jueves, 20 de febrero de 2014

Sin permiso


En el párrafo inicial de la Crítica al programa de Gotha, Marx deslinda bien lo que en la riqueza hay de fruto de la naturaleza y lo que añade el trabajo humano que la transforma, y también deja claro cómo éste es parte de aquélla. Niega pues la formulación que se hace a menudo de su pensamiento como un sistema economicista que no tendría en cuenta la naturaleza como factor primordial.

Además de esto, señala la apropiación de la naturaleza como la base de la posibilidad de transformarla en bienes, en valores de uso. A quien no dispone de esa condición de propietario de bienes le queda sólo la posesión de su propia fuerza de trabajo, y no podrá emplearla sin permiso de quien se ha adueñado de las condiciones materiales del trabajo. 

Frente a esta formulación categórica del programa del Partido Obrero Alemán:
 «El trabajo es la fuente de toda riqueza y de toda cultura».
Puntualiza Marx: 
El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!) ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre. Esta frase se encuentra en todos los silabarios y sólo es cierta si se sobreentiende que el trabajo se efectúa con los correspondientes objetos e instrumentos. Pero un programa socialista no puede permitir que tales tópicos burgueses silencien aquellas condiciones sin las cuales no tiene ningún sentido. En la medida en que el hombre se sitúa de antemano como propietario frente a la naturaleza, primera fuente de todos los medios y objetos de trabajo, y la trata como posesión suya, su trabajo se convierte en fuente de valores de uso, y, por tanto, en fuente de riqueza. Los burgueses tienen razones muy fundadas para atribuir al trabajo una fuerza creadora sobrenatural; precisamente del hecho de que el trabajo está condicionado por la naturaleza se deduce que el hombre que no dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo, tiene que ser, necesariamente, en todo estado social y de civilización, esclavo de otros hombres, de aquellos que se han adueñado de las condiciones materiales del trabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir, más que con su permiso. 
Y propone esta formulación, más atinada: 
«El trabajo sólo es fuente de riqueza y de cultura como trabajo social», o lo que es lo mismo, «dentro de la sociedad y a través de ella».
«En la medida en que el trabajo se desarrolla socialmente, convirtiéndose así en fuente de riqueza y de cultura, se desarrollan tambien la pobreza y el desamparo del obrero, y la riqueza y la cultura de los que no trabajan». 
Y concluye:
Esta es la ley de la historia, hasta hoy.

He tomado las citas de la edición de la Crítica del Programa de Gotha de Ricardo Aguilera, con varias ediciones desde 1968, que se ajusta a la rusa de 1953, redactada por el Instituto del Marxismo-Leninismo. 

(A partir de la ley de prensa de 1966, la "Primavera de Fraga" permitió la publicación de textos como este, que daban el ajustado aire aperturista de cara a las democracias y que por su carácter más "teórico" no parecían muy peligrosos).

Recientemente (bueno, hace más de año y medio) encontré este texto, de redacción tal vez más fácil para un lector actual, en una nota a pie de página de este artículo de Salvador López Arnal, (casualmente, dedicado a la libertad de expresión). 

Esta es la nota: 
En la contraportada de la edición en papel de la revista Sin permiso puede leerse este fragmento del Marx de la Crítica al programa de Gotha: 
«El trabajo no es “la fuente de toda riqueza”. La naturaleza no es menos fuente de los valores de uso (¡y en éstos consiste la riqueza objetiva!) que el trabajo, el cual no es sino la manifestación de una fuerza natural, la fuerza humana de trabajo. Aquella se halla en todas las fábulas de niños y sólo es verdadera, si se supone que en el trabajo van incluidos los objetos y los medios que le acompañan. Pero un programa socialista no puede permitirse esos modos burgueses de hablar, en los que se pone sordina a los supuestos que dan sentido a la frase. Sólo en la medida en que el hombre se relaciona de buen principio como propietario con la naturaleza -que es la primera fuente de todos los medios y los objetos del trabajo-, sólo en la medida en que la trata como cosa suya, será el trabajo fuente de valores de uso, es decir, de riqueza. Los burgueses tienen muy buenas razones para fantasear que el trabajo es una fuerza creativa sobrenatural; pues precisamente de la determinación natural del trabajo se sigue que el hombre que no posea otra propiedad que su fuerza de trabajo, en cualesquiera situaciones sociales y culturales, tiene que ser el esclavo de los otros hombres, de los que se han hecho con la propiedad de las condiciones objetivas de trabajo. Sólo puede trabajar con el permiso de éstos, es decir: sólo puede vivir con su permiso».
Ahora entiendo mejor el valor del título de la revista...

No hay comentarios:

Publicar un comentario