Es el sentido inverso al que recorrieron otras expresiones, como impresionista o cubista, con las que ya no se puede ridiculizar a unos artistas a los que se tildó de tales.
Y es que, como dice el autor, "el lenguaje registra fielmente los cambios acaecidos en el paisaje social".
Si una palabra puede tener un desajuste esquizofrénico hasta significar una cosa y la contraria, más trágico es es el desajuste entre la realidad objetiva y las reacciones instrumentalizadas que provoca. Eso se refleja en el conocimiento. Hoy se lo parcela y descuartiza, huyendo de lo holístico.
Para caer, de otra forma, en lo totalitario.
eldiario.es
Si la modernidad es la transformación de los súbditos en ciudadanos a través del contrato social, la globalización neoliberal nos ha convertido en clientes para degradarnos luego a la condición de semiesclavos.
Hemos llegado a un punto en que parece hasta de mal gusto ironizar sobre
el final de la historia. Efectivamente, desde aquella profecía neocón
que declaraba consumada la trayectoria de la humanidad, la historia ha
conocido unas cuantas peripecias; y desde la detonación de la crisis
financiera camina por unos derroteros que evocan épocas tenebrosas.
Como siempre, el lenguaje registra fielmente los cambios acaecidos en el
paisaje social. Seguramente no hay mejor indicador de la regresión
civilizacional que vivimos que la mutación que ha sufrido, nunca mejor
dicho, la palabra 'reforma'. Si remontamos el curso histórico
encontraremos que el término ha tenido hasta ayer una connotación
positiva, las reformas eran un instrumento al servicio de la
emancipación y la mejora de las instituciones humanas. Recordamos que
los grandes reformadores del XIX (Owen, Saint Simon, Fourier…) se
autocalificaban como tales porque entendían su reflexión como una
herramienta para la transformación, para cambiar el mundo. Hoy la
palabra ha sido pervertida para alojar el sentido opuesto, cambios
institucionales que abocan al recorte de derechos. La reforma laboral,
producto de la mayoría absoluta conservadora, es un botón de muestra de
ese mantra de la escolástica neoliberal de las "reformas estructurales",
un eufemismo dogmático que enmascara el expolio de derechos sociales.
Una involución parecida han experimentado otros términos, en particular
los que incorporan la raíz de libertad, presente en el significante
mismo del neoliberalismo (como la liberalización), pese a su manifiesto
contenido antiliberal.
(...)
Buena parte de la ciudadanía carece de una imagen del mundo que le permita responder y actuar de forma congruente y no seguidista de los demagogos.
(...)
Este desajuste esquizofrénico entre la naturaleza objetiva de los
problemas de nuestro tiempo y el tipo de reacciones instrumentalizadas
mencionadas tiene un soporte en el plano del conocimiento. Para decirlo
en breve: tenemos ejércitos de nanoexpertos pero adolecemos de una
ignorancia global; de otro modo, buena parte de la ciudadanía carece de
una imagen del mundo que le permita responder y actuar de forma
congruente y no seguidista de los demagogos. Estamos aquí en el problema
dorsal de nuestra sociedad: la ausencia de un marco de legibilidad o
inteligilibilidad panorámico del funcionamiento de sus procesos
decisivos; en particular los que tienen que ver con la distribución de
los recursos. No es ajeno a ello que la colonización neoliberal de la
educación esté expulsando de ella a quienes pueden proporcionar el mapa
macro: las ciencias humanas y sociales; un espacio del que, por cierto
y sin que se les haya reclamado responsabilidades corporativas, ha
desertado buena parte de los economistas, los expertos mejor pagados de
las ciencias blandas.
(...)
Los 7 "mejores" eufemismos de los tratados de libre comercio (TTIP):
ResponderEliminarhttp://www.asturbulla.org/index.php/politica/corrupcion-y-fraude/30598-los-7-mejores-eufemismos-de-los-tratados-de-libre
El lenguaje sirve para todo, lo bueno y lo perverso. En "El Criticón", Baltasar Gracián presenta una tienda con un anuncio: "aquí se vende lo mejor y lo peor". Y vendían solamente lengua...
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