La perplejidad puede ser una manera natural de ver el futuro, cualquier futuro, siempre abierto y preñado de incertidumbres. La de los economistas mezcla en dosis variables la fe en el carácter científico de su incompleta experiencia y la esperanza (insegura) en la naturaleza cíclica de los fenómenos económicos, a los que se concede una autonomía que los aísla de otras circunstancias exteriores al propio modelo matemático, inevitablemente incompleto y sesgado.
De todas formas, los análisis del metabolismo económico a cualquier escala son esenciales, como lo puede ser un electrocardiograma para el diagnóstico, aunque no pueda darnos una explicación de las causas de la enfermedad.
En la economía, medida a través de instrumentos como los diagramas de crecimiento y decrecimiento de sus magnitudes valorativas, los ciclos se hacen evidentes a todas las escalas temporales, desde las fluctuaciones instantáneas, diarias o semanales de las bolsas de valores hasta los informes anuales de gobiernos o instituciones (otra cuestión es si, como ocurre en muchos fenómenos físicos, la propia presencia del observador pueda condicionar y alterar el resultado del experimento).
La existencia de fluctuaciones en ciclos más largos se constató ya en el siglo XIX, y en el XX el economista soviético Kondratieff observó la existencia de ciclos largos, de varias décadas de duración.
A cada ciclo expansivo sigue uno recesivo, cosa evidente en todos los procesos de la naturaleza que tropiezan con límites a su desarrollo indefinido. Lo ocurrido hasta ahora es que en cada ciclo la recuperación superaba en magnitud al estado anterior.
El análisis económico más frecuente tiene el inconveniente de pasar por alto las causas exógenas. Esas causas suelen ser obviadas por los modelos econométricos.
Si hasta ahora se han constatado cuatro ciclos largos, parece que pueda esperarse, tras la larga recesión que registra el último, un nuevo ciclo expansivo.
El siguiente esquema está tomado de la página inBestia, en la cual se resume esa teoría de las estaciones económicas, con la que muchos (y la proyección hacia el futuro del esquema lo demuestra) siguen esperando la primavera.
Algún ciclo puede ser el último, por lo menos en la forma en que se han presentado los anteriores. Cuando la solución esperada se retrasa, la inquietud nos invade. Esta situación me ha recordado esta Historia de amor en que un extraterrestre enamorado de sus asesinos espera el letargo salvador que no llegará:
¡Cuánto tardamos en dormirnos esta vez! Los míos parecen intranquilos; noto sus despiertas mentes incapaces de conciliar el sueño. Les habré contagiado mi nerviosismo... No es para menos, amigos, porque aunque sufra, espero no haberme olvidado de vosotros dentro de cien años, cuando despierte. No pude advertiros que nuestro invierno durará cien años... Aunque no creo que nos hagáis más visitas. Pero si venís entre tanto, yo no lo sabré y no sufriré por no haberos visto.
...Todo el exterior se hiela, toda vegetación desaparece, todo se duerme..., incluso nosotros, la única vida animal inteligente, la única especie de Polkj.
He de dormir... Empiezo a tener hambre. Me concentraré... Pero mi último pensamiento será para vosotros, queridos terrestres.
Por ahora seguimos esperando a Godot.
Dejo sin más mi preámbulo y expongo el tercer argumento del autor. Vista la causa exógena del último ciclo, mejor será que el quinto no llegue:
3. Imposibilidad del advenimiento de una nueva “onda larga” expansiva: el llamado quinto Kondratiev.
Históricamente, desde que se produjo el tránsito del capitalismo de una sociedad rural-agrícola a una sociedad predominantemente urbana e industrial, hecho que aconteció aproximadamente en el parte de aguas de la Revolución Francesa, la economía de éste se ha movido siguiendo unos grandes ciclos que han tenido una duración media de 50-60 años, la primera mitad de los cuales su tasa media de ganancia 24 crece (haciendo que la onda larga sea de signo expansivo) durante la cual “los períodos de ascenso, prosperidad y boom duran más y son más pronunciados, y las recesiones son más cortas y menos agudas”; mientras, en la segunda mitad de dichos grandes ciclos, la tasa media de ganancia decrece (haciendo, por tanto, que la onda larga sea de signo depresivo, con tendencia al estancamiento), en la que “los períodos de ascenso y prosperidad son más cortos, más indecisos y más desiguales, y las recesiones duran más y son más pronunciadas” 25 .
Así en la historia del capitalismo, posterior a la Revolución Francesa, hemos conocido cuatro grandes períodos de onda larga; el primero, entre 1790-1848; el segundo, entre 1848 1893; el tercero, entre 1883- 1940/1948; y el cuarto, entre 1940/1948- hasta la actualidad.
¿Qué es lo que le ocurre hoy al sistema-mundo capitalista?. Que el último ciclo largo Kondratieff (el cuarto) dura ya más de 70 años (algunos estudios estiman que 76 años), cuando ninguno de los tres anteriores sobrepasó siquiera nunca los 60 años, con lo cual, el advenimiento de una nueva onda larga expansiva tiene un retraso de 20-25 años, si tomamos en cuenta que según el comportamiento de éstas en los últimos 200 años, la misma debió haber comenzado alrededor de la década del 90 del pasado siglo XX, y aún no se ha producido, seguimos esperándola 26 .
Algunos vieron en el desorbitado desarrollo de la informática y las telecomunicaciones de fines del siglo XX, el maná que haría correr de nuevo los ríos de riqueza al interior del sistema burgués, cuando más bien agudizó las contradicciones de éste, los “cambios técnicos no modificaron positivamente el curso de los acontecimientos, por el contrario acentuaron sus peores características. Por ejemplo la informática: cuando evaluamos su impacto según la importancia de la actividad económica involucrada constatamos que su principal aplicación se produjo en el área del parasitismo financiero cuyo volumen de negocios (unos mil millones de millones de dólares) equivale actualmente a unas 19 veces el Producto Bruto Mundial” 27 .
En la actualidad la tecnología está imposibilitada de modelar la satisfacción de las necesidades sociales bajo la forma de mercancías de gran productividad y consumo masivo, capaz de generar un círculo virtuoso de crecimiento y desarrollo, algo parecido a una nueva onda larga expansiva, ya que hoy en día, es cada vez más grande la distancia que hay “entre la transformación de las necesidades sociales y el modo capitalista de reconocimiento y de satisfacción de estas necesidades”. Robert Gordon lo argumentaba muy bien cuando decía que “desde 2000, las invenciones se han centrado en los aparatos de diversión y de comunicación, que cada vez son más pequeños, más inteligentes y tienen más prestaciones, pero no cambian fundamentalmente la productividad del trabajo o las condiciones de existencia como pudieron hacerlo la electricidad y el automóvil” 28 ; en otras palabras, el sistema tecnológico actualmente en desarrollo en los marcos del modo de producción capitalista es incapaz de hacer aumentar la producción, de tal forma que sacie, no solo las ansias de ganancias crecientes del capital, sino de la satisfacción de las cada vez más numerosas necesidades humanas elementales.
Pero, no es sólo el desarrollo y la invención tecnológica (que es bueno remarcar, siempre ha acompañado a cada nuevo ciclo Kondratieff) el impedimento que tiene hoy el régimen capitalista para iniciar una nueva onda larga expansiva; hay otro elemento, quizás el más importante, y es que “…aunque la lógica interna de las leyes del movimiento capitalista puedan explicar la naturaleza acumulativa de cada onda larga, una vez iniciada, y aunque también pueda explicar la transición de una onda larga expansiva a una onda larga de estancamiento, no puede explicar el paso de la última a la primera” 29 ; es decir, no existe ninguna lógica interna automática del capitalismo que pueda conducir de una onda larga depresiva a una expansiva (que es lo que precisa y añora el capitalismo hoy en día), pues para que ello ocurra son indispensables los factores exógenos.
Tres ejemplos ilustran como operaron dicho factores en los puntos de inflexión claves que originaron el despliegue de las correspondientes ondas largas expansivas del desarrollo capitalista a partir de 1848 y hasta 1873; de 1894-1913; y de 1940/1948-1967. En el primer caso, el descubrimiento de los yacimientos de oro en California que produjeron un ensanchamiento cualitativo del mercado mundial, unido a zonas enteras de Europa central y oriental, Oriente Próximo y el océano Pacífico que fueron abiertas de repente como mercados para mercancías de producción capitalista; una ampliación y agrandamiento que como ya se ha visto resulta imposible hoy en día.
En el segundo caso, la configuración final y definitiva de África, Oriente Próximo, Asia y China como imperios coloniales o esferas de influencia semicoloniales incorporadas al sistema-mundo capitalista; factores como el anterior imposible de reeditar de nuevo.
Y por último, la tercera y última onda larga expansiva de crecimiento que ha vivido el capitalismo, y que comenzó para EE. UU. en 1940, y para Europa occidental en 1948, y que constituyó la gigantesca destrucción de fuerzas productivas ocasionada por la segunda guerra mundial, factor extraeconómico que junto a la derrota sufrida por la clase obrera a escala mundial durante los años treinta y cuarenta, lo que incluye el periodo McCarthy en EE. UU., permitió a la clase capitalista imponer un significativo incremento de la tasa de plusvalía, que según Mandel en el caso de Alemania, Japón, Italia, Francia y España oscilaron entre el 100% y 300% .
Es decir, la última onda larga expansiva que ha experimentado el capitalismo, la más profunda e intensiva de todas 30 tuvo como contrapartida la ofrenda de más de 60 millones de muertos al altar del capital, lo que abre una interrogante de la siniestralidad que tal opción (aunque inútil hoy en día, como hemos ido viendo) traería a los destinos de la humanidad, si el capital acudiera a su recámara nuevamente en su búsqueda, como salida a la crisis estructural que padece.
Todo esto nos lleva a concluir que, sí el sistema-mundo capitalista se ha desarrollado en al menos los dos últimos siglos a través de ondas largas, que lo expandieron y acrecentaron en el tiempo y el espacio, hoy éste factor está bloqueado, las mismas “han perdido validez científica” 31 , y que, como dice el profesor argentino Jorge Beinstein, es inútil seguir esperando al quinto Kondratieff.
Ante esta situación, de un capitalismo atascado, la “opción reformista” 32 como dice el profesor español Andrés Piqueras, y que no es otra que la administración de las contradicciones irresolubles del sistema, es una alternativa nefasta, reaccionaria, que no comprende que el momento es revolucionario, de ruptura, y que la sustitución de las fórmulas políticas donde en algunos países “…el Bipartido (con su crónica alternancia) ya no puede cumplir esa función, [y aún] es posible echar mano de un Tetrapartido, por ejemplo, con formaciones ‘emergentes’ que hagan recuperar la confianza en las instituciones y en la democracia parlamentaria mientras la sociedad es destruida” 33 no sólo no es la solución, sino que retarda ésta.
__________________
Notas
24 . “…los movimientos esenciales, los que determinan las tendencias básicas del sistema, siguen siendo las fluctuaciones d ela tasa media de acumulación de capital productivo” Mandel, Ernest. Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista. Editorial Siglo XXI. Madrid 1986. Pág 10. Disponible también en
25 . Esta cita y la anterior en: Mandel, Ernest. Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista. Editorial Siglo XXI. Madrid 1986. Pág 24. Disponible también en
26 .
27 . Beinstein, Jorge. Las crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff. Publicado en el “El Viejo Topo”, Barcelona, n°253, Febrero 2009. Disponible en
28 . Esta cita y la anterior en: Husson, Michel. La teoría de las ondas largas y la crisis del capitalismo contemporáneo. Disponible en
29 . Mandel, Ernest. Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista. Editorial Siglo XXI. Madrid 1986. Disponible también en
30 . Aunque esto es cierto, tampoco hay que dejarse embelesar por ella “La vitalidad mostrada por el capitalismo durante el ‘boom’ no fue la de un niño, un adolescente ni aun la de un adulto en plenitud. Fue la de un hombre mayor, que después de haber estado cerca de la muerte, obtiene una herencia, se estira la piel, y vuelve a las andadas con la ventaja de la experiencia acumulada. Su aspecto parecerá jovial, pero no podrá evitar el envejecimiento de sus células. Su experiencia le permitirá aún hacer frente a nuevos percances, pero ha envejecido irremediablemente. Sus recaídas serán cada vez más periódicas y profundas. Es esta la situación que vive el capitalismo desde principios de los ’70”. Castillo, Christian. Las crisis y la curva del desarrollo capitalista. Revista Estrategia Internacional N° 7 Marzo/Abril - 1998
31 . Beinstein, Jorge. Las crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff. Publicado en el “El Viejo Topo”, Barcelona, n°253, Febrero 2009. Disponible en
32 . Piqueras, Andrés. La opción reformista: entre el despotismo y la revolución. Editorial Anthropos. 2014.
33 . Wim Dierckxsens y Andrés Piqueras. Más allá de las elecciones. ¿Qué nos depara 2016?. Rebelión 30 diciembre 2015. Disponible en
No hay comentarios:
Publicar un comentario