sábado, 12 de febrero de 2011

¿Es necesario un foro social en América Latina?


De este artículo de Raúl Zibechi quiero destacar algunas ideas de interés estratégico.

La compleja realidad incluye muchas contradicciones. No son iguales los tiempos de lo  inmediato para sobrevivir hoy, (condición necesaria pero no suficiente para ganar batallas mañana) y lo venidero que debemos anticipar. Pero no hay que escandalizarse por ello.

Lo inmediato es la inmersión en el sistema-mundo, con un día a día que se mueve en los mercados, incluido el laboral. Y que como algo ya dado no depende de nosotros.

Lo venidero está abierto. La paradoja: diseñarlo sin saber. Pero lo haremos tanto mejor cuanto más claro tengamos que en todo caso sí depende de nosotros

(...)

El problema más importante (...) es la confusión en torno a quiénes son los sujetos de los cambios, aunque debe decirse que esta confusión está presente en toda la izquierda y en buena parte de los movimientos. Muchos intelectuales, dirigentes políticos y de movimientos sostienen que ahora son los gobiernos los encargados de construir un mundo nuevo o el otro mundo posible. No es lo mismo la competencia interestatal para transitar de un mundo unipolar a otro multipolar que la lucha por la emancipación y la autonomía de los oprimidos. En el primer escenario es posible considerar a Petrobras como un aliado, pero en el segundo es un enemigo, se lo mire por donde sea.

El segundo problema es la división entre lo político y lo social. No es cierto que los movimientos sean sociales. Son esencialmente políticos, y en esa confusión tienen un papel muy considerable los intelectuales que se han rendido al eurocentrismo y repiten las más trilladas teorías académicas sin atenerse a la realidad de lo que sucede en el abajo que se organiza y se mueve. El concepto de movimiento está en disputa, no sólo por la cuestión de si son sociales o antisistémicos, sino por la concepción misma de lo que es un movimiento: si se trata de un aparato, una estructura organizativa o algo más complejo y abarcativo. Comprobar que muchos movimientos han devenido en meras organizaciones sociales, con dirigentes separados de las bases, con locales bien equipados y prácticas similares a las de las ONG, debería llevarnos a reflexionar acerca de qué hablamos cuando decimos movimientos.

La tercera cuestión que debemos zanjar es cómo entendemos el patrón actual de acumulación de capital. Si los problemas se reducen a los países del norte, como señaló Lula días atrás en Dakar, dejamos de lado nada menos que el extractivismo, que es la forma que asume el modelo neoliberal en el periodo actual. Y omitimos problemas como la explotación de la Amazonia por nuestras multinacionales y por nuestros gobiernos, con emprendimientos hidroeléctricos como Belo Monte y Río Madera, entre muchos otros, que sacrifican pueblos enteros en el altar del desarrollo.

Por último, desde los movimientos debe admitirse que no tenemos un modelo alternativo y viable al extractivista pero debe forzarse un debate abierto, que no excluya a los gobiernos, sobre los caminos posibles para salir del modelo actual, como primer paso para comenzar a pensar estratégicamente. La filosofía del buen vivir aún no se ha convertido en alternativa política, no ha encarnado en la vida real, y las más de las veces se reduce a discursos que encubren prácticas afines a la acumulación de capital.

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