viernes, 25 de diciembre de 2020

¿El problema de la vivienda (no) tiene enmienda?

¿Existen las necesidades? Existen en la medida en que existen las carencias. La amenaza de privación alimenta la búsqueda de lo necesario, que siempre lo es para la vida. Para todo viviente, la vida es el axioma. 

Mantener la vida orgánica requiere evitar carencias que matan. Las necesidades vitales pueden medirse en función de su urgencia, según lo que tardan en matar las carencias. Por este orden, son necesarios el aire, el agua, el alimento y el cobijo. Luego vienen otras muchas necesidades, cuando la vida es algo más que el metabolismo y entran en juego el placer y el dolor, los afectos y los deseos. Y la necesidad de vivir se conjuga indisolublemente con la de convivir.

¿Existen los derechos? Postulada la "necesidad de vivir", el viviente se concede a sí mismo el "derecho a la vida". Y la vida plena es mucho más que la vida vegetativa, por más que se empeñen en identificarlas los enemigos de la eutanasia.

Si las necesidades se desarrollan y despliegan, jerarquizándose, también los derechos se despliegan, desdoblan y jerarquizan. Se desdoblan doblemente, porque no podemos evitar que los de un individuo o un colectivo entren en conflicto con los de otros, pero a su vez  el conflicto puede darse no solo entre sociedades y dentro de cada sociedad, sino entre unas necesidades y otras. Por ejemplo, la necesidad de acumular que tiene el capital ("sostener la economía", salvar los negocios) está ahora mismo enfrentada a la de mantener la salud y la vida.

Surge la economía como un mecanismo de distribución de bienes escasos. Ya lo es el agua, aún no del todo el aire, aunque los bonos de carbono sean una realidad. Las necesidades en despliegue exponencial chocan con los límites naturales. Lo abundante se torna escaso. "De donde no hay no se puede sacar". Esta realidad seca los pozos (los acuíferos y los de petróleo), agota los "criaderos" de mineral, tala los bosques...

¿Es aplicable esto a la vivienda, al "derecho a la vivienda", esa necesidad insatisfecha para muchos de cobijo? Aquí chocan dos derechos, el de los capitalistas de mantener una tasa de ganancia que se desploma necesariamente y el de todos, incluidos ellos, de tener un techo. Como escribió Marx, "entre derechos iguales decide la fuerza".

Un artículo reciente del arquitecto y urbanista Jesús Gago, Madrid Nuevo Norte (Chamartín): un urbanismo depredador y contrario a la ley denuncia sin paliativos el negocio que estuvo en el origen de la caída de Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid tras allanarle el camino a la derecha.

El negocio de la construcción es enorme, tanto en su escala física como económica, y lo defiende el capital financiero con uñas y dientes. Mantenerlo es una forma de aplazar, solo aplazar, el derrumbe del edificio económico del capitalismo actual. Así dice el artículo que expongo a continuación:

"En resumen, en la base del crecimiento general de los precios del suelo urbano, independientemente de las otras circunstancias que en cada ciudad o país inciden tanto en la renta como en el precio de la tierra, se encuentra el descenso de la tasa de ganancia, que ha llevado a nivel mundial a los actuales tipos de interés real muy cercanos a cero."

Parece evidente que, de momento y en nuestro país, la vivienda no debería considerarse un bien escaso, porque a la realidad de los desahucios y la cantidad de personas sin hogar se une la de cientos de miles de viviendas vacías. Solamente decide la fuerza entre los derechos en disputa. En este caso, literalmente, la fuerza económica de los capitales desemboca en la fuerza física de las "Fuerzas  de Orden Público" y la "Fuerza de la Ley" y de quienes la aplican.

La solución más ecológica (y más económica) no pasa por un nuevo impulso a la construcción, ahora de viviendas sociales, sino a una justa redistribución de las ya existentes que permanecen vacías en manos de grandes propietarios, atesoradas como un "valor expectante" a la espera de tiempos mejores. Estos son "la fuerza", no los que tienen un piso alquilado y a veces malviven con su renta, aunque se parapeten tras ellos los buitres.

La clase obrera y el problema de la vivienda

IKC

UNA SOLUCIÓN DEFINITIVA AL PROBLEMA DE LA VIVIENDA


CONTENIDO

1 La urbanización del mundo después de la 2ª guerra mundial.

2 La dimensión actual del problema de la vivienda.

2.1 La infravivienda en las ciudades del mundo.
2.2 El hacinamiento y la privación grave de vivienda en la UE.
2.3 Las viviendas sin ocupar y los edificios de uso parasitario.

3 La vivienda en la diana del capital ficticio del siglo XXI.

3.1 Las burbujas inmobiliarias en un contexto de incremento generalizado de los precios reales.
3.2 Los precios de la vivienda ya superan los máximos históricos del ciclo anterior.
3.3 “Para los precios inmobiliarios en Londres, consulte las cotizaciones en Tokio”.

4 La búsqueda de una solución efectiva exige romper con la burguesía.

4.1 Las políticas reformistas respetan el mantenimiento de los precios actuales.
4.2 Un programa de clase para solucionar el problema de la vivienda. 

CUANDO LA VIVIENDA OBRERA ES EL NICHO DE MERCADO DEL GRAN CAPITAL 

1 Los pisos procedentes de los desahucios bancarios ahora son...

2 …el negocio de los bancos y de los fondos buitres.

3 La burbuja de los precios de la vivienda alquilada.

4 De “No tendrás casa en tu puta vida” a la aparición de las PAH (Plataformas de Afectados por las Hipotecas)

5 La Propuesta de Ley de Vivienda de la PAH.

6 Ni una familia sin casa, ni una casa sin familia.

(...)

Las burbujas se caracterizan por una espiral de creciente producción alimentada por una demanda que parece no tener límite y que extiende su tensión inflacionista al conjunto de las construcciones existentes, primero en el mercado de la compraventa y inmediatamente del alquiler. Dicha demanda no nace de los ahorros de las clases trabajadoras cuyo límite es muy obvio. Su carburante proviene de la abundancia de capital que busca rentabilidades ante la disminución de la tasa de ganancia en la producción en general. La perspectiva de reventa de los inmuebles con grandes beneficios inicia el proceso de especulación y se alimenta del crédito fácil y barato de las entidades financieras, creando a su vez una burbuja de deuda. Cuando finalmente la tensión del mercado llega al límite y los inmuebles empiezan a no poder ser vendidos, los créditos dejan de poder ser amortizados y el propio sistema financiero peligra con la desvalorización de los inmuebles y el impago de la deuda hipotecaria.

(...)

Para la clase obrera mundial el problema de la vivienda es de naturaleza prioritaria. En sus manos está resolver la contradicción entre ser la productora de todos los inmuebles y no tener acceso de uso más que de los peores y cada vez con mayor dificultad.

Un programa de clase debe partir no de lo que la clase dirigente está dispuesta a ceder, sino de las necesidades reales de las masas trabajadoras en cada población y país. El nivel de desarrollo actual de las fuerzas productivas permitiría la desaparición de los problemas de vivienda si los recursos fueran planificados en función de su optimización social y no del beneficio del capital.

Eso significa que el problema de la vivienda de los trabajadores puede resolverse de manera efectiva y definitiva, pero a condición de partir de la visión simétrica a la que tienen la burguesía y sus acólitos reformistas: declarando la vivienda (incluidos los suministros básicos) un derecho básico real de responsabilidad y ejecución social, al igual que la sanidad, la educación y las pensiones. Y tomando las propias organizaciones de clase el control de la ejecución de ese derecho.

El principio es sencillo: en vez de dar buenos consejos a los capitales para que se porten mejor en el mercado de la vivienda para la clase obrera, hay que eliminar los capitales de ese mercado y el mercado mismo.

El programa a desarrollar ha de adaptarse a las realidades nacionales, pero en general habría de incluir las siguientes reivindicaciones:

Prohibición de todos los desahucios de familias trabajadoras.

Congelación de todos los alquileres al nivel más bajo de los últimos 20 años.

Municipalización de todo el suelo urbano.

Expropiación sin indemnización de todas la viviendas en manos de grandes propietariossu incorporación al parque público de alquiler social, a precios adaptados a la renta familiar.

Incorporación al parque público de toda vivienda vacía más de dos años.

• Plan urgente de construcción de vivienda pública en todas aquellas poblaciones donde las medidas anteriores no sean suficientes para garantizar vivienda digna a toda la población.

(...)



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