lunes, 18 de mayo de 2015

Pensamiento crítico

El texto que reproduzco es parte de una ponencia presentada en el XIX Seminario “Los Partidos y una Nueva Sociedad” celebrado en México D.F. los días 12, 13 y 14 de marzo de 2015.

Para enmarcarlo, siguen unas palabras  de Adolfo Sánchez Vázquez, pronunciadas en la Casa de las Américas en septiembre de 2004, en ocasión de ser nombrado doctor honoris causa por la Universidad de La Habana:
En suma, el marxismo como teoría sigue en pie, pero a condición de que, de acuerdo con el movimiento de lo real, mantenga sus tesis básicas -aunque no todas-, revise o ajuste otras y abandone aquéllas que tienen que dejar paso a otras nuevas para no quedar a la zaga de la realidad. O sea, en la marcha para la necesaria transformación del mundo existente, hay que partir de Marx para desarrollar y enriquecer su teoría, aunque en el camino haya que dejar, a veces, al propio Marx.
Ahora bien, reafirmada esta salud teórica del marxismo, hay que subrayar que éste no es sólo, ni ante todo una teoría, sino fundamental y prioritariamente, una práctica, pues recordemos, una vez más, que "de lo que se trata es de transformar el mundo" (Tesis XI sobre Feuerbach de Marx). Pues bien, si de eso se trata, es ahí, en su práctica, donde la cuestión de si tiene sentido ser marxista hoy, ha de plantearse en toda su profundidad.
Pues bien, considerando el papel que el marxismo ha desempeñado históricamente, desde sus orígenes, al elevar la conciencia de los trabajadores de la necesidad y posibilidad de su emancipación, y al inspirar con ello tanto sus acciones reivindicativas como revolucionarias, no podría negarse fundamentalmente su influencia y significado histórico-universal. Ciertamente, puede afirmarse sin exagerar, que ningún pensamiento filosófico, político o social ha influido, a lo largo de la historia de la humanidad, tanto como el marxismo en la conciencia y conducta de los hombres y de los pueblos.
El filósofo Adolfo Sánchez Vázquez (izq) al recibir el doctorado Honoris Causa por la Universidad de La Habana (Archivo / EFE).


















Si retenemos la esencia de lo que antecede, veremos con mejor perspectiva lo que sigue:



Rebelión


Este XIX seminario culmina el próximo 14 de marzo, 132 aniversario de la muerte de Carlos Marx y la coyuntura actual del capitalismo lo hace estar más vivo que nunca, en tanto los nuevos desarrollos del sistema confirman elementos esenciales de su teoría.

Sin ánimo de desarrollarlos mencionemos algunos de ellos:
  1. La internacionalización y concentración del capital.
  2. La depauperación absoluta y relativa del proletariado mediante la caída del salario real, el recorte de los gastos sociales, la privatización de los servicios sociales y la desregulación de la contratación de la fuerza de trabajo.
  3. La polarización social y el incremento de las desigualdades entre las clases.
  4. Las contradicciones intercapitalistas producto de la competencia y el desarrollo desigual del sistema.
  5. La tendencia a la crisis que tiende a hacerse crónica.
  6. La naturaleza de clase del Estado.
  7. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante.
En fin, la perspectiva marxista proporciona los elementos básicos para analizar la actual coyuntura del capitalismo y sus tendencias. Esto no significa que ya hay una respuesta para todo en el ámbito de la lucha de clases. Hay problemas y situaciones nuevas que investigar y analizar.

Por ejemplo:

1- Los cambios en la estructura y dinámica de las clases producto de tres décadas de aplicación de las políticas neoliberales:
Disminución del número de los trabajadores industriales
Disminución del número de asalariados estables
Crecimiento del sector informal
Feminización de la pobreza
Nuevas formas de proletarización, por ejemplo el teletrabajo de profesionales.
2- La dislocación productiva y sus consecuencias para la lucha de clases.
Las partes de un producto se pueden fabricar en distintos países y ensamblarse en otro, una especie de parcelación internacional de la producción.
3- La xenofobia y el reforzamiento de las ideologías fascistas en los países centrales del sistema. 

4- La transnacionalización de los Estados.
El mecanismo de la deuda externa se ha convertido en una novísima forma de dependencia en la que organismos internacionales (léase el FMI, el Banco Mundial, el Banco Central europeo) imponen las políticas económicas a los Estados del Sur, incluyendo el sur de Europa.
5- El imperialismo estadounidense como fuerza central del sistema y su instrumentación de una nueva Santa Alianza militar, la OTAN. 
 
6- Los extraordinarios desarrollos tecnológicos que pretenden y son usados en función de la dominación, entre ellos las TICs. Ningún aspecto del desarrollo tecnológico está ausente del sueño de dominación, la reciente noticia de usar la nanotecnología para crear un soldado invisible e invencible es expresión de ello.

Frente a estos procesos nuestro continente se constituye en el fiel de la balanza. Cuando el Secretario de Estado norteamericano en una comparecencia ante el Congreso de ese país dijo que América Latina era su traspatio, en realidad expresaba que la perdida de este continente definía la suerte del imperio.

Y justamente en este continente han surgido experiencias y procesos que abren -no con un camino recto y uniforme– la posibilidad de que el futuro pueda ser diferente.

Permítanme que me detenga en tres cuestiones que, a mi juicio, debemos continuar trabajando como investigadores de la coyuntura actual.
a) El lugar y momento del capitalismo actual. Sus contradicciones y tendencias.
b) La revalorización del pensamiento crítico latinoamericano.
c) La perspectiva socialista como alternativa y superación del capitalismo.
La idea que preside nuestro análisis parte de la convicción de que la constitución de una alternativa no es sólo tarea de los visionarios o de los conductores, es también resultado de analizar y discriminar en nuestra realidad actual aquellos elementos, aquellas relaciones, que en germen apuntan a la subversión del presente y a lo cual, a mi juicio, puede ayudar la teoría. 
 
a) Lugar y momento del capitalismo actual. Sus contradicciones y tendencias.

El capitalismo de hoy ha podido integrar el dominio del capital financiero con la revolución científico técnica contemporánea, a un nuevo nivel y con nuevas formas de organización del trabajo.

Lo anterior no lo ha disminuido ni un ápice como un régimen de explotación sino que, por el contrario, lo ha acrecentado.

Sigue atenazado por sus contradicciones, viejas y nuevas, se ha reforzado una nueva bipolaridad Norte-Sur, de riqueza y pobreza, que no augura un horizonte tranquilo para el Siglo XXI.

La aparición de los BRICS, del ALBA, de un espacio económico euroasiático en formación impulsado por Rusia y el creciente papel económico de China, es muestra de la pérdida de hegemonía económica de EE.UU.

Pero no podemos olvidar que los Estados Unidos continúan siendo la mayor economía del mundo capitalista, el mayor mercado del mundo, que tiene el poder ideológico de controlar dos terceras partes de las imágenes producidas en el planeta y que el dólar sigue siendo, de hecho, la moneda de curso del sistema monetario internacional. Además de que cada vez más la guerra es su política. Señalamos esto no para desalentar, sino para conocer la medida de lo que tenemos que enfrentar.

La lucha de clases no ha sido clausurada. Las propias tendencias tecnológicas y de organización del trabajo, los problemas de los trabajadores migrantes y los fenómenos de su discriminación, los crecientes brotes de fascismo en Europa y los conflictos étnicos y de minorías en los propios Estados Unidos son algunos de los síntomas de su existencia.

Esta es una era de Revolución Social, aunque coyunturalmente pueda parecer que la tercera ola emancipatoria de América Latina se está deteniendo. La historia hay que verla en la perspectiva del largo plazo, por lo que no están excluidos los avances, retrocesos, estancamientos y las apariencias de que a veces no sucede nada mientras el viejo topo de la historia sigue horadando el futuro.

Y justamente porque el capitalismo es otro y a la vez sigue siendo el mismo, hay que renovar el debate sobre el capitalismo en América Latina, su carácter dependiente, las formas actuales en que se da esa dependencia y su expresión en el conjunto social.

Hoy América Latina es otra, sin dejar de ser la misma, es un segmento de la parte subdesarrollada, subordinada y sobreexplotada del sistema mundial del capital que ha evolucionado junto con este sistema; pero con pautas propias dentro de él que refuerzan su carácter subordinado.,

La acelerada urbanización de América Latina puede dar la imagen de un proceso de descampesinización y proletarización, sin embargo la tendencia no parece ser que la estación final de las capas populares sea el proletariado, sino el sector informal, ese complejo mundo que tanta literatura ha generado para comprenderlo o incomprenderlo.

En algunas realidades del panorama latinoamericano la categoría de clase social no es suficiente para analizar las relaciones sociales por la presencia de las etnias.

En otro orden aparecen fenómenos como el de la droga, que están dando nacimiento a una narcocracia y que mediante la llamada guerra contra el narcotráfico se constituye en elemento de la dominación imperial.

Como se ve, el panorama es complejo. Ante él siguen vigente viejas preguntas y surgen nuevas.
¿Cómo se ubica América Latina en la estructura mundial del capital?
¿Qué características y especificidades tiene la sociedad latinoamericana del siglo XXI?
¿Qué modalidades asume la asociación-subordinación de los dominadores locales con los dominadores del orden internacional?
¿Cuáles son las características de las burguesías latinoamericanas?
¿Tienen algunas especificidades?
¿Qué sectores dentro de las clases dominantes son beneficiarias del nuevo patrón de acumulación?
¿Qué procesos de diferenciación se dan al interior de las clases dominantes?
¿Hay posibilidades de alianza o concordancia con algunas fracciones de las clases dominantes para un proyecto alternativo al que está en curso?
¿Qué características está asumiendo la amplia base de los dominados?
¿Qué dinámicas se perfilan entre los sectores dominados?
A partir de las nuevas dinámicas sociales, ¿qué elementos valorar para articular un campo de lucha de los dominados?
Estas preguntas y otras son claves para pensar una ciencia social comprometida con los intereses populares, lo que nos lleva a la necesidad de revalorizar el pensamiento crítico latinoamericano en el proceso de construir un paradigma creíble por parte de las fuerzas antisistémicas y reconstruirse a sí mismo como una alternativa.

b) Revalorizar el pensamiento crítico latinoamericano.

Es el que nace de la confluencia del pensamiento de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gramsci, con el de Bolívar, Martí, Mella, Guiteras, Mariátegui, el Che y Fidel, en cuyo centro de reflexión está la posibilidad de derrotar el actual orden de cosas y construir una nueva forma de vida.

Durante mucho tiempo se ha petrificado el marxismo en nombre del marxismo y hoy es urgente el análisis, el debate, la reflexión sobre la historia y vicisitudes del marxismo, no en función de ver dónde hubo esta o aquella equivocación, sino en función de afilarlo como instrumento de análisis y de comprensión –aprehensión de la realidad de la moderna y específica sociedad burguesa latinoamericana.

En esta revalorización hay que resignificar nuestro pasado y aprehender nuestro presente. Este es un amplio abanico que incluye la vida y la muerte de la posibilidad revolucionaria a lo largo de más de cincuenta años, que espera por su síntesis teórica.

El pensar críticamente en América Latina ha tenido uno de sus ejes de desarrollo en la reflexión en torno a la teoría y la práctica de la lucha por el poder. En esta dirección, el problema de la organización política y su estructura organizativa no ha estado exento de atención. No es un problema simple, ni formal en torno a si partido, movimiento o frente. De lo que se trata es de si la estructura que asuman las fuerzas antisistémicas será capaz de aunar la diversidad que representa la heterogeneidad que dimana de la estructura social del subdesarrollo, de las clases y grupos sociales interesados en el cambio y multiplicidad de los movimientos sociales y sus objetivos y formas de lucha en la unidad del accionar que conduzca a la victoria.

El problema no es nuevo, y tiene un referente empírico: las organizaciones que condujeron a las victorias en Cuba, en la Nicaragua sandinista, en la Venezuela bolivariana, en la Bolivia plurinacional y en el Ecuador de la Revolución ciudadana no se asimilan bajo los patrones clásicos del partido político.

Se trata de plantearnos las formas y maneras de ir construyendo una estrategia popular que parta de la diversidad de los movimientos y luchas que se enfrentan al sistema y que enrute al quiebre de la dominación burguesa. Esto nos lleva al tercer nudo de problemas, el de la actualidad de la Revolución, que no es más que la búsqueda, entre la madeja de los hechos cotidianos, de los hilos y los caminos que puedan conducir a que el futuro sea diferente, y que por su esencia se inscribe en los parámetros de un ideal socialista.

c) La perspectiva socialista como alternativa y superación del capitalismo

Plantearse la actualidad del socialismo implica, aunque no parezca importante, la autopsia del socialismo real eurosoviético y los factores internos, más allá de uno u otro dirigente, que condujeron a su derrumbe.

El perfil de nuestro socialismo tiene que emerger de la síntesis y aportes de las luchas populares de Nuestra América y de la experiencia internacional. “Injértese el mundo en nuestras repúblicas, pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas” –decía Martí-, y esto vale para el contorno de nuestro socialismo, que no puede ser calco ni copia, sino creación heroica; un socialismo que nazca y entronque con nuestra raíz nacional y latinoamericana y por tanto tengan lugar en él la quena y el bongó; el son y el tango también, sin despreciar los valores universales.

Un socialismo biocentrico, con una economía ecoefectiva, que tenga entre sus ejes el culto a la dignidad plena del hombre y por tanto que tenga entre sus ejes la participación, la equidad y la solidaridad.

No se puede entender el socialismo al que aspiramos como un proceso de modernización cuya meta sea lograr los niveles de consumo de los actuales países capitalistas industrializados sobre la base de la propiedad estatal de los medios de producción, sino como un nuevo modo de vida a lograr sobre la base de ser cada vez más participativo, más antiprivilegio, más antiburocrático y de que el hombre sea cada vez más pleno y no más plano.

En fin algo así como una nueva civilización en que el desarrollo se mida no sólo por el avance tecnológico y en el que las relaciones mercantiles estén en función de la mayor suma de felicidad posible.

Y por último, y no por ello menos importante, la Revolución cubana.

Después del vendaval en el que cayeron colosos, esta herética isla ha resistido 55 años de un bloqueo genocida y –lo digo con absoluta convicción- no sucumbirá a los nuevos cantos de sirena del imperio.

La Revolución cubana nunca perdió su autoctonía, aún en el período en que se copiaron elementos de otras experiencias, y puede dialogar de igual a igual con Estados Unidos porque es una Revolución verdadera.

A los de la izquierda “bienpensante” y a los puristas les decimos que la Revolución cubana está ahí y continuará estándolo, para bien de Nuestra América.

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