Son mensajes embotellados en medio del naufragio, lanzados al océano de desinformación confusa en que se hunde la sociedad. Con la esperanza desesperanzada de que los recoja una parte significativa de la población. Por eso al primero, contenido en botella de gran reserva, añade el segundo embutido en un garrafón.
Turiel denuncia el confusionismo creado por las teorías de la conspiración. Unas dicen que la enfermedad no existe y es un ardid para someter y disciplinar a la sociedad. Otros afirman que ha sido creada para eliminar población sobrante, como arma de guerra económica, como fuente de negocio, Elaborada por siniestras sociedades secretas, Estados que luchan por la hegemonía, empresas farmacéuticas, la enfermedad parece una trampa urdida.
Estas teorías se propagan como otro virus más, induciendo a comportamientos inadecuados. Aun suponiendo que en su origen hubiera un cálculo intencionado, la complejidad del mundo real acabaría frustrando cualquier previsión. Observemos que las estrategias maquiavélicas, cuando desembocan en guerras, fracasan al menos en la mitad de los casos. Estas supuestas conspiraciones no conseguirían su objetivo.
Pero tras estos bulos hay un propósito compartido por muchos: recobrar la libertad. Libertad de movimiento de gentes que no pueden hacer lo que quieren o ir a donde quieren. Libertad de expansión de los capitales, que aunque puedan cambiar de actividad y aparezcan nuevas oportunidades de negocio, no pueden compensar la menguada capacidad de consumo.
La pandemia es una obstrucción al movimiento del capital, ese fluido que, como el agua de lluvia, se escurre por todos los resquicios que encuentra, se adapta mejor o peor a lo que se le oponga, rompiendo si puede los diques, y acaba acumulándose en cualquier charca.
Esta es la verdadera conspiración oportunista que alimenta a todas las teorías que la gente acepta porque coinciden con sus deseos primarios.
Esto dice provocativamente Turiel:
Esto de la CoVid está durando ya demasiado, y eso no es bueno para los negocios. Obviamente, no es bueno para nadie, pues mucha gente se queda sin trabajo; pero los que tienen capacidad de reaccionar e influir son los que tienen mucho dinero y muy pocos escrúpulos. A los amos del dinero les interesa que este tema acabe cuanto antes mejor: que se infecte ya todo el mundo, la palme quien la tenga que palmar —sea el 1 o el 5% de toda la Humanidad, qué más da— y volver cuanto antes a los negocios y a ganar dinero a espuertas ellos, y tú a tu curro de mierda.
Agitación, propaganda y confusión
(...)
Dentro de un tiempo, cuando se asiente la polvareda de estos convulsos años, el estudio de lo que ha pasado (y está por pasar) será apasionante desde el punto de vista sociológico. Por qué, en medio de una crisis sanitaria como no se había visto en nuestras vidas, la reacción de una parte significativa y creciente de la población es una mezcla de escepticismo, desconfianza, rabia e incluso rebeldía. Lo mejor del caso es que todos esos sentimientos son infundados. Entendámonos: no es que no haya razones, así en general, para el escepticismo, la desconfianza, la rabia e incluso la rebeldía; al contrario, debido a lo disfuncional que es esta sociedad las causas para todo ello abundan. Pero no las hay para decir todas las cosas que se dicen sobre la CoVid. Da la impresión de que la pandemia ha hecho que todo esa montaña de sentimientos negativos, amontonados durante años, ha acabado por desbordarse con toda la tensión extra que ha causado la CoVid y se ha derrumbado caóticamente sobre este tema que, de todos, es el que menos tenía que ver con toda la angustia acumulada.
(...)
Eres un pringao
(...)
Sobre eso te voy a contar un secreto. Lo cierto es que ya hace un par de años que el mundo vivía una situación tensa, anticipando la debacle económica que venía. Muchos indicadores económicos mostraban que íbamos de cabeza a otra crisis (y eso ya sin tener en cuenta el problemilla del petróleo).
¿Y sabes qué? Que ya sabemos que los ricos y poderosos le echan mucha cara cuando viene una crisis, pero, colega, siempre se la han echado. ¿Bajo qué piedra estabas escondido? Todos los sabíamos, siempre lo han hecho. No es una conspiración secreta en una cueva oscura, es el mangoneo de siempre a la luz del día. Hace años que es así. Con cualquier excusa se echa a la gente de su curro con una indemnización de mierda y se aprovecha para volver contratar con sueldos más bajos: pasó en 2008, pasó en 2011 y vuelve a pasar ahora. Todos lo sabemos y todos nos dábamos cuenta, y no vamos llamando borregos a los demás y en particular a ti, que eres un poco cortito porque justo ahora te das cuenta y como no lo habías visto hasta ahora te crees que los demás ni lo sabíamos. So botarate.
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