No es un bello producto, no es un fruto perfecto...
pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia.
Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más.
Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
miércoles, 23 de diciembre de 2020
Primero, la monarquía; la constitución, después
Javier Pérez Royo, como catedrático de Derecho Constitucional, analiza aquí la relación invertida que el proceso de aprobación de la actual Constitución estableció y que constituye ahora el principal obstáculo para liberar al parlamento de la tutela real. Dice así:
"La Monarquía es el problema. Con la subordinación del principio representativo al principio monárquico la capacidad de reforma y regeneración del sistema era y es nula."
Porque desde el primer momento esta constitución presenta las características de una carta otorgada surgida de un poder absolutista anterior. Franco, monarca absoluto, nombra un heredero, que es quien concede legitimidad al documento. De manera que aunque en el primer artículo se diga, por este orden:
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.
La realidad es que primero fue la forma política y luego el reconocimiento de la soberanía nacional.
Y así sigue siendo. El reconocimiento es relativo, mientras no se toque la forma política. Se comprende que los "partidos del sistema" los llamados constitucionalistas, se opongan tajantemente a cualquier modificación de la forma de Estado.
El rey es en primer lugar el jefe de las fuerzas armadas, y como tal tiene la llave del poder militar. Juan Carlos lo dejó claro el 23 F. Y así como Franco había nombrado a su heredero, Juan Carlos nombró el suyo cuando, forzado por los escándalos, abdicó y se retiró a su exilio (sobre)dorado.
La prueba palpable la señala Pérez Royo, y es un detalle sobre el que se pasa de puntillas. El hecho es que hubo dos abdicaciones con un orden absolutamente lógico, que desnuda, para quien quiera verlo, las características fundamentales (fundacionales) del sistema.
Por la mañana el rey abdica el poder militar, en la Zarzuela, con su hijo, como si fuera (que tal es) un asunto de familia. Las cortes no estaban presentes, ¿qué tienen que ver con el ejército? El ejército es cosa nuestra.
Por la tarde su hijo, con uniforme de Capitán General, se presenta a las Cortes y formaliza la abdicación. ¿Quién estaba antes?
Cuando se promulgó la constitución el rey utilizó una fórmula exterior a ella. "Yo estoy antes de la constitución, la promulgo pero no me afecta". Y así es, porque su legitimidad venía de la dictadura. De hecho nunca juró cumplirla: solo había jurado las Leyes Fundamentales del Reino.
Pérez Royo no da puntada sin hilo.
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