martes, 12 de abril de 2016

Lecciones de la crisis brasileña

Seguramente las dificultades de los gobiernos que quieren cambiar el actual estado de cosas los enfrenta a tantos obstáculos que pueden defraudar a los mismos que los han elegido. También es cierto que una parte de la sociedad se ha elevado a un nivel de "clase media", sin un cambio paralelo en las conciencias, que es decir en el conocimiento de las realidades económicas y ecológicas y de los límites objetivos para el logro de un bienestar soñado pero en parte inalcanzable. Esa elevación puede cambiar el modo de pensar "contra lo que hay más arriba" para favorecer el temor a "lo que queda más abajo". Entonces su pensamiento se vuelve más "conservador" (¿saben realmente conservador "de qué"?).

Pues no lo saben, y este es uno de los factores que los gobiernos "progresistas"  no han sabido o no han podido manejar. Los casi todopoderosos medios de distracción masiva sí saben por donde atacar, y junto al frenazo económico inevitable manejan otro elemento con maestría, "la corrupción".

De la que ciertamente nadie está libre, pero ¿de dónde sale la idea de que la "regeneración" va a salir, por arte de magia, del seno de los interesados en mantener el sistema corrupto? ¿de los mismos corruptos de siempre, muchos de ellos convictos, aunque pocos confesos?

La participación popular en todos los procesos, junto a una información veraz que no por ser cruda y realista debe desanimar a los pueblos, es la única garantía de que el apoyo popular no decaiga. Y la denuncia de cualquier desviación o abuso por parte de los representantes, antes de que sean los supercorruptos de enfrente los que saquen a la luz miserias de los propios.

No olvidemos que los pactos con fuerzas de centro derecha son un talón de Aquiles que suele atar de pies y manos los proyectos de izquierda. En España y sus ayuntamientos y autonomías sabemos mucho de eso.

Además, la desmovilización popular que suele acompañar a las excesivas esperanzas electorales debilita los proyectos de la izquierda, tanto como las propias alianzas con fuerzas dudosas.

Porque una vez en el gobierno, el pueblo que acompañaba a los nuevos gobernantes muchas veces ya no está detrás, pero el enemigo sigue enfrente.





Rebelión

(...)

Algunas lecciones de la crisis brasileña


1. La "democracia" burguesa es profundamente corrupta ya que su base es el poder económico. La corrupción es el alma de los sistemas electorales basados en campañas multimillonarias.

2. Los medios de comunicación de masas hipócritamente se disfrazan de adalides morales de la sociedad, pero son los principales beneficiarios del sistema político corrupto por la vía de las pautas millonarias en publicidad política.

3. Las izquierdas que aspiramos a ejercer nuestros derechos democráticos de participación política y electoral, debemos ser especialmente cuidadosos con la manera en que financian los proyectos electorales, so pena de ser escarnecidos en público al menor error, incluso los que los medios y las autoridades perdonan en partidos de derecha.

4. Como principio, nadie que se defina como progresista, de izquierda o revolucionario puede justificar ninguna forma de corrupción y robo al estado, por ende, debemos exigir investigación y esclarecimiento total, junto con la debida sanción penal a los responsables, sin importar la procedencia política de los involucrados.

5. Pero lo anterior no significa que avalemos ningún intento de golpe de estado parlamentario en Brasil, menos para beneficio de un Congreso y unos partidos de derecha demostradamente corruptos y al servicio de los intereses del imperialismo yanqui.

6. Con diferencias o sin ellas, hay que partir por reconocer que Dilma Rousseff es la presidenta legítima de Brasil, electa por el pueblo. Si la investigación y las circunstancias forzaran su dimisión, es inaceptable que sea sustituida por una jugarreta de políticos venales, encabezados por su vicepresidente, Michel Temer.

7. Si la presidenta Dilma debe o no renunciar debiera salir de una consulta democrática al pueblo brasileño, mediante un referéndum revocatorio, como únicamente se hace en la Venezuela bolivariana, y al que en su momento se sometió Hugo Chávez, saliendo victorioso en unas circunstancias golpistas semejantes. Y, en caso de caer el gobierno de Dilma Rousseff, la única alternativa legítima sería la participación del pueblo brasileño mediante la convocatoria de nuevas elecciones o una Asamblea Constituyente Popular.

8. La experiencia latinoamericana en general, y la brasileña en particular, demuestran que la única manera de salvar procesos políticos progresistas de los embates de la derecha y el imperialismo, no es tratando de pactar y ceder a sus requerimientos, sino convocando la movilización popular y radicalizando las medidas de carácter socialista.

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