Alejado de la primera línea de la política activa, Manolo Monereo, ha publicado recientemente Oligarquía o democracia. España, nuestro futuro. Reproduzco algunas de sus ideas, consonantes con el dilema que plantea el título del libro, extraídas de una conversación mantenida con Sato Díaz, colaborador de cuarto poder. Su inquieta trayectoria queda atrás, pero no su sentido crítico y su visión a largo plazo de las consecuencias, buscadas o no, que implican los compromisos entre fuerzas distintas, con independencia de las intenciones de los pactos.
El debate sobre la república cobra fuerza ahora, cuando sale a la luz la corrupción descarada de la monarquía. Lacra común a muchas instituciones, esta es la única cuya impunidad está blindada en la constitución, en la que aparece como un auténtico parche, aunque en lo profundo es su fundamento. Es la única centrada en una sola persona, elegida por los cromosomas XY, aunque cuando hace falta vale también el par XX. Las fuerzas en que se apoya el sistema consideran con razón que es su clave de bóveda, pero suelen disimularlo diciendo que "en estos momentos de grave crisis no es lo más importante". Idea desviacionista que cala en gran parte de la población, acostumbrada a ignorar las relaciones profundas entre las causas que vienen de atrás y los efectos más inmediatos y visibles (basta ver de qué manera, en esta pandemia, muchos siguen sin ver que los efectos trágicos de los contagios solo se manifiestan semanas después, y en otro orden de cosas, cómo se culpabiliza a un gobierno de meses de lo causado por políticas de muchas décadas).
En este debate republicano, Monereo señala que “para Iglesias, la república es una identidad, no un proyecto”. Entiendo que con esto quiere denunciar un cierto presentismo, que aprovecha la "coyuntura regia" pero no profundiza en lo que debería significar la Tercera República, que va más allá de la memoria de la segunda, por muy necesario que sea rescatarla del olvido. Un proyecto implica unas metas y un proceso para alcanzarlas, y es difícil planteárselo cuando lo inmediato es la coyuntura, y la táctica se convierte en la única estrategia.
Entiendo también que estas dificultades no pueden ser una excusa para abandonar a este gobierno a su suerte. No deja de ser una barrera para la reacción del Gran Poder y sus más genuinos representantes, aunque dentro de él anide también buena parte de lo que se quiere cambiar.
Pero la mejor manera de apoyarlo no es un seguidismo ciego. La buena crítica es imprescindible, y la presión desde abajo no debe debilitar, sino fortalecer las buenas políticas.
Lo que realmente pactó Pablo Iglesias con Pedro Sánchez fue un programa socioeconómico y su modo de financiarse. Iglesias dejó a Sánchez la dirección política de temas claves, no se discute sobre política internacional, no se habla de la OTAN o del nuevo mundo que está surgiendo, no se habla para nada de Europa y sus políticas. Tampoco se habla de la cuestión territorial y de los problemas que hay, tampoco del tema judicial… Es decir, de todos estos temas no se tiene un programa alternativo.
Iglesias no firmó un programa de Gobierno, firmó un programa económico-social muy concreto y su modo de financiación, con lo cual, tres días después de llegar la pandemia el programa saltó por los aires. Ahora, lo que estamos viviendo es la lucha por las medidas políticas que no tienen detrás un programa, estamos luchando medida a medida y propuesta a propuesta para definir un perfil político. Iglesias ha ido aprendiendo que gobernar en alianza con el PSOE significa diferenciarse y, en segundo lugar, que el gobierno es un modo de organizar el conflicto. En esa tarea están.
Según parece en las encuestas, esa diferenciación no da votos, no ha sido capaz de articular una propuesta de izquierdas que sea capaz de ser una alternativa al PSOE. Lo que está haciendo Iglesias es muy inusual, definir una identidad gobernando, es curioso y singular. Además, está definiendo esta identidad medida a medida, como el Cholo Simeone. Yo creo que hemos llegado a un límite y que las propuestas que ahora Unidas Podemos engarce estarán sometidas al mandato de Sánchez. Da la sensación de que Pedro y Pablo se llevan bien, pero los límites que Pedro admite no son los límites que Pablo necesita. Veremos.
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El capital, con el Gobierno de coalición, tiene miedo de que el Estado no les trasvase los fondos necesarios para el futuro. Necesitan esos fondos para poner en pie un poder económico que siga negociando con los poderes públicos, esta es la paradoja: levantamos un poder económico para que luego negocie con nosotros y salgamos perdiendo.
Los poderes económicos son también política, detrás de las derechas están los poderes económicos, Garamendi está detrás de las derechas. Son estos poderes los que están realzando la presencia de Vox, de Ciudadanos y del PP para que sean duros con el Gobierno, para doblegarlo. ¿Cuál es el mecanismo para doblegarlo? Deteriorar a Unidas Podemos, pero no porque sean rojos o comunistas, sino porque son moderadamente reformistas. No están dispuestos a aceptar una mínima reforma, quieren un trasvase de riqueza de lo público a lo privado y no se fían de este Gobierno que promete derechos y libertades que cuestan dinero. Saben, también, que tarde o temprano la Unión Europea rechazará estos derechos y libertades que propone el Gobierno.
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Alemania tiene en Europa su patio trasero, su mercado articulado y organizado, por eso han soltado dinero. Bueno, han emitido bonos que pagaremos dentro de 20 años. Según mis cálculos, lo único que ha llegado de Europa este año son unos 6.000 millones de euros, la parte fundamental no se espera que llegue hasta el segundo semestre del 2021.
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Unidas Podemos parece que cree en lo fácil, que Europa va a resolver nuestros problemas, que por primera vez coincide un gobierno reformista en España con una Europa reformista… Es una pena que hayan llegado a esa conclusión, pronto se darán cuenta, en el 2021, que por ahí no hay vía. Nos aplicarán los criterios de Maastricht y nos obligarán a un plan de austeridad en función de nuestra inmensa deuda pública, quien no vea eso está ciego o no quiere ver.
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Lo del Sáhara tiene dos caras, una marroquí y otra en la seguridad española. No quiero abrir nuevas batallas, pero es evidente que España, un país de la OTAN con bases importantísimas de Estados Unidos en Morón y Rota, tiene un problema no resuelto con los Estados Unidos. Si hay un conflicto entre Marruecos y España, nuestro aliado de la OTAN, Estados Unidos, no va a intervenir en nuestro favor. No es cosa menor esto. El artículo 5 de la OTAN no se aplicará. Estados Unidos considera a Marruecos aliado estratégico, Francia, también. Es más, el Reino de Marruecos es un aliado estratégico de la Unión Europea. Lo del Sáhara tiene consecuencias e implicaciones en la seguridad de España y en ese conflicto estaremos solos.
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Iglesias ha ganado la batalla de los presupuestos, al menos discursivamente, pues se ha opuesto con habilidad a la presencia de Ciudadanos en un acuerdo con el PSOE. Esa batalla es importante. Después, ha intentado reforzar su posición con la ayuda de ERC y EH Bildu, y los ha puesto en la dirección del Estado. Tiene mérito, es un término que no conocía yo hasta el presente.
Lo que ocurre es que estamos en un límite, las posibilidades de ir más allá de lo que Unidas Podemos está definiendo son pocas, parece que los límites están marcados. Una vez aprobados los presupuestos, el Gobierno de Sánchez tiene asegurados dos años más, ahora Unidas Podemos es más prescindible que antes. La jugada táctica es apoyarse en EH Bildu y ERC para reforzar su posición en el Gobierno. Ahora bien, EH Bildu y ERC tienen sus intereses propios, solo coyunturalmente están con Iglesias.
Por otro lado, hay un problema no menor en este republicanismo del que estábamos hablando. Está muy bien que se cuente con las izquierdas nacionalistas periféricas para llevarlas a la dirección del Estado, pero esto tiene, también, un problema: si el republicanismo de España se identifica con la república catalana y vasca, con el separatismo y la desintegración del país, la tercera vía republicana no tiene viabilidad, eso solo beneficia a la monarquía y Vox. Si te alías con ERC en Catalunya y con EH Bildu en el País Vasco, en Galicia somos ya poquita cosa para podernos aliar, mandas un mensaje al electorado vasco y catalán, no refuerzas Unidas Podemos en estos territorios, lo devalúas táctica y estratégicamente. Si el mensaje republicano para el español medio y las clases trabajadoras españolas en Catalunya, País Vasco y el resto del Estado es que la estrategia es pactar con los independentistas, el problema es serio. El mensaje republicano entra en contradicción con la política de alianzas.
El problema es que Unidas Podemos se quedará en la España chica, las Castillas, Extremadura, Andalucía… Bueno, Andalucía tampoco, allí vamos a por la república andaluza, tendremos el 6% de los votos pero seremos felices. Las tres grandes nacionalidades históricas desparecerían de nuestro horizonte, también desaparecerían Baleares y Valencia, que ya tienen sus nacionalistas. Para decirlo en plata, la táctica es táctica, hay que tener cuidado con ella porque a veces te hace incompatible con tus objetivos.
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Que haya complicidades entre las distintas izquierdas y los nacionalismos me parece que es normal. Es normal que las fuerzas progresistas tengan acuerdos en el plano táctico e, inclusive, en el plano de las alianzas estratégicas.
Ahora bien, yo planteo que no estamos en un momento normal, estamos en un momento excepcional donde las identidades se están definiendo. Pablo empieza a reivindicar su posición republicana prácticamente en función de la crisis del emérito y de su posición en el Gobierno. Para decirlo en plata, hay que definir con mucha seriedad y precisión qué se entiende por proyecto republicano. Y desde luego, si el proyecto republicano que Unidas Podemos defiende tiende a buscar una alianza con las fuerzas independentistas, tendrá una consecuencia inmediata: la república se identificará con el independentismo y la desintegración de España. Si eso se hace, eso solo beneficia a Vox y a las derechas.
Lo que tiene que hacer Unidas Podemos es definir con precisión qué país quiere, y no en abstracto. ¿Queremos la república federal y solidaria o no? Si eso no está claro, lo que ocurrirá es que desapareceremos en el País Vasco y Catalunya como fuerza efectiva y las derechas se quedarán con el proyecto unitario de España.
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Una reflexión: ¿Este periodo en el Gobierno nos ha dado más o menos votos? ¿Tenemos más o menos organización? ¿Más imbricación social o menos? Yo hago las preguntas retóricas y sé la conclusión: tenemos menos votos, menos organización, menos vínculos sociales y nuestras estructuras de base han ido desapareciendo. Yo creo que habría que hacer un balance colectivo, no solo de Unidas Podemos, sobre este primer año de Gobierno y compartirlo con la ciudadanía.
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