martes, 22 de enero de 2013

El cuento de Centro y Periferia

Goofynomics

Centro es un pérfido seductor, Periferia una pobre chica reprimida e ingenua...

Con ácida ironía, el autor construye sobre esa imagen una plástica descripción de las realidades económicas que padecemos. Y, como es de esperar, más que el final feliz de Cenicienta nos encontraremos con la amarga decepción de Tisbea. 

Don Juan no es precisamente un amoroso príncipe...

El final de la historia:
Un ejemplo: los que compran una empresa en la periferia, no lo hacen porque quieran crear puestos de trabajo y crecimiento en la periferia (de hecho, en dos de cada tres casos empiezan despidiendo a gente, ¿se han dado cuenta?). No: lo hacen porque quieren hacer dinero para luego llevárselo al centro (y tal vez, para hacer todavía más negocio, se saltan algunas reglas y todo, ¿no se habían dado cuenta?). Pues bien: traten de meterse bien en la cabeza este simple hecho: lo que hoy es una entrada de capital, mañana se convierte en una salida de rentas. El flujo de entrada de capital extranjero (para comprar un título público, para financiar la compra de una segunda vivienda o una televisión de plasma de un ciudadano, para adquirir una empresa), mañana se convierte en una salida de ingresos hacia el extranjero (intereses o beneficios). ¿Entendido? Hoy entra el dinero, en forma de crédito (para el centro), es decir, de deuda (para la periferia). Mañana se va el dinero: son ingresos pasivos en el balance de pagos, ingresos que aumentan aún más el déficit exterior de la periferia, que, como enseña la usura, en un momento se ve obligada a pedir prestado capital adicional, no ya para financiar la inversión productiva, e incluso para financiar el consumo, sino simplemente... ¡para pagar los intereses! Un capital que Periferia al principio ni quería ni necesitaba, ¿recuerdan? En el mundo "reprimido" el circuito del ahorro se cerraba dentro del país: a Periferia le bastaba con los ahorros de sus ciudadanos, que los tenían, porque, como no todo se había privatizado, los servicios esenciales no costaban cada vez más dinero. En el fondo no se estaba tan mal. Algo se ahorraba.

Pinocho, rumbo a la isla de los juegos

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