltan el papel del estado como un gran timonel de la economía, en la fijación de todos los parámetros y las restricciones de la acumulación.
  • Justamente por ese motivo el término es inadecuado. El capitalismo de estado obviamente presupone que el capitalismo ya impera con plenitud en la sociedad y en el aparato estatal. Opera a través de ese organismo para forzar el cumplimiento de las metas de inversión, acumulación o desarrollo que ambiciona la clase dominante. Fue la dinámica que imperó por ejemplo en Japón.
  • Lo que distingue a China de ese antecedente ha sido la preexistencia de una revolución socialista, que cortó una trayectoria inicial del capitalismo. Ese componente socialista estuvo ausente en todas las versiones que adoptó el capitalismo de estado a lo largo del siglo XX.
  • Esa singularidad es registrada por otro enfoque, que utiliza el mismo concepto para destacar que China retomará un desemboque en el socialismo. Sugiere que el capitalismo de estado constituye un eslabón hacia ese objetivo.
  • Da a entender que formas de capitalismo regulado son indispensables para la paulatina gestación de una sociedad igualitaria.
  • Resulta muy difícil imaginar cómo el socialismo emergería de una secuencia de capitalismos de distinto molde. La tesis de un status intermedio evita estos inconvenientes.

CONFRONTACIÓN DE INTERESES Y PROGRAMAS

  • China no es una sociedad uniforme, acallada y sometida. En el propio Partido Comunista coexisten millones de personas, que confrontan propuestas y posturas a través de distintos canales.
  • Las discrepancias que salieron a la superficie durante la pandemia constituyen un indicador de esos contrapuntos. En esa emergencia actuaron junto al oficialismo distintas asociaciones que no pertenecen al partido hegemónico. Es importante conocer esas actividades para superar los estereotipos que difunden los medios de comunicación, en su presentación de una sociedad simplemente esclavizada a los mandatos de una autocracia.
  • Esa imagen no evalúa a Estados Unidos con la misma vara. Omite que en ese país impera en los hechos una dictadura bipartidista de la misma elite, que intercambian periódicamente el timón presidencial entre exponentes Demócratas y Republicanos. Esa manipulación no impide la existencia de un escenario multifacético de tendencias políticas de variado tipo. La misma (o mayor) diversidad impera en China.
  • La tesis del monolitismo asiático choca con el simple registro de las corrientes políticas del país. Una analista distingue seis vertientes significativas:

Los neoliberales proponen expandir las privatizaciones, reducir el estado de bienestar y anular las leyes de salario mínimo
Los socialistas democráticos propician una economía mixta gestionada con formas políticas multipartidarias
La Nueva Izquierda defiende las empresas públicas, cuestiona la inserción en la globalización y rechaza desigualdad. 
Los milenaristas retoman los ideales de Confucio, para postular una reorganización del país con parámetros éticos. 
Los marxistas singulares exigen combinar normas de eficiencia con ideales altruistas. 
Sus colegas tradicionalistas retoman ideas de Mao, para priorizar la defensa del país y la continuidad de las empresas estatales.

 




Proyectos en disputa

LO QUE DISTINGUE A CHINA ES LA PREEXISTENCIA DE UNA REVOLUCIÓN SOCIALISTA

Claudio Katz



Existen sólidos fundamentos para caracterizar que en China no impera un régimen capitalista, ni tampoco socialista. Al cabo de varias décadas prevalece una formación intermedia con signo indefinido y desenlaces pendientes. La nueva clase capitalista no ha logrado el control del estado, que permanece en manos de una capa política autónoma de la burguesía.

Ese status singular de una formación burocrática puede desembocar en varios resultados. Un curso futuro estaría signado por la consolidación definitiva del capitalismo y otro contrapuesto por una recreación de la transición socialista. Ambos caminos dependerán de circunstancias externas, luchas políticas y acciones del movimiento popular. Esta mirada es compartida por varios enfoques, inspirados en evaluaciones convergentes.

Una tesis afín a nuestra visión destaca que la economía china no está sujeta al regulador pleno de la ganancia, mantiene sectores estratégicos en manos del estado, garantiza el control de los capitales y procesa una irresuelta disputa entre sectores pro- capitalistas y críticos de ese devenir. Remarca el continuado predominio del Partido Comunista sobre los centros neurálgicos de la economía y explica las altas tasas de crecimiento por la preeminencia de activos del sector público (...).

Este retrato resalta los distintos rasgos de un régimen no capitalista, sin proveer una denominación específica para ese sistema. Las categorías actuales no ofrecen un término satisfactorio para dar cuenta del modelo chino. Algunos estudiosos utilizan el término de “managerialismo” para destacar la primacía del funcionariado en la gestión de la economía. Ilustran cómo los administradores comandan ese desenvolvimiento, mediante supervisiones y asociaciones con el segmento capitalista (...).

Otros pensadores proponen combinar los componentes capitalistas y socialistas del esquema chino en la sintética noción de “social-capitalismo” (...). La dificultad para encontrar un nombre adecuado deriva del carácter inédito del contexto actual. Las categorías utilizadas por los marxistas entre 1917 y 1989 -socialismo, comunismo, estado obrero burocratizado, colectivismo burocrático- se contrastaron con el capitalismo liberal o keynesiano de la época, con la mira puesta en el objetivo pos-capitalista. Ese contrapunto ya no presenta la nitidez del pasado.

Pero lo importante no es la denominación, sino la caracterización del régimen chino. Allí prevalece una sociedad con clases capitalistas ya constituidas que no ejercen el poder del estado. Como destacan otros analistas esa combinación retrata una restauración no concluida (...). Ese escenario sitúa al país en un área de tránsito variable entre el capitalismo y el socialismo. Prescindiendo de estos dos conceptos básicos, la localización histórica de China carece de guías para evaluar su devenir.

Los enfoques que adoptan estas brújulas ubican el debate en coordenadas reconocibles. Habitualmente se discute si la reintroducción del capitalismo en China altera, cancela o facilita el avance hacia el socialismo. Las miradas intermedias no avalan, ni justifican esa regresión y destacan tanto los límites como la potencial reversión de ese proceso.


RESUMEN

El status capitalista o socialista de China quedará definido por luchas políticas y batallas populares. Esa disyuntiva se procesa en una formación intermedia, con clases dominantes que no controlan el poder del estado. Los virajes económicos del país han expresado intereses contrapuestos y no continuidades socialistas. La coexistencia inicial con el mercado difirió del proceso posterior de restauración.

Los intérpretes de una regresión capitalista concluida omiten que la fusión entre burguesía y funcionarios no se ha consumado. El legado socialista es un gran escollo a esa integración, en un régimen muy distinto a cualquier variedad de capitalismo de estado.

Hay varias corrientes en pugna y despunta la renovación socialista que propicia la Nueva Izquierda.

1 comentario:

  1. Lo dicho anteriormente, un excelente trabajo.

    Hace tres años, transitando por la costa de Alicante en compañía de una china, esta observó que algunos clientes de un camping habían izado, junto a sus caravanas, las banderas de sus respectivos países (estadounidenses y británicos). Estupefacta, y francamnte molesta, me preguntó por qué estaban allí esas banderas, siendo el territorio español. A los chinos -me dijo- no se les ocurriría tamaña falta de respeto... ¡izar tu bandera en un país anfitrión!

    En fin, como suele ser habitual, la ignorancia (en este caso sobre China) se suple por una ridícula, aunque muy dañina, propaganda.

    Gracias por estas tres magníficas entregas.

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