En el momento más agudo de la crisis económica se usó la imagen de Tirar dinero, desde un helicóptero, para activar la economía. Esta medida keynesiana se proponía reactivar la economía, recuperando la "senda del crecimiento":
Se vuelve a hablar en Europa del “helicóptero del dinero”, imagen usada en 1969 por el Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, padre de la llamada Escuela de Chicago y de las teorías neoliberales que dominan la economía mundial, cuando sugería y analizaba la idea de lanzar masivamente dinero desde un helicóptero para reactivar la economía. Cuando se valora el efecto que tendría tal acción, se advierte que se dispararía la inflación, los precios subirían y, aún teniendo más dinero en su bolsillo, la gente no sería más rica, pues en realidad la riqueza existente no habría aumentado. No obstante, se puede argumentar que una acción de este tipo podría reactivar el ciclo productivo, con lo que si aumentaría la riqueza creada, vendida y comprada, más allá de la percepción efímera de riqueza generada por la lluvia de billetes.
Es decir, inundar de dinero a la población crearía inflación desbocada, como han demostrado muchas situaciones históricas en las que se ha recurrido a la impresora para que crezca el dinero, pero no la riqueza. La medida, sin embargo, estaba pensada para relanzar el crecimiento de esta última, impulsando la demanda deprimida.
Aunque se le parezca, no es esta la propuesta de Garzón. No se trata de que crezca el consumo, sino de que se pueda consumir lo imprescindible.
En la situación actual ese consumo imprescindible debe ser financiado públicamente. La inflación generada alcanzaría a bienes que no sean de primera necesidad. Desde luego, habrá que controlar los precios de esos bienes. El exceso de dinero en manos de los más ricos no encarecería nada más que bienes de lujo que ahora mismo no necesitan ni pueden disfrutar (aunque visto lo visto tengo mis dudas...). Que se encarezcan pues. Y si quieren especular con él, para evitarlo siempre habrá medidas fiscales o de control de capitales. E inspección, mucha inspección.
Ese dinero hay que sacarlo de alguna parte. O inventarlo. A mí me preocupa un comino la deuda que se genere, porque muy pronto será impagable y no se pagará, en un mundo que se encoge a toda prisa.
Que no se preocupen los más ricos, porque también ellos percibirán esa ayuda y no morirán de hambre. Las empresas, intervenidas, producirán lo que se necesite. Los beneficios del capital, si se producen, habrá que someterlos a fuerte imposición.
¿La inversión? Pues mejor que sea pública y planificada. Y el que quiera lujos, que se los pague si puede.
Puede sonar a utópico, pero ¿alguien me puede explicar cuál sería su alternativa?
Madrid. REUTERS/Sergio Perez |
La medida económica más potente y sencilla para no dejar a nadie sin ingresos durante una cuarentena
Eduardo Garzón
Durante una cuarentena aplicada para contener una epidemia la mayor parte de las empresas no pueden realizar su actividad y mucha gente se queda sin recibir ingresos, al mismo tiempo que mantienen muchos de los gastos de siempre. Los gobiernos de los distintos países están aprobando multitud de medidas muy variadas con el objetivo de reducir estos daños económicos y sociales, ya sea dotando de ingresos a muchos damnificados o reduciendo muchos de sus gastos.
Sin embargo, el problema que tienen estas medidas es su enorme variedad y especificidad: hay medidas para desempleados, para autónomos, para pequeñas y medianas empresas, para ciertos colectivos de trabajadores, para padres y madres, para personas sin recursos, para hipotecados, para arrendatarios… Puesto que el legislador quiere que las ayudas sean sólo para quien las necesite debido a su particular situación de vulnerabilidad establece un complejo sistema de requisitos y condiciones que cada beneficiario debe cumplir. Esto provoca retrasos en el diseño de las ayudas (porque hay que pensar muy bien cómo debe ser cada una de ellas) y también en su gestión (los beneficiarios tienen que demostrar que cumplen los requisitos establecidos y eso requiere mucho papeleo), pero es que además genera problemas de solapamiento (¿qué pasa si estoy en varios colectivos vulnerables al mismo tiempo?) y también de exclusión (¿qué pasa si mi particular situación no se adapta a ninguna de las contempladas?). En consecuencia, se emplean muchos recursos humanos y mucho tiempo para otorgar unas ayudas que llegan tarde y que distan mucho de resolver todos los problemas. Sin embargo, existen medidas económicas mucho más fáciles de diseñar y de aplicar, y que al mismo tiempo son más eficaces.
Como el objetivo es que nadie se quede sin capacidad económica para satisfacer las necesidades más básicas mientras dure la cuarentena, lo único que hay que hacer es otorgar una prestación económica a aquellas personas que no tengan suficientes ingresos. Da igual que esas personas sean trabajadoras, desempleadas, autónomas, jóvenes, altas o lo que sea; eso no es lo importante. Se trata de que sólo por el hecho de ser ciudadano se tenga el derecho a recibir un ingreso suficiente para cubrir los gastos básicos en un momento excepcional de cuarentena. Por lo tanto, el criterio para distinguir quién necesita o no la ayuda deben ser sus ingresos, no su situación laboral, familiar o personal.
Ahora bien, ¿cómo saber quién necesita ingresos porque no los tiene y quién no? El Estado tiene información sobre los ingresos que obtienen muchas personas por su actividad económica a través de la declaración de la renta. El problema es que esa declaración responde al curso fiscal pasado y no al vigente, además de que no todo el mundo hace dicha declaración. Si estuviésemos hablando de un periodo normal en el que no hay cuarentena, esta información sería suficiente para suministrar una ayuda a todas aquellas personas que en la declaración de la renta se ha comprobado que no tienen suficientes ingresos (esto es algo que llevo tiempo defendiendo y a lo que podríamos llamar "renta mínima gestionada a través de la declaración de la renta"). De esta forma, si a partir de dicho trámite fiscal se comprobase que una persona no ha tenido suficientes ingresos, el Estado le inyectaría en su cuenta bancaria el dinero suficiente para cubrir los gastos básicos durante un año. Al año siguiente volvería a comprobar si ha tenido suficientes ingresos derivados de su actividad económica, volviendo a otorgar la ayuda si fuese necesario. La solución para que llegase a todo el mundo necesitado y no sólo a los que declaran sus ingresos sería animar a que la declaración de la renta fuese obligatoria para todos. Es la única gestión que habría que realizar, mucho menos tediosa que cualquiera de las existentes hoy día para recibir otras ayudas sociales.
En el caso de una cuarentena que ha llegado de golpe existe un problema añadido, y es que la situación económica actual de una persona no tiene por qué corresponderse con la del año pasado (podría haberle ido bien siempre hasta el momento de la cuarentena, por ejemplo), por lo que la declaración de la renta del año pasado no nos dice mucho sobre la situación actual (aunque sí nos dice algo: se presupone que una persona con una renta elevada durante muchos años tiene ahorros suficientes para aguantar dos meses de cuarentena, por ejemplo). La mejor solución a esta dificultad pasa por darle la vuelta al proceso descrito: en vez de comprobar primero los ingresos con la declaración de la renta y dar dinero después a quien no tenga suficientes, se da primero dinero a todo el mundo y luego, cuando se haga la declaración de la renta, se hacen cuentas para que quien no necesitó esa ayuda la devuelva y que quien sí la necesitó se la quede. Sigue siendo sencillo y el efecto económico y fiscal es absolutamente el mismo.
He hablado únicamente del lado de los ingresos, pero si la ayuda económica fuese sólo suficiente para cubrir gastos de alimentación y suministro energético (que son los básicos comunes a todo el mundo) pero no necesariamente suficiente para otros gastos importantes como el pago de alquileres, hipotecas, cuotas u otros gastos fijos, esta medida debería ir acompañada de la suspensión o reducción de muchos de esos gastos importantes. Piénsese que los beneficiarios de esos pagos en ningún caso se quedarían sin ingresos suficientes para lo básico porque recibirían la ayuda del Estado igual que todo el mundo. Otra opción sería que la ayuda económica del Estado fuese mucho más cuantiosa para que pudiese cubrir también todos esos gastos importantes, y luego hacer cuentas para que quien no tuviese tales gastos devolviese la parte no necesitada.
Propuestas razonables, por eso serán rechazadas por La Ladronal.
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