viernes, 28 de febrero de 2014

Reformar el capitalismo o luchar por el socialismo

¿Será mucho pedir?


Se propone aquí un decálogo para toda la Izquierda Europea. Si no se llega a un programa común, y se reúne la fuerza necesaria para imponerlo, toda la Unión Europea se derrumbará como un castillo de naipes, país tras país, y los trabajadores que aún no han sufrido en demasía la crisis tampoco tendrán luego defensa.

Alberto Arregui, Laura Ruiz, Javier Jimeno, Carlos Sánchez Mato y Jordi Escuer, miembros de Izquierda Unida, presentan esta propuesta programática, publicada en Rebelión. Es importante, es vital, que la izquierda europea, como conjunto, presente ese frente común de luchas. Lo contrario es una subasta a la baja del precio del trabajador en el mercado de esclavos. ¿Exagero? Al tiempo me remito. Pero el tiempo es irreversible y tener razón en tiempo pasado maldita la gracia que tiene.

Las situaciones de los trabajadores son diversas, y por desgracia también sus posturas ideológicas, después del pacto social que la socialdemocracia (y no sólo ella), establecieron en aquellos años más o menos dorados, que no de oro.

Por eso una parte de la izquierda europea aún tiene su sentido común inmerso en el capitalismo. La tentación, una vez destruida por décadas de clases medias acomodadas la idea de una clase obrera con un interés común, es de reformarlo. Pero el capitalismo sólo hace concesiones cuando no puede evitarlas, y siempre en épocas de crecimiento. Y ese tiempo tan feliz no volverá...

La propuesta de estos compañeros es factible. No es más que un programa de mínimos.

Si los trabajadores de los países centrales se dejan arrastrar al reformismo, buscando su salvación a costa de los periféricos, sólo propician que el capital sin fronteras los desplace de sus posiciones relativamente privilegiadas. Al tiempo.

Aunque no lo sepan, estarán minando su propio futuro.

El dilema de la izquierda europea
Reformar el capitalismo o luchar por el socialismo
(...) 

Europa es un paraíso para la explotación de los trabajadores por las multinacionales. No solo de los trabajadores directos, sino de los millones de trabajadores de la industria auxiliar que trabaja para éstas. Dado el amplísimo abanico de costes salariales, y la variedad de legislaciones laborales existentes, las multinacionales pueden diversificar sus producciones por países estableciendo un competencia a la baja en las condiciones laborales.

En el lenguaje de los directivos de estas multinacionales es común hablar de países de alto o bajo coste, y determinar las inversiones en función de ello. Por ejemplo, los aspectos más relacionados con la investigación y desarrollo se mantienen en los países más industrializados, mientras que la producciones más intensivas en mano de obra se trasladan a países con salarios bajos.

Frente a esta realidad, el internacionalismo es más importante que nunca, empezando por la unidad en la lucha de los trabajadores europeos. Si los trabajadores alemanes permiten la explotación de los trabajadores españoles, están tirando piedras sobre su propio tejado y viceversa. Las multinacionales chantajean a los empleados de sus propias factorías en diferentes países, enfrentándolos unos a otros. Ford cierra una factoría en Bélgica con 4.300 trabajadores y traslada la producción a la de Almussafes, en Valencia, después de imponer unas condiciones de explotación más intensas a su plantilla, con una reducción de los “costes salariales” gracias a medidas como que los nuevos contratados ganen un 25% menos que el resto de la plantilla. El director de Fabricación de Ford España, Antonio Adés, había declarado en marzo del año 2012 que habría que reducir las vacaciones de los trabajadores ya que, en su opinión, "son excesivas" y añadió: "Habrá que trabajar más por menos".

No debemos aceptar el “sálvese quien pueda” y por eso la lucha, para ser efectiva, también tiene que coordinarse a escala internacional. Si no, los trabajadores acaban enfrentados entre ellos por las migajas, a ver quién acepta más sacrificios, en un circulo vicioso.

Al fin y al cabo, los trabajadores de todas las naciones de la Unión tenemos mucho más en común entre nosotros que con nuestras respectivas clases dominantes. En todos los países crecen las luchas y movilizaciones contra las políticas de ajuste. Es imprescindible plantearse la movilización a escala europea, incluida la convocatoria de huelgas generales continentales. Pero para que exista una unidad sindical y política en la lucha es imprescindible un programa común, cuyas líneas generales serían:
1) Una jornada laboral máxima europea de 35 horas semanales, como primer paso para una política de reducción general de la jornada laboral, sin reducción salarial.
2) Un salario mínimo europeo equivalente al 60% del Salario medio de cada Estado, como establece la Carta Social Europea.
3) La jubilación a los 60 años, como máximo en todos los Estados europeos, con pensiones como mínimo equivalentes al SMI que reclamamos.
4) Una Renta Básica Europea para todos aquellos trabajadores que carezcan de empleo y hayan agotado sus prestaciones por desempleo.
5) La Sanidad, la Educación y la Dependencia, deben ser públicas, gratuitas y universales en toda Europa.
6) Hay que luchar por que los representantes de los trabajadores en las multinacionales puedan participar en los procesos de reconversión industrial y deslocalización, con un poder efectivo de negociación. Actualmente la legislación europea reconoce formalmente la existencia de Comités Europeos pero estos sólo pueden recibir la información sobre las decisiones consumadas de las multinacionales.
7) Libre acceso y medios para visitar todos los centros de trabajo por parte de los miembros de los comités europeos. Posibilidad de reuniones entre los representantes de los trabajadores en las empresas afectadas por reconversiones.
8) Capacidad de bloquear deslocalizaciones en multinacionales con beneficios.
9) Un accidente laboral o enfermedad profesional es igual se sea español, alemán, rumano o polaco. Una única legislación sobre salud laboral y prevención de riesgo para todos los países europeos
10) Reconocimiento pleno del derecho a huelga, incluidas las de carácter político y de solidaridad en todos los países de Europa, y también el derecho a convocar huelgas de carácter europeo.
(...)

Ni los recursos productivos ni las personas son capital, éste es una relación social determinada que se caracteriza porque dichos medios son propiedad de una minoría, lo que le permite explotar a la mayoría, la cual no tiene otra opción que vender su fuerza de trabajo, física e intelectual, para poder vivir. Por tanto, la economía puede funcionar de forma muy distinta si cambiamos esas relaciones de propiedad y el correspondiente modo de producción que dominan nuestra sociedad. La experiencia ha demostrado que suministrar agua o atender la salud se hace desde el sector público mejor que desde el privado. Pero eso es extensible a todos los grandes sectores económicos. Hay recursos más que suficientes para que todas las personas tengan derecho a una existencia digna, el único obstáculo que lo impide se llama capitalismo.

Es imposible lograr una cooperación en beneficio mutuo entre los Estados en una Europa capitalista, que necesariamente conlleva el crecimiento de las desigualdades entre las clases y la competencia entre países, con el consiguiente aumento de los desequilibrios. Sólo en un sistema basado en la propiedad pública de los grandes medios de producción y en una planificación democrática de la economía, es posible hacer realidad esa cooperación entre los pueblos de Europa. En otras palabras, debemos defender una Europa socialista y democrática si queremos resolver los problemas que se plantea nuestra sociedad.

No estamos ante una lucha por “reequilibrar la renta”, se trata de ellos o de nosotros. Incluso la supervivencia de la Tierra como planeta habitable es incompatible con el capitalismo. La Historia brinda oportunidades excepcionales, pues sólo una situación que permite el cambio en la conciencia de millones de seres humanos, tal como se está produciendo ante nuestros ojos, permite la oportunidad de cambiar su rumbo. Esa es nuestra lucha, para esa gigantesca tarea socialista hemos construido Izquierda Unida.

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