Maestros conocí que se acercaron al Frente de Juventudes de la Falnge, no sólo para aumentar algo su magra paga, sino por instinto de conservación. El mucho miedo hacía comportarse a las personas según patrones que hoy consideraríamos humillantes.
¿Quién era capaz, en el cine, de permanecer sentado y no saludar brazo en alto cuando en el NO-DO de la primera época aparecía la imagen de Franco y la acompañaban los himnos fascistas de rigor?
Incluso hijos de personas asesinadas han llegado a responsabilizar a sus padres de los malos tragos y penurias sufridas luego por ellos, por "meterse en política" (el mismo dictador recomendaba no hacerlo). ¿No se plantean esos malaventurados pobres de espíritu que si el golpe del 36 hubiese sido abortado su vida habría sido muy otra?
El resultado de esta estrategia del terror, que han sufrido otros pueblos con transiciones democráticas parecidas a la nuestra, es un proceso que, muchos años después, impide que la población conozca su propia historia. Y por eso el sentido común imperante es, en el mejor de los casos, fatalista, y en el peor claramente fascista.
Puede resumirse así lo ocurrido, considerando que desde entonces han transcurrido tres generaciones:
"El miedo es libre", suele decirse. Es un mecanismo ligado a la vida de todos los animales. Ante un enemigo no hay mas que dos caminos, el ataque o la huida, pero si esta falla y no se encara el peligro inevitable, queda la sumisión en el mejor de los casos.
- La primera generación callaba, así que
 - la segunda creyó a los que no callaban,
 - y no pudo enseñar a al tercera, que lo ignora casi todo.
 
Algunos animales, como los cardúmenes de peces o las ovejas de un rebaño, utilizan el gregarismo como una defensa, con resultados muchas veces nefastos. En otras ocasiones, como en un ejército disciplinado, la compañía infunde valor.
No logro recordar bien la fuente, posiblemente Darwin en su trascendental viaje alrededor del mundo. El caso es que se contaba que había unos perros ovejeros en la Pampa, castrados desde muy jóvenes y criados con las ovejas. Se trataba de un animal que aislado era muy temeroso, pero que al frente del rebaño se crecía, y considerándose jefe de la manada, respaldado por tan poderoso ejército, se convertía en un valiente defensor.
No logro recordar bien la fuente, posiblemente Darwin en su trascendental viaje alrededor del mundo. El caso es que se contaba que había unos perros ovejeros en la Pampa, castrados desde muy jóvenes y criados con las ovejas. Se trataba de un animal que aislado era muy temeroso, pero que al frente del rebaño se crecía, y considerándose jefe de la manada, respaldado por tan poderoso ejército, se convertía en un valiente defensor.
Los humanos también somos gregarios. A veces un gesto valiente contagia al grupo, pero más frecuentemente el comienzo de una huída provoca un pánico generalizado. Con el grupo se soporta mejor la desgracia, incluso un destino fatal. Hasta para salvarse en un accidente o un naufragio hay que tener muchas veces el valor de no compartir el comportamiento gregario de los otros.
Paradójicamente, nos convirtieron en un rebaño de animales solos.
Paradójicamente, nos convirtieron en un rebaño de animales solos.
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| Goya, disparates. El fantasma | 
Rebelión
“No hay que levantar la 
vista con la esperanza de encontrar la felicidad detrás de esos astros 
que embellecen nuestras noches: la felicidad está aquí, en el astro 
Tierra, y no se conquista con rezos, no se consigue con oraciones, ni 
ruegos, ni humillaciones, ni llantos: hay que disputarla de pie y por la
 fuerza, porque los dioses de la tierra no son como los de las 
religiones: blandos a la oración y al ruego; los dioses de la tierra 
tienen soldados, tienen polizontes, tienen jueces, tienen verdugos, 
tienen presidios, tienen horcas, tienen leyes, todo lo cual constituye 
lo que se llama instituciones [...]”
Ricardo Flores Magón, 1910
Si
 recibiéramos un encargo laboral y lo atendiéramos de la misma forma que
 los cuatro principales partidos políticos españoles (mal)tratando de 
formar gobierno, sin duda seríamos sancionados, despedidos y vetados y, 
probablemente, también demandados. Vamos, que nos “reventarían” de forma
 proporcional a nuestra figura jurídica y nuestra capacidad económica. 
Nada, por otra parte, que no suceda habitualmente y con muchas menos 
razones. Esta certeza, lejos de sublevarnos, nos oprime en una 
resignación y en un fatalismo meticulosamente alimentados por los 
medios.
Habrá, por supuesto, quien sienta la tentación de 
afirmar que la comparación no es proporcional en escala pero, sin entrar
 en cuestiones de desempeño (donde el ridículo aún seria mayor), nos 
sobran en los últimos siete meses actitudes y discursos interesados, 
irresponsables e indignos para todas las partes, que nos han recordado 
que sigue bien vigente y en plenas facultades una partitocracia de 
raíces tan profundas como truculentas al servicio del poder económico. 
Algo que nos resultaría particularmente doloroso de no ser porque 
tenemos una defensiva y feliz memoria de pez.
El sistema de 
democracia representativa no funciona porque ni representa ni es 
suficiente en sí mismo para resolver nada, puesto que no son otras 
personas asociadas, libres e iguales, sino los partidos políticos, los 
que recogen el mandato popular para, lejos de sentirse obligados y 
comprometidos con las demandas que contiene, acomodarlo en los márgenes,
 cada vez más estrechos, que establecen la banca, la patronal, las 
instituciones europeas y sus propios intereses como lobbistas. Lo que no
 es ni democrático, ni regenerador, ni, por asomo, rupturista, pero que 
se acepta como la enfermedad crónica y su medicación.
Algo que 
parecía tan evidente cuando lo cantábamos aquel 15 de Mayo del 2011, se 
encuentra tristemente alejado de manifiestos como “Por un Gobierno de Progreso. Por un acuerdo de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos”,
 que expresa la posibilidad de alcanzar unos objetivos, humildes, 
difusos y poco estructurados, mediante el acuerdo de tres partidos que 
jamás han expresado adecuadamente cómo implementar sus políticas y que 
se han venido excluyendo mutuamente de forma sistemática. La política se
 sube al barco fantasma de “Lo Menos Malo”. La orientación de la brújula
 se relativiza, si lleva a algún puerto.
En lugar de crear 
nuevas formas de organización acordes con lo elevado de las metas, se 
han minorado estas para encajar en las instituciones y en las 
estructuras de poder que siempre les han sido ajenas. Es inquietante 
que, sabiendo que quien manda lo hace gobierne quien gobierne, se haya 
optado por combatir esa hegemonía mediante las herramientas diseñadas 
para su propia prevalencia, en lugar de consolidar asociación, 
cooperación y organización al margen de las mismas, tal y como siempre 
ha practicado ese poder. La enésima confusión entre la parte y el todo, 
entre la consecuencia y la causa, empiezo a dudar, si premeditada.
Pero
 parece que para todo esto no queda tiempo, o nos han hecho creer que no
 lo queda, a pesar de la evidencia histórica de que tal posibilidad no 
es impracticable (aunque ya no se estudia en ningún sitio). Aterrados 
por la lógica de las prioridades, sucumbimos a la variabilidad de estas,
 en forma o grado, abandonando cualquier trabajo creativo paralelo para 
el que no queda tiempo. Huimos hacia delante, asumiendo renuncias 
constantes. En las mismas pequeñas dosis que inmunizan frente a los 
venenos. Aproximándonos a la frontera en la que la elasticidad da paso a
 la deformación irrecuperable
Nadie se verá compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión.
 Para eso hace falta conocimiento, conciencia, pero también organización
 y una dosis razonable de valor. Nada frecuente en la misma habitación. 
Va siendo hora de que lo asumamos: formamos una sociedad embargada por 
el miedo, que ha perdido su cohesión como colectivo y el sentido de lo 
común. Una sociedad donde todo el mundo cree estar solo. Una sociedad 
que, por esto mismo, se muere. 

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