sábado, 15 de junio de 2013

¿”Salirse del euro” o definir un escenario de salida para el sur?

Parece que empieza a estar claro que hay que soltarse de este dirigible a la deriva de la moneda única, antes de que sea demasiado tarde y la caída sea mortal. El  Colectivo Prometeo propone en un manifiesto salir del euro. su intención es, ante todo, impulsar el debate. En su limitada extensión esta propuesta no concreta las circunstancias en que podría producirse la salida, ni los peligros inherentes.

Ya en el límite temporal acordado en su última Asamblea Federal, Izquierda Unida va a celebrar su Conferencia sobre Europa. Tendrá que adoptar decisiones, pero sobre todo definir y hacer pública una estrategia.

Tanto salir como permanecer tienen costes. En el primer caso serán repentinos, pero permanecer conduce a una anemia (anomia) perniciosa, sin más horizonte que una lenta muerte social.

Armando Fernández Steinko analiza con más detalle en este artículo las estrategias posibles para una salida ordenada: 




Está circulando un manifiesto que plantea la necesidad de salirnos del euro, “Salir del euro” en:
Este manifiesto pretende impulsar un debate sobre la naturaleza de la Europa de Maastricht, invitar a la sociedad a abordar el proyecto europeo con más realismo que en los últimos veinte y treinta años, e invitar a un debate estratégico sobre el futuro económico y político de la sociedad española.

Es verdad que en estos momentos es más importante -si cabe- que los ciudadanos de Europa reflexionen sobre cuestiones estratégicas. Sólo así podrán forzar una salida democrática y antineoliberal a la crisis. Sin embargo, la mejor forma de impulsar una discusión de este tipo no es la formulación del problema en los términos propuestos por el Manifiesto.
Primero porque trata los problemas monetarios de forma autónoma con respecto a los problemas estatégicos y no al revés. Expresado así, se crea la falsa sensación, de que un cambio monetario como el que se propone puede arrastrar un cambio político y social en el sentido esperado. Este esquema no tiene en cuenta, que una misma decisión monetaria puede tener consecuencias muy distintas dependiendo de una serie de aspectos de tipo económico, social y político, aspectos y que el documento no menciona o deriva directamente de la cuestión monetaria en sí misma: es un problema del fetichismo monetario.

Segundo: la respuesta a una cuestión como la que plantea el Manifiesto depende del balance concreto entre los costes y los beneficios que ocasionaría la decisión de salirse del euro en las condiciones que plantea el documento. Ambas cosas deben ser puestas unas frente a las otras y discutidas en profundidad para poder tomar una decisión o adoptar un posicionamiento razonable basado en escenarios reales. El formato de un manifiesto es inapropiado para ello, ya por razones de espacio. La izquierda alternativa no puede hacer abstracción de esta clase de anteposiciones razonadas entre ventajas e inconvenientes.

Tercero: el manifiesto no tiene en cuenta muchas discusiones estratégicas que se han venido produciendo en el seno de la izquierda antineoliberal europea en los últimos años. Estas incluyen una descripción de diferentes escenarios económicos y políticos, la particularidad de los diferentes países, y un repaso de las ventajas y los inconvenientes de una medida de este tipo para avanzar hacia un proyecto antineoliberal. La izquierda altenativa no se puede permitirse ignorar ese acerbo.
No puedo entrar aquí en todos los aspectos que un proyecto antineoliberal ha de tener en cuenta a la hora de lanzar una propuesta de este calado, sobre todo cuando es formulada de esta forma. Me voy a limitar aquí a proponer una especie de “escenario de actuación” destinado a abordar con urgencia la insoportable situación que están viviendo los pueblos del sur de Europa. La primera de ellas tendría el menor coste para ellos y permitiría avanzar más rápidamente hacia una ruptura con el neoliberalismo. La segunda tendría un coste más alto, pero en cualquier caso menor que el asociado a una salida unilateral del euro. Hay que advertir aquí que la situación es de una gran imprevisibilidad y reviste una considerable complejidad que deben ser tomadas en cuenta.

Primera opción: la creación de un bloque de países para negociar un cambio dentro del euro:
a.) El objetivo principal de la creación de una colección de países deudores en la periferia sur es acumular poder suficiente para alcanzar dos objetivos estratégicos:
1.) forzar una renegociación de la deuda con los países acreedores y las instituciones que están a su servicio siguiendo el ejemplo de la Conferencia de Londres de 1953, y
2) forzar un cambio en las políticas comunitarias del tipo de las propuestas por el grupo Memorándum:
b.) Los países en los que se pueden producir mayorías antineoliberales significativas a corto o medio plazo son Portugal, España y Grecia (a partir de ahora PEGs). Esto se debe a factores estructurales de tipo político y económico que hemos analizado en otro lugar:
Una dinámica de cambio político en estos países podría provocar un efecto dominó en Italia, lo cual podría reforzar el nuevo eje político en el Mediterráneo.

c.) Es altamente improbable que en Alemania y en sus satélites exportadores se produzca un cambio político similar, o dentro de un espacio de tiempo razonable. La Francia de Hollande se mueve en un espacio intermedio del que no se pueden esperar iniciativas significativas, aunque sí un apoyo diplomático o una complicidad no hecha pública. Tampoco es probable -aunque no imposible- que un hipotético triunfo de Syriza en Grecia pueda provocar un cambio radical en dichos países.

d.) Los PEGs deberían formar lo antes posible una alianza estratégica de deudores basada en argumentos similares a los propuestos por Fidel Castro en los años 1980 para los países latinoamericanos. Esta alianza permitiría desmontar la estrategia de individualización de la negociación de los organismos financieros internacionales. Generaría un poder de negociación comparable al que tuvo Alemania Federal en la segunda postguerra mundial debido a su función geoestratégicas en el contexto de la Guerra Fría.

e.) Los países acreedores y los organismos internacionales controlados por ellos, van a intentar romper esta alianza por todos los medios. Pero si no consiguen hacerlo, es improbable que arriesguen una ruptura del euro debido a su fuerte dependencia de una moneda devaluada: Alemania no va a rescatar voluntariamente al sur, pero tiene que evitar que el sur se ahoge, aunque siempre rescatándolo justo antes de morir ahogado y no por mucho tiempo. Ver:
Esta dependencia es otra baza negociadora del sur frente al norte.
Segunda opción: la ruptura del espacio euro y la creación de un bloque monetario mediterráneo:
f.) La primera estrategia sólo será convincente si existe un plan B. El plan B, que podría ponerse en marcha en caso de que fracasara el plan A, es la creación de un bloque monetario en el Mediterráneo basado, o bien en la creación de una serpiente monetaria entre las tres monedas nacionalizadas al mismo tiempo, o bien en la creación de una nueva moneda única (eurosur). Esta estrategia tendría un coste superior a la anterior, pero en cualquier caso, los tres (o cuatro) países podrían abordar mucho mejor el coste de su salida repentina de una moneda fuerte.

g.) El nuevo espacio monetario -al que podría adherirse Chipre- debería inspirarse en mecanismos de cooperación entre sus bancos centrales; debería someter su territorio a un estricto control de capitales, su sistema financiero debería ser sometido a una estricta regulación y debería valerse, además, de los recursos financieros, diplomáticos y geoestratégicos para romper el probable bloqueo al acceso a los mercados financieros. Las relaciones con América Latina, con África y con Rusia, así como la baza geoestratégica mediterránea, podrían convertiste en bazas importantes. La acumulación de poder de negociación seguirá siendo esencial pues es probable que las oligarquías de los PEGs enfrentadas a este proyecto, las mismas que han arrojado a sus países a la actual situación, cuenten con la complicidad de los países acreedores y los organismos financieros internacionales.
Esta propuesta es un simple esbozo de hoja de ruta. Para materializarla habría que:
A.) convocar un grupo mediterráneo de expertos para explorar estos escenarios así como su viabilidad política

B.) colocarla en la agenda central de la opinión pública de todos los países europeos

C.) crear amplias alianzas en torno a objetivos de “salvación nacional” o de “defensa de la democracia” con capacidad de aislar a las oligarquías de los PEGs.

D.) establecer puentes de comunicación y de cooperación con posibles aliados dentro de la Unión Europea (sus clases asalariadas, los profesionales urbanos no identificados con el neoliberalismo etc.

E.) explorar a gobiernos y países no europeos que pudieran ver este proyecto con simpatía.

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