martes, 26 de mayo de 2015

¡Que no cunda el pánico!

En el cuadro de Goya, la multitud huye de un fantasma. El imaginario coloso que los ahuyenta es más o menos el mismo fantasma que recorrió Europa y que ni antes ni después ha dejado de pasearse por las mentes. 

Malo es que los desmentidos a las falsedades no borren la mancha indeleble. Por fantástica que sea, toda imagen, verdadera o falsa, deja una huella, y el recuerdo acaba por no distinguir lo que uno vio o pensó de lo que le contaron.

Peor es la desproporción entre el bombo y los platillos de los grandes titulares utilizados para mentir y los escondidos e insignificantes desmentidos, que a poca gente llegan en las raras ocasiones en que se producen. Otras veces, sencillamente se deja de hablar del tema, pero el bulo sigue rodando, rodando...

Y peor aún es que los que podrían desmentir alto y claro se plieguen al sentido común inducido en la mayoría y no lo hagan, para no sufrir el rechazo de los que, ignorantes, se tragaron la mentira: la explicación sería demasiado larga.

Un principio elemental, que debe considerar toda persona rigurosa, es el contexto en que se producen las noticias. ¿Quién está detrás? ¿por qué y para qué me lo cuentan? ¿a quién se debe el que lo dice? ¿lo callarían si dijera otra cosa? En pocas palabras ¿quién es el amo?

Lo que sigue a continuación se publicó antes del 24M. La respuesta parcial que han dado las urnas es de cambio (cambio poco concreto, además). Pero siguen siendo mayoría las inteligencias cautivas del medio. Cuidado: mente y mentira se mimetizan con facilidad.




Rebelión


Para asustar a los electores indecisos, nada mejor que mentar las bichas de ETA, Venezuela o Corea del Norte. Toda persona candidata de ideología no bipartidista PPSOE, con aires de izquierda por supuesto, ha de pasar por este examen ante la opinión pública si quiere homologarse como debe dentro de lo políticamente correcto. 

Si afirmas con argumentos templados y coherentes que ETA es un asunto político y complejo, los titulares más gruesos de los medios de comunicación dirán que avalas las tesis de una banda asesina o que minimizas el dolor de las víctimas. Si alabas a Franco (¿200.000 muertos y un millón de presos políticos en la conciencia de su régimen?), no pasa nada, todo está bien, forma parte de la pluralidad democrática de opiniones razonables y ponderadas.

El caso de Venezuela también es paradigmático. El movimiento liderado por Hugo Chávez ganó 14 elecciones entre presidenciales, referendos y comicios legislativos y regionales. Pues bien, la república bolivariana, ¡salta a la vista!, es una dictadura arbitraria y sanguinaria. Dos datos de la ONU: con Chávez y Maduro al frente, la pobreza se ha reducido en más de un 50 por ciento y el gasto social se ha incrementado en más del doble respecto a las tasas habidas antes de la era iniciada por el fallecido Hugo Chávez.

Eso sí, a veces hay escasez de papel higiénico y otras mercaderías más o menos básicas, apiladas y escondidas a propósito por empresarios locales para inducir un desabastecimiento político que levante a las masas contra el gobierno. Eso es lo único que destacan los mass media internacionales, callando alevosamente sobre los regímenes autoritarios y violentos de los vecinos regionales Méjico y Colombia, dos “democracias de pura raza” donde los asesinatos, ajustes de cuentas y corrupción sistémica son instituciones seculares desde hace décadas, datos de enorme gravedad y trascendencia que se silencian por intereses capitalistas que permanecen ocultos a la inmensa mayoría.

Corea del Norte es otro tema clásico de la desinformación de las elites capitalistas globalizadas dirigida a crear monstruos en la mente colonizada del ciudadano medio occidental, rozándose en ocasiones el ridículo más espantoso a través de noticias casi siempre sensacionalistas y jamás contrastadas en fuentes directas o dignas de crédito. Todo lo que filtra la CIA o el servicio de espionaje de Corea del Sur a las agencias de prensa transnacionales se da tal cual, en crudo, sin elaborar ni corroborar ante otras fuentes alternativas.

Rizando el rizo de la suprema estupidez, hace pocos días se divulgaba una noticia, sin confirmar, en la que se aseguraba que el ministro de Defensa norcoreano había sido fusilado, ¡con un cañón antiaéreo!, siguiendo órdenes expresas del presidente (y malvado tirano, por supuesto), Kim Jong-un. Esta vez, la burda mentira urdida por el espionaje surcoreano fue de altos vuelos y escaso recorrido. No obstante, y ahí reside el peligro de toda falsedad repetida hasta la saciedad sin desmentidos del mismo calibre tipográfico, la mentira fantástica suele dejar una mancha indeleble en mentes poco preparadas o concienciadas en términos políticos.

Para más inri, a principios de año, el rotativo inglés The Telegraph informaba que el famoso “desertor” norcoreano Shin Dong-Hyuk había creado una maravillosa fábula de su país a base de ingredientes tan atractivos y tenebrosos como siniestros campos de concentración, torturas hasta la muerte y otras aberraciones ad lib (pautadas o alentadas por la CIA, of course), esto es, en román paladino que todo era producto de su desbocada (¿y bien remunerada?) imaginación: así lo reflejó en su cuenta de facebook, que cerró de inmediato para que nadie hallara su rastro de farsante a sueldo del imperio yanqui.

Estamos en España. Es primavera, año 2015, siglo XXI. Y sigue habiendo una legión de pardillos electores que tirarán su querido y sufrido sufragio en la bolsa de la derecha y de sus socios ideológicos de nuevo cuño o en las alforjas de sus amigos siameses desde la transición posfranquista.

La cultura política de la clase trabajadora, en gran medida, continúa cautiva de su propia ignorancia en los asuntos públicos. Claro, que en otros lares avanzados y ultracivilizados de la Unión Europea, véase el Reino Unido, todo es muy parecido: la derecha, a pesar de sus desmanes, ha vuelto a izar la bandera de la victoria absoluta. Sin duda que los complejos históricos de las izquierdas y sus derivas moderadas hacia versiones descafeinadas o centristas, mucho tienen que ver con “ese votar contra uno mismo” de la gente asalariada, parada o con contratos laborales en precario.

En cualquier caso, cuando la derecha no lo tiene claro siempre saca a relucir temas emocionales para que cunda el miedo entre el presunto electorado de izquierdas. El 24M saldremos de dudas, ¿para bien o para mal?

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