sábado, 31 de julio de 2021

Un español habla de su tierra

Luis Cernuda fue uno de tantos españoles que tuvieron que marchar para no regresar nunca. 

Nada nuevo hay en esta elegía. Ovidio ya reflejó estos sentimientos, y quién sabe cuántos antes de él. Pero la tristeza por lo perdido se renueva en cada uno que la siente y resuena en el lector que la con-siente.

Recordar es despertarTal como lo hallamos en los versos de Jorge Manrique, en algunos países se conserva este viejo significado. Y cuando el alma dormida recobra la conciencia el despertar puede ser muy amargo.

La nostalgia es el resultado de esta vigilia. Si αλγία es dolor νόστος es regreso, este doloroso regreso, contradictorio, porque el retorno verdadero es imposible, embellece lo perdido. El amor inalcanzable al lugar inaccesible es el anhelo más obsesivo.

Dos notas añade el poema a este lamento. Por un lado, la acusación contra los causantes, esos "caínes sempiternos" culpables de tanta pérdida. Por otro, la idea de una recuperación que llegará tarde, cuando, libre de la mentira, alguien busque y no halle lo que se perdió irremisiblemente.

Y no es solamente la vida del poeta. La maldición de Casandra, profetisa en la que nadie creía hasta que ya era inevitable el daño del que avisaba, planea siempre sobre el mensajero que predice desgracias evitables, pero cuyo enunciado amarga y desagrada.

Aquí encontraréis más poemas de Cernuda.


El romance heptasílabo es un verso melancólico. La rima asonante le da un carácter impreciso, distanciador. Aunque ritmo y cadencia coincidan con la cuaderna vía medieval, rompe la cesura que separaba sus hemistiquios, convirtiéndolos en versos separados. La pausa introducida rompe la cadencia monótona del mester de clerecía y aumenta la sensación de ausencia...

Paco Ibáñez, otro ausente, captó el espíritu de la poesía, convirtiéndola en una canción inolvidable.

Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;

Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,

Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.

Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.

Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.

Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.

Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?

viernes, 30 de julio de 2021

Principios activos

Cualquiera que piense un poco se dará cuenta de la imposibilidad de continuar por la senda del crecimiento capitalista. También de que la única vía de escape es un cambio radical que ponga en primer plano "lo común", lo compartido, frente a lo excluyente.

Comunidad, comunitario, comunión, comunal, mancomunado, son palabras aceptadas favorablemente, todas ellas derivadas de "común".

¿Por qué en cambio se proscriben "comunismo" y "comunista"? Para mí, la razón está clara. Mientras los otros términos describen conceptos objetivos, "comunista" implica subjetividad, y con ella intencionalidad, "toma de partido".

Hay un principio activo, frente a conceptos puramente descriptivos, que convierte el término en intolerable para los poseedores-desposeedores.

Sobre el principio reactivo del anticomunismo, este artículo:

(...)

En Estados Unidos, la propia estructura de las instituciones de enseñanza superior, con sus administradores conservadores, los consejos de dirección dominados por élites influyentes de los negocios, la creciente participación de las corporaciones en las funciones universitarias y la dependencia de asignaciones públicas y privadas, van en contra de cualquier atisbo de predominio radical.

Las bolsas de disidentes que se encuentran en algunos campus, representan sólo un alivio de la conformidad ideológica estándar de la mayoría de las instituciones de la sociedad americana. Pero eso es suficiente para incurrir en la cólera de aquellos que ven en el más ligero signo de heterodoxia la evidencia de una toma de posición de izquierdas. Realmente, lo que preocupa a los que se quejan de la tiranía de lo políticamente correcto en los campus no es la ortodoxia de los "tiranos" políticamente correctos, sino su salida de esa ortodoxia, su voluntad de explorar de una manera crítica los problemas étnicos, de género o de clase, de maneras que normalmente se consideran tabú. Liderando la lucha contra el revisionismo radical y multicultural han estado historiadores conservadores como C. Van Woodward, Gertrude Himmelfarb, Eugene Genovese, Arthur Schlesinger Jr. y Daniel Boorstin. A la guerra mccarthysta que llevaron a cabo para suprimir a los disidentes radicales la llamaron hipócritamente “lucha valiente por la libertad de expresión”.

(...)

miércoles, 28 de julio de 2021

Perdedores

El modelo de pensamiento (y de sentimiento, porque son inseparables) que el auge liberal ha universalizado, es una mezcla de individualismo colectivo e ignorancia voluntaria. Manadas de paradójicos insolidarios se solidarizan para reivindicar su hedonismo, el cual cultiva un presente que prefiere ignorar (y prevenir) el futuro. "Me uno a los que quieren que no nos unamos, y sé que no quiero saber".

En la escala de valores del capitalismo liberal, el triunfo es excelso y el fracaso despreciable. Los oídos sordos a un discurso incómodo convierten al profeta en un mísero perdedor. No es algo nuevo: está ya en el Antiguo Testamento.

Antonio Turiel lo explica así:

No hay nada bueno a sacar de ser un peakoiler. Hagas lo que hagas tú, personalmente, ya has perdido. Incluso si no haces nada ya has perdido, porque vivirás sabiendo que toda la miseria que viene se podía haber evitado. Más de una vez he visto comparar la epifanía que sobreviene cuando uno comprende qué es el peak oil con tomar la pastilla roja de la película Matrix. Yo siempre digo que hay una diferencia importante: esta pastilla, en vez de darte superpoderes, te da subpoderes. Eres más débil que antes. Eres, ya para siempre, un perdedor.

Es por eso que nuestros detractores no nos comprenden. Porque elegimos perder a nivel personal, con la esperanza de intentar salvar algo a nivel colectivo, a nivel local, quizá solamente a nivel familiar. Sacrificamos nuestra vida, nuestra carrera y nuestro buen nombre intentando salvar algo que vale más: las vidas de otras personas.

Por eso no nos entienden. Porque, contra la lógica del beneficio directo que impulsa el discurso hegemónico de esta sociedad, elegimos la pérdida propia en beneficio de un bien mayor. Porque elegimos perder para ganar algo más valioso que nosotros mismos. Por eso nos consideran fanáticos, pero en realidad somos perdedores por amor al prójimo. 

 





De fanáticos y perdedores

Queridos lectores:

En los 11 años que llevo haciendo divulgación sobre el problema del peak oil me he encontrado en numerosas ocasiones con ataques, más que críticas, dirigidas contra las personas que hablamos de este tema y de la crisis energética en general. La naturaleza de estos ataques, siempre descarnados y frecuentemente groseros y maleducados, ha ido evolucionando con el paso de los años, y siempre han ido dirigidos a evidenciar las razones ocultas e inconfesables que según nuestros detractores nos mueven a los peakoilers a hablar de estos temas. Como podrán comprobar si leen los comentarios del blog de hace unos años,  a mi en particular me han acusado de estar a sueldo de las petroleras, del lobby del carbón, del lobby nuclear y, posteriormente, del lobby renovable. Hace diez años me decían que era un imbécil porque en modo alguno iba a escasear el petróleo; hoy en día, me dicen que soy un imbécil por decir que no se puede sustituir plenamente toda la energía fósil por renovable, y que aún la que se sustituya va a ser con muchas dificultades. Como ven, lo único que ha permanecido inmutable es que soy un imbécil, aunque al final se esté cumpliendo que nos vamos a ver obligados a dejar el petróleo (los más ingenuos pensarán que lo dejamos "porque queremos", "por nuestro compromiso con el planeta" y esas cosas, y no porque su producción decae ya inexorablemente).

Pero, volviendo a la naturaleza de los ataques que sufrimos quienes decimos que el decrecimiento energético y material  es inevitable, y como quiera que aparentemente ya no queda ningún lobby más al que pudiera gustarle lo que decimos, algo que me estoy encontrando ahora y que es relativamente nuevo es el calificativo de "fanático".

Este giro de guión, este paso de ser acusado de estar vendido a algún interés económico a ser tildado de poco menos de adorador del demonio y seguidor de un culto milenarista, es en realidad muy revelador sobre el punto al que ha llegado nuestra sociedad y la dificultad de digerir noticias que no le gustan.

Desde una visión salvajemente capitalista, todas las relaciones en la sociedad, las humanas incluidas, están mediadas por la consecución del propio interés. Por tanto, cuando un colectivo de personas, mayoritariamente con perfiles profesionales del ámbito de la ciencia y la ingeniería, comienzan a decir algo que descuadra con los intereses identificados como mayoritarios, se asume que lo hacen por una razón económica, que están a sueldo de alguien, que trabajan para una industria. En definitiva, que dicen lo que dicen porque esperan conseguir un beneficio económico con ello. Esto permite rápidamente apartar ciertas ideas nocivas para el interés de uno, porque "no son independientes", "están condicionadas por tal o cual lobby". A decir verdad, este tipo de situaciones pasa tan frecuentemente que desdeñar ciertas ideas porque parecen interesadas es una reacción bastante lógica.

El problema comienza cuando se evidencia que el discurso que contraria no puede comportar ningún beneficio económico. En suma, lo que contamos los peakoilers es que nos estamos quedando sin petróleo desde 2018 (sin diésel desde antes, desde 2015) y que ninguna fuente podrá substituir de manera plena al petróleo. Que estamos abocados al descenso energético y a la escasez de todo tipo de materiales (como la que ya está empezando). Que se necesita planificar correctamente la transición, la cual tendrá que ser más rápida de lo previsto. Y que el modelo de transición que se plantea hoy en día, basado en el uso masivo de combustibles fósiles, dependiente de multitud de materiales y orientado a la producción de electricidad, simplemente no es viable ni ahora ni en el largo plazo.

Sobre todo la gente que está muy metida en el tema de la transición energética actual ve estas objeciones como un "no a todo" (sin darse cuenta de que lo es "a todo lo que se plantea", no a todo lo que se podría plantear). Resulta tentador desdeñar estas críticas atribuyéndolas a un interés económico espurio, como siempre se había hecho, pero teniendo en cuenta la barbaridad que decimos los peakoilers eso tampoco cuadra. Así que hay que buscar otro motivación, una razón que permita descalificarnos e ignorar nuestras objeciones. Podría intentar alegarse ignorancia, pero eso es difícil si la gente que decimos esto tenemos un perfil técnico. Por tanto, es así como llegamos a lo de "fanáticos".

Yo encuentro curioso que personas con responsabilidad política o provenientes también del mundo académico se queden conformes con esa explicación. Ven científicos, ingenieros, profesores, técnicos, etc que les están diciendo que esta transición no es posible y la explicación a tales críticas es que toda esa gente, tan formada, con tanto conocimiento, simplemente son unos fanáticos. Por supuesto, en seguida en el barco del fanatismo se meten otras cargas por la cara y según convenga: apocalípticos morbosos (deseáis el fin del mundo), románticos de los viejos tiempos (idealizáis épocas pasadas), fascistas encubiertos (defendéis una imposición dictatorial), ecolojetas reaccionarios (estáis en contra del progreso con vuestra locura por la Pacha Mama), etc, etc.

Todo en vez de mirar la verdad a la cara. Todo en vez de intentar entender por qué gente tan formada se mete en este agujero. Todo en vez de mirar la motivación real.

La motivación real de los peakoilers es que somos unos perdedores.

Lo sabemos desde el día mismo que empezamos a hacer divulgación. Yo lo sé desde el mismo momento que creé el blog. Sabía a lo que venía: yo he venido aquí a perder.

Pase lo que pase, los peakoilers perderemos.

Nosotros, simplemente, hemos visto un riesgo muy grande al cual la sociedad, estúpidamente, sin ningún argumento racional, ha decidido no mirar, porque no le gusta lo que ve. Dado que entendemos muy bien la situación, sabemos que no se está tomando ninguna decisión racional para encarar esto. Toda la respuesta es emocional. Todo la euforia "de progreso" es infundada. La hemos analizado una y otra vez. Sabemos que no tiene sentido. Sabemos que está abocada al fracaso. Sabemos que podría causar el colapso de la civilización.

Y, delante de eso, tomamos una decisión. La de intentar alertar, la de intentar hacer pedagogía. Con la intención de evitar los peores escenarios. Con la intención de que se pueda corregir el rumbo, al menos parcialmente. Con la intención de minimizar los daños.

Y sabiendo que, pase lo que pase, vamos a perder.

Porque si al final conseguimos que se tomen medidas correctoras, y lo peor no pasa; o si estábamos completamente equivocados, y lo peor se sortea sin mayor sobresalto, quedaremos como los imbéciles que somos. Perderemos.

Y si no se toman medidas correctoras y al final sobreviene lo peor, a despecho de cuanto esfuerzo hagamos, también perderemos porque todos, como sociedad, perderemos, y tus vecinos no se conformarán con un "ya os lo dije".

No hay nada bueno a sacar de ser un peakoiler. Hagas lo que hagas tú, personalmente, ya has perdido. Incluso si no haces nada ya has perdido, porque vivirás sabiendo que toda la miseria que viene se podía haber evitado. Más de una vez he visto comparar la epifanía que sobreviene cuando uno comprende qué es el peak oil con tomar la pastilla roja de la película Matrix. Yo siempre digo que hay una diferencia importante: esta pastilla, en vez de darte superpoderes, te da subpoderes. Eres más débil que antes. Eres, ya para siempre, un perdedor.

Es por eso que nuestros detractores no nos comprenden. Porque elegimos perder a nivel personal, con la esperanza de intentar salvar algo a nivel colectivo, a nivel local, quizá solamente a nivel familiar. Sacrificamos nuestra vida, nuestra carrera y nuestro buen nombre intentando salvar algo que vale más: las vidas de otras personas.

Por eso no nos entienden. Porque, contra la lógica del beneficio directo que impulsa el discurso hegemónico de esta sociedad, elegimos la pérdida propia en beneficio de un bien mayor. Porque elegimos perder para ganar algo más valioso que nosotros mismos. Por eso nos consideran fanáticos, pero en realidad somos perdedores por amor al prójimo. 

Salu2.

AMT

lunes, 26 de julio de 2021

Las propuestas energéticas de la Comisión Europea

Emparedados entre la crisis climática y la energética, si no logramos frenar a ambas solo quedará esperar cuál de las dos acabará con la otra. Si antes de un apocalipsis climático se agotan las energías no renovables, tal vez se salve el clima pero podemos encontrarnos con el final de nuestra civilización. Sin energía en grandes cantidades no puede mantenerse una población como la actual con un modo de vida como el que querríamos mantener. Pero también puede ocurrir que antes de esto sea un clima insoportable el que ponga en jaque la vida humana.

Siendo muy improbable la transición total a las energías renovables con los niveles actuales de consumo, solo es aceptable el plan C del que nos habla, una vez más, Jorge Riechmann.



La presente "transición energética" en el Viejo Continente amenaza con llevarse a los movimientos ecologistas por delante, precisamente en la trágica coyuntura histórica en que más haría falta un ecologismo lúcido y pujante, capaz de organizar una transición socioecológica decrecentista

Jorge Riechmann

Para hacer frente a la crisis económica agravada por la pandemia de covid-19, y a medida que va enconándose la doble crisis climática y energética (lo que se ve venir da mucho, muchísimo miedo), las elites euro-norteamericanas han puesto en marcha algo que tiene elementos de cambio estructural: se intenta una sedicente transición "verde y digital".

Me voy a centrar en la cuestión energética –por su importancia en sí misma y porque la ceguera energética que padecen nuestras sociedades (ceguera termodinámica, en sentido más amplio) nos impide comprender lo que está pasando y actuar para evitar los escenarios peores.

El 14 de julio de 2021 la Comisión Europea aprobó una serie de medidas encaminadas a reducir las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero), que previsiblemente encarecerán el suministro energético y todo lo que depende de él (incluyendo el transporte y bienes tan fetichizados por las sociedades industriales como el automóvil). Según comenta la prensa, "las instituciones comunitarias temen que el castigo fiscal a suministros y servicios indispensables acabe provocando una revuelta similar a la de los chalecos amarillos en Francia, pero a la escala de todo el continente". "Es realmente fácil hacer propaganda negativa a partir de las propuestas que hemos adoptado’, reconocía el comisario europeo de Economía (…). La propuesta de incorporar los edificios y el transporte a un mercado de emisiones aumentaría ligeramente la factura de conductores y hogares si el precio por tonelada de CO2 se sitúa en 30 euros. Pero la subida sería drástica si el derecho de emisión se eleva a 70 euros (…). Las recientes polémicas en España por el incremento en la factura de la luz muestran que cualquier de las propuestas de la Comisión puede ser la chispa de un incendio difícil de controlar."

Es obvio que el Plan A, seguir como hasta ahora (BAU son las siglas de Business As Usual) en el uso de la energía y todo lo que éste lleva consigo, ya no funcionaaunque la mayoría de nuestras sociedades siga sin asumirlo. Sólo razonar con un poco de realismo sobre el binomio energía-clima nos lleva rápidamente a esa conclusión.

El problema es que el Plan B que despliegan iniciativas de la Comisión Europea como las ahora reseñadas, o las análogas del Ministerio de Transición Ecológica en España, tampoco sirve. Se basa en premisas falsas (al menos según se están transmitiendo estas medidas a la sociedad): que es posible una transición energética al "100% renovable" sin merma del crecimiento económico, la prosperidad capitalista ni el bienestar ciudadano en una bien ordenada e inclusiva Sociedad de la Mercancía.

Pero no es así. Ni la fuerza del sol, ni la del viento (ni por descontado los agrocombustibles, ni nada de lo que técnicamente está a nuestro alcance), pueden sustituir a la energía superconcentrada de los combustibles fósiles, acumulada en el seno de la Tierra a lo largo de cientos de millones de años. Se trata de un regalo geológico irremplazable, y al mismo tiempo un regalo envenenado (tragedia climática). Así que la larga fase de descenso energético en cuyos prolegómenos ya nos encontramos nos llevará, o por las buenas o por las malas, a sociedades energética y materialmente más austeras.

El coche eléctrico constituye un ejemplar nudo de contradicciones que permite visibilizar la crudeza de nuestra situación: son, y serán, artefactos más caros y con peores prestaciones que los viejos autos movidos con gasolina o diésel. Y sus impactos ecológicos seguramente resultan mayores –si consideramos no sólo las emisiones de GEI, sino todo el ciclo de vida del vehículo, incluyendo sus elevadísimos requerimientos de materiales.

¿No hay salida? Sí, un decrecimiento rápido con niveles inéditos de igualación social (es decir, una rápida transición a una sociedad poscapitalista energética y materialmente austera). Ser capaces de asumir, por ejemplo, que el automóvil privado fue un lujo pasajero (para apenas una parte de la humanidad) que las sociedades sustentables sencillamente no pueden permitirse. Por ahí iría el Plan C que hoy parece del todo inabordable.

Pues ¿quién está hoy proponiendo una perspectiva semejante –vale decir, quién está haciéndose cargo de la realidad? ¿Quién dice la verdad a sociedades que padecen una intensa ceguera energética? ¿Dónde hallamos un poco de realismo termodinámico y biofísico? No en las elites capitalistas (al menos no en sus manifestaciones públicas), pero tampoco en las confundidas (y minuciosamente des-educadas durante decenios) mayorías sociales. Ni en los países del Norte ni tampoco en los del Sur global.

Los elementos de transición energética ahora puestos en marcha atrapan a los movimientos ecologistas en un dilema sin solución posible a corto plazo. Si dicen la verdad ("nos empobreceremos sí o sí, porque habremos de vivir con mucha menos energía; se trataría de gestionar ese empobrecimiento de forma igualitaria") se ven reducidos a una posición de extrema marginalidad. No sólo porque chocan contra las expectativas de vivir mejor materialmente (o al menos no hacerlo peor) que sigue alentando la inmensa mayoría de la sociedad, sino también porque no se da, ni de lejos, una relación de fuerzas que permita rápidos avances en igualdad social. Todo lo contrario: la debilidad de la izquierda en sentido amplio (el "partido de la igualdad") sigue siendo extrema en toda Europa, y no se atisban a corto plazo condiciones para una reconstrucción.

Pero –el otro cuerno del dilema– si los movimientos ecologistas (o los movimientos sociales críticos, más en general) se dejan llevar por la ola de las promesas (engañosas) de un "capitalismo verde" y próspero, "100% renovable", han de contar con que esta ola se volverá contra quienes la han promovido en plazos relativamente breves. Pues los sectores populares europeos dirán algo así: "nos asegurasteis bienestar y prosperidad 100% renovable, pero nos estamos empobreciendo mientras que los ricos, ellos sí, se aprovechan de la situación". Lo “verde” se verá desacreditado, y también pagarán justos por pecadores: la alianza de una parte de los movimientos ecologistas con el capitalismo verde pasará una gravosa factura.

Por otra parte, las ilusiones sobre el "100% renovable" fracturan necesariamente a los movimientos ecologistas entre quienes priorizan el rápido despliegue de infraestructura renovable (compartiendo, al menos parcialmente, aquellas "ilusiones renovables") y quienes priorizan la defensa del territorio (a menudo sin suficiente perspectiva general y apoyándose de entrada en sentimientos NIMBY, Not In My Backyard: "que no me pongan el megaparque eólico y la nueva línea de alta tensión al lado de mi casa").

"Renovables sí, pero no así". ¿Entonces cómo? Lo que los movimientos ecologistas apenas se atreven a musitar: renovables sí pero empobreciéndonos materialmente (porque usaríamos mucha menos energía, aunque ello no implica que no podamos organizar una vida buena dentro de los límites del planeta Tierra). Alicia Valero suele insistir sobre lo siguiente: por unidad de electricidad generada, la eólica necesita 25 veces más materiales que las centrales térmicas convencionales (de gas o carbón). Y ¡la cantidad ni siquiera es lo más importante en estos dispositivos de alta tecnología para captar energía renovable! Se usa neodimio, disprosio, cobalto… casi toda la tabla periódica de los elementos, entre ellos muchos metales escasos y "tierras raras" –con los enormes impactos asociados a su extracción.

La presente "transición energética" en el Viejo Continente amenaza con llevarse a los movimientos ecologistas por delante, precisamente en la trágica coyuntura histórica en que más haría falta un ecologismo lúcido y pujante, capaz de organizar una transición socioecológica decrecentista. Pero, por el momento, lo ecológica y socialmente necesario aparece como política y culturalmente imposible…

Como no aprendemos apenas por las buenas, confiamos en el aprendizaje por shock: "sólo abriremos los ojos cuando nos demos el batacazo". Pero hemos vivido un shock enorme a partir de 2008, con la crisis financiera (y luego económica generalizada); y luego otro tremendo shock a partir de 2020, con la covid-19. Y a estas alturas está claro que en esos choques no hemos aprendido casi nada… Nunca se borra de mi memoria aquella sabia advertencia de Stanislaw Jerzy Lec: "No esperéis demasiado del fin del mundo".

domingo, 25 de julio de 2021

Imitaciones zoológicas

En aquellos Versos de Acero publicados hace más de un siglo se palpa la incertidumbre y el espanto de la guerra. Hoy no llegamos a sentir así, desde que los telediarios banalizan las atrocidades, pasando sin más de la catástrofe al espectáculo. Para nosotros son solo imágenes pasajeras, que no nos afectan si además ocurren en otro lugar.

Cuando fueron escritos, la Primera Guerra Mundial apenas comenzaba. Tras largo tiempo de Pax Europaea el horror que quedaba fuera de escena, relegado a las colonias, estallaba con fuerza inusitada en el corazón de las metrópolis, las mismas que a sangre y fuego se repartían el mundo. El impacto y la incertidumbre llenaron de temor a las poblaciones, incluso a las que no participaban, al menos por el momento.

Del libro de José Requena Amorós he publicado aquí hasta ahora tres poemas, Luz en tinieblasLa guerra de trincheras y El Dios de los Ejércitos. Este de ahora rezuma pesimismo ante una guerra tecnificada que hoy podemos considerar primitiva. El último paso era entonces el armamento químico, embrión de lo que luego ha sido la guerra ABQ. A la vista del progreso en la tecnología militar, que crecía ya vertiginosamente, bien podría  adivinarse el inmenso poder de las armas de destrucción masiva.

Tampoco las armas químicas eran un invento de entonces, porque ya se usaban en la antigüedad, como recuerda el economista. De ahí recojo esta ilustración. No sé si es una broma macabra o una realidad. Pobre bestia y pobres animales humanos...













¡COMO TOPOS!

Con el ansia febril que a su faena
atiende, cuando está cierto el minero,
que a poco barrenar el agujero
ha de ser descubierta rica mena,

o más bien: como topo que insaciable,
ha olfateado suculenta presa
y queriendo atacarla por sorpresa
cava con rapidez incomparable,

así el guerrero de la edad moderna,
abre la subterránea galería,
cual si, temiéndole a la luz del día,
prefiriese la lucha en la caverna...

Cuando sabe que solo lo separa
una débil pared de su adversario,
metódico, sereno y sanguinario,
un volcán, a sus plantas le prepara;

detonan las ocultas espoletas
formando un cráter que vomita fuego
y el que logra escapar, encuentra luego
las puntas de aceradas bayonetas...

¡COMO TIGRES!

Donde no se halla campo despejado,
por ejemplo: en los bosques del Argona,
sus vitales sentidos perfecciona,
aprendiendo a cazar sin ser cazado.

Como tigre, que sabe cuánto ayuda
atacar de repente al enemigo,
vigila los senderos, al abrigo
de la maleza, que su cuerpo escuda.

Quien se arriesga sin muchas precauciones
a cruzar por la selva inextricable,
es víctima del salto formidable
que hace retroceder a los leones.

Según sea, feroz o inofensiva,
la pieza que cayó bajo su garra,
a brutales zarpazos la desgarra
o a su escondite se la lleva viva;

pero es su instinto destructor tan fuerte
cuando el acecho y el temor lo excita,
que pocas veces su dominio evita,
prefiriendo en el acto darle muerte.

¡COMO HOMBRES!

Al hacer la señal sus aviadores
ponen la batería en movimiento,
dicta un observador el argumento
y se preparan los apuntadores.

Aquel dice: «mil metros cotangente
de quince grados; dirección cuarenta»
y otro agrega después de breve cuenta:
«alzas a tres mil setecientos veinte»...

Así, baten con fruto al enemigo
ocultos a su vista, mas no es cierto
que se hallen de sus iras a cubierto,
aunque un reducto les ofrece abrigo,

y pronto ven llegar amenazantes
nubecillas, que barren el terreno,
llevando en suspensión mortal veneno
en forma de productos asfixiantes.

Que si usaron hasta hoy reglas balísticas
para poder matar impunemente,
ya se trata, con éxito creciente,
de agredir empleando nubes químicas.
__________________

Es temible a su modo cada fiera:
pero tiene su acción tan limitada,
que fácilmente puede ser burlada
por quien su vista o su olfato huyera.

Solo hay una tan fuerte y tan segura
que contra ella no hay ser ni sitio inmune;
ya que para su bien y mal reúne
todas las energías de Natura...

Si hubiese la fiereza de apreciarse
cuando atacan posesas de vil saña,
no hay reptil venenoso ni alimaña
que al homo sapiens pueda compararse.

sábado, 24 de julio de 2021

Otra sentencia curiosa, y esta vez no son los jueces

TVE acaba de condenar a la pena de silencio al equipo de Jesús Cintora en el programa ‘Las cosas claras’.

En este vídeo el interfecto apunta como una de las razones posibles sus ataques a las poderosas compañías eléctricas de los expresidentes y otros, aunque sin duda hay más motivos.

El consejo de administración de RTVE ha tomado la decisión con dos votos en contra y ocho a favor. Se han opuesto los consejeros designados por Unidas Podemos. Con rara unanimidad han decidido los nombrados por PSOE, PP y PNV.

Curiosamente, el programa había superado ampliamente en audiencia a los competidores presentados por Ferreras, Ana Rosa Quintana y Susana Griso.

El programa continuará tras el verano, con una nueva composición. Los nombrados para ello ya saben lo que pueden y no pueden decir, en cuanto a los límites de su libertad de expresión.

Así ha sido la reivindicativa despedida de Jesús Cintora de ‘Las cosas claras’

El soriano no se ha cortado en su último programa al frente del espacio de TVE

Ha llegado el día. Este jueves 22 de julio se ha puesto punto y final a Las cosas claras, el espacio presentado por Jesús Cintora en TVE que ha concluido sus emisiones con un programa en el que el periodista soriano no se ha cortado en absoluto pese a concluir el formato de información con muchas polémicas en su trayectoria. 
Las cosas claras llegaron a TVE el pasado 18 de noviembre en la que fue una polémica apuesta por parte de la todavía administradora única de RTVE, Rosa María Mateo. El formato llegaba a cargo de Lacoproductora, productora liderada por José Miguel Contreras, muy vinculado a la cúpula de la cadena pública. 
El hecho de que se contratase a una productora externa para realizar dicho formato molestó a los trabajadores de la corporativa, los cuales amenazaron con demandar al programa de seguir adelante. Sin embargo, Las cosas claras ha continuado en emisión hasta hoy, hasta este jueves. Y Cintora no se ha cortado. 
Ya durante el transcurso del programa ha lanzado una breve pulla cuando se estaba tratando el caso de la situación del rey emérito, Juan Carlos I: “Nos cierran antes a nosotros de que vuelva el rey emérito”. Pero en su despedida no se ha cortado. 
“Por mi parte, primero darle muchísimas gracias al público, a los espectadores, sin ustedes no tiene sentido nada. Yo tengo la enorme suerte de que hay mucha gente que incluso me defiende en las redes o en donde sea”, ha comenzado diciendo antes de continuar dando las gracias a su “equipo espectacular”. 
“He tenido la suerte de formar un equipo que es tremendo, de un enorme talento. Nadie ha venido por ser mi primo, novia, hermana... Aquí la gente viene por su talento”, ha remarcado éste, apuntado que incluso “algunos de ellos siguen en otro proyecto”. 
Tampoco se ha querido olvidar de Lacoproductora, quien “sigue, yo no”. “Yo no decidí externalizar esto. Lo digo por algunos compañeros de TVE. A mí me encargaron esto así y así lo acepté. Así me he dejado la piel por esta televisión y esta cadena. He intentado hacerlo con la mayor humildad. 4.50 de la mañana levantándome y entrando a las 5.50 en este edificio para encender las luces de la redacción". 
Y es que, según él, “me he dejado la piel”. “A veces me hubiera gustado que me hubieran defendido más o que no me hubieran atacado, pero yo he seguido aquí, intentando hacerlo lo mejor posible", ha insistido. 
Asimismo, Cintora no ha querido evitar lanzar un mensaje que estaban esperando todos los acérrimos del soriano en redes sociales. "Nos quitaron de un programa con un gobierno [en referencia a Las mañanas de Cuatro], nos quitan también con otro gobierno. Ahora lo que hay es un compromiso con la humildad y la verdad. Hemos contado lo que pasaba". Y ha añadido: "En el PSOE hay gente muy digna que no tiene que ver con determinadas decisiones. Igual estas decisiones tienen que ver más con una persona que con el partido". 
Por último, Cintora ha concluido con un breve “muchísimas gracias. Hacemos periodismo, hay gente que por detrás hace otras cosas y con eso tenemos un problema muy gordo. Sean honestos y hagan periodismo. Se quedan con el Telediario, sigue la televisión”. 

Esta despedida no se ha podido ver, al menos en Galicia: Cuando el programa se interrumpió para dar paso al informativo de la comunidad, pensamos que volvería a las dos y cuarto, como es habitual. Pues no: hasta enlazar con el telediario pusieron un extraño reportaje para conmemorar el 50 aniversario de TVE en la comunidad gallega. Ni siquiera coincidía con la fecha de dicho medio siglo, ergo...

martes, 20 de julio de 2021

La problemática judicial

Sobre la factoría de la empresa pastera ENCE en Pontevedra se ha escrito muchísimo, casi siempre con una pasión que mezcla visiones y sentimientos encontrados. He intentado analizar los factores, pros y contras, que concurren en este caso. Al menos tres veces, en 2011 (La pata del mono), 2013 (Sobre ENCE y sus repercusiones) y 2017 (ENCE de nuevo), he publicado comentarios sobre este tema. Intentaré no repetir lo que allí dejé dicho.

Ahora, una sentencia de la Audiencia Nacional anula la insólita prórroga (¡hasta 2073!) que había concedido a la empresa el gobierno de Mariano Rajoy. Vista la trayectoria de nuestra sociedad hacia un futuro incierto, parece un tiempo extraído de un relato de ciencia ficción.

La batalla contra esta industria, tan antigua como su instalación en Lourizán, se ha centrado siempre en aspectos medioambientales y urbanísticos. Los primeros, según la empresa, superados; los segundos, según la historia del planeamiento y el desarrollo urbano, que seguramente llega al límite, irreversibles, al menos según la añorada perspectiva de orientar el crecimiento de la ciudad hacia Marín.

Aunque la batalla siempre tuvo un fondo medioambiental y paisajístico, la argumentación se ha basado, buscando el éxito, en su ubicación. En lo que fue zona marítimo-terrestre y ahora solamente lo es de derecho, porque de hecho la verdadera línea de costa la marca hoy, no una playa desaparecida, sino una autovía que indudablemente no se va a eliminar. ¿O se piensa en "reconstruir" la playa?

Se ha hablado de trasladar la factoría, pero no está claro que haya en Galicia un sitio más adecuado, y además pocas veces se considera el coste medioambiental de desmantelar, eliminar los restos y reconstruir en otro lugar. También se ha argumentado que siendo una industria estratégica no debe salir del territorio, que otras pasteras deberían aumentar su producción, en España o en otros países, y lo harían en iguales o peores condiciones de respeto al medio ambiente, y resulta curioso que muchos que se oponen a la fábrica con argumentos ecologistas no hagan ascos a que se monte en otro lugar.

Es interesante observar qué grupos políticos y sociales están a favor y en contra de la empresa. Simplificando mucho, la derecha apoyaría la permanencia y la izquierda, sobre todo la nacionalista y ecologista, el traslado o el cierre. Pero sindicatos y trabajadores de la empresa y otras relacionadas, así como sectores económicos, se oponen a su desaparición.

Lo que me llama la atención no es la polémica en sí, sino la sentencia judicial que, más allá de anular la desmesurada prórroga que le fue concedida a ENCE en 2013, parece dejar bruscamente en el aire su continuidad.

Los jueces son especialistas en aplicar las leyes. Es difícil pedirles que se aparten de la estricta literalidad de las mismas (a veces pienso que dedican tanto tiempo a estudiar para sus difíciles oposiciones que no dedican mucho a aprender otras cosas). Sin embargo, no son independientes a presiones políticas ni a influencias ideológicas. Una paradoja difícil de resolver. Los votos particulares, la discrepancia en el seno de un tribunal o entre tribunales, como estamos viendo ahora mismo con los confinamientos, o con importantes sentencias que medio voto convierte en inapelables nos demuestran que tampoco la justicia es indiscutible. ¿Qué significa entonces "acatar"?

Algo de esto he comentado en Lawfare y luego en Llueve sobre mojado. Ahora quiero referirme a la escasa preocupación de estos juristas por las consecuencias de sus decisiones. Más allá de la letra de las leyes deberían aprender a interpretarlas con una consideración hacia problemas que, más que resolver, pueden (y suelen) enconar.

Manifestación de trabajadores de Ence el viernes en Pontevedra, convocada por Comisiones Obreras. Ramón Leiro

La sentencia de la Audiencia Nacional intensifica el debate del futuro de Ence

Marcos Gago Otero
PONTEVEDRA / LA VOZ

El Supremo tendrá la última palabra sobre el largo litigio judicial

19 jul 2021

La anulación de la prórroga de la concesión de Costas que Ence disfrutaba desde el 2016 y que le permitió seguir en Lourizán más allá del 2018, fecha cuando se acabó el título original, cayó como un terremoto político y laboral en Pontevedra. El debate sobre el futuro de la pastera, se ha actualizado con la última sentencia e intensificado, tanto en los ámbitos políticos como en la calle. El alcance total de sus consecuencias son imprevisibles y será el Supremo quien tenga la última palabra.

¿Por qué necesita Ence de la prórroga de la concesión de Costas?

Todos los terrenos donde se asienta la factoría están en dominio público marítimo terrestre, es decir, su titularidad es estatal. La fábrica se instaló en Lourizán con una concesión otorgada en 1958. La entrada en vigor de la Ley de Costas en 1988 limitó el tiempo de esa concesión al 2018. La prórroga era la única fórmula jurídica para poder continuar en su actual ubicación y le fue concedida por el Gobierno de Rajoy en el 2016 y por 60 años, que empezaron a computar a partir del 2013, que es cuando se pidió.

¿Por qué la anula la Audiencia Nacional?

En sus consideraciones, los magistrados inciden en que Ence está en una localización «singular» y enfatizaron la «exigencia de justificar la necesidad de ubicación de la factoría en el dominio público marítimo terrestre», porque solo se puede permitir la ocupación de esta franja litoral «para aquellas actividades o instalaciones que, por su naturaleza, no puedan tener otra ubicación». Al entender la sala de lo Contencioso Administrativo que no se justificó esa condición, se anuló la prórroga.

¿En qué situación queda Ence entonces?

Técnicamente se ha quedado sin prórroga de la concesión, y como el título original acabó en el 2018, La Audiencia Nacional no ofrece un período alternativo a los 60 años de la prórroga, sino que sencillamente la anula en su totalidad. Dice: «Consideraciones, las expuestas, que conllevan la estimación de la pretensión de la actora [Concello de Pontevedra y Greenpeace], al resultar procedente denegar la prórroga de la concesión otorgada, lo que nos eximen de entrar en el examen de la duración de la prórroga de la citada concesión». Fuentes jurídicas consultadas interpretan este párrafo en el sentido de que difícilmente podría Ence disfrutar de otra prórroga más pequeña. La solución jurídica más viable es recurrir en casación.

¿Qué va a hacer la empresa a partir de ahora?

«Ence esgotará todas as vías xurídicas para defender a legalidade da prórroga da concesión da biofábrica de Pontevedra». La compañía sostiene que la autorización del 2016 fue «acorde a dereito» y defenderá su posición en un recurso en casación ante el Tribunal Supremo. En caso de que se presente ese recurso, los denunciantes volverán a pedir que se mantenga la anulación. Ence ha insistido reiteradas veces que si no puede seguir en su localización actual en Pontevedra, tendrá que echar el cierre en Galicia, en base a los estudios técnicos encargados sobre la inexistencia de otra ubicación adecuada, desde el punto de vista técnico y ambiental, para la factoría.

¿Cómo será el procedimiento en el Supremo?

Ence tiene treinta días contados desde la notificación de la sentencia de la Audiencia Nacional para interponer su recurso en casación ante el Supremo. Si el alto tribunal estatal acepta el recurso, se abrirá un procedimiento que fuentes jurídicas consultadas cree que podría tardar como dos años en resolverse.

¿Qué pasa mientras no falla el Supremo?

Mientras esté el procedimiento abierto en el Supremo, Ence podrá seguir operando en Pontevedra. Si la sentencia es favorable a la empresa, podrá seguir y si no lo es la hoja de ruta es incierta. Puede quedar la apelación a Europa, cerrar o intentar el traslado.

Alta velocidad

¡Diez minutos de vuelo! ¡Cuatro de ingravidez!

¡Pero Krahe fue más rápido!

lunes, 19 de julio de 2021

Los sesgos en los estudios científicos

En medio de la polémica sobre "la sostenibilidad de las energías sostenibles", se argumenta que "180 artículos científicos demuestran que es posible lograr una transición total a las energías renovables". La cosa no parece tan clara, y el autor del artículo que comento, que conoce bien las dificultades que presenta este reto, aprovecha para señalar los límites (límites otra vez) que presentan los artículos científicos para que podamos considerar sus conclusiones como artículos de fe.

No quiere decir esto que sea imposible esa "transición al 100 %", sino que no podemos tener un "100 % de certeza" de que sea posible porque muchos artículos lo concluyan.

Varios sesgos a tener en cuenta orientan los resultados de una investigación, y generalmente facilitan las conclusiones buscadas (y muchas veces deseadas) de antemano.

En primer lugar, hay ya un sesgo en la elección de las variables a considerar. Son tantos los factores que intervienen en el mundo real que es imposible un estudio totalmente comprehensivo, y ninguno de los citados considera la escasez de materiales y energía o el rendimiento energético de las instalaciones.

En segundo lugar, consideran y proponen cosas muy dispares, muchas veces contradictorias. Al considerar la energía de los vientos, la divergencia en la estimación va de 1 a 10. También varían considerablemente las curvas de producción solar, y se confía en que aumentará mucho la eficiencia. Se apuesta por el coche eléctrico, el hidrógeno o los biocombustibles. Encima, no hay acuerdo en la estimación de la energía que será necesaria para satisfacer las demandas futuras. Se añade a esto el sesgo de confirmación en la producción científica: si un estudio busca un resultado y no lo alcanza, por lo general no se publica. Por eso son mayoría en las revistas los artículos de resultado exitoso.

Hay un tercer sesgo: aunque en las mismas revistas de referencia se publiquen artículos que muestran los obstáculos que limitan la transición renovable, no es un tema muy popular. Esto, hace que muchas veces los revisores dificulten la publicación, porque no les gustan las conclusiones.

Prueba de esto, la escasa publicidad concedida a un estudio publicado en Energy Policy. Su objetivo era determinar la posibilidad de una transición hacia el 100% renovable, sin aguardar a nuevas tecnologías que pudieran mejorar extraordinariamente la eficiencia y sin utilizar materiales escasos. Tales sistemas deberían tener una tasa de retorno energético adecuada. Y efectivamente, se podría lograr un sistema tal, pero se requeriría:

1) una cooperación internacional sin precedentes; 
2) el práctico agotamiento de las reservas conocidas de cobre; y 
3) el establecimiento de una economía de guerra durante 30 años.

Con ese panorama, no son de extrañar los oídos sordos a este estudio.

Un cuarto sesgo, más deshonesto, lo ofrecen los estudios financiados por grandes empresas interesadas, como los lobbies de la energía. En tales casos se fomenta el negacionismo del problema. Simple y llanamente, podemos calificarlos de fraudulentos. Si el primo de Rajoy podía creer sinceramente lo que decía, es muy sospechosa la relación de otros científicos negacionistas con los gigantes de la energía.

Las ilusiones perdidas. Charles Gleyre

















Queridos lectores:

Al hilo de recientes discusiones en las redes sociales, me he dado cuenta de que un argumento que se está usando para justificar el insostenible y procolapsante modelo de transición renovable que se está proponiendo desde las instancias públicas es la gran cantidad de estudios aparecidos en revistas científicas que "demuestran" (así me dicen) que el 100% renovable es posible. Me han llegado a citar que se han compilado 180 artículos científicos que muestran tal tipo de transición renovable, como si el masivo número fuera prueba de autoridad suficiente y no cupiera discutir más. Dado que, contrariamente a lo que suelen pensar mis contertulios en las redes sociales, algo sé de este tema porque mi escasa producción científica en este campo es precisamente sobre el diseño de sistemas 100% renovables, he creído conveniente escribir este post para sintetizar mejor por qué ése no es un argumento válido, y menos aún para justificar las políticas públicas que se están emprendiendo. Discutiré la cuestión primero desde la perspectiva general, y luego aludiré a mi experiencia personal en el campo, puesto que a veces las cosas se entienden mejor por la virtud del ejemplo (y espero que así también entiendan que mi posición no viene de un agorerismo fanático apriorístico, sino de una contemplación de y reflexión sobre la naturaleza de las cosas).

Comencemos por algo muy básico: la ciencia no funciona por un sistema democrático. La verdad de un aserto no se valida por el hecho de que haya muchos estudios, aunque sean 180, que parecen respaldarlo. Por supuesto que la gran cantidad de estudios avalan que probablemente se puede hacer, pero hay que estudiar y analizar los susodichos 180 estudios para ver cuáles son las condiciones de aplicación. Porque ésta es la primera cosa que los profanos al ejercicio de la ciencia no entienden: ningún estudio es completamente comprehensivo porque tal cosa es imposible, dada la complejidad y multitud de factores que intervienen en el mundo real. Cada estudio se apoya en un conjunto de hipótesis limitantes bien definidas, y ningún estudio sobre una cuestión de mediana complejidad pretende dar la solución última y final a esa cuestión, sino tan solo entender una parte del problema. Para hacer las cosas más complicadas, cada estudio establece unas hipótesis explícitas, pero al tiempo, inevitablemente, parte de unas hipótesis implícitas que no siempre son evidentes. Por ejemplo, y como cuestionaba yo a unos de mis contertulios, ninguno de los citados estudios considera ni integra el problema de la escasez de materiales y energía, o el rendimiento energético de las instalaciones; y todos ellos asumen que habrá una base industrial funcional como la actual que, de manera continua, va a permitir sin mayores sobresaltos construir todos esos sistemas.

La segunda cuestión a considerar es que lo que están proponiendo esos 180 artículos son cosas muy dispares y en ocasiones contradictorias. Cuando uno entra en los detalles de lo que dicen los artículos, algunos asumen una cantidad de energía en los vientos que es hasta 10 veces superior a la que suponen otros estudios; en algunos casos, las curvas de producción solar son bastante más grandes que en otros, que los últimos resuelven asumiendo que habrá un aumento desmesurado de la eficiencia. La manera de hacer el aprovechamiento energético también varía salvajemente de un estudio a otro, en algunos casos apoyándose en el coche eléctrico, en otros en los motores basados en hidrógeno y en algunos otros en biocombustibles. No es por tanto de extrañar que, al margen de esa cifra relativa de producción renovable, 100%, que se dice poder alcanzar, las cantidades absolutas de energía que creen poder producir unos y otros estudios difieren a veces hasta en dos órdenes de magnitud. Tal disparidad de criterios debería hacer sospechar al lector de que la madurez técnica de estos estudios es todavía limitada, que las incertidumbres sobre el potencial renovable son bastante amplias y que aunque uno encuentre 180 estudios en los que se consigue el 100% renovable, debería haber una cantidad significativa de otros estudios que se queden sensiblemente por debajo del 100%. Pero ahí interviene otro factor: cuando un grupo de investigación hace un estudio y no consigue llegar al anhelado 100%, simplemente no lo publica, dado que el objetivo está claramente marcado y si uno no lo consigue se considera que no es interesante. De ese modo, se tiene un sesgo de confirmación en la producción científica, porque de todo el amplio abanico de resultados se publican solo aquéllos que llegan a la marca del 100%.

Hay, por último, una tercera cuestión, que es de nuevo un sesgo de confirmación, que funciona como un sesgo de elección. Quien me cita esos 180 artículos que muestran, a su entender, la factibilidad del 100% renovable, está ignorando la vastísima literatura científica sobre los límites que la escasez de materiales y de petróleo imponen a la transición renovable. Esos artículos están ahí, publicados en las mismas revistas que los otros, solo hay que buscar "renewable" y "scarcity" o "resource scarcity". Seguramente no son tantos, porque no es una temática muy popular (y ahí hay un tercer sesgo: muchas veces hay que pelearse con los revisores para que te lo publiquen, porque no les gustan las conclusiones pero no porque sean lógica o científicamente erróneas) pero cada vez son más, porque es una temática emergente. En todo caso, nadie que se plantee un análisis sobre la viabilidad de una transición 100% renovable puede decidir ignorar esos estudios que hablan de dificultades, dificultades que precisamente los otros estudios no consideran. No es ni medianamente serio, a día de hoy, que se plantee una discusión sobre la transición renovable sin haber leído nada de Carlos de Castro, Ínigo Capellán o Alicia Valero, por poner ejemplos de tres autores patrios; pero es que hay muchos más en la escena internacional (y para desmayo de los gestores que lo apuestan todo al 100% renovable eléctrico, cada día hay más).

Plantear un modelo de transición al 100% renovable es algo extremadamente complejo, y que requiere un grupo de trabajo multidisciplinar y un estudio durante mucho tiempo, complementado tanto como se pueda con experiencia de campo. Es presuntuoso y arrogante creer que uno solo puede acometer una tarea de tal envergadura, con tantos vericuetos y complejidades tan pronto como uno empieza a entrar en los detalles de los usos energéticos en cada industria y en cada sector. Demasiadas veces me he encontrado con algún ingeniero con muchas primaveras ya en sus cabellos que pretender planificar la transición a golpe de hoja Excel. Ojalá fuera tan sencillo.

Justamente, mi propia escasa experiencia en estas lides me ha demostrado cómo de difícil y complejo es hacer un diseño de transición al 100% renovable que pueda ser medianamente creíble. Comentaré aquí solamente sobre tres artículos en cuya elaboración yo participé y que por tanto conozco mejor, aunque mi grupo publicó unos cuantos más.

En el año 2012 publicamos un estudio sobre cómo implementar un modelo 100% renovable (García-Olivares A., Ballabrera J., García-Ladona E. & Turiel A., 2012. A global renewable mix with proven technologies and common materials. Energy Policy 41, 561–574; también escribimos un post sobre el artículo). El objetivo de este estudio era determinar si era posible hacer una transición hacia el 100% renovable sin tener que asumir, como hacían muchos otros estudios, que aparecerían nuevas tecnologías disruptivas que permitirían mejorar de manera inverosímil la eficiencia. Además, buscamos que no se tuviera que utilizar materiales escasos, justamente para no tener que preocuparnos de los límites materiales. Por último, los sistemas a implementar deberían tener una TRE adecuada. La conclusión de nuestro estudio es que, efectivamente, se podría hacer tal sistema. Eso sí, se requeriría 
1) una cooperación internacional sin precedentes; 
2) el práctico agotamiento de las reservas conocidas de cobre; y 
3) el establecimiento de una economía de guerra durante 30 años.
Como bonus, además, una vez culminada la transición la economía debería ser estacionaria para siempre jamás. Entre las limitaciones de este estudio se encuentran que utilizamos un enfoque bottom-up (en vez del top-down, que Carlos de Castro y sus colaboradores demostraron que era el correcto), por lo que nuestra estimación del potencial renovable está sobreestimada; y que no integrábamos el impacto del inminente descenso de la producción de petróleo en nuestros planes de transición.

En 2018 publicamos otro estudio que abordaba parcialmente el último de esos problemas (Solé J., García-Olivares A., Turiel A. & Ballabrera-Poy J., 2018. Renewable transitions and the net energy from oil liquids: A scenarios study. Renewable transitions and the net energy from oil liquids: A scenarios study. Renewable Energy 116, 258-271; y su post asociado). Tomando como referencia varios escenarios de declive de la producción de petróleo a partir de los informes de la AIE -retrospectivamente, la mayoría de estos escenarios resultan ser demasiado optimistas-, analizamos a qué ritmo se debería producir la sustitución renovable para compensar su caída. En los casos más extremos, los ritmos llegaban al 8% de crecimiento anual (y eso que descartamos incluir en el artículo algunos escenarios donde se llegaba al 20% anual para evitar el rechazo de los revisores). Por último, el artículo discute cómo debería ser el sistema de sustitución al 100% renovable, dando algunas directrices de cómo debería implementarse teniendo en cuenta estos problemas.

En aquel momento, sin embargo, ya teníamos claro que el problema era demasiado complejo, con demasiadas variables interactuando entre ellas. En la época en la que enviamos el artículo ya estábamos comenzando el proyecto MEDEAS, un proyecto financiado por la Comisión Europea que coordinó mi compañero Jordi Solé, cuyo objetivo era la elaboración de un modelo que permitiese testear los problemas de los escenarios de transición que se quieran proponer. Usando MEDEAS uno puede detectar si, para hacer un determinado modelo de transición, uno va a agotar algunas materias primas, va quedarse corto de petróleo o si va a disparar la concentración de CO2 o el paro. Así son los modelos de dinámica de sistemas, indispensables para poder capturar una parte aún pequeña pero significativa de la complejidad del mundo. Fruto de esos cuatro años de trabajo intensos, aparte del Libro Blanco, sacamos un artículo (J. Solé, R. Samsó, E. García-Ladona, A. García-Olivares, J. Ballabrera-Poy, T. Madurell, A. Turiel, O. Osychenko, D. Álvarez, U. Bardi, M. Baumann, K. Buchmann, Í. Capellán-Pérez, M. Cerny, Ó. Carpintero, De Blas, C. De Castro, J-D. De Lathouwer, C. Duce, L. Eggler, J.M. Enríquez, S. Falsini, K. Feng, N. Ferreras, F. Frechoso, K. Hubacek, A. Jones, R. Kaclíková, C. Kershner, C. Kimmich , L.F. Lobejón, P.L. Lomas, G. Martelloni, M. Mediavilla, L.J. Miguel, D. Natalini, J. Nieto, A. Nikolaev, G. Parrado, S. Papagianni, I. Perissi, C. Ploiner, L. Radulov, P. Rodrigo, L. Sun, M. Theofilidi2020Modelling the Renewable Transition: scenarios and pathways for a decarbonised future using pymedeas, a new open-source energy systems model. Renewable and Sustainable Energy Reviews 132, 110105). Se habrán fijado en lo larga de la lista de autores: es lo que tiene ponerse en serio en una modelización de la transición, que se requieren equipos amplios y multidisciplinares. El artículo es una presentación de la herramienta pymedeas, el programa en Python de software libre (sí, se lo pueden descargar si quieren) que contiene el modelo MEDEAS. Como he dicho, este modelo sirve para comprobar si determinados escenarios de transición son o no transitables, y dónde se producen los mayores problemas, dando pistas sobre cómo resolverlos. Como ejemplo de aplicación, se muestran varias ejecuciones del modelo MEDEAS pero de manera restringida (desactivando algunos módulos de retroalimentación). Uno de los escenarios es el de Transición Renovable Rápida, y arroja información interesante: 
1) la temperatura del planeta supera durante algunos años la marca de los 1,5 ºC que se ha fijado por el IPCC, por culpa del gran consumo fósiles requerido para el despliegue masivo renovable, y ello obliga a que el esfuerzo final se centre en la captura de carbono; y  
2) el consumo de algunos materiales se dispara hasta tres veces sus reservas conocidas (el módulo de materiales se desconecta parcialmente para esta simulación).
El proyecto MEDEAS no representa ni mucho menos el final del camino, puesto que es necesario incrementar la granulosidad de la simulación y mejorar las funciones de producción y retroalimentación para describir mejor y con más detalle los escenarios. Éste es el trabajo que se está llevando a cabo con un nuevo proyecto europeo, LOCOMOTION, coordinado desde la Universidad de Valladolid. 

Y a medida que conocemos mejor la situación y mejoramos nuestro entendimiento de las retroalimentaciones entre las diferentes variables, queda cada vez más claro que a la transición renovable se llega por un camino cada vez más estrecho el cual podría cerrarse abruptamente si tomamos malas decisiones.

Por eso, queridos lectores, las cosas no son tan sencillas como contar cuántos artículos parecen decir una tal cosa. Hay que leer, hay que entender y, sobre todo, hay que reflexionar. Nos lo jugamos todo en esta apuesta y no nos podemos permitir el lujo de fallar.

Salu2.

AMT