viernes, 28 de febrero de 2014

Ucrania como ejemplo

Los estados son hijos de su compleja historia. Superposiciones de pueblos, resultado de desplazamientos por conquistas, migraciones más o menos forzadas. Casi siempre, más que menos, incluso en las "voluntarias" migraciones de motivación económica.

Sobre estos mosaicos se han constituido las fronteras, los estados, que en rarísima ocasión corresponden al deseo del conjunto de las poblaciones afectadas. Aunque al final, por fuerza, se construye la nación, y con suerte para el poder que la somete la convierte en una patria. Aunque eso se haga sobre la opresión nacional de otros, y sólo triunfa plenamente cuando los esclavos han aprendido la lengua, la religión, las costumbres, de sus amos. Y han olvidado su propia historia.

Pero así no se construye una sociedad democrática.

Por eso, la sucesión de patrias enfrentadas siempre es y será conflictiva. Y la memoria de un pasado glorioso, a menudo mítico, alimenta nacionalismos. Muy fácilmente, excluyentes y opresores. Tanto como los precedentes.

Los juegos geoplíticos, geoestratégicos y los enfrentamientos sociales se entremezclan con las diferencias y los odios, a menudo nutridos desde fuera, entre grupos religiosos o étnicos, y son aprovechados en el Gran Juego de las potencias para crear nuevas divisiones que satisfacen los apetitos de poder de insaciables oligarquías. Pero las luchas también se apoyan en el deseo de emancipación de pueblos y clases sociales oprimidos.

Esto hace muy conflictivo tomar partido de modo simplista si no se conocen bien los antecedentes, las sociedades en conflicto y en definitiva la historia. Sobre todo la historia social.

Preocupado por el tema, he publicado recientemente en este blog varias entradas, aquí, aquí y aquí. Y todavía, cuando colgué algunos comentarios sobre totalidades concretas, pensaba en esas totalidades que son grupos étnicos, religiosos, nacionales y sociales, confusa y caóticamente entrelazados. Y mi intención era contribuir a motivar el conocimiento, lo mas completo y científico posible, como guía inseparable de tomas de posición justas para actuar.

Este gran juego estratégico crea y destruye continuamente pueblos, los fusiona o los divide, al toque de los intereses imperiales. En nuestro tiempo hemos visto como se dividían Alemania, Palestina, Corea, Vietnam. Y más adelante el imperialismo destrozaba sucesivamente Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia. Intentaba secesiones, con más o menos éxito, en el Congo, Angola, Yemen, Bolivia,  Sudán... Aprovechando enfrentamientos reales, alimentándolos o directamente creándolos. Lo importante es matar al potencial enemigo en la cuna, antes de que crezca. En Venezuela no es un problema nacional, pero el enfrentamiento civil alimentado desde el exterior pretende la misma disyuntiva: sometimiento o destrucción.

Las bases para ello están claras, cuando como siempre ocurre, subyacen diferencias y enfrentamientos, y los estados pueden crearse (si se piensa que estarán sometidos) o destruirse (más vale enemigo muerto que vivo).

Por eso defiendo la idea de estados multinacionales, con naciones que no necesariamente sean estados, con libertades y derechos para sus culturas, en igualdad de condiciones, y sobre todo procurando que las diferencias entre esos grupos nacionales o religiosos no se transformen en diferencias de clase. Los derechos humanos son individuales, pero los individuos no son mónadas aisladas, y por eso tales derechos incluyen derechos de los grupos, siempre que no suplanten los de las personas. 

Este mapa de Irak nos enseña la dificultad de establecer una democracia en este país en que se han fomentado los odios étnico-religiosos para convertirlo en un estado fallido.





De más reciente acualidad, pero con las mismas consecuencias y la misma  manipulación por parte de quien tiene capacidad para hacerlo, es el caso de Ucrania. 

Obsérvese la dificultad, en medio de tensiones de raíz económica, de falsas esperanzas puestas en su relación con Rusia o con la Unión Europea, enfrentamientos históricos larvados, que se remontan a la guerra, y lo demuestran las añoranzas fascistas, hábilmente fomentadas.




El mapa muestra lo fácil que es dividir el país, o someter una parte a otra, con la nula calidad democrática o simplemente humana del resultado. Poblaciones tan mezcladas propician, si se las trata con siniestra habilidad, limpiezas étnicas o sometimiento de minorías, en cuyo caso las mayorías tampoco pueden disfrutar de verdaderos derechos y libertades.

Los nacionalismos de esta España, si no se alcanza una solución federal, pueden conducirnos a estas situaciones. Podemos estar abocados a estos problemas en cuanto nos apartemos del camino correcto que nos marcan los poderes que nos dominan. No olvidemos que desde hace muchas décadas somos un estado intervenido, pese a todas las protestas de soberanía.

Paul Craig Roberts es un economista norteamericano, autor, columnista, antiguo adjunto al Secretario del Tesoro, conocedor por lo tanto de los secretos del Imperio americano, nada sospechoso de veleidades izquierdistas. Es autor, entre otros, del libro The Failure of Laissez Faire Capitalism.

En este artículo nos deja entrever lo que se está jugando en Ucrania, en medio de esta guerra fría prolongada más allá de la victoria, al parecer definitiva, del capitalismo:


La locura de la intromisión imperial


En 2004 Hungría se unió a la UE, esperando calles de oro. En su lugar, cuatro años después en 2008 Hungría se endeudó con el FMI. El rock en vídeo del grupo húngaro Mouksa Underground resume el resultado en Hungría actual de haber caído en manos de la UE y del FMI.

La canción trata de los resultados decepcionantes de caer en manos de la UE y del FMI, y en Hungría los resultados no son ciertamente alentadores. El título es “Desilusión con el cambio de sistema”. El texto es el siguiente:

Desde hace unos veinte años
Hemos estado esperando la buena vida,
Para el ciudadano común.
En lugar de riqueza tenemos pobreza,
Explotación ilimitada.
Esto es el gran cambio de sistema,
Esto es lo que esperabais.
No hay vivienda. No hay alimento. No hay trabajo.
Pero eso es lo que nos habían prometido que no pasaría.
Los de arriba
Nos devoran,
Los pobres sufren todos los días.
Esto es el gran cambio de sistema,
Esto es lo que esperabais.

(Repetir)

¿Cuándo habrá un cambio verdadero?
¿Cuándo habrá un mundo digno de vivir?
Habrá la solución decisiva
Cuando este sistema económico sea abandonado para siempre.
Esto es el gran cambio de sistema,
Esto es lo que esperabais.

(Repetir) 

No hay ninguna solución que no sea revolución

Si tal vez los estudiantes de Kiev hubieran escuchado al grupo de rock húngaro en lugar de a las ONG de Washington, comprenderían lo que significa ser saqueado por Occidente, y Ucrania no estaría en el caos y orientada hacia la destrucción. 

Como la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland dejó en claro en su discurso de diciembre pasado y en la grabación filtrada de su conversación con el embajador de EE.UU. en Kiev, EE.UU. gastó 5.000 millones de dólares del contribuyente preparando un golpe en Ucrania que derribó al gobierno democrático elegido.

El que se trató de un golpe es subrayado también por las obvias mentiras públicas que Obama ha expresado sobre la situación, culpando, por supuesto, al gobierno derrocado, y por la tergiversación de los eventos en Ucrania por los medios prostituidos de la prensa de EE.UU. y Europa. El único motivo para distorsionar los eventos es apoyar el golpe y encubrir la mano de Washington.

No cabe ninguna duda de que el golpe es una acción estratégica de Washington para debilitar a Rusia. Washington trató de capturar Ucrania en 2004 con la “Revolución Naranja” que financió, pero fracasó. Ucrania formó parte de Rusia durante 200 años antes de recibir la independencia en los años noventa. Las provincias orientales y meridionales de Ucrania son áreas rusas que fueron agregadas a Ucrania en los años cincuenta por la dirigencia soviética a fin de diluir la influencia de los elementos nazis en Ucrania occidental que habían combatido por Adolf Hitler contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.

La pérdida de Ucrania a manos de la UE y la OTAN significaría la pérdida de la base naval rusa en el Mar Negro y la pérdida de muchas industrias militares. Si Rusia aceptara una derrota estratégica semejante, significaría que Rusia se habría sometido a la hegemonía de Washington.

Sea cual sea el camino que emprenda el gobierno ruso, la población rusa de Ucrania oriental y meridional no aceptará la opresión por ultranacionalistas y neonazis ucranianos.

La hostilidad que ya se ha mostrado hacia la población rusa puede ser vista en la destrucción por ucranianos del monumento a las tropas rusas que expulsaron las divisiones de Hitler de Ucrania en la Segunda Guerra Mundial y la destrucción del monumento al general ruso Kutuzov, cuyas tácticas destruyeron el Gran Ejército de Napoleón y llevaron a la caída de Napoleón.

La cuestión del momento es si Washington cometió un error de cálculo y perdió el control del golpe a manos de los elementos neonazis que parecen haber arrebatado el control a los moderados en Kiev pagados por Washington, o si los neoconservadores en Washington habían estado trabajando con los neonazis durante años. Max Blumenthal dice esto último.

Los moderados ciertamente han perdido el control. No pueden proteger monumentos públicos, y se ven obligados a adelantarse a los neonazis legislando el programa neonazi. El parlamento ucraniano cautivo ha introducido medidas para prohibir todo uso oficial del lenguaje ruso. Esto, por supuesto, es inaceptable en las provincias rusas.

Como señalé en un artículo anterior, el propio parlamento ucraniano es responsable por la destrucción de la democracia en Ucrania. Sus acciones inconstitucionales y antidemocráticas han allanado el camino para los neonazis que ahora tienen el precedente de tratar a los moderados de la misma manera cómo los moderados trataron al gobierno elegido y ocultar su ilegalidad con acusaciones de crímenes y mandatos de arresto. Actualmente el ilegalmente depuesto presidente Yanukovych está en fuga. ¿Estará mañana en fuga el actual presidente, Oleksander Turchinov, puesto en su cargo por los moderados, no por el pueblo? Si una elección democrática no aseguró la legitimidad del presidente Yanukovych, ¿cómo asegurará la legitimidad de Turchinov un retazo de parlamento?

Qué puede responder Turchinov si los neonazis le plantean la pregunta de Lenin a Kerensky: “¿Quién te eligió?”

Si Washington ha perdido el control del golpe y es incapaz de restaurar el control a los moderados que ha alineado con la UE y la OTAN, una guerra parecería inevitable. No cabe duda que las provincias rusas buscarían y obtendrían la protección de Rusia. No se sabe si Rusia iría más lejos y derrocaría a los neonazis en Ucrania occidental. Si Washington, que parece haber posicionado fuerzas militares en la región, suministraría la fuerza militar a los moderados para derrotar a los neonazis también está por ver, así como la reacción de Rusia.

En un artículo anterior describí la situación como “Sonámbulos de Nuevo”, una analogía con cómo los errores de cálculo resultaron en la Primera Guerra Mundial.

Todo el mundo debería estar alarmado ante la imprudente e irresponsable intromisión de Washington en Ucrania. Al crear una amenaza estratégica directa para Rusia, el demente hegémono en Washington ha urdido un enfrentamiento de Grandes Potencias y creado el riesgo de destrucción del mundo. 
 

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