sábado, 9 de abril de 2011

Libia y sus recursos, ni siquiera razones ocultas

Comentarios de Pedro Prieto en Crisis Energética, el jueves 7 de abril de 2011.


(Final, tras haber descrito brevemente los procesos muy contaminantes y grandes consumidores de recursos que se utilizan para extraer gas de esquistos bituminosos, con rendimientos cada vez más pobres en términos de eficiencia energética, que suponen el fin definitivo de la energía barata):

El agua y la energía para generar energía

El consumo de agua para estas necesidades puede ser monstruoso. Y entramos en una vorágine acelerada de consumos para consumir y pescadillas que se muerden la propia cola energética.

(...)

En fin, matar moscas a cañonazos y a medida que los recursos energéticos de mayor calidad se van agotando la exigencia de mayores cañones para matar moscas cada vez más pequeñas se va haciendo cada vez más patente y patética. 

Quizá entre ahora en todo su esplendor la explotación del gran acuífero de agua dulce del Sahara, Sistema Acuífero de Piedra Arenisca de Nubia, que según uno de nuestros lectores que trae la noticia de otras fuentes acerca del Gran Proyecto Fluvial Hecho por el Hombre que se traía entre manos el hoy proscrito Gadafi (GMMRP, por sus siglas en inglés) y sobre el que los científicos calculan que la cantidad de agua que podrían bombear es el equivalente al agua que fluye por el Nilo en 200 años. 

Algunos de los desastres ambientales y en las aguas subterráneas que afectan a la población se publicaron en la revista Vanity Fair y son estremecedores, para haberse realizado en la primera potencia del mundo, que se supone concernida por los impactos ambientales. Las dos formas principales de extraer el gas (con una suerte de minería a cielo abierto y otra de perforación algo más profunda e inyectando agua con productos químicos muy venenosos y corrosivos para producir la llamada fractura hidráulica” y liberar el gas, hacen que la mayor parte del transporte, tanto de los productos químicos y el agua se tenga que transportar en grandes camiones de bajo rendimiento, como la salida del gas, que se hace también en muchos casos en camiones, debido a que la densidad de extracción por unidad de superficie es tan baja que no compensa ni hacer acueductos de entrada ni gasoductos de salida, por la rotación frecuente de los terrenos de explotación. Esto reduce considerablemente los rendimientos y aumenta considerablemente el coste energético de la extracción, y deja poca energía neta, un signo típico del declive energético que se avecina. 

La cosa sería de locos: bombeo de agua desde cientos o miles de kilómetros con energía, quizá para producir energía de los esquistos de gas, para producir gas con el que a su vez quizá producir petróleo pesado de esquistos o pizarras, para el transporte de agua o de gas con camiones, o para que máquinas impulsadas por derivados del petróleo construyan los gasoductos por los que se pueda enviar el gas con el que generar electricidad para bombear agua, etc., etc. 

Los científicos calculan que la cantidad de agua es el equivalente al agua que fluye por el Nilo en 200 años. Pero está claro que cuando los monos de la película de Kubrik sobre la obra de Arthur C. Clarke, “2001 una odisea en el espacio”, entran en una pelea a muerte por el último charco de agua disponible, no caen en la sutileza de pensar que quizá el pequeño charco termine tan embarrado después de la mortal trifulca, que no sirva ni para los exhaustos vencedores. 

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