Nos pisan, sí. Los informes PISA apisonan la cultura. La razón instrumental ha invadido las sedes del conocimiento. De la Universidad como compendio de universalidad a un conjunto de saberes fragmentados, desconectados del hilo conductor del pensamiento crítico. Al servicio de "la empresa". La mercantilización de la educación y su privatización corren parejas. Se obliga a las universidades a ser rentables, al tiempo que se recorta la financiación pública. ¡Búscate la vida!
El recurso para sobrevivir es mercantilizar el saber, que se convierte en instrumento para la ganancia. Formación destinada a proveer de piezas útiles ("capital humano") a las empresas.
Y no se trata sólo de la educación superior: desde la enseñanza primaria y secundaria hasta el nivel más alto de la investigación, incluyendo la llamada formación profesional, el mantra de la enseñanza es la empleabilidad. Parece racional, pero en esta estructura social no lo es sino para la razón empresarial.
Bajo la capa de la "Educación para Todos" se oculta el afán de lucro. Las enseñanzas "no rentables" se destierran, en esa lógica del saber como instrumento para la ganancia. Al nivel de los estudiantes, instrumento para la "empleabilidad". Para las empresas, aumento de la productividad, en un mundo que produce tanto y tan superfluo, con sobreoferta de muchos bienes dirigidos a una menguante "demanda solvente".
El recurso para sobrevivir es mercantilizar el saber, que se convierte en instrumento para la ganancia. Formación destinada a proveer de piezas útiles ("capital humano") a las empresas.
Y no se trata sólo de la educación superior: desde la enseñanza primaria y secundaria hasta el nivel más alto de la investigación, incluyendo la llamada formación profesional, el mantra de la enseñanza es la empleabilidad. Parece racional, pero en esta estructura social no lo es sino para la razón empresarial.
Bajo la capa de la "Educación para Todos" se oculta el afán de lucro. Las enseñanzas "no rentables" se destierran, en esa lógica del saber como instrumento para la ganancia. Al nivel de los estudiantes, instrumento para la "empleabilidad". Para las empresas, aumento de la productividad, en un mundo que produce tanto y tan superfluo, con sobreoferta de muchos bienes dirigidos a una menguante "demanda solvente".
Además de eso, hay un efecto perverso en esa permanente evaluación cuantitativa, porque las instituciones educativas, más que de la formación, se preocupan del escalafón que establecen los informes. No trabajan tanto para enseñar como para ser favorablemente evaluadas. La riqueza formativa se pierde en la esquemática y arbitraria elección de las variables a valorar.
Después de una vida como docente, concedo que es necesario evaluar. Lo que pregunto es: ¿quién evalúa? ¿quién evalúa al evaluador? ¿y por cuenta de quién?
Tres niveles hay en el conocimiento necesario para la vida: el primero es el saber para la supervivencia, el segundo para la vida digna, el tercero para la vida del espíritu, el logro de la convivencia solidaria entre iguales, la relación posible con la naturaleza, el goce... Lo que se ofrece es sólo la permanencia en el grupo, que en nuestra sociedad establecen la clase social, la nación y el género: el Orden del Capital.
Rebelión
Dicen que Albert
Einstein dijo que “el sentido común son los prejuicios a los 18 años de
edad”, en justa referencia a todas esas interpretaciones subjetivas del
mundo que, al cabo, terminan coincidiendo con las de la gran mayoría, no
porque las hayamos pensado con calma, sino más bien por lo contrario.
Damos por sentadas la mayor parte de las cosas, pero aun cuando dudamos,
sabemos que la satisfacción interior de enfrentarnos a la opinión
general por una convicción también supondrá un gran coste. Esta es una
consecuencia inherente, más o menos aceptada, de la lucha de clases, y
una rémora para la transformación de la sociedad. Y es que, a la
manifestación del pensamiento discordante suele imponerse el miedo, la
pereza o la amnesia.
Pero el pensamiento crítico que nos permite
enfrentar o defender con valentía el orden de las cosas no se desarrolla
con salud por sí solo, pues hace falta un medio de cultivo apropiado
que permita el florecimiento de la integridad intelectual de los
individuos. Es evidente que el modelo educativo es un factor
determinante en el desarrollo cognitivo de los ciudadanos. De cómo sea o
deje de ser este modelo dependerá, en parte, la visión del mundo de las
generaciones futuras.
Hoy, el organismo internacional más
influyente en la evaluación de nuestros estudiantes y, por lo tanto, en
la percepción de la calidad de nuestro sistema educativo es la OCDE. La
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Sí, sí,
¡económicos!
Conviene recordar en este punto que el objetivo de
la OCDE es maximizar el crecimiento económico según los parámetros del
actual modelo de desarrollo global. Es más, “liberalizar progresivamente
los movimientos de capitales y servicios” es requisito indispensable
para los países miembros de la OCDE. Vamos que, se esté a favor o en
contra de tal cosa, de ideología en eso, como podrán comprobar, no hay
nada de nada, qué va.
Pues bien, el informe PISA (por sus
siglas en inglés: Programme of International Student Assessment) es el
examen que poco a poco nos han colado como método objetivo de medición
del nivel educativo de nuestros adolescentes. Y ya lo habrán imaginado,
es la OCDE quien elabora este informe.
Pero, ¿qué se pretende
con un informe que cuantifique el conocimiento de nuestros adolescentes a
nivel internacional?, ¿bajo qué criterios se diseña?, ¿es realmente
objetivo?, y ¿cómo influye en las políticas educativas de los países?
Andreas
Schleicher es el subdirector de Educación en la OCDE. Pero se nos juzga
por lo que hacemos. Así que, permítanme un inciso. Andreas Schleicher
es también miembro del patronato de Teach for All, una
organización educativa financiada por corporaciones como HSBC, Visa, DHL
o Credit Suisse. Según su propia página web, pretenden combatir la
desigualdad y transformar las escuelas mediante el desarrollo del
liderazgo. Operan contratando personas jóvenes a las que con pocas horas
de formación dicen haber formado en la excelencia. Sin embargo, muchos
consideran que el verdadero propósito de esta organización estriba en
infiltrar en las escuelas públicas una suerte de misioneros de la causa
poco formados pero altamente motivados con el objetivo de inocular una
determinada ideología neoliberal. Solo hay que navegar unos minutos por
internet para cerciorarse de lo que premeditadamente oculta esta
organización. Por aportar un último dato, la filial de Teach for All en España se denomina Empieza por Educar,
cuyo patronato está presidido por Ana Patricia Botín. Es más, en 2011
la Consejería de Educación del Gobierno de Esperanza Aguirre concedió
subvenciones a esta fundación para el desarrollo de su programa
“Refuerza” en institutos de Educación Secundaria de la Comunidad de
Madrid, según puede consultarse en la orden 1556/2011 del BOCM.
El
caso es que el pasado año Andreas Schleicher recibió una carta abierta
firmada por Heinz-Dieter Meyer (State University of New York) y Katie
Zahedi (Principal, Linden Ave Middle School, Red Hook, New York), a la
que se han sumado decenas de personalidades relevantes del mundo de la
educación, como Noam Chomsky o Alfie Kohn, entre otros.
La carta muestra su preocupación por las consecuencias negativas del informe PISA.
En primer lugar, por su contribución a un incremento de este tipo de
pruebas cuantitativas que etiquetan a estudiantes, profesores y sistemas
educativos según los resultados obtenidos en un examen necesariamente
imperfecto. Estas etiquetas, según los firmantes, están siendo
determinantes en la elección de las políticas educativas de los países, a
pesar de las limitaciones manifiestas de la prueba. Resulta evidente
que quien legisle en función de las orientaciones de PISA estará
legislando según unos pocos aspectos, asumiendo la parte por el todo.
Resalta
la carta además que los países han comenzado a aplicar políticas
educativas de corto plazo, diseñadas para escalar en la clasificación,
cuando se ha revelado en diversas investigaciones que los logros
educativos derivados de políticas eficaces tardan años en manifestarse
de manera significativa.
Cabe destacar, por otra parte, cuáles son las áreas que pretende medir el informe PISA.
A saber, la competencia en matemáticas, comprensión lectora y ciencias
naturales. ¿Dónde quedan el resto de facetas? ¿Dónde queda la ética o el
arte? Inevitablemente, mientras aumenta la presencia de PISA, se reduce
el “imaginario colectivo acerca de lo que la educación es y debería
ser”, al tiempo que se empuja a los ciudadanos a establecer –si cabe aún
más– categorías de prestigio entre las distintas materias y su
contenido.
Por último, cuanto más se
impone este sistema de medición, más se estrecha el cerco de lo que debe
ser enseñado y aprendido, y más autonomía pierden los maestros. La
libertad de cátedra es un fenómeno en peligro de extinción.
En
un mundo cuyos sistemas educativos se orientan cada vez más hacia el
sistema productivo y el mercado de consumo, estos modelos de examen
prefabricado sirven para fomentar un conocimiento específico y dirigido,
donde la improvisación vital, la creatividad y la diversidad están
siendo aniquiladas en detrimento de la planificación excesiva, la
burocracia y el reduccionismo cultural a nivel global. El papel de la
educación como motor de transformación social e individual cumple hoy un
espacio marginal en el currículo de nuestras escuelas. En muchas
ocasiones, los profesores viven ahogados por una ridícula e inservible
carga administrativa y no disfrutan de las condiciones necesarias para
dedicarse a fondo a lo verdaderamente importante: la agitación de las
conciencias y el impulso del pensamiento crítico y constructivo. Eso,
obviamente, excede en mucho el conocimiento necesario pero meramente
instrumental y ordinario de las materias.
Schleicher contestó a
la carta pero, como podrán imaginar, no aceptó ninguna de las
consideraciones anteriores. Quizá el sentido común nos lleve a pensar
que sus exámenes de conocimiento son necesarios, y que no hay lugar para
extender la duda sobre lo que miden, lo que dejan de medir, sus efectos
o las intenciones de la OCDE. Pero el pensamiento crítico se inventó
para algo, y también se abona fuera de las escuelas.
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