Jorge Riechmann Fernández, poeta,
traductor literario, ensayista, profesor titular de Filosofía Moral en la
Universidad Autónoma de Madrid es uno de los pensadores más destacados de la
ecología política y el pensamiento ecológico. En los últimos años, ha ido
formulando la vertiente ética de su filosofía
ecosocialista. Recientemente ha publicado el libro "Interdependientes
y Ecodependientes" sobre el que conversa con Orencio Osuna. Entre otras cuestiones,
Riechmann plantea la necesidad de que la izquierda avance hacia la "ecología política".
...en los años sesenta y setenta las sociedades europeas, EEUU, y también de otra
manera el Tercer Mundo, se enfrentaban directamente a estos asuntos
(efectivamente se retoma el concepto de crisis de civilización en los setenta
–aunque tiene una prehistoria interesante, en los años veinte-treinta). Era
empleado tanto por Enrico Berlinguer como, pongamos por caso, por un tipo tan
interesante para ver lo que nos separa también de esos años como Sicco Mansholt,
un socialista holandés que presidió la Comunidad Económica Europea y que
escribió un libro que hoy valdría la pena releer, La
crisis de civilización. Era un término que también utilizaba la gente del
Club de Roma. Lo triste es que la perspectiva ecológica haya sido tan
minoritaria durante estos decenios últimos. Arranca también en los setenta lo
que hemos ido llamando ecosocialismo o ecocomunismo, con pensadores como Manuel
Sacristán en España, René Dumont y André Gorz en Francia, Wolfgang Harich y
Rudolpph Bahro en Alemania, o Barry Commoner y Murria Bookchin en EEUU. Ahí hay
toda una tradición de pensamiento bastante sólida; yo la tematizo en un libro
que he publicado hace pocos meses, titulado El
socialismo puede llegar sólo en bicicleta (editorial Libros de la
Catarata), y años antes había escrito con Paco Fernández Buey, Ni
tribunos. Ideas y materiales para un programa ecosocialista(editorial Siglo
XXI). Me identifico con esa línea de pensamiento, pero lo cierto es que ha sido
insuficientemente atendida dentro de las familias de la izquierda. Otro asunto
que se puede precisar en cuanto al capitalismo y el choque contra los límites de
la biosfera, un concepto clave que se ha desarrollado científicamente en los
últimos dos decenios pero que fue formulado por el propio Marx en varios
momentos del El
Capital, es la idea del metabolismo socioecológico. Es en el intercambio de
materiales y de energía de los sistemas humanos con los sistemas naturales en lo
que tenemos que fijarnos, sobre todo si queremos hablar del rendimiento
ecológico de una economía. Y tiene interés darse cuenta que es Marx quien lo
introduce, aunque luego no lo desarrolle de la manera que nos hubiera gustado,
vistas las cosas con la perspectiva de lo que viene después. Aquí hay toda una
historia que vale la pena recuperar, digamos que hay semillas de un marxismo
ecológico –pensemos en un gran pensador del siglo XIX como William Morris; lo
recapitulo someramente en el libro El
socialismo puede llegar solo en bicicleta. Lo más importante, con vistas a
la sustentabilidad de nuestras sociedades, es ese metabolismo biofísico de
nuestras sociedades; y ese metabolismo está vinculado con el mundo de lo
crematístico, del capital dinerario, con la búsqueda de beneficios, con la
acumulación de capital, pero de una manera compleja. Esa complejidad es lo que
hace que haya que conceder por lo menos el beneficio de la duda a aquellas
propuestas de capitalismo verde para las cuales el concepto básico es la idea de
‘desacoplamiento’. Ése es el gran proyecto de los sectores de la clase dominante
que se plantean las cuestiones ecológicas: desacoplar el crecimiento del PIB de
los impactos ambientales, valiéndose de esa complejidad de la relación entre el
metabolismo biofísico y el mundo de las magnitudes monetarias. Yo creo que hay
razones teóricas para pensar que ese desacoplamiento no funciona, y de hecho
empíricamente no ha funcionado en los dos decenios largos en que se supone que
está funcionando esa estrategia, pero para presentar las cosas en su dimensión
real hay que señalarlo. Puede uno ingeniar, puede uno teóricamente concebir
formas del crecimiento del PIB con impactos ambientales bastante diferentes. Lo
que no ha sucedido es ningún desacoplamiento absoluto; y creo que lo impensable
es continuar con la economía de expansión constante a la que nos hemos habituado
sin que nos lleve al final a un tipo de colapso del cual, por desgracia, quizá
no estamos tan lejos.
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