martes, 29 de octubre de 2024

¿Podemos divertirnos con los números?

Tomad lápiz y papel y acompañadme activamente en el curioso recorrido que vamos a hacer por los números naturales. Una lectura pasiva puede aburriros, pero no será tediosa si vais haciendo lo que vais leyendo, y comprobándolo con otros números a vuestro gusto.

El cero y el uno son la base de todos los demás. La suma y el producto parten de ellos.

Porque sumando unos podemos alcanzar cualquier número (escalando de uno en uno, con mucha paciencia). Y sumando ceros a cada uno de ellos no escalamos nada.

Y multiplicar por cero anula cualquier número, porque lo sumamos cero veces, mientras multiplicar por uno lo deja como estaba, porque lo consideramos una sola vez.

La primera clasificación que haremos es la de pares e impares. Para ello necesitamos el número dos. Cualquier número, sumado dos veces (duplicado, multiplicado por dos), es par. Los pares obtenidos pueden de nuevo multiplicarse por dos múltiples veces, obteniendo números pares que son múltiplos de dos múltiples veces, valga la redundancia.

Pero si en lugar de cualquier número empezamos por hacer esto con el mismo dos, los sucesivos duplicados que obtenemos pueden dividirse por la mitad una y otra vez, hasta que ya no podemos hacerlo más, porque llegamos al uno: 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512, 1024... Cada uno de ellos es múltiplo de todos los anteriores. Estos números son las potencias de dos. Voy a llamarlos "superpares". Dividiéndolos sucesivamente por dos llegamos al uno.

Pero otros números pares tienen otros divisores además de algunos de los anteriores (18/3=6, 18/9=2, 18/2=9), y al partirlos sucesivamente por la mitad llegamos a un punto en que no podemos obtener más mitades enteras. Si puedo dividirlos en dos una vez los llamaré (perdonad la licencia) "monopares" (14/2=7), y si puedo hacerlo varias veces sucesivas, "multipares" (28/2=14, 14/2=7)

La suma de números pares, o de un número par de impares, es un número par (2+2+8=12, 3+5+2+6=16). Una suma en que haya un número impar de impares es un número impar (3+5+2+7=17).

Un producto sin números pares es impar (3x5=15), pero basta que uno de los factores sea par para que el producto también lo sea (3x2x7=42).

La segunda clasificación que haremos es en primos y compuestos. Son primos los que solo admiten dos divisores, que son él mismo y el uno (7/7=1, 7/1=7). Esto significa que solo los podemos repartir en unidades, evidentemente todas iguales, o no repartirlos y quedarnos con el todo entero.

Los números que tienen más de dos divisores pueden repartirse de diferentes formas en agrupaciones iguales (30/2=15, 30/3=10, 30/5=6, 30/6=5). Son números compuestos.

Empecemos para abrir boca con los números 0, 1, 2 y 3. El cero es par, porque es múltiplo de dos (0x2=0). En cambio no es primo, porque tiene infinitos divisores (0/23=0). El uno, paradójicamente, es el primero de los naturales y el primer impar, pero no es primo porque solo tiene un divisor, que es él mismo (1/1=1). El dos es el único que es a la vez par y primo (2/2=1, 2/1=2). El tres, por último, es impar y primo, y a partir de él se alternan por igual pares e impares, y de modo desigual compuestos y primos. Los primos van escaseando al avanzar, pero sin que ninguno termine la serie infinita.

En efecto (teorema e Euclides): si hacemos una criba de Eratóstenes para obtener una lista exhaustiva de números primos con cualquier número de elementos, los ordenamos luego de menor a mayor y los multiplicamos todos, basta con sumarle 1 al producto para que el resultado no sea divisible por ninguno de ellos. La conclusión es que el número así obtenido, o es primo, o tiene algún divisor primo que no estaba en la lista, y que por consiguiente es mayor que todos los considerados. Luego por larga que fuera la lista siempre hay primos mayores.

*****
Viene a cuento esta introducción clasificatoria a los números naturales, aquellos que nos sirven para contar u ordenar, porque, sean primos o compuestos, impares o pares (y dentro de ellos "monopares", "multipares" o "superpares"), todos, absolutamente todos ellos pueden someterse a cierto conjunto ordenado y finito de operaciones que nos lleva de uno a otro y termina cuando llegamos al número uno.

Se trata del algoritmo 3n+1, y consiste en lo siguiente:

  • Tómese un número cualquiera.
  • Si es par, divídase por dos.
  • Si es impar, multiplíquese por tres y súmesele uno.

De este modo, podemos prescindir inmediatamente de los pares, porque rápidamente la aplicación del algoritmo nos lleva a un impar, sea en un solo paso ("monopares") en varios ("multipares") o directamente a la unidad ("superpares").

Llegados a un impar, o partiendo de él, al multiplicarlo por tres, que es también impar, el resultado es impar, y al sumarle uno tenemos de nuevo un par, iniciando una cadena descendente más o menos corta hasta otro impar, y así sucesivamente.

De este modo tenemos una operación ascendente que triplica el número, y otra descendente, que puede constar de uno o más pasos y lo reduce a la mitad, o con suerte, a la cuarta, la octava parte...

Parece razonable pensar que, aunque multiplicar por tres es más potente que dividir por dos, la operación ascendente, que siempre es de un paso, no podrá vencer a la descendente, que puede constar de varios.

Es algoritmo porque es finito, aunque nadie haya podido demostrarlo hasta hoy. Por eso es aún una conjetura y no un teorema.

Necesariamente, damos por cumplido el algoritmo cuando llegamos al uno. Veamos:

1, 1x3+1=4, 4/2=2, 2/2=1

Ya no podemos sino repetir eternamente la operación, sin salir del bucle sin fin. Damos así por concluido el cálculo.

Pero surge la pregunta que aún no tiene respuesta en forma de demostración irrefutable: en este proceso, ¿podríamos llegar a un número, distinto de uno, por el que ya hubiéramos pasado antes? En tal caso tendríamos un bucle eterno diferente del anterior, porque una y otra vez volveríamos a este numero, sin descender jamás.

Aunque se han probado todos los números hasta decenas de dígitos, aún no se ha encontrado un contraejemplo que nos lleve a otro bucle como el del número uno.

Saltando de rama en rama, de número en número, vamos rellenando su lista infinita, sin volver nunca al mismo punto hasta llegar al brevísimo bucle que finaliza la búsqueda. Podéis probar con cualquier número. No os asustéis, porque con la calculadora del ordenador se llega en un número no muy grande de pasos. Pondré un par de ejemplos cortos, para no aburrir. Partiendo del 11:

11, 3x11+1=34, 34/2=17, 17x3+1=52, 52/2=26, 26/2=13, 13x3+1=40, 40/2=20, 20/2=10, 10/2=5, 5x3+1=16, 16/2=8, 8/2=4, 4/2=2, 2/2=1

Sucesivamente: 

11, 34, 17, 52, 26, 13, 40, 20, 10, 5, 16, 8, 4, 2, 1

Partiendo del 682:

682, 341, 1024, 512, 256, 128, 64, 32, 16, 8, 4, 2, 1

En ambos casos la sucesión termina en una serie de "superpares", más o menos larga. Y en los dos asciende hasta un valor máximo (en negrita renegrida) que no se vuelve a alcanzar. A veces ese número cumbre es el inicial
9232, 4616, 2308, 1154, 577, 1732, 866, 433, 1300, 650, 325, 976, 488, 244, 122, 61, 184, 92, 46, 23, 70, 35, 106, 53, 160, 80, 40, 20, 10, 5, 16, 8, 4, 2, 1
La aparición terminal de estos superpares, que son potencias de dos, lleva naturalmente a relacionar esto con el sistema de numeración binario.

Los sistemas de numeración que utilizamos disponen de una serie de cifras significativas, y un importantísimo cero. El conjunto de las primeras y el "inoperante" cero es la base del sistema, que en nuestro caso es diez.

Consideremos un número cualquiera, para entender mejor los sistemas modernos de numeración, en los que la posición del dígito en el número determina su valor. Y ahí es donde el cero cobra toda su importancia:

1302 = 1x10x10x10 + 3x10x10 + 0x10 + 2x1 = 1000 + 300 + 0 + 2

El valor de un dígito se multiplica por diez con cada desplazamiento a la izquierda en el número. Nada cambia en la estructura de este modo de numerar si la base es cualquier otro número. Así, con base cinco, usaríamos las cifras 0, 1, 2, 3, 4, y la serie de los números naturales comenzaría así:

1, 2, 3, 4, 10, 11, 12, 13, 14, 20, 21, 22, 23...

Contad y veréis que este "23" sería nuestro trece.

Ahora, cada desplazamiento a la izquierda multiplica por cinco su valor, que aumenta según las potencias de cinco.

¿Cuál será el valor, en nuestro sistema decimal, del número 1302, si nos dicen que estamos en un sistema de base cinco?

13021x5x5x5 + 3x5x5 + 0x5 + 2x1 = 1x125 + 3x25 + 0x5 + 2x1 = 125+75+0+2 = 202

Cuando la base es un número muy bajo, el número expresado también lo es; cuando la base aumenta, el valor del número lo hace también, y mucho.

¿Qué ocurre si la base es dos? Solo disponemos de dos dígitos, 0 y 1. Cada paso a la izquierda multiplica por dos el valor del dígito. La sucesión numérica queda así:

1, 10, 11, 100, 101, 110, 111, 1000, 1001, 1010, 1011, 1100, 1101...

Este 1101, traducido al sistema decimal, valdría:

1101 = 1x2x2x2 + 1x2x2 + 0x2 + 1x1 = 1x8 + 1x4 + 0x2 + 1x1 = 8+4+0+1 = 13

¿Podemos hacer fácilmente el paso inverso, del sistema decimal al binario? Desde luego que sí. Basta considerar que la sucesión de superpares decimales 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512, 1024... o, lo que es lo mismo, 1, 1x2, 1x2x2, 1x2x2x2, etc... es una serie de potencias de dos, y en el sistema binario se representaría así: 1, 10, 100, 1000...

Cualquier número decimal, como el ya utilizado 1302, puede descomponerse en una suma de potencias de dos, restándole sucesivamente la última de la serie que es menor que él:

1302 = 1024+ 278 = 1024+256+22 = 1024+256+16+6 = 1024+256+16+4+2

Que en binario sería: 10'000'000'000 + 100'000'000 + 10'000 + 100 + 10 = 10'100'010'110 (los he separado de tres en tres para no volverme contando más loco de lo que estoy, y por la misma razón he subrayado los unos para que veáis cómo se corresponden con las potencias de dos expresadas más arriba en el sistema decimal).

Comprobad que aquí todos los pares terminan en cero, y los impares en uno.

Como veis, este sistema es inmanejable, salvo para una máquina. En computación, la dicotomía binaria nos lleva al concepto de bit, la mínima unidad de información, que puede tomar únicamente los valores cero y uno. Más manejable para la mente humana resulta el byte, unidad de información compuesta por un conjunto ordenado de 8 bits. Sucesivamente se han ido ampliando en las computadoras los procesadores a sistemas de 16, 32, 64 bits...

Siempre están presentes los superpares, las potencias de dos. ¡A este paso, con tanto "pogreso", no sé a donde vamos a ir a parar!

*****
Dos cosas hemos aprendido en este recorrido. Por una parte, que los números son en sí mismos independientes de cómo los representemos. Por otra, que a pesar de ello necesitamos un sistema para manejarlos, y corremos el riesgo de confundir el número con su representación.

¿Existen entonces los números con independencia del sistema? ¿Qué tipo de existencia es la del número trece, o la del 30227?

Existen en la medida de que podemos establecer conjuntos de elementos, de unidades, y compararlos. Podemos emparejar 13 garbanzos, o 30227, con otros tantos gamberros, o catedrales (si es que hay tantas). Y con cualquiera de esos conjuntos podemos, o no, agruparlos en subconjuntos iguales, de la misma manera en todos ellos. Los conjuntos de numeral primo pueden ordenarse únicamente en una fila o columna. Los de numeral compuesto admiten otras ordenaciones rectangulares. Podéis verlo en las sucesivas formas históricas de ordenar las estrellas cambiantes en la bandera de las trece barras.

La tentación surge cuando vemos que los diferentes sistemas de numeración sugieren en sí mismos estructuras que se dan en unos y no en otros. El sistema decimal es muy manejable (de "mano"): dos manos con cinco dedos cada una, dos subconjuntos iguales de cinco elementos (emparejables por lo tanto, aunque sea para rezar).

Un sistema de base siete lo empleamos rudimentariamente para los días de la semana. El sexagesimal para dividir las horas en minutos y estos en segundos, aunque no vamos más allá, porque para las horas empleamos bases doce o veinticuatro. Y hemos visto la utilidad computacional de los sistemas binario, octal o hexadecimal.

La utilidad de un sistema de numeración viene dada por el número de divisores de la base del sistema, y también por la cantidad de símbolos necesarios para representar un número. El sexagesimal de los babilonios precisaría de 60 símbolos numéricos, aunque tiene la ventaja de sus muchos divisores: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 10, 12, 15, 20, 30, 60. El vigesimal se ha usado en Mesoamérica, y ha dejado huella en la lengua francesa. Supongo que era cómodo contar con los dedos de manos y pies si se andaba descalzo.

(Recuerdo un momento, allá por el sesenta y ocho, cuando los estudiantes decidimos "independizarnos" del sistema educativo y elaborar nuestros propios apuntes. Leído y carcajeado en uno de los borradores que hicimos: "el sistema vigesimal se basa en los veinte dedos de la mano, y tuvo adeptos entre los mayas y en Francia...").

El decimal no está mal, con sus cuatro divisores, 1, 2, 5, 10. Alguien había propuesto el doce como "nuestro 10 futuro", por sus divisores 1, 2, 3, 4, 6, 12. Más arriba de estos, a nadie se le ocurriría un sistema basado en un número primo elevado, como el 17. O el 1009, mal que nos evoque una rica cerveza...

*****
Para terminar, una consideración filosófica sobre el modo de existencia de los entes conceptuales abstractos, como los números. Existen incrustados en objetos reales, pero también en todas las conceptualizaciones que podamos inventar. Solo un materialista vulgar puede negarles la existencia.

Las operaciones básicas de contar y ordenar son aplicables a objetos, a sistemas, procesos, reales o imaginarios, al tiempo y al espacio. A partir de ellas, las sucesivas ampliaciones del concepto de número que han permitido desarrollar el inabarcable mundo de las matemáticas no serían posibles sin estos sistemas posicionales de numeración.

Y una reflexión pedagógica: algo tan tedioso como aprender en temprana edad la tabla de multiplicar es inevitable. Es preciso manejar el lenguaje antes de reflexionar sobre él. Las lenguas naturales se asimilan tempranamente, mucho antes de reflexionar sobre su estructura. En cambio los rudimentos del lenguaje matemático no se adquieren así, y deben ser mecanizados antes de su comprensión racional.

La diferencia está en que la evolución nos ha llevado al aprendizaje precoz de las lenguas, pero no a un equivalente en los ámbitos científicos.

Habrá que tener en cuenta las etapas del desarrollo cognitivo estudiadas por Jean Piaget para encontrar el momento idóneo en que el niño debe pasar de ese aprendizaje mecánico a otro analítico. Los libros de matemáticas de Rey Pastor y Puig Adam para el bachillerato que yo estudié comenzaban ya, para niños de diez u once años, a explicar números y operaciones de modo muy racional.

Análisis y juegos como los que acabo de exponer solo serán comprendidos íntegramente practicándolos. Asi que lo dicho al principio: lápiz y papel (¡y calculadora!).

sábado, 19 de octubre de 2024

Yo y el otro (yo)

El reflejo es la clave de bóveda del trabajo de fin de grado de Nerea Santiago, presentado en la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra. Tengo en mis manos un ejemplar único, porque este pequeño libro no ha sido editado (he traducido del gallego las citas textuales).

La dedicatoria, "a todos vosotros, en cuyos ojos me reflejo", enfrentada a este verso de Jorge Luis Borges...

Nos acecha el cristal. si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro

...muestra de golpe la intención del proyecto: como en el espejo me veo como "otro", estoy en disposición de ver al otro como "otro yo". Esta evidencia elimina el solipsismo que alimenta la ausencia de empatía y que nos puede convertir en sociópatas, psicópatas en definitiva. Si esta actitud predominase no habría sociedad posible.

Así se resume en el abstract que acompaña el trabajo de Nerea (los subrayados, como siempre, son míos):

El presente trabajo explora la relación con la alteridad mediante la representación, entendiendo la imagen como un mecanismo de poderComienzo echando una ojeada al mito de Narciso como nacimiento de la imagen en el reflejo, enfatizando el desdoblamiento del personaje para devenir sujeto y objeto a un mismo tiempoDespués, realizo una retrospectiva a las prácticas coloniales de los siglos XIX y XX, donde la exhibición de cuerpos humanos era habitual en diversos contextos (zoos humanos, freak shows...) e introduzco la teoría de la estética decolonial en mi trabajo. Partiendo de este marco, llevo a cabo diferentes piezas escultóricas, de instalaciones y performance que giran en torno al espejo, el cristal y las pantallasplanteando una reflexión sobre la opresión del entendido como otro (ya sea humano, no humano o, en último término, la propia naturaleza, para rescatar discursos críticos que nazcan de contemplar la imagen propia en la imagen expuesta y de la posibilidad de habitar imágenes ajenas, encarnando así la no-identidad.

Una. de las primeras imágenes mostradas es un cuadro de la autora, en el que desdibujaba su propia imagen para dar preponderancia al espacio en que se enmarca. Confiesa que aún no era muy consciente de las implicaciones de ese "no reflejo" de sí misma:

Me pierdo, 2021.Óleo sobre tabla, 100x70cm

Y es ahora cuando caigo en la cuenta, después de haber visto tantas veces este cuadro de Antonio López, de que, efectivamente, él ya se había puesto, para retratarse ante el espejo, el disfraz del hombre invisible:

Lavabo y espejo. Bodegón hiperrealista que a la vez puede ser un autorretrato sin López

Esta "ausencia de uno mismo" no la permiten los espejos reales. Por eso el crítico espejo nos muestra que estamos en el mundo, que el mundo y nosotros, yo y todos, nos reflejamos por igual en ese mundo invertido.

Desde el mito de Narciso hasta la aventura de Alicia, detrás del espejo hay muchos motivos para reflexionar. Drácula no tiene reflejo (perdona, Antonio, la involuntaria comparación). El psicópata no se ve a sí mismo ni es capaz de objetivar su relación con el mundo que lo rodea. ¡Qué pesadilla la de este hombre que no es capaz de enfrentarse a su propio rostro! ¿Cómo se reconocerá?:

La reproducción prohibida (19379, óleo sobre lienzo. René Magritte

Inexorable, el espejo devuelve, al fondo, a quien registra la escena:

Public Space/Two audiences (1976), instalación. Tom Graham

En la pantalla utilizada como espejo, el testigo tampoco puede ocultar su presencia, por más que se esconda en la maquina, como hace la artista en la portada:

TV Buddha (1974), videoescultura. Nam June Paik













TV Buddha (1974), videoescultura. Nam June Paik











"El otro como objeto" (lo que Kant rechazaba). Aunque ahora lo podamos ver con otros ojos, el colonialismo veía con toda naturalidad la exposición de los cuerpos de los aborígenes, vivos en los 'zoos humanos', muertos en los museos. Se exponen momias egipcias. Yo vi una momia guanche en el Museo Antropológico Nacional, antes Museo Etnológico (no sé si los 'aborígenes canarios' lo habrán denunciado y la han retirado, como ocurrió con africanos disecados en museos europeos).

En dicho museo había toda una colección de cuadros que clasificaban los mestizajes habidos en la América colonial.

El sujeto convertido en objeto. La contemplación de su propia imagen como 'otra', sugirió a nuestra artista autoexponerse:

La artista se expone a sí misma

Siguiendo la lógica de los espejos, recoge obras que nacen en el arte de la acción, mediante la interacción de los cuerpos con los espejos en el espacio, como en esta performance de Joan Jonas en que el espectador es situado en el punto de mira mediante una danza de múltiples espejos:

Mirror Pieces I & II: Reconstruction (1969/2018-19), performance. Joan Jonas












Los juegos de espejos la llevan a otras interpretaciones de la interacción entre los seres humanos, como estas en que los espejos no nos dejan ver:



Por último, nos remite a estos vídeos:

https://youtu.be/Y5-MQRG_ais

https://youtu.be/mnn4ii08MGI

Considera Nerea que la experiencia fue para ella gratificante y enriquecedora, al expresar de forma interdisciplinar muchas de sus inquietudes con respecto a las opresiones, las posibilidades de futuro y el desarrollo de la propia práctica artística, teniendo en cuenta las problemáticas del mundo contemporáneo, derivado del proyecto moderno/colonial.

jueves, 17 de octubre de 2024

Y ese proyectil que viene, ¿qué clase de bomba traerá?

Hace ya muchos, muchos años, me recitaba mi madre esta poesía. Cuando se escribió, la ametralladora era una de las armas potencialmente más mortíferas, pero se veía venir que todo podía empeorar. Y cuando yo se la oía ya había armas nucleares:

"Con esta ametralladora
dice el sabio Sisebuto,
mil disparos por minuto
y sesenta mil por hora.

¡Que gloria será la mía,
si esta máquina potente
llega a matar buenamente
un millón de hombres al día!

Proclamarán su bondad
en las más lejanas tierras,
y así acabarán las guerras...

Y también la humanidad"

Cuando ya se desmoronaba la Unión Soviética, en 1987, Reagan y Gorbachov acordaron medidas de distensión para poner fin a la Guerra Fría: congelar los bloques militares, limitación de armas estratégicas...

Poco duró el respeto a lo acordado por parte de los Estados Unidos, pero había un punto que se había respetado hasta que llegó Trump con sus trumpadas:

...conviene recordar la reciente decisión de los EE. UU. de instalar en Alemania, en 2026, misiles con capacidad nuclear SM-6, misiles de crucero Tomahawk y armas hipersónicas. Este tipo de proyectiles estuvieron prohibidos hasta 2019 por el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado por Gorbachov y Reagan en 1987. Dicho tratado perdió su vigencia por la decisión de Trump de retirar a EE. UU. del mismo. Como respuesta, y en el contexto de la guerra de Ucrania, Rusia ha desplegado armas nucleares tácticas en Bielorrusia.

La guerra actual en Ucrania se remonta a 2014. La participación rusa se produjo sobre todo ante la amenaza de una última y fatal aproximación de la OTAN al corazón de su país. Pero dejando esto a un lado, lo cierto es que hasta ahora, pese a la participación clara del bloque occidental en el suministro de armas a Ucrania, se han cuidado mucho de amenazar directamente a Rusia con armas que puedan golpear profundamente su territorio. Es muy alarmante la convicción de que, si el ejército ucraniano se hunde, el bloque occidental verá amenazada su estrategia geopolítica y difícilmente lo aceptará.

Gran tragedia para Europa, estar tan cerca de Rusia y que Estados Unidos esté tan lejos de ambas. Puede calcular (mal) la gran potencia americana que la destrucción mutua de las dos europeas no llegaría hasta ellos:

Cuando los ucranianos y sus valedores atlantistas se muestran partidarios del lanzamiento de misiles de largo alcance a territorio ruso, están abogando por llevar la escalada militar hasta el límite de la guerra convencional, porque, si eso sucede, los dirigentes del Kremlin deberán decidir si el misil que viene hacia ellos tiene una cabeza convencional o una cabeza nuclear. Un dilema difícil de resolver en unos pocos minutos. Por eso Putin ha declarado que, si el territorio ruso es atacado con ese tipo de armas, ellos responderán con el uso de armas nucleares tácticas. 
La situación puede agravarse todavía más porque el ejército ucraniano, testaferro de los intereses geoestratégicos de EE. UU./OTAN, está muy cerca de su colapso en varios puntos del frente del este de Ucrania, lo que podría ser el inicio de su desbandada. De ahí la tentación permanente del bloque occidental de intensificar el juego del «¡gallina!» con Rusia, tentación que se puede tornar irresistible ante una hipotética victoria de Trump, el cual ha declarado que quiere acabar con la guerra ucraniana de inmediato.

¿Y cómo haría tal cosa, ese personaje cuya conducta irresponsable hemos visto tantas veces? Es muy preocupante.

Sin embargo nada garantiza que una victoria electoral de la candidata demócrata llevara a un escenario diferente. Las decisiones estratégicamente importantes probablemente se toman a niveles superiores a la presidencia. Gane quien gane, en ambos casos está montada y dispuesta la espoleta de la guerra nuclear.

¡Ya está liada! Ahora es cuando estamos en un tris de que todo vuele por los aires.

Reloj del Apocalipsis 2024: Le quedan 90 segundos a la humanidad antes del fin del mundo / Anton Petrus

Contra la tercera guerra mundial

José Luis Gordillo

Hace cuarenta y cuatro años Manuel Sacristán firmaba una nota editorial con el mismo título que la nota que se presenta aquí, en la edición en papel del número 4 de mientras tanto. Decía Sacristán, hace casi medio siglo: «Se ha dicho muchas veces, con toda razón, que el problema político-ecológico más grave es el constituido por el armamento nuclear. Al adentrarnos en un nuevo período de tensiones graves, en un nuevo período de guerra fría, ese problema se convierte directamente en el de la supervivencia de la especie».

Ocurre con frecuencia que la gravedad de una situación viene determinada por el espacio que tal cuestión ocupa en los grandes medios de comunicación. Si éstos se ponen a ello, pueden conseguir una atención masiva a un determinado tema, de igual forma que pueden convertir asuntos menores, falsedades o fantasías descabelladas en una obsesión colectiva. Quienes vivimos en Cataluña lo sabemos bien. Puede ocurrir, asimismo, que una larga campaña de movilizaciones genere un estado de opinión tendente a situar un problema en el centro del debate público.

Cuando Sacristán publicó su nota, en la primavera de 1980, no ocurría ni una cosa ni la otra. Por eso aquel escrito finalizaba indicando la dirección de la Bertrand Russell Peace Foundation, por si alguno de sus lectores deseaba adherirse a la por entonces todavía minoritaria campaña a favor del desarme nuclear impulsaba por dicha entidad.

Lo último que se me ocurriría hacer ahora sería minusvalorar los riesgos derivados del incremento de la tensión entre la OTAN y el Pacto de Varsovia de aquellos años. Tampoco deseo incitar a una especie de olimpiada del riesgo nuclear. Pero no creo exagerado afirmar que la situación actual es mucho más peligrosa que hace cuatro décadas y que, por ello, hay más razones que nunca para salir a las calles exigiendo paz ante un peligro cierto de conflagración mundial. En primer lugar, conviene recordar la reciente decisión de los EE. UU. de instalar en Alemania, en 2026, misiles con capacidad nuclear SM-6, misiles de crucero Tomahawk y armas hipersónicas. Este tipo de proyectiles estuvieron prohibidos hasta 2019 por el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado por Gorbachov y Reagan en 1987. Dicho tratado perdió su vigencia por la decisión de Trump de retirar a EE. UU. del mismo. Como respuesta, y en el contexto de la guerra de Ucrania, Rusia ha desplegado armas nucleares tácticas en Bielorrusia. Recordemos que ese acuerdo constituyó una gran victoria para el movimiento pacifista europeo opuesto a la instalación de los famosos euromisiles que comenzó a ponerse en marcha en Europa occidental uno o dos años después de la nota de Sacristán. A todo ello, cabe añadir la carrera de armas hipersónicas que se ha iniciado entre EE. UU. y China.

Pero, sobre todo, en 1980 las dos superpotencias y sus aliados, por mucho que se hubiera incrementado la tensión entre ellas, no estaban enfrentadas en una guerra caliente en el corazón de Europa, y ahora sí lo están, aunque no se reconozca públicamente así por intereses tácticos y propagandísticos de ambos bandos.

La OTAN, todavía, no ha enviado masivamente a sus propios soldados al frente de Ucrania para no tener que afrontar una escalada que podría conducir rápidamente a la guerra nuclear, pero ya está claro para todo el mundo que son los países de la OTAN quienes, con la salvedad de los soldados, proveen del resto de elementos necesarios para poder continuar la guerra: armas, dinero, información, apoyo político y propagandístico, etc. Por otro lado, como la carne de cañón desde el lado occidental la ponen los ucranianos, eso le permite a Rusia disimular que los combates no son directamente contra la OTAN. Las guerras proxy permiten ese tipo de flexibilidad.

Pero eso, no puede ocultar la auténtica realidad. El bla, bla, bla de la propaganda bélica occidental sobre la pequeña Ucrania atacada por la gran superpotencia rusa se convierte en un cuento para niños cortitos de entendederas cuando se informa sobre los debates parlamentarios, en especial en el Congreso y el Senado norteamericanos, sobre la financiación de los gastos militares destinados a Ucrania. O cuando se discute sobre si se les debe enviar a los ucranianos misiles de largo alcance con el permiso de EE. UU./OTAN de atacar objetivos en territorio ruso. O, aún más claro, cuando se discute sobre las consecuencias para la continuidad de la guerra de Ucrania de la victoria de uno u otro candidato en las elecciones presidenciales de EE. UU. Si la guerra y la paz en Europa dependen de su resultado, entonces es más que evidente que no estamos ante una guerra entre Ucrania y Rusia, sino entre EE. UU./OTAN y Rusia en el territorio de Ucrania (y cada vez más también en el de Rusia), que es algo muy diferente.

La peligrosidad de dicho enfrentamiento es notoria, aunque no lo valoren así los grandes medios de comunicación occidentales. Cuando los ucranianos y sus valedores atlantistas se muestran partidarios del lanzamiento de misiles de largo alcance a territorio ruso, están abogando por llevar la escalada militar hasta el límite de la guerra convencional, porque, si eso sucede, los dirigentes del Kremlin deberán decidir si el misil que viene hacia ellos tiene una cabeza convencional o una cabeza nuclear. Un dilema difícil de resolver en unos pocos minutos. Por eso Putin ha declarado que, si el territorio ruso es atacado con ese tipo de armas, ellos responderán con el uso de armas nucleares tácticas.

La situación puede agravarse todavía más porque el ejército ucraniano, testaferro de los intereses geoestratégicos de EE. UU./OTAN, está muy cerca de su colapso en varios puntos del frente del este de Ucrania, lo que podría ser el inicio de su desbandada. De ahí la tentación permanente del bloque occidental de intensificar el juego del «¡gallina!» con Rusia, tentación que se puede tornar irresistible ante una hipotética victoria de Trump, el cual ha declarado que quiere acabar con la guerra ucraniana de inmediato. Trump ya ha sido el objetivo de dos intentos de asesinato y el segundo lo ha protagonizado, mira tú por dónde, un simpatizante confeso de la causa ucraniana. Ante la posibilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca, los maniobreros intrigantes del complejo militar industrial pueden aumentar las provocaciones e impulsar acciones con las que crear una situación de hecho que sea muy difícil revertir por el futuro presidente/a de EE. UU.

La guerra de Ucrania, que ya ha provocado centenares de miles de víctimas, es, sin duda, el conflicto más peligroso para la supervivencia de la humanidad que existe en el planeta, pero como todos sabemos no es el único. Dejando de lado los cincuenta conflictos bélicos restantes, la extensión de las acciones bélicas en el próximo oriente no le va a la zaga en cuanto amenaza a la paz mundial.

El cruel genocidio de los palestinos de Gaza (41.000 asesinados, de los cuales 16.600 niños y niñas, 93.600 heridos, destrucción masiva de las viviendas, hospitales, escuelas, etc.) lejos de terminar, un año después de su inicio, se va extendiendo hacia los palestinos de Cisjordania y se ha convertido en el pistoletazo de salida de una escalada militar que cada vez provoca más muertes e involucra a más países. En ella Israel, incondicional aliado de EE. UU. y la UE, lleva claramente la iniciativa y cada vez de forma más descarada está jugando también a la provocación para arrastrar (o para darle la justificación) a los Estados Unidos hacia una guerra contra Irán, país que, por otra parte, ha establecido una colaboración político-militar con Rusia. Y todo eso ocurre en la zona del mundo que contiene las mayores reservas del llamado «petróleo fácil o convencional», del que depende la economía de muchos países del mundo y cuyo declive comenzó en 2006.

El reloj del juicio final, del Boletín de los Científicos Atómicos, está a noventa segundos de la medianoche. En 1980 estaba a siete minutos.

viernes, 11 de octubre de 2024

Decíamos ayer...


Quien manda, manda



...pero no ha aparecido como novedad en el blog, porque el artículo tiene fecha de agosto.

Entonces no estaba completo; ahora creo que es más oportuno. No se puede culpabilizar únicamente al ministro Albares, que bastante tiene con obedecer órdenes.

¿Se le escapa a alguien que la cadena de mando empieza en el poder financiero, que controla al complejo militar-industrial que gobierna los Estados Unidos, y a través de la OTAN y otras formas de (o)presión establece quienes son los buenos y los malos, y especialmente los malos que son buenos?

Volved al enlace en que se explica esto que casi todos sabéis ya, si habéis querido saberlo.

"Y si no es verdad
que Dios me mande un castigo
doble
(si me lo quiere mandar)"

domingo, 6 de octubre de 2024

Una sabia conferencia

Dentro de los actos conmemorativos del quincuagésimo aniversario de la Escuela de Arquitectura de A Coruña, Celestino García Braña, que fue profesor en ella durante muchos años, fue invitado a pronunciar una conferencia en la que analizó la figura y la obra la del gran arquitecto finlandés Alvar Aalto, comentando una de sus obras más representativas: la Villa Mairea.

Hace casi seis décadas que conozco a Celestino. Estudiamos juntos la carrera, compartimos un estudio de estudiantes (valga la redundancia) y la militancia política en los estertores del franquismo, nos trasladamos casi a la vez a Pontevedra y allí compartimos trabajo varios años. Después la docencia nos alejó. Él fue a Coruña, yo a Vigo.

En la Escuela fue director del Departamento de Composición. Actualmente es vicepresidente de la Real Academia de Bellas Artes de Galicia y presidente del Docomomo Ibérico.

Varios puntos interesantes de la conferencia quiero señalar.

Es el primero su observación inicial, que comparto, como lo haría cualquier enseñante que ame su trabajo, de que el docente es quien más aprende. ¡Ya nos gustaría que todos los alumnos asimilaran lo que se les quiere enseñar con la riqueza y concreción que el buen profesor adquiere preparando una clase! Porque su mayor deseo no es aprender, sino que aprendan los demás.

Aunque centrada en una sola obra de un solo arquitecto, la elección del mismo no es casual.

Alvar Aalto es uno de los "cinco grandes" del movimiento moderno de los que nos hablaba en sus clases nuestro primer profesor de proyectos, Alejandro de la Sota. Aún con la dificultad de elegir entre tantos destacados arquitectos, se considera habitualmente como figuras canónicas a Le Corbusier, Ludwig Mies van der Rohe,  GropiusFrank Lloyd Wright Alvar Aalto.

La mayoría de ellos seguían cierta ortodoxia, sin que eso quisiera decir dogmatismo cerrado, porque en sus trayectorias se encuentran obras muy diversas y una evolución a lo largo del tiempo. Pero nuestro arquitecto fusionaba en una misma obra elementos muy diversos, formas y elementos tradicionales que no impedían su plena inmersión en la vanguardia. Podemos decir que era un arquitecto dialógico, cuyas obras son verdaderas síntesis dialécticas.

Hace Celestino una comparación entre su trayectoria y la de su país. Finlandia fue un cuerpo extraño entre los imperios sueco y ruso que al lograr por fin su independencia quiso insertarse de lleno en la modernidad, pero sin abandonar sus viejas tradiciones. Una difícil aventura que también pretendió, y logró ampliamente, nuestro arquitecto.

Dos grandes artistas finlandeses expresan perfectamente la idiosincrasia de su país. El otro es Jean Sibelius. Ambos comparten ese anhelo por avanzar sin perder sus raíces. 

La Villa Mairea que aquí se analiza es una de las mayores síntesis en cuanto a espacios, materiales y sistemas estructurales que proyectó y realizó nuestro arquitecto, en compañía de su esposa Aino Aalto, con la que siempre colaboró, aunque, como suele suceder, ella permaneciera un tanto en la sombra. La fructífera tensión entre sus diferentes temperamentos es otro buen ejemplo de síntesis dialéctica complementaria.

Visionad con calma este vídeo, que Celestino ameniza con numerosas imágenes y algo de música (de Sibelius, naturalmente).

Como curiosidad, hay parecidos sorprendentes entre la arquitectura tradicional de Finlandia y Japón que no pasaron inadvertidos para el arquitecto finlandés (ni para nuestro astur-leonés-galaico).

(Caray, Celes, ¡qué feo te han sacado en la carátula de este vídeo! Y la marquesina que parece coronarte ¿es un birrete o un tricornio?).

jueves, 3 de octubre de 2024

Gustavo Petro: la potencia de la vida para salvar el planeta

Sin merecer siquiera una reseña en los medios habituales, el pasado 30 de septiembre pronunció el presidente de Colombia, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la conferencia Deuda por Clima: la propuesta de Colombia, potencia de la vida, para salvar el planeta.

Gustavo Petro había expresado con anterioridad su contundente denuncia en una intervención ante los Presidentes y Jefes de Estado reunidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Muchos de ellos se taponaron convenientemente las orejas y, sobre todo, el cerebro.

Antes que él, Pepe Mujica se había expresado en parecidos términos.

Más lentamente de lo que sería deseable se abre paso esta idea de que si no acabamos con la explotación capitalista, ese vampiro voraz que no solo se alimenta del trabajo humano sino de la naturaleza entera, si los trabajadores fracasan en sus luchas, será la naturaleza la que destruya este sistema, y con él se irá por el desagüe esta civilización, y quizás también la vida.

martes, 1 de octubre de 2024

Desplantes

Limpiemos bien los sentimientos identitarios. Conocer el pasado no es idealizarlo. A fin de cuentas cada uno es hijo de sus obras y yo no tengo que responder de lo que hiciera un antepasado mío, admirable o execrable; héroe, ladrón o asesino con el que comparto algunas millonésimas de información genética.

Últimamente, comentando la hibridación constante de las lenguas, pero también de las razas y las culturas, me vino a la memoria la muy patriótica disputa hispano-mexicana sobre la "responsabilidad histórica" de España en América.

La prensa más o menos canalla y esos medios audiovisuales que también padecemos ocultan, en sus explicaciones, el origen de esta polémica, en sí misma intrascendente si no fuera por el ruido que introduce.

La no invitación al rey Felipe VI se corresponde con su anterior desprecio a una propuesta de López Obrador de la que ni se dignó contestar con un simple acuse de recibo. Una propuesta razonable de revisión histórica conjunta y objetiva. El propio presidente mexicano había pedido en otro momento perdón por el maltrato de anteriores gobiernos mexicanos hacia sus pueblos originarios. En otros contextos, lo hicieron antes gobernantes de países colonizadores como Australia, Alemania, Francia, Turquía o Japón, e incluso el Papa lo ha hecho. Nunca es tarde para desterrar esa visión glorificadora de pasados imperiales y aceptar que en realidad fueron ante todo escenarios de crueldad y expolio hacia los colonizados.

Entre los fallos básicos de nuestra ética uno de los primeros es negar realidades que chocan con nuestros miopes intereses inmediatos, en especial si esta realidad desmonta visiones idílicas.

Pocos son los Estados que no se han construido sobre la opresión, y los que fueron imperios coloniales sobre la agresión y el despojo de otros. A pesar de ello siempre han pretendido, en aras de la cohesión interna, construir el espíritu nacional glorificando como hazañas las tropelías y como héroes a los asesinos. Cuando no hay otra base se inventan mitos fundacionales: Teucro en Pontevedra, Breogán en Galicia, Eneas en Roma...

Donde hay mucha Historia acumulada se recurre a hechos reales "quitándolles a podre".

El primer paso para la desmitificación es el conocimiento de los hechos pasados, teniendo muy en cuenta que aunque somos su resultado no somos ni mucho menos los causantes, y que no somos quién de avergonzarnos de ellos. La patria se debe construir sobre otras bases culturales y emocionales que sí son legítimas.

Volviendo a este empecinamiento de nuestros gobernantes para reconocimientos que han hecho otros sin mayor problema ¿Por qué esta cerrazón en el caso español?

Tiene mucho que ver con la fundamentación de nuestro "espíritu nacional" en la monarquía. El propio escudo de España, en todas sus variantes, considera la nación como una fusión de reinos (eso sí, todos cristianos), que culmina en aquellos Reyes Católicos por antonomasia. Hasta el siglo XIX existieron esos reinos que solo unificaba el Poder Real.

La cohesión así impuesta ha perdurado, fundamentando todas las restauraciones de la monarquía. La última, la de Franco. Sin la legitimidad que concede la varias veces remendada continuidad dinástica no se sostiene la actual jefatura del Estado. Sin esa mínima información genética Felipe VI no sería nuestro rey.

En consecuencia la Historia de España, construida sobre tantos latrocinios, expulsiones, genocidios y explotación (como toda la Historia que en el mundo entero fundó la acumulación capitalista), no puede, sin ocultarla y falsearla, servir de justificación a nuestra monarquía, a la que el golpista Franco y una transición de trágala dieron el marchamo de legitimidad.

Eso lo tiene muy en cuenta el gobierno, tanto como todos los anteriores. No olvidemos que el rey sigue siendo Capitán General de los tres ejércitos. Todos los poderes fácticos necesitan que la monarquía sea intocable, como piedra angular del Estado.

"El rey no es un político y no puede contestar al presidente de México", argumenta el Gobierno, cayendo en la trampa de la inutilidad de la figura regia. Inútil según para qué, porque es fundamental para la actual estructura del poder.


López Obrador y Sánchez Mario Guzmán, Kiko Huesca














¿Y ahora qué hacemos con el rey?

ANA PARDO DE VERA
25/09/2024

Parece mentira que en menos de 24 horas, la monarquía española haya pasado esta semana de la nada a ocupar los titulares de la prensa, de toda la prensa. ¿Para bien? Por supuesto que no: cada día que transcurre algunas nos convencemos más de que, lejos de darnos alguna alegría -salvo ocasionalmente en forma de memes-, la institución a la que corresponde la Jefatura del Estado no acaba de encontrar su sitio; y no lo hace desde que se le dio un asiento privilegiado en la Transición como símbolo de acuerdo y concordia entre todos los españoles, víctimas y verdugos, y aquello se demostró una estafa 40 años después. Que se demostrara tan tarde, no obstante, no significa que no se imaginara, supiera y tapara gracias a una armadura estatal muy bien construida en torno al jefe del Estado y rey (con permiso de la autopropaganda).

Los hechos: el martes supimos que el rey emérito tiene listas unas memorias de 500 páginas escritas en francés (dice que por él mismo), tituladas Reconciliación y con las que pretende contar a los españoles la historia propia que -asegura- le están robando, y no es broma: somos ustedes y yo quienes robamos a Juan Carlos de Borbón y no al revés, pese a los delitos consumados y (re)conocidos, aunque nunca juzgados. El emérito vive en un Estado offshore, carente de democracia y derechos humanos, donde los jeques custodian su fortuna, supongo que bajo pena de muerte si alguien osa desvelarla, aunque medios tan poco sospechosos de falta de rigor, como Forbes o The New York Times, ya la cifraran en torno a los 2.000 millones hace años, con gran cabreo de la Casa Real entonces. Allí, en Emiratos Árabes Unidos (EAU), Juan Carlos prepara también con mimo el traspaso de su herencia desconocida a sus hijas Elena y Cristina a través de una fundación registrada en Abu Dabi, capital de EAU. Todo ello, mientras se ríe de nosotros/as.

Al día siguiente de conocerse la salida de esta autobiografía en Francia, una revista holandesa publica unas fotos del emérito con Bárbara Rey, que fue amante de Juan Carlos durante años y su dinero nos costó a todos y todas en forma de chantajes o investigaciones de los servicios secretos españoles, entonces CESID. Con las imágenes, si alguien tenía cualquier duda sobre la relación Rey-Borbón, ésta queda completamente despejada; es imposible verlas, además, sin sentirse insultada, pese al tiempo que ha pasado y lo conocido de los hechos que allí se plasman. Este sujeto de las fotos, al que pagábamos un sueldo con nuestros impuestos y cobraba muchas comisiones, era el jefe del Estado no electo, aquél del que solo se decían cosas bonitas desde las instituciones y la prensa mientras nos tomaba el pelo con total impunidad.

Las fotos de Bárbara Rey con Juan Carlos de Borbón, sin embargo, solo vinieron a anticipar la amargura real (sic) de Felipe VI, al que imaginamos lleno de orgullo y satisfacción con las cosas de su padre, sea la autobiografía en francés, sean las explícitas fotos de los cuernos que coronan a Sofía, su madre y reina emérita. La que será presidenta de México en sustitución de Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum, ha negado la invitación al rey a su toma de posesión el 1 de octubre por ignorar la carta que el primero le envió al jefe del Estado español en marzo de 2019 instándole a pedir perdón por la conquista de América y los abusos cometidos entonces. La presidenta electa hizo pública la no-invitación en una carta, el Gobierno español le contestó que si no iba Felipe VI, no habría representación institucional alguna del Ejecutivo y el presidente Sánchez añadió desde Nueva York, donde acude a la Semana de Alto Nivel de la ONU, que el desplante al rey le parecía "inaceptable e inexplicable", además de producirle "tristeza".

México es un país soberano y España, también. Ambos tienen la razón institucional de sus respectivas decisiones y desde sus correspondientes perspectivas, en absoluto equiparables. El rey es el jefe del Estado a todos los efectos, nos guste o no -y a mí no me gusta nada-, arguye el Gobierno, y es quien representa a España en las tomas de posesión de sus homólogos, en este caso, la presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, que no tienen rey (por suerte para ellos). Podemos decir que Felipe VI -hasta que Claudia Sheinbaum tome posesión el 1 de octubre- y Andrés Manuel López Obrador son homólogos y lo mínimo que podía haber hecho el rey después de cinco años, cuando el mexicano le escribió instándole a pedir perdón por la colonización española en su país, era darle una respuesta, en un gesto de cortesía y diplomacia entre dos países "hermanos", que se dice siempre desde España con mucho oropel y poca sustancia, por lo que se ve. "Es que el rey no es un político, no puede contestar", argumentarán los del Ejecutivo, cayendo en la trampa de la inutilidad de la figura regia y los problemas que, tarde o temprano, acaba trayendo la ausencia de democracia ... Pero no aprendemos, nos lo recuerden desde el México de Obrador, a quien Felipe VI no contesta, o la Venezuela de Chávez, a quien Juan Carlos I mandó callar.

***

Juan Antonio Aguilera Díaz, antropólogo y activista del Movimiento Integral y Democrático, expone aquí con toda su crudeza las fechorías de la conquista que supuestamente debe enorgullecernos. No en vano nuestra fiesta nacional es el Doce de Octubre:

Sostenella y no enmendalla: España a contracorriente

VERDAD JUSTICIA REPARACIÓN
28 SEPTIEMBRE, 2024

El Rey Felipe VI durante la entrega de los Reales Despachos de empleo y nombramientos a los nuevos oficiales del Ejército de Tierra y de la Guardia Civil. Ramón Comet / Europa Press


 

La humanidad es inocente y no hay ni puede haber culpa alguna en el hecho de no haber sabido que debía conocer y superar los condicionamientos que se exponen en los anteriores párrafos, puesto que nuestros ancestros no sabían (ni podían saber), que eran entidades que estaban empezando a evolucionar como seres libres en la doble bipolaridad de la ENERGÍA UNIVERSAL, y que como tales, tenían necesariamente que ignorar la necesidad de llegar a un umbral suficiente de evolución para saber lo que hacían.

(Germán Martín Castro: Alternativa y Liberación, cap. 13)

Para un país como España, de tradición imperial y colonial, no debe resultar fácil pedir perdón por los genocidios y etnocidios que ha cometido en los últimos cinco siglos. No es la historia que nos han contado. Tampoco lo contrarrestan los medios de comunicación pública, salvo excepciones como las series Isabel (2012) y Carlos, Rey Emperador (2015) de Televisión Española. Con las licencias propias de la producción televisiva, describen la esclavización que sufrieron los indígenas que trajo Colón a España y las atrocidades bajo el mando de Hernán Cortés, así como la lucha -prácticamente solitaria- de Fray Bartolomé de las Casas.

Los indígenas americanos, en palabras de Lévi-Strauss, "se preguntaban si los españoles recién llegados eran dioses u hombres". Como pronto comprobarían, eran dioses, pues disponían de la vida y de la muerte. En estos cinco siglos largos, los europeos hemos cometido actos que hoy pueden calificarse sin ambages de genocidio sobre los pueblos originarios de América: Masacres genocidas; guerra biológica; difusión de enfermedades; esclavitud y trabajos forzados; desplazamiento de poblaciones; deliberada inanición y hambruna; educación forzada en escuelas para blancos. Estas atrocidades han variado según la época, las condiciones concretas y la potencia invasora, que establecieron distintas estrategias destinadas a la conquista y explotación de aquellas tierras. En la América hispana el desastre empezó pronto; en la primera isla que pisamos, la Española (actual República Dominicana y Haití), fueron exterminados decenas de miles de indios. Debemos aceptar la expresión "fueron exterminados" y no "murieron", como se endulza a veces, viendo el comportamiento de los conquistadores. "Masacraron a todos los que encontraron allí, incluidos niños pequeños, viejos, mujeres embarazadas" (Bartolomé de las Casas). Quienes sobrevivieron fueron esclavizados para trabajar en las minas, los campos o servicios sexuales. La población decayó de ocho millones a 20.000 en apenas tres décadas.

Como en primera instancia el recurso más valioso eran los metales preciosos, oro y plata, para enviarlos a la corte y financiar lujos, guerras y el imperio, la minería fue una actividad primordial. Las minas se convirtieron en una máquina de destruir vidas. En Cerro Rico (Potosí, Bolivia) murieron millones de indios, así como esclavos africanos, siendo considerada posiblemente el mayor cementerio del mundo tras estar activa doscientos años. No es de extrañar, porque las letales condiciones de trabajo hacían que la esperanza de vida fuera de tres a cuatro meses, igual que en el trabajo forzado de la manufactura de caucho sintético de Auschwitz en 1940. Según Fray Toribio de Motolinía, los cadáveres se acumulaban en las calles, el hedor producía peste, y las bandadas de pájaros que venían a comérselos "oscurecían el sol".

En marzo de 2019, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envió cartas a Felipe VI, rey de España, y al Papa Francisco, solicitando una revisión histórica para avanzar en una reconciliación entre naciones. "Sobre todo, que se reconozcan los agravios que se cometieron y sufrieron los pueblos originarios". El mandatario mexicano se encontró la negativa por respuesta. Incluso en forma de sátira por parte del expresidente español José Mª Aznar, a cuento del nombre de López Obrador ("Andrés por la parte azteca, Manuel por la maya...").

Por alguna razón que hay que estudiar con detalle, viendo qué factores culturales, sociales, etc. influyen, en otros países no cuesta tanto reconocer los errores. En 2008 el primer ministro de Australia emitió una disculpa formal por las generaciones perdidas de los niños aborígenes que fueron sacados de sus tribus a la fuerza e internados en colegios para blancos. En 2004, un representante del gobierno alemán asistió a una ceremonia en Okakarara, en Namibia, para honrar a los Herero aniquilados por la ocupación alemana, reconocer la culpa y pedir perdón. En 2022, en Canadá, el papa Francisco pidió perdón por los abusos sufridos por niños indios en internados católicos. Reconoció que "muchos miembros de la iglesia han cooperado en la destrucción cultural y la asimilación forzada". En 2019, el gobernador de California mantuvo una reunión con decenas de líderes indígenas y pidió perdón por la historia de "violencia, maltrato y negligencia" contra los pueblos indígenas. En 2021, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se presentó ante la comunidad yaqui para "pedir perdón en nombre del Estado por los atropellos que han vivido a lo largo de siglos". También el presidente francés ha considerado que las torturas durante la ocupación de Argelia (1830-1962) fueron "un crimen contra la humanidad". El presidente turco Erdogán ha pedido disculpas por la muerte de armenios. Japón ha reconocido las matanzas en varios países e indemnizado a las esclavas sexuales.

España no parece estar madura para este tipo de reconocimientos. En 2019, la negativa "firme" del gobierno de Pedro Sánchez (PSOE) fue aplaudida por toda la derecha política. Cuando el papa Francisco sí reconoció en 2021, en carta a los obispos mexicanos, que la Iglesia Católica había cometido "errores muy dolorosos", la derecha española se revolvió. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se dijo sorprendida de que "un católico que habla español hable así", y añadió que España había llevado la "civilización y la libertad" a América. En estas declaraciones se condensa gran parte del mencionado sentido imperial español y su carga de "misión histórica" de la Conquista. En primer lugar, por la expansión del catolicismo, que fue uno de los elementos clave, tanto a nivel de objetivo como de ideología justificadora. Después, por supuesto, abunda en la consabida argumentación de la supremacía de la "civilización" (occidental, europea) sobre el "salvajismo" indígena. Ignorando que tampoco la civilización occidental es apta para la correcta evolución de la persona, como está demostrando Martín Castro. ¿Qué decir respecto a "la libertad"? Libertad para ser exterminados, esclavizados, expoliados, colonizados. Un eufemismo de "capitalismo", para enmascarar los destrozos que las empresas transnacionales (algunas españolas) siguen provocando en los territorios indígenas.

A pesar de tales incoherencias lógicas, amplias capas de la población admiten y apoyan ese discurso y se irritan cuando escuchan que se hicieron cosas horribles que hay que reconocer y enmendar. Y seguirán encastillándose porque al poso de la educación franquista se le está sumando un nuevo estrato que lo refuerza, formado por una visión nacionalista española combinada con un alto porcentaje de educación concertada confesional. España tardará mucho en pedir perdón por sus crímenes.

***

Para (no) acabar, estas consideraciones:

Perdona nuestras ofensas, así como nosotros no perdonamos a nadie

Juan Carlos Monedero
29/09/2024


Foto de archivo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto al mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador-EP











1 Es inconsecuente comparar la conquista de América con otros procesos de la historia como, por ejemplo, la romanización. Hará temblar de excitación a los que todo lo que saben de historia se lo susurró el capitán Alatriste, pero hay vida más allá del carajillo y el yelmo con el que se fotografió Abascal para perdonarse haberse librado como el buen pillo que es de hacer el servicio militar. Todo por España. Los efectos perversos de la romanización hoy no afectan a los pueblos romanizados y no dan ninguna ventaja a Italia (bueno, salvo turistas, que no es poco), mientras que los de la colonia española siguen vivos y benefician a los países coloniales. En la Ciudad de México, en el Zócalo, todos los días tienen noticia de que había otra cultura debajo de donde los conquistadores construyeron la hermosísima catedral de la capital. El racismo vivo en México vive de aquella sumisión de los indios y la mezcla, que tiene resultados grandiosos, la utilizamos para hacer jerarquías donde los blancos siempre estaban arriba. Tampoco es gratuito que mexicanos y venezolanos, la mayoría tan ricos como ladrones, estén comprando tantos inmuebles en el barrio de Salamanca. Tampoco que Iberdrola se beneficiara de las reformas energéticas neoliberales en México o que el PP participara del golpe de Estado contra Chávez.

2 España está perdiendo una hermosa oferta hecha por López Obrador: escribir juntos los dos países la historia compartida. Qué propuesta tan bonita. Ojalá en todo el mundo víctimas y victimarios, conquistadores y conquistados, invasores e invadidos, pudieran escribir juntos lo que pasó y darse la mano compartiendo un mismo sentido del pasado. Así, que Alemania e Israel pudieran escribir juntos el Holocausto y que se incorporara Polonia para explicar el gueto de Varsovia y su colaboración en la masacre; luego, que Alemania siguiera la colaboración con Namibia o Tanzania y su particular holocausto, que Francia escribiera con Argelia o con Haití su pasado común, que Bélgica se sentará con el Congo a hablar de la esclavitud y el robo. Es una pérdida terrible que España, con tantos lerdos que quieren vivir en el pasado la gloria que hoy les falta, hayan empujado a la derecha y también el Partido Socialista (que mal encajan a veces los nombres de los partidos), a perder esta oportunidad. Aún más cuando López Obrador ha insistido siempre en la propia responsabilidad de México en el maltrato a los pueblos originarios, igual que no ha dejado de recordarle a los presidentes estadounidenses que les robaron un tercio de su territorio. Hablamos de hermanar a los pueblos. ¿No es una forma hermosa de hacerlo escribir juntos nuestro pasado y escribir las luces y las sombras en la misma lengua?

3 Hace falta un Gobierno republicano para que se recupere esta oferta. Cuando España tenga una presidencia republicana nos corresponderá desempolvar esta ofrenda y hacerla valer, porque hoy lo que pesa es la soberbia monárquica de los Borbones. Siguen creyendo que a ellos les ha elegido la historia y les queda el regusto de haber perdido las colonias con el infausto Fernando VII, antecesor del VI de los Felipes que nos reina. Igual que la sumisión del PSOE y del PP a la institución monárquica, unos porque son parte del mismo bloque histórico y otros por cobardía. Si no se invita a un rey, no va nadie del Gobierno de España. Como si la monarquía pudiera presentar otras actas que las de haberle cortado la cabeza, quemado, torturado, fusilado o exiliado siempre a la mejor España.

4 Pedir perdón cuando se inflige un daño es saludable para la víctima y para el verdugo. Repara, conforta, sienta las bases para la cooperación, restaura la confianza. Solo hay que ganar. La España de hoy pidió perdón por la expulsión de los judíos sefardíes en 1492. Porque la continuidad histórica del Estado lo hacía sensato y la moral lo obligaba. ¿Por qué no hacerlo por la conquista? Hacerlo en serio, no de pasada, con la boca pequeña. Y compartir con México el pasado. Un libro de historia escrita no a dos manos sino a dos pueblos. Seguramente porque aquella expulsión la hizo otra dinastía, los Austrias. Quizá también han opinado las grandes empresas, que prefieren una relación colonial que una entre iguales. No han entendido todavía que harían más negocio siendo menos egoístas. Y seguramente hay algo de subconsciente de que una dinastía montó el imperio y otra lo perdió. Y los huevones, como se dice en la región, que perdieron el imperio no quieren disculparse para no parecer aún más huevones de lo que fueron. Lo dicho: soberbia.

5 El problema es que un Gobierno del PSOE con Sumar se comporta de la misma manera que uno del PP con Vox. Y eso es desalentador porque demuestra que las élites españolas repartidas entre ambos grupos comparten todavía una mirada colonial que es la explica los errores constantes de los gobiernos con América Latina. La España que obedeció a EEUU para reconocer a falsos presidentes, la que no tiene una idea propia de país, la que solo es feliz en el pasado, se condena cada vez más a estar sola. Y hace que la España republicana sea la única solución a ese drama anticipado. Esa República que fue tan bien acogida en México y que sabe que les debemos las gracias y el perdón. Ese México que también añora la república porque aprendió de los yugos y no se olvida.