La quinta razón expuesta por él tiene que ver con la liquidación del mínimo consenso que cualquier mecanismo de dominación necesita para imponerse. La clase dominante debe apoyarse, más que en la fuerza, en el despliegue de una ideología que muestre su dominio como algo beneficioso para el conjunto de la sociedad. Porque como dijo Talleyrand a Napoleón, cuando ya no podía estabilizar la situación en España, "las bayonetas sirven para muchas cosas, pero no para sentarse en ellas". Y alguien suficientemente atrevido recordó a Gengis Kan que “se puede conquistar un imperio a lomos de un caballo. Pero no se lo puede gobernar desde el”.
Hoy, las capas de la población sometidas han perdido la fe en ese proceso de concesiones raquíticas que alimentaban su esperanza. La zanahoria no hace andar al burro: ya no quedan zanahorias.
"Ganar los corazones y las mentes" es el vano propósito proclamado por las fuerzas norteamericanas en sus guerras de conquista. Vano empeño, como vemos en todas las guerras que encadenan una tras otra, en esas operaciones de "justicia infinita", "libertad duradera", etc. El tejido ya no tapa y se descose. Por algo habla Fidel Castro de la importancia, desde ahora mismo, de ganar la batalla de las ideas.
5. Pérdida de legitimidad del sistema burgués ante las grandes masas del mundo 38 .
La economía-mundo capitalista es un sistema desigual, antidemocrático y polarizante; sin embargo ha podido sobrevivir más de 500 años y con notable éxito.
Pero, ¿qué es lo que ha permitido que un sistema histórico como el capitalista, que NO ha representado un progreso con respecto a los diversos sistemas históricos anteriores o contemporáneos a él, que los destruyó o transformó haya tenido, no obstante, un tan largo recorrido?.
La estrategia que han seguido los dueños del sistema-mundo capitalista para sostener un sistema tan injusto, del que no se beneficia y excluye a por lo menos un 80% de la población mundial, ha consistido en desplegar una geocultura basada en la idea del progreso y el desarrollo, hablando en nombre de todos cuando en realidad se beneficiaban solo unos pocos 39 .
Esa geocultura, que Immanuel Wallerstein ha dado en llamar liberalismo, pudo contener durante 200 años, entre la Revolución Francesa y 1968-1989, a todos aquellos movimientos antisistémicos que pudieron poner en peligro las estructuras de la economía-mundo capitalista.
No hay ningún sistema eterno, y la economía-mundo capitalista no lo es, las contradicciones propias de su desarrollo la erosionan; en otras palabras, quienes producían los valores y creaban las riquezas para otros pugnarían cada vez con mayor fuerza, organización e inteligencia por retener una parte cada vez mayor del valor producido (excedente); eso lo sabían los dueños del sistema, la cuestión radicaba a qué velocidad eso se produciría, cómo complacer a unos pocos, mientras el resto (la mayoría de la humanidad) seguía igual, aunque contentos, esperanzados en la ilusión de que también para ellos un día ese momento llegaría.
Los poderosos sabían que tenían que hacer concesiones, pero solo había que hacer las imprescindibles, las justas, haciendo énfasis en el ritmo: “ni muy rápido ni muy despacio, sino a la velocidad precisa” 40 , siendo “formalmente claros, pero sustancialmente ambiguos” 41 ya que como dice Wallerstein la única forma que tiene de sobrevivir la economía-mundo capitalista es la de “no cumplir con la retórica liberal” 42 , y coincidiendo con los conservadores (“porque los liberales, no eran en absoluto radicales”) en hacer toda la resistencia posible a las tendencias igualadoras, la creencia en que el cambio posible es muy poco y sobre todo (ya que no podía evitarse) hacerlo lo más lento posible, siguiendo “una política de postergación flexible de las contradicciones” 43 .
Sin embargo, ese proceso de concesiones raquíticas y pobre para la mayoría y muy controlado en el ritmo y la proporción para la minoría favorecida, “dependía de una visión ‘iluminada’ (como opuesta a una visión ‘restringida’) de los intereses de los estratos más altos. Esto a su vez dependía de una presión de fuerzas populares que fuese a la vez fuerte y controlada en su forma. Esta presión controlada por su parte dependía de la credibilidad del proceso para las capas más bajas. Todo está entrelazado: si se pierde credibilidad se pierde la presión en forma controlada. Si se pierde la presión en forma controlada, se pierde la disposición de los estratos superiores a hacer concesiones” 44 .
Pero, ¿qué es lo que ha ocurrido para que esa credibilidad, sobre todo después de “la revolución mundial anunciatoria y denunciatoria de 1968” 45 con continuación en 1989-1991, se haya esfumado?, ¿qué es lo que ha provocado que, después de hacer un tan largo recorrido (intermitente, pero continuo) el sistema-mundo capitalista, “aceptado activamente por la mayoría de los cuadros y al menos pasivamente por la mayoría de las personas” 46 haya perdido su legitimación, quedando a la deriva de la historia?.
En primer lugar, hacia los años 70 del siglo XX coincidiendo con el final de la “onda larga expansiva” del cuarto Kondratieff, la economía-mundo capitalista parecía (como después se comprobó) haber llegado a su término. Wallerstein es muy claro al respecto: Hacia 1968 (y eso demostró la revolución mundial de ese año) “…la política del liberalismo –domesticación de las clases trabajadoras del mundo por la vía del sufragio o la soberanía y el estado de bienestar o el desarrollo nacional- habían llegado a su límite. Más derechos políticos y más redistribución económica pondrían en peligro el propio sistema de acumulación. Pero el límite se había alcanzado antes de que todos los sectores de las clases trabajadoras del mundo hubieran sido efectivamente domesticados por la concesión de una parte pequeña pero significativa de los beneficiados”.
“La mayoría de los pueblos de las zonas periféricas y semiperiféricas todavía estaban excluidos…”
“… lo que 1968 representó fue el comienzo de la inversión de la hegemonía cultural que las capas dominantes del mundo habían ido creando y fortaleciendo con gran asiduidad desde 1848”.
“Pero la erosión fue aún mayor en la izquierda, y significativamente adoptó la forma de desintegración de los regímenes liberal-socialistas. Tanto en las zonas periféricas como en las semiperiféricas, hasta los más ‘progresistas’ y retóricamente militantes de esos regímenes fueron manifiestamente incapaces de lograr algún grado significativo de desarrollo nacional; en respuesta, todos ellos, uno tras otro, con sus respectivos gloriosos pasados de lucha por la liberación nacional, perdieron su legitimación popular”.
“El verdadero significado de la caída de los comunismos es el derrumbe final del liberalismo como ideología hegemónica. Los últimos que creyeron seriamente en la promesa del liberalismo fueron los partidos comunistas a la antigua del ex bloque comunista. Sin ellos que continúen defendiendo la promesa, las capas dominantes del mundo han perdido toda posibilidad de controlar a las clases trabajadoras del mundo a no ser por la fuerza. El consentimiento se ha desvanecido; y el consentimiento se ha desvanecido porque el soborno se ha desvanecido. Pero la fuerza sola, como sabemos por lo menos desde Maquiavelo, no permite a las estructuras políticas sobrevivir mucho tiempo” 47 . Y un sistema que no tiene legitimación no sobrevive.
Es decir, la “era de la esperanza y lucha por los ideales de la Ilustración” que fueron los años entre 1789 y 1945 vivieron en el último gran momento de apoteosis del liberalismo entre 1945 y 1989 una “era de realización, pero de realización falsa de las esperanzas de la Ilustración”; aquel famoso y publicitado lema de la Revolución Francesa de “libertad, igualdad, fraternidad” nunca se ha cumplido en la economía-mundo capitalista sencillamente porque no puede consumarse, el día que se realice como tal, ese día ya no existirá el capitalismo.
“En la economía-mundo capitalista el sistema operaba para excluir a la mayoría (de los beneficios) mediante la inclusión de toda la potencial fuerza de trabajo del mundo en el sistema de trabajo, en una jerarquía vertical. Ese sistema de exclusión mediante la inclusión se fortaleció infinitamente por la difusión en el siglo XIX de una ideología liberal dominante que justificaba esa exclusión mediante la inclusión y que logró incorporar a la tarea incluso a las fuerzas antisistémicas del mundo. Felizmente, ésa era ha terminado” 48 . Pero con ellas también la legitimidad del sistema burgués ante las grandes masas del mundo.
Algunos dentro de la izquierda antisistémica vieron con notable preocupación, y algún signo de alarma el hecho de que Raúl Castro, en su visita al Vaticano en mayo de 2015, declarara que “Si el Papa sigue hablando como lo hace, tarde o temprano voy a empezar a rezar de nuevo y volveré a la Iglesia católica, y no estoy bromeando” 49 . No obstante, para tranquilidad de todos hay que decir que, pese a que la Iglesia Católica y todos los Papas, casi que con iguales palabras y semejante retórica, han dicho siempre lo mismo en relación a los pobres, la explotación de éstos por los ricos, y últimamente, del daño ecológico que inflige al planeta el régimen económico imperante, las palabras del ex guerrillero de Sierra Maestra, pese a su blandura ideológica, demuestran más las restricciones a las que se ven sometidos todos aquellos Estados, independientemente de cual sea su sistema socio-político, al incorporarse plena y totalmente a la división internacional capitalista del trabajo, que es lo que ocurre actualmente a Cuba, que a una renovación y/o revigorización de la esperanza de los pueblos en el discurso esperanzador e ilusionante de los movimientos antisistémicos del siglo XX, que es lo que la verbosidad abstracta y la oratoria vaga y muy general del Papa Francisco quiere reinstaurar, desde su llegada al poder, con su discurso apostólico.
Entonces, como los Estados del sistema-mundo capitalista dejan de tener algo que redistribuir, y como en las promesas de esperanza en un mundo mejor ya nadie cree (recibieron su tiro de gracia entre 1968 y 1989), la incitación a mantenerse en la legalidad pierde su eficacia, al agotarse la contrapartida y faltar el pastel concedido a cambio de la mansedumbre, sobreviene por lo tanto, una época aciaga, de caos, desorden y violencia (lo vemos ya casi en todas partes); pero sí como dice Marx, el dinero es asustadizo y “huye de los tumultos y las riñas y es tímido por naturaleza” 50 , el capital ha perdido el clima propicio para su reproducción como tal: la tranquilidad y el sosiego, y sin ellas le será imposible desarrollarse y propagarse; en resumen vivir, seguir existiendo. Estamos en esa época.
____________
Notas
38 . Éste acápite constituye un resumen de la posición que al respecto sostiene la perspectiva de sistemas-mundo del compañero profesor Immanuel Wallerstein, el primero en anunciar y argumentar que la legitimidad de la economía-mundo capitalista estaba seriamente cuestionada; hoy la pérdida creciente de ésta ante las grandes masas y en todas partes es casi un hecho indiscutible e incuestionable.
39 . Un solo ejemplo, en 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuando en realidad la mitad de los estados que formaban el mundo en aquel entonces eran colonias o semicolonias, precisamente de países que habían aprobado dicho documento declarativo.
40 . Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 151. En términos económicos diríamos, sin afectar la incesante acumulación de capital.
41 . Ibídem.
42 . Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE. UU. en un mundo caótico”. Editorial Txalaparta. Tafalla. España.2005. Pág. 255.
43 . Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 215.
44 . Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 109.
45 . Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 163.
46 . Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 149.
47 . Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 239-241. Subrayados nuestros.
48 . Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 246.
49 . El Papa podría lograr que “vuelva a la Iglesia católica”, afirma Raúl Castro. Periódico La Jornada. 11 mayo 2015. Disponible en
50 . Marx, C. El Capital Tomo I. Ed. de Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. 1980. p. 697.
No hay comentarios:
Publicar un comentario