martes, 31 de mayo de 2011

Ligazón. Auto para siluetas

 
 
RAMÓN Mª DEL
VALLE-INCLÁN

Ligazón
Auto para siluetas

De Retablo de la Avaricia, la Lujuria y la Muerte
Espasa Calpe, Madrid, 1961, 7ª ed., 1996.
 

DRAMATIS PERSONAE

LA VENTERA
LA RAPOSA
LA MOZUELA
EL AFILADOR
UN BULTO DE MANTA Y RETACO


Claro de luna. El ventorrillo calca el recuadro luminoso de
su puerta, en la tiniebla de un emparrado. A la vera del tapial
la luna se espeja en las aguas del dornil donde abrevan las
yuntas. Sobre la puerta iluminada se perfila la sombra de una
mozuela. Mira al campillo de céspedes, radiados con una
estrella de senderos. Pegada al tapiado, por el hilo que
proyectan las tejas, una sombra —báculo y manto— discierne
con trencos compases su tenue relieve. La sombra raposa
conquiere a LA MOZUELA
LA RAPOSA ¡Para todos derramas tu sal! Tú me dirás que para todos tienes.
LA MOZUELA ¡Qué ventolera!
LA RAPOSA Si por miramiento te lo callas, yo me asigno el texto, que con la verdad no condeno mi alma.
LA MOZUELA ¡Tía, deje esos belenes!
LA RAPOSA Podías ser más orgullosa. ¿Tú no te miras al espejo?
LA MOZUELA Cuando voy a la fuente.
LA RAPOSA ¿Y el espejillo de tu alcoba, nada te dice cuando de noche te acuestas?
LA MOZUELA No me veo con el sueño.
LA RAPOSA ¡Qué pico tienes! Mira, sácame una copa de resolio.
LA MOZUELA ¿Grande o pequeña?
LA RAPOSA Si me la mides a conciencia, dámela mediana. ¿Por dónde para tu madre?
LA MOZUELA Dentro se halla.
LA RAPOSA Ahora me veo con ella. No me saques la copa. ¡Tu madre, si le da la tentación, es capaz de convidarme! ¡Ven! Pongámonos en el claro de luna. ¡Ven! ¡Vas a pasmar con una gargantilla de aljófares y corales!
LA RAPOSA se palpa la faltriquera, y en los haces de la luna
abre un estuche: Suspende la gargantilla en el garfio de los
dedos, y la juega, buscándole las luces.
LA MOZUELA ¡Sí que es maja!
LA RAPOSA Venida de Oporto. ¡A ver cómo te cae!
LA MOZUELA De noche no luce.
LA RAPOSA Te la quedas, y haces el cotejo de día.
LA MOZUELA Pueden robármela.
LA RAPOSA Duermes con ella.
LA MOZUELA Y provocaba al ladrón para que me degollase.
LA RAPOSA Deja que te la prenda. ¡Sí que te da realce! ¡Lástima no tener un espejillo, para que puedas mirarte!
LA MOZUELA Lo que miro, tía, es la encubierta que usted trae. Guárdese la gargantilla, que dogal se me vuelve en la garganta.
LA RAPOSA Ten cabeza y no hables sin discernimiento. ¡Hoy eres una rosa!... ¡Mañana, unas viruelas, una alferecía, un humor, un aire ético, en último resultado, los años, te dejan marchita! ¡Ten cabeza! ¡Puedes lucir como una reina! ¡No son iguales todos los días! Hoy te acude la proporción de un hombre que te llena la mano de oro, mañana no la tienes.
LA MOZUELA ¿Para qué me quiere ese hombre? ¿Para amiga, y que donde se canse me deje? ¡No estoy para tirarme!
LA RAPOSA ¡Muy cotorra eres! ¡Tirarte! ¡Sedas vestirías! Quédate la sarta y no hagas desprecio.
LA MOZUELA Sí que lo hago.
LA RAPOSA ¡Estoy atontada con la soberbia que muestras! ¡Pues tu madre te ha dado mejor enseñanza! ¡Al miramiento que ella tiene nunca aprobaría esa correspondencia para un hombre de prendas! ¡Hija, tú no gobiernas con la cabeza! Voy a verme con tu madre. Ella tiene otra experiencia y sabe lo que suponen trabajos y penas.
LA MOZUELA El caso que usted maquina no hay madre en el mundo que lo resuelva sin contar con su hija.
LA RAPOSA Tu madre sabe lo que más te conviene.
LA MOZUELA ¿De negarme yo, qué puede mi madre? ¿Qué puede? ¿Meterme el cortejo en la alcoba? ¡Dormiré con las tijeras ocultas bajo la almohada!
LA RAPOSA ¡Loqueas! Tú estás encandilada por alguno que no te merece. ¡Amor tienes, y con tales desvaríos bien lo descubres! Mira, niña, amor es sujeto muy pasajero.
LA MOZUELA ¡Para mí el aire!
LA RAPOSA se mete por la puerta del ventorro, con galgueo
trenqueleante, apoyada en el báculo. LA MOZUELA, en señal de
menosprecio, canta sobre el umbral. Ladran remotos canes, y la
sombra de un mozo afilador se proyecta sobre la estrella de los
caminos luneros.
CANTA LA MOZUELA
¡Me dijo, me dijo,
que fuese su amiga!
Yo le jice, jice,
le jice la jiga.
EL AFILADOR ¡Afilar tijeras y navajas! ¿Mocita, quieres que te limpie de orín las tijeras? ¡Te las pondré de plata!
LA MOZUELA ¿Qué vas a llevarme?
EL AFILADOR Con un abrazo me dejas contento.
LA MOZUELA ¿Vives de esas pagas?
EL AFILADOR ¿Cuáles mejores?
LA MOZUELA ¿Y qué haces con quien te rehúsa el tal estipendio?
EL AFILADOR Cambiarlo a perronas.
LA MOZUELA Pues saca la cuenta, y me afilas las tijeras.
EL AFILADOR Sal al claro de luna para bien verte, y te diré los miles que supone en moneda el precio propuesto.
LA MOZUELA ¿Por mi cara has de sacar la cuenta? ¡La tengo más fea que un tito!
EL AFILADOR La luna no dice eso.
LA MOZUELA ¡Es muy engañosa la luna!
EL AFILADOR ¡Hacéis pareja!
LA MOZUELA ¡Nunca hasta el momento me has visto, y tacha me pones!
EL AFILADOR Sin haberte nunca visto, me eres conocida.
LA MOZUELA Otro tanto me acontece.
EL AFILADOR Vengan las tijeras, mocita.
LA MOZUELA Tómalas, y lúcete, tunante.
EL AFILADOR Van a quedarte de plata.
LA MOZUELA Sácales buenos filos y asegúralas del eje.
EL AFILADOR ¡Te las dejaré como para la Reina de España!
LA MOZUELA Lúcete y aun te convido a una copa de anisete.
En el claro de luna gira su sombra la rueda del mozo
afilador: Saca chispas de la piedra el acero. LA MOZUELA,
alertada y nocturna, sobre el vano luminoso de la puerta, hace
saltar en la palma de la mano, una moneda negra.
EL AFILADOR Mocita, guárdate la perrona. Y pues rehúsas el abrazo, me caminaré sin paga.
LA MOZUELA ¡Qué tuno eres!
EL AFILADOR Tunería del camino, que conduce a esta puerta. ¡Mirando al tu garbo, qué otra me resta sino camelarte!
LA MOZUELA Prosero.
EL AFILADOR ¡Tan majas, mocita, voy a ponerte las tijeras, que no tendrás alma para negarme el premio!
LA MOZUELA ¡Ni lo sueñes!
EL AFILADOR Pues guárdate la moneda. Me beberé en tu compañía la copa de anisete.
EL AFILADOR, sobre la rodilla del calzón, sacaba el último
brillo a las tijeras: Las hacía jugar cortando un raro de luna:
Tornaba a pasarlas por la pernera.
LA MOZUELA Que no me queden muy recias.
EL AFILADOR Para partir en el aire un cabello te han quedado, niña.
LA MOZUELA ¿Dirás qué te adeudo?
EL AFILADOR Lo hablado.
LA MOZUELA Pues voy a sacarte la copa de anisete. ¿O tienes preferencia por otra bebida?
EL AFILADOR La más de tu gusto.
LA MOZUELA ¡Buen peine eres! ¡Mira que pasan púas por esta puerta! ¡Pues a todos ganas!
EL AFILADOR ¿Y ese mérito, no te obliga a una recompensa?
LA MOZUELA Te bebes la copa, tomas soleta y, cuando acabes la vuelta del mundo, te daré respuesta.
EL AFILADOR Esa rueda que tan deforme te pintas, la corro yo en menos de un credo.
LA MOZUELA ¡Ni que tuvieras las botas de siete leguas!
EL AFILADOR Para esos viajes me suspendo del rabo de un amigo.
LA MOZUELA ¡Buenas amistades tienes!
LA MOZUELA ha desaparecido del vano luminoso: Llega su voz
del adentro. EL AFILADOR espera, ya cargado con la araña de su
artilugio: Proyecta la rueda su círculo negro en el cruce
barcino de las tres sendas. Garbeando el talle, con la copa en
alto, ahora salía del ventorro LA MOZUELA.
EL AFILADOR Niña, si quieres que beba, antes tú mojarás el pico.
LA MOZUELA Ya lo he mojado.
EL AFILADOR Que yo lo vea.
LA MOZUELA Te daré ese gusto.
LA MOZUELA moja los labios en la copa y se la ofrece al tuno
que levanta la quimera de su tabanque en el claro lunero.
EL AFILADOR Me beberé tus secretos.
LA MOZUELA Por hoy no los tengo.
EL AFILADOR Los de mañana.
LA MOZUELA Prosero, más que prosero.
EL AFILADOR Hasta la vuelta, niña.
Se aleja. El negro trebejo, sobre los hombros del errante,
perfila su rueda con rara sugestión de enigmas y, azares: Bajo
el cielo de estrellas, en el rezo susurrante de la noche aldeana,
se desvanece. Salen a la penumbra lunaria del emparrado, la
dueña y la tía maulona, dos sombras calamocanas con leria
tartajosa, esguinces y vaivenes.
LA RAPOSA ¡Tolondrean las estrellas, comadre! ¡Este relajo de vida hay que alegrarlo!
LA VENTERA Del lobo un pelo.
LA RAPOSA ¡Comadre, qué buena se conserva!
LA VENTERA Más es el aparente.
LA RAPOSA ¡Comadre, la llevo en el alma!
LA VENTERA ¡Comadre, pídame la vida!
LA RAPOSA Memoria la pido.
LA VENTERA ¡Si soy olvidadiza, me muera!
LA RAPOSA ¡Turulú! Vaya previniendo una empanada para el alboroque.
LA VENTERA ¡Empanada de chicharrones y blanco de Rueda!
LA RAPOSA ¡Cafelito y anisete!
LA VENTERA Un cocimiento de salvia es mejor para el flato.
LA RAPOSA ¡El cafelito no me lo niegue, comadre!
LA VENTERA ¡Comadre, que la ocasión llegue!
LA RAPOSA Usted esté terne para zurrar cordobanes, a usted corresponde ese ministerio. Comadre, si olvida que mis pasos van a llenarle la casa, le quiebro la suerte.
LA VENTERA Tengo un cuerno en el tejado.
LA RAPOSA De poco vale.
LA VENTERA ¡A tuertas no se ponga conmigo, comadre!
LA RAPOSA ¡Turulú! A tuertas y a derechas.
LA VENTERA Por las buenas, cuanto se tercie.
LA RAPOSA ¡Y por las malas! ¡Mi fada es muy negra!
LA VENTERA ¡Comadre, somos de un arte!
LA RAPOSA ¿Usted es volandista?
LA VENTERA A las doce del sábado monto en la escoba, y por los cielos. ¡Arcos de sol! ¡Arcos de luna!
LA RAPOSA ¡Está usted amonada!
LA VENTERA Amonada porque le saco ventaja.
LA RAPOSA ¡A mí todas las noches me visita el Trasgo!
LA VENTERA ¡Usted lo sueña!
LA RAPOSA ¡Tan verdad como su retaleo! Comadre, ¿cuál es mi camino? La luna me ciega.
LA VENTERA La noche todo lo atolondra.
LA RAPOSA Por aquel estrellón me guío.
LA VENTERA Comadre, mandado me deja.
LA RAPOSA Te llevo en el alma, hermana.
LA VENTERA Hermana, pídeme la vida.
LA COMADRE -báculo y manto- se pierde en la noche de
estrellas. Remotos ladran los perros. Sentada en el borde del
dornajo, trémulo de brillos, se ajena con despectiva canturia LA
MOZUELA. La madre aspa los brazos.
CANTA LA MOZUELA
Por verme, por verme,
por verme la liga,
me dijo, me dijo
de hacerme su amiga.
LA VENTERA ¿Cuál fue el consejo que te dio la comadre?
LA MOZUELA ¿Cuál mi respuesta?
LA VENTERA ¿Por qué no has recibido el presente?
LA MOZUELA No me apetecen las tales ferias.
LA VENTERA ¡Ahí estás para tirarte!
LA MOZUELA Por lo mesmo.
LA VENTERA ¡No te azorres! ¿Es tirarte pagar con ¡¡grado un fino rendimiento, y no lo es ponerte pico a pico con cada uno que va y viene?
LA MOZUELA Con ello nada pierdo.
LA VENTERA ¿Y con tomar una prenda de estima, vendrás a decir que te echas por tierra? ¡Así me muera, si sabes tú lo que es miramiento!
LA MOZUELA ¡Usted me lo enseña!
LA VENTERA Deja los descaros y ten seso.
LA MOZUELA Lo mío es mío.
LA VENTERA Tú nada tienes.
LA MOZUELA Tengo mi cuerpo.
LA VENTERA Ni ese es tuyo.
LA MOZUELA Habrá de verse.
LA VENTERA ¡Y tanto! La gargantilla de tus desprecios, mírala aquí. ¡Aljófares y corales!
LA MOZUELA ¡Ay, mi madre! ¡Usted con poco riega!
LA VENTERA Por tu bien miro. ¿Dónde esperas una igual conveniencia? ¿Dónde la esperas? Tú estás ignorante de cuanto representa un amigo que no mira la plata. Si escuchas a tu madre, puedes verte con capitales.
LA MOZUELA ¡No me camela ese punto, porque se venga saltando el oro en la palma de la mano!
LA VENTERA ¡Negra de alma, ni por ti miras, ni por la vejez de quien se ha visto en tantos empeños para criarte! ¡Mira por tu madre, ya que por ti no mires, escarrilada!
LA MOZUELA ¡No se remonte, que está por demás! Una gargantilla de aljófares, para quien tanto tiene, nada representa. De perderme, que sea en carroza y para salir de cuidados. Con una gargantilla aún no ciego, y antes me doy a un gusto mío, para perderme.
LA VENTERA ¡Libertina! ¡Relajada! ¡Deshonesta!
LA MOZUELA ¡Con todo ello!
LA VENTERA No me hables renuente, gran pervertida, porque te desuello. ¡Bribona, más que bribona! ¿Dónde podías esperar una mayor suerte?
LA MOZUELA ¡Suerte, con un punto que cambia como la veleta!
LA VENTERA Para fijar a esos hombres es el arte de las mujeres.
LA MOZUELA ¿Y cuando que me faltase tal arte, quién me reparaba? Esa avería a mí no me acontece.
LA VENTERA Irás por donde tu madre te ordene.
LA MOZUELA ¡Mi cuerpo es mío!
LA VENTERA ¡Mala ralea, así pospones tu buena ventura! ¡Así la repeles!
LA MOZUELA Si ese cortejo usted me lo mete en la alcoba, se encontrará lo que deba encontrarse.
LA VENTERA ¡A lo menos recibe sus dones y tenle parrafeo por la ventana! Ponte la gargantilla para que si le ocurre aparecerse esta noche te la vea puesta, y no me busques el genio.
LA MOZUELA Si le apetece mi garbo, que vaya y que venga y que se cabree.
Metíase la madre zaguán adentro, y en el pretil del dornajo
quedaba la hija cantando. Lenta se oscurecía la luna con.
errantes lutos. La sombra ahuyentada de un perro blanco, cruzó
el campillo. Quedaba, todo de la noche, el cantar, abolida la
figura de LA MOZUELA, en la nucturna tiniebla. Los pasos del
mozo afilador eran sobre el lindero del campillo abismado de
ecos.
CANTA LA MOZUELA
¡Sobre un pie la vuelta
de los mundos doy!
¡Cuando paso, quedo,
cuando quedo, voy!
EL AFILADOR ¡Me acoges con buen ensalmo!
LA MOZUELA ¿Ya hiciste la rueda del mundo?
EL AFILADOR De cabo a cabo.
LA MOZUELA ¿Por el aire sería?
EL AFILADOR ¡Claramente que por el aire!
CANTA LA MOZUELA
¡Cuando paso, quedo,
cuando quedo, voy!
EL AFILADOR ¿Niña, te has revestido de sirena y cantas de noche para atraer a los caminantes?
LA MOZUELA ¿Te parece a ti eso?
EL AFILADOR ¡Acaso!
LA MOZUELA ¿Y lamentarías que sirena fuese?
EL AFILADOR Lo lamentaría, que has de tener muy ricas piernas, y las sirenas por los bajos no usan calcetas.
LA MOZUELA ¿Estás cerciorado?
EL AFILADOR Tal cuentan.
LA MOZUELA Pues entonces no debo ser sirena.
EL AFILADOR Eso se gana el que te lleve.
LA MOZUELA No soy sirena, pero, sin serlo, en estas aguas del dornil, desde que te fuiste, he visto todos tus pasos reflejados.
EL AFILADOR ¿Sin faltar uno solo de sus tropiezos?
LA MOZUELA ¡Ni uno solo!
EL AFILADOR ¿Y también me lees en la idea?
LA MOZUELA Ahí me detengo.
EL AFILADOR ¿Dónde, recordándote, me senté a fumar un cigarro? ¿Dónde ha sido? ¡Niña, si me lo aciertas, bruja te proclamo!
LA MOZUELA En la primera de las puentes estuviste recordándome.
EL AFILADOR ¡Cierto! Allí estuve recordándote, apoyado en el pretil, tan desconocido en la corriente con la lumbre del cigarro en la boca.
LA MOZUELA Y te digo más: Un susto pasaste.
EL AFILADOR ¡Cierto!
LA MOZUELA Te salió un can y en el hombro te clavó los colmillos. Mírate en el hombro la ropa rasgada.
EL AFILADOR ¡Eso te dio luces!
LA MOZUELA ¡Lo que son destinos! ¡Ya no esperaba volver a verte! Tenlo, mozo, por concierto de las estrellas.
EL AFILADOR ¡Y del rabioso que me salió al camino!
Volaba un nublo sobre la luna, y en el morado tenebrario
de la parra, a canto del tapial, borraban su bulto, los bultos del
AFILADOR y LA MOZUELA. Las voces abrían círculos alternos en el
vaho de tinieblas.
LA MOZUELA Todo dimana de aquello.
EL AFILADOR ¿Adónde te hallas? ¿Adónde estás, que no te veo?
LA MOZUELA A tu vera estoy.
EL AFILADOR Ni verte ni palparte.
LA MOZUELA Me puse un anillo encantado. Cuando de primeras pasaste, un abrazo me pediste. Ven a tomarlo. ¿Qué dudas? ¿Por qué te reniegas?
EL AFILADOR ¡Niña, se ha revestido en ti la serpiente!
LA MOZUELA ¡Antes sirena!... ¡Ahora, serpiente! ¿Qué seré luego?
EL AFILADOR Mi perdición, si lo deseas. El Diablo ha maquinado este enredo para contárselo a la otra gachí, que me aguarda vestida y compuesta.
LA MOZUELA Recomiéndale el secreto a Patillas.
EL AFILADOR Tío Mengue, te llamo a capítulo. De lo que entre esta niña y un servidor se pase, boca callada, o te rompo un cuerno.
LA MOZUELA Eres ocurrente.
LA VOZ DE LA MADRE ¡Deja el cotorreo! ¡Sé más mirada! ¡Métete al adentro! Arrima la puerta, sin echar el fecho, aún pudiera esta noche venir alguno. ¿Tú me oyes?
LA MOZUELA ¡Ay, mi madre, no renueve la gresca pasada!
LA VENTERA Éntrate a las apriesas, si no buscas verme salir con una escoba.
EL AFILADOR ¡Buen trato te da la vieja!
LA MOZUELA Quiere perderme con un judío de mucha plata.
EL AFILADOR ¡Y no falto de gusto!
LA MOZUELA Pues lo que más viene procurando, no lo encontrará... Tiene otro delante... Espérame, que te hablaré por la ventana.
EL AFILADOR ¿Tú eres contraria?
LA MOZUELA-Mi flor no la doy por dinero.
EL AFILADOR ¡Olé!
LA MOZUELA Lo que deba llevarse, se llevará. ¡Más, no! Aún te hablaré por la ventana. ¡Espérame!
En el vano luminoso de la puerta destaca por negro,
enarbolando una escoba, la tía ventorrillera. El mozo afilador
se disimula en la sombra.
CANTA LA MOZUELA
¡Me muero de risa!
¡De risa me muero!
¡Tengo la camisa
con un agujero!
LA VENTERA ¡Esta noche te majo, gran rebelde!
LA MOZUELA ¡Poco sacará de ponerme negra!
LA VENTERA ¡Métete al adentro, y no me condenes! ¿Dónde se ha sumido el tunante con quien tenías parrafeo? ¡Ya sé que estás oyéndome, negro de los caminos! ¿Qué se te ha perdido en esta puerta? ¿Callas? Si nada se te ha perdido, toma soleta. Métete al adentro, relajada. Pon el fecho. Si alguno viene, ya pulsará. Yo estaré alerta.
Se oye correr el cerrojo. La madre y la hija disputan tras de
la puerta. El bulto del mozo afilador se despega sigiloso del
tapiado. Maja la escoba, grita la vieja, llora LA MOZUELA. El
mozo afilador escucha, con la rueda al hombro. La disputa se
aleja, se apaga, se encrespa, se extingue. Perdura el lloriqueo
de LA MOZUELA: Enjugándose los ojos, sale a la ventana.
LA MOZUELA ¿Has oído a la vieja?
EL AFILADOR Alguna palabra me ha sonado.
LA MOZUELA ¿Y qué conjetura sacaste?
EL AFILADOR Que busca dinero.
LA MOZUELA ¿Quieres tornarme para ti?
EL AFILADOR ¡No me pongas el agua a la boca si no he de catarla!
LA MOZUELA ¡Responde!
EL AFILADOR ¡No me encandiles, que desvanezco!
LA MOZUELA ¡Tú serás el primero que me tenga!
EL AFILADOR ¿A qué me ciegas?
LA MOZUELA ¿Ciegas por tan poco?
EL AFILADOR ¡Canela eres!
LA MOZUELA Descúbrete el hombro, y muéstrame la sangre que te mana.
EL AFILADOR Mírala
LA MOZUELA ¡Llega!
EL AFILADOR ¿Qué quieres?
LA MOZUELA ¡Bebértela quiero!
EL AFILADOR ¡Por Cristo, que bruja aparentas!
LA MOZUELA ¡Y lo soy! Beberé tu sangre y tú beberás la mía.
EL AFILADOR ¡Vaya un sacramento! Perdona, niña, si me relajo, pero ya estoy con soguilla.
LA MOZUELA ¿Casado eres?
EL AFILADOR Los Dichos tengo tomados en Santa María de Todo el Mundo.
LA MOZUELA ¿No te hallas capaz para beber mi sangre y darme a beber la tuya?
EL AFILADOR La cabeza, niña, me has mareado.
LA MOZUELA ¿Sabes lo que es una ligazón?
EL AFILADOR Algo se me alcanza.
LA MOZUELA ¿Y estás propicio?
EL AFILADOR Para cuanto ordenes.
LA MOZUELA, con gesto cruel, que le crispa los labios y la
aguza los ojos, se clava las tijeras en la mano y oprime la boca
del mozo con la palma ensangrentada.
LA MOZUELA ¡Besa! ¡Muerde! ¡Ligazón te hago!
EL AFILADOR ¡Vaya un arte de enamorar el tuyo!
LA MOZUELA Descúbrete el hombro: ¡Me cumple beberte la sangre!
EL AFILADOR ¿Profesas de bruja?
LA MOZUELA ¡De bruja con Paulina!
EL AFILADOR ¡Pues no me arredro!
LA MOZUELA Pues entra a deshacerme la cama.
El errante se descuelga la rueda, y mete la zanca por el
ventano. Apaga la luz en la alcoba LA MOZUELA. Un bulto jaque,
de manta y retaco, cruza el campillo y pulsa en la puerta.
Rechina el cerrojo. Se entorna la hoja, y el bulto se cuela furtivo
por el hueco. Agorina un blanco mastín sobre el campillo de
céspedes. Cruza LA MOZUELA por el claro del ventano. Levanta el
brazo. Quiebra el rayo de luna con el brillo de las tijeras.
Tumulto de sombras. Un grito, y el golpe de un cuerpo en tierra.
Tenso silencio. Por el hueco del ventano, cuatro brazos
descuelgan el pelele de un hombre con las tijeras clavadas en
el pecho. Ladran los perros de la aldea.


 
Poco puedo añadir a los comentarios que aparecen, en la nota a pie de página que acompaña al texto del ejercicio (*), sobre la caracterización lingüística del personaje expresionista. Muy pocos rasgos definen a un personaje deforme (esperpéntico), pero cargado de significado moral, mejor que la acumulación de informaciones de la estética realista.
En el caso de Valle-Inclán, haría una observación sobre el carácter unificador de estas caracterizaciones. La supuesta dignidad de muchos de ellos se contamina por la proximidad de otros, presentados como auténtica escoria. Sólo la dignidad moral de algunos, como Max Estrella en Luces de Bohemia o el Pedro Gailo (y la misma Mari-Gaila, despojada la palabra moral del estrecho sentido habitual) en Divinas Palabras, los eleva sobre el montón de caracterizaciones condenadas a encarnar ideas casi siempre miserables.
Aparecen así, en montón, nombres comunes con valor de propios, apodos ridículos, animales que a veces son personas y otras son de verdad, que hasta hablan; y otros personajes que son apuntes rápidos, como este “bulto de manta y retaco”, bastante para señalar a un contrabandista o a un bandolero.
En Luces de Bohemia, “el Ministro de la Gobernación” pierde todo el lustre de su cargo, colocado en la lista junto a “Dieguito, Secretario de Su Excelencia”. La serie variopinta de los jóvenes modernistas, luego descritos como un “conjunto deshilado” (“unos son largos, tristes y flacos, otros vivaces, chaparros y carillenos”). O “Pitito, capitán de los équites municipales”, que pierde toda la respetabilidad que pudiera serle concedida como jefe de la guardia montada.
Disfruto mucho con el teatro de Valle-Inclán, y no es poca parte de ese placer la caracterización de los personajes, esas imágenes de un solo trazo que los colocan en su sitio con solo nombrarlos. Renuncio a seguir con más ejemplos de esta y otras obras, porque si empiezo no termino sin comentar la lista entera: Pica Lagartos, el Rey de Portugal, Don Gargarabete, el Marqués Lechuguino, Don Trinito, Don Friolera...

Espero quedar fuera de la lista

 Juan José Guirado
31 de Mayo de 2003
_______________________
(*) He perdido esos comentarios.
Este comentario remataba el curso de Teoría de la Literatura. Por la precipitación de aquel final de temporada (hoy hace exactamente ocho años), me limité a señalar las notas expresionistas de Valle. Ahora me detendría más en cada personaje. En su manera de pensar, que el lenguaje (sólo el lenguaje) diferencia de su manera de sentir.
Es extraño (claro que a mí me extraña y sorprende casi todo, ¡a estas alturas!), es extraño, digo, el poder de evocación de un personaje vivo que tiene el supuesto pelele en el esperpento. En el teatro de Valle parece fácil infundir sentimientos a estos títeres bosquejados (sean sentimientos nobles, o innobles como los que dan nombre al Retablo).
El genio de Valle Inclán no pudo dejar de percibir cómo los sentimientos más complejos, en los que cristaliza toda la experiencia vital, deben ser contados de un plumazo, para que de un plumazo sean recibidos (recreados) en la mente de un espectador que, seguramente, ya los ha vivido (los de los buenos y los de los malos) con parecida complejidad. El espectador es a un tiempo la mozuela y su mezquina madre, y la alcahueta, y el afilador. Incluso el bulto de manta y retaco.
De este modo, por reflexión, un instante explica la eternidad.

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