SOBRE LA SAGA/FUGA DE J.B.
Un primer ardid para que el lector acepte un relato podría ser la previa aceptación de que es un relato. Cervantes utiliza este truco cuando crea al historiador Cide Hamete, que es quien supuestamente cuenta la historia de Alonso Quijano. El hidalgo a su vez, insatisfecho de su vida sin relieve, se inventa a don Quijote: inventa el nombre, una amada con el suyo, el de su caballo, su personalidad idealista y valiente.
Torrente inventa de modo similar a José Bastida, y lo pone en una lamentable situación vital. Justifica así que se refugie en una vida interior, determinante del resto de la historia. A partir de aquí ¿es el autor o es Bastida quien inventa, o quien investiga, que tanto nos da, sobre el pasado de Castroforte? Bastida/Torrente, con un grado de complejidad en su narración mucho mayor que el que Cervantes tiene en la suya, nos va perfilando diversos personajes. Estos personajes inventan a su vez, o investigan, acerca de otros, sobre un fondo de leyendas y tradiciones locales, creándose sin embargo una estructura de relaciones con enorme trabazón y coherencia interna. De un mismo suceso se dan distintas interpretaciones, sometidas a rigurosos análisis que realizan los mismos personajes. Las versiones a menudo entran en conflicto, y no llegaremos a saber si las que nos dan son sinceras o simplemente interesadas.
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