Daniel Gómez, en la página Crisis Energética, nos cuenta:
El pasado junio recibí una invitación para participar en el 6º International Seminar on Sustainable Technology Development, que organiza la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) en su campus de Vilanova i la Geltrú y que se enmarca en el Master de Sostenibilidad que organiza esta facultad. Este año pasado el seminario se centraba en los sistemas energéticos y en la participación de las comunidades, y me invitaron en un formato “diálogo” junto a Pep Salas de la consultora Enerbyte y Lluís Batet, profesor del Departamento de Física e Ingeniería Nuclear de la UPC.Ese resumen está en este enlace. Quiero señalar la respuesta a la tercera pregunta formulada.
Como la intervención individual debía ser breve (15m), me hice un pequeño guion muy sintético para acompañar las apenas 7 diapositivas que mostré, y al releerlo he pensado que sería un buen resumen de mi opinión sobre la sostenibilidad actual de nuestros sistemas socio-económico-energéticos. Además, he añadido las respuestas a un breve cuestionario que los organizadores nos pidieron que contestáramos los ponentes. Como he dicho, es muy sintético y merecería más explicaciones, pero es lo que tienen los resúmenes…
3-. ¿Cuáles son las posibilidades de lograr un sistema que opere bajo principios ecológicos y socioeconómicos?
En el sistema actual, muy pocas, como dije en la primera pregunta.
Nuestro sistema no está orientado hacia la sostenibilidad, sino hacia la
adquisición de los recursos naturales con el fin de disiparlos (¡ni
siquiera es “producción”!). Todavía estamos gobernados por el viejo
paradigma de un “mundo vacío”, cuando en realidad nos estamos acercando
rápidamente a un “mundo lleno”, donde no hay más espacio para los GEI (*),
y donde se está agotando el capital natural y su capacidad para
absorber los desechos. Una clara muestra de esta contradicción es que el
indicador de la riqueza dominante, el PIB, no tiene en cuenta el
agotamiento del capital natural. Asimismo, los costes del crecimiento
económico son compartidos de manera desigual; nos quedamos los
beneficios, compartiendo sus costes con los pobres, las generaciones
futuras y otras especies. El mandato ético y moral es ayudar a los
pobres a alcanzar un nivel digno de riqueza material, mientras que los
países desarrollados y el mundo en desarrollo convergen a un nivel de
caudal de material que por lo menos nos de algo de margen para maniobrar
en caso de que los peores escenarios (escasez de energía, cambio
climático desastroso) se hagan realidad.
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(*) Gases de efecto invernadero, naturalmente.
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