sábado, 2 de agosto de 2025

Por el Imperio hacia... ¿Dios?

Que esta señora carece de escrúpulos morales lo demuestra cada día apoyando las políticas de exterminio de Israel. Que también anda escasa de autoestima ya lo vimos aquella vez en Erdogan la confinó en el sofá mientras los señorones compartían sillones; y tragó. Ahora pasa a formar parte de los que según el propio Trump le besuquean el culo. Sigue tragando, y con ella el conjunto de la Unión Europea.

Porque ella no es más que un peón del conjunto de esta UE que cierra con Trump el humillante acuerdo que impone aranceles del 15% a las exportaciones a EEUU (pero sin reciprocidad) y obliga a cebar a costa de todos nosotros sus negocios opíparos de combustibles y armamento.

Por si no bastara el dogal de la OTAN que te arruina y me enriquece, te quito el gas ruso y te vendo el mío más caro. Chúpate esa.

Y además aplaudes con las orejas.

No solo está en juego un amenazante nuevo orden mundial, sino el futuro político de una Europa que, si no reacciona, corre el riesgo de quedar atrapada entre su dependencia energética, su debilidad productiva y tecnológica y su creciente irrelevancia estratégica.

Alberto Garzón hace aquí historia de un imperialismo económico y militar que hundió en la miseria a medio mundo y ahora amenaza con hundir al mundo entero.


Acuerdo UE-EEUU: el Tratado de la Humillación Atlántica


Donald Trump y Ursula von der Leyen. Red Guerdin/EU Commission /dpa










A comienzos del siglo XIX, el Reino Unido emergía como la potencia hegemónica del mundo. Fue el primer país en industrializarse, gracias a una poderosa combinación de innovaciones tecnológicas, uso intensivo de combustibles fósiles y un sistema colonial que le aseguraba el acceso barato a recursos naturales y a mano de obra explotada. El resultado fue una economía extraordinariamente competitiva a escala global: las manufacturas británicas inundaban los mercados y desplazaban a las producciones locales en todos los rincones del planeta.

Ese ascenso no fue espontáneo ni fruto del libre mercado. El Reino Unido se había desarrollado bajo políticas mercantilistas: aranceles elevados, proteccionismo, subsidios y un Estado activamente comprometido política y militarmente con la promoción de su industria. Solo una vez alcanzada la cima, y con clara superioridad tecnológica, Londres se convirtió al credo del libre comercio. Gracias a su dominio del carbón y de la máquina de vapor, podía ofrecer precios imbatibles. Abrir los mercados del mundo a sus productos era, en realidad, una forma de blindar su posición hegemónica.

Pero muchos países no estaban dispuestos a jugar con esas reglas. Algunos intentaron proteger sus propias industrias, si bien otros ya eran colonias directamente controladas por potencias europeas. Uno a uno, sin embargo, todos fueron “convencidos” por el Imperio británico. La India, por ejemplo, fue desindustrializada incluso antes de que se estableciera formalmente el dominio británico. Las colonias ya sometidas no tenían opción. Para el resto, Londres utilizó un instrumento eficaz: los llamados tratados desiguales.

Uno de los primeros precedentes fue el tratado firmado con Portugal en 1810, cuando la corte lusitana se había trasladado a Brasil tras la invasión napoleónica. Aunque Brasil seguía siendo formalmente una colonia, el acuerdo permitía a los productos británicos pagar menos impuestos que los portugueses, y mucho menos que los de cualquier otra nación. Con ese privilegio arancelario, el Reino Unido comenzó a vender masivamente sus manufacturas a las élites brasileñas, a vestir a la mano de obra esclava, y —según cuenta una célebre anécdota— incluso a proveerles con patines de hielo. El mensaje era claro: el tratado no respondía a un principio simétrico de libertad comercial, sino a una relación de fuerza, impuesta mediante presión diplomática y amenaza militar.

Después de Brasil, vendrían muchos más acuerdos del mismo tipo. Siam, el Imperio Otomano, Japón y, sobre todo, China, firmaron tratados redactados para beneficiar unilateralmente a los intereses británicos. Si los principios liberales no bastaban para persuadir a las élites locales, el imperio se encargaba de imponerlos directa o indirectamente. En 1953, los historiadores John Gallagher y Ronald Robinson describieron este fenómeno como ‘imperialismo de libre comercio’: una forma de dominación sin conquista formal, pero igualmente efectiva en términos económicos y políticos.

En China, este proceso dejó una huella profunda. El periodo que va desde las Guerras del Opio hasta principios del siglo XX es recordado como el siglo de la humillación. El primer tratado desigual se firmó en 1842, tras la primera guerra anglo-china, e incluyó la cesión de Hong Kong, la apertura forzada de puertos al comercio británico, la neutralización de su política arancelaria, y privilegios legales para los ciudadanos del Imperio. Para las élites chinas, la experiencia de aquella subordinación forzada dejó una marca imborrable, cuyas consecuencias aún resuenan en la política contemporánea del país.

Volver sobre esta historia resulta inevitable al conocer los detalles del nuevo acuerdo económico entre Estados Unidos y la Unión Europea. La gran diferencia es que, si el Reino Unido imponía tratados desiguales para consolidar una hegemonía en ascenso, hoy Estados Unidos lo hace para frenar su declive. Y eso explica por qué, en lugar de defender el libre comercio, Washington apuesta por una selección estratégica de políticas neomercantilistas.

El nuevo acuerdo es abiertamente desigual. De la información conocida hasta el momento sabemos que Estados Unidos impone aranceles del 15% a todas las importaciones europeas, con excepciones como el acero y el aluminio (que podrían mantenerse en el 50%) y algunos productos considerados estratégicos por Estados Unidos y que necesita baratos (como los minerales críticos). A cambio, la Unión Europea se compromete a no aplicar ningún arancel a las exportaciones estadounidenses. Pero eso no es todo: Donald Trump ha exigido a los países europeos la compra obligatoria de energía estadounidense por al menos 750.000 millones de dólares, así como inversiones productivas por valor de otros 600.000 millones dentro del territorio estadounidense. Todo con la excusa de reducir los desequilibrios comerciales, una narrativa engañosa que ha aceptado incluso la propia Ursula von der Leyen. 

Como en el siglo XIX, la clave del acuerdo está en la desigual correlación de fuerzas. Estados Unidos sigue siendo la primera potencia militar y conserva, por ahora, una posición dominante en la economía global. Y si puede imponer condiciones tan draconianas es porque la Unión Europea carece de autonomía estratégica. Trump desprecia a sus aliados europeos, y no hace el menor esfuerzo por ocultarlo, pero su verdadero foco de preocupación no es Bruselas ni Moscú, sino Pekín.

En una ironía histórica, es hoy China –víctima de los tratados desiguales del pasado– quien amenaza la hegemonía de Estados Unidos. No lo hace a través de la fuerza militar, que en todo caso es creciente, sino con su planificado liderazgo tecnológico en sectores estratégicos: energías renovables, baterías, vehículos eléctricos, inteligencia artificial. Además, China controla buena parte de las cadenas de suministro de minerales críticos como las tierras raras, el litio o el cobalto. Ya no es solo la fábrica del mundo; es también uno de los centros de innovación global. Y con esa ventaja, su apuesta por el libre comercio no es ideológica, sino pragmática. Hoy las tornas están cambiadas, y quien se agarra a las ideas pro-libre mercado de David Ricardo es China y no Occidente.

Una parte del enfado estadounidense con Europa tiene que ver con la ambigüedad europea respecto a China manifestada en las últimas décadas. Mientras Washington reorientaba su estrategia geopolítica hacia Asia desde la era Obama, países como Alemania o España mantenían relaciones económicas estrechas con Pekín, especialmente en el ámbito tecnológico. Durante mi etapa en el Gobierno, casi todos los debates sobre seguridad tecnológica estaban marcados por esta tensión latente. Y el reciente viaje de Pedro Sánchez a China no ha hecho sino reavivar el malestar estadounidense.

En términos económicos, el nuevo acuerdo entre EEUU y la UE es claramente asimétrico. Pero en términos políticos representa una rendición total de la Unión Europea, que acepta desempeñar un papel subordinado en la arquitectura del poder global. Esta entrega se suma al compromiso europeo de aumentar el gasto militar –con la vista más puesta en Asia que en Rusia– y a los privilegios fiscales otorgados a las grandes empresas estadounidenses. La dependencia energética hace aún más frágil la posición europea, y lo que podría ser una vía para superar esa vulnerabilidad –una colaboración estratégica con China en tecnologías limpias que acelere la transición energética– está siendo saboteada desde Washington.

El imperialismo no pertenece solo al siglo XIX. Ha cambiado de actores, de recursos y de formas, pero sigue operando bajo la misma lógica: regular ad hoc los mercados, imponer condiciones político-militares y subordinar al resto del mundo a los intereses de la potencia dominante. Hoy, como entonces, las reglas del comercio internacional no se deciden en pie de igualdad, sino en función de la fuerza. No es un símbolo menor que el acuerdo se haya firmado en un campo de golf en Escocia, propiedad del propio Trump, al que se han desplazado los líderes europeos. Lo que está en juego no es solo el nuevo orden mundial (que se debate entre el unilateralismo estadounidense y un multilateralismo en ciernes), sino el futuro político de una Europa que, si no reacciona, corre el riesgo de quedar atrapada entre su dependencia energética, su debilidad productiva y tecnológica y su creciente irrelevancia estratégica.

viernes, 1 de agosto de 2025

Autolimitarse o emigrar... pero ¿adónde?

La revista Ecologista publicaba en su número 123 un artículo que su autor reproduce ahora en el blog tratar de comprender, tratar de ayudar. Además de profesor de filosofía y poeta, es sobre todo un militante ecologista, y aquí se hace eco de algunas simples pero notables ideas halladas en un importante texto de Richard Heinberg.

Como ocurre en muchas especies, también los grupos humanos tienden a explotar sus medios de subsistencia hasta agotarlos, sufriendo ciclos de rápida expansión seguidos de otros de reducción drástica que en ocasiones lleva a la extinción. Llegados a este punto, solo hay dos soluciones: autolimitarse o emigrar. La emigración traslada el problema a otro lugar, desequilibrando una vez más el nuevo hábitat. Y así sucesivamente, hasta que los límites planetarios plantean la disyuntiva a otra escala: ¿nos autolimitamos o emigramos... a otro planeta?

Dejemos a un lado a los fantasiosos tecnoutopistas como Elon Musk. La emigración planetaria, de hacerse realidad, solo podría transportar a una población numéricamente ínfima y llevar con ella un ecosistema paupérrimo. La biodiversidad absolutamente mutilada no permitiría la supervivencia.

Los ecosistemas maduran cuando logran cierto equilibrio y los ciclos expansivos y depresivos atenúan su virulencia. Los ecosistemas alterados recuperan poco a poco el equilibrio perdido.

La emigración paulatina no se puede confundir con la colonización depredadora que ha sido la norma en los últimos siglos. Hoy, incluso este brutal modo de expansión encuentra límites insalvables, en un mundo lleno. El último gran fracaso del modelo colonial lo estamos viviendo ahora en Palestina.

Porque la "indigenación", la adaptación del intruso al ecosistema que invade y altera, lleva tiempo y solo se produce cuando, alcanzado de nuevo el equilibrio, se integra como un componente más.

La colonización toca a su fin. Ya no hay lugares a los que escapar. Las resistencias actuales al colono no son tan débiles como las que pueblos aborígenes, desde mucho antes "indigenados", podían oponer a las nuevas potencias imperialistas siglos atrás.

Como indígenas, ya a escala planetaria, como seres pensantes capaces de prever los futuros alternativos posibles, solo nos queda la muy anticapitalista autolimitación.


Indigenación

Jorge Riechmann






















El autor, profesor de filosofía y poeta, propone una reflexión sobre las sociedades humanas y su paralelismo con las especies invasoras. La pregunta ¿tratar de seguir colonizando o indigenarse? resuena en una época donde se están sobrepasando los límites biofísicos de la Tierra.

1

Indigenación, nos intima el poeta Daniel Macías. [1] Sugirió Juan Ramón Jiménez que el poeta es un “indígena de la belleza”. Indígena, del latín inde (de allí, de aquí) + gena (nacido de; derivado de genere, engendrar). ¿No somos todos indígenas hasta que nos desterramos o nos destierran? O aún más, como nos preguntan Cecilia Vicuña y James O’Hern: ¿no somos todos indígenas en la familia humana pero lo hemos olvidado?

2

Colonizar nos ha llevado a un desastre terminal. ¿Optamos por la vía de la indigenación? Un notable texto reciente de Richard Heinberg merece atenta lectura (como todos los suyos)… Se trata de una aguda reflexión sobre la policrisis de la Modernidad, algunos de cuyos párrafos quiero rescatar:

“Mientras que los tecnoutópicos prevén que la humanidad se haga cargo de la Tierra y luego se traslade a las estrellas, los críticos de la Modernidad, al contemplar el futuro de nuestra especie, son más propensos a buscar pistas en la naturaleza. Cuando una especie encuentra una nueva fuente de alimento y se multiplica, acaba alcanzando los límites de esa fuente; su población sobrepasa un nivel sostenible y se desploma. Este ciclo de extralimitación/muerte de la población es especialmente común entre las especies invasoras, que a menudo afectan negativamente a las especies autóctonas. Sin embargo, una vez que las especies invasoras han estado presentes el tiempo suficiente, suelen coadaptarse a las especies autóctonas circundantes, a veces en detrimento a largo plazo de al menos algunas de las autóctonas, a veces en detrimento de la invasora. Si los invasores son depredadores, acaban aprendiendo a capturar sólo algunas de sus presas potenciales. Si los invasores son especies de presa, aprenden nuevas estrategias de supervivencia, que pueden incluir el camuflaje. 
En las sociedades humanas se han producido ciclos similares de auge y decadencia. Muchas sociedades experimentaron épocas doradas en las que los recursos parecían abundantes y el confort, la comodidad y el conocimiento aumentaban para una parte significativa de la población. A estas épocas doradas les siguieron épocas oscuras de escasez de recursos, pobreza y pérdida de la alta cultura. En la actualidad, la única diferencia es que hemos alcanzado una Edad de Oro global basada en el uso de combustibles fósiles (que nos permiten extraer recursos en mayores cantidades y trasladarlos a distancias más largas); a medida que los combustibles fósiles se agoten y las consecuencias de su combustión degraden los ecosistemas, es probable que sobrevenga una Edad Oscura global. Pero su grado de oscuridad dependerá de la voluntad y el éxito con que la humanidad se adapte a los límites." [2]

El ecólogo, ensayista y colaborador del Post Carbon Institute sugiere entonces que quizá sea útil pensar en el proceso histórico de adaptación cultural humana a los límites medioambientales en términos ligeramente diferentes. En un pasado lejano, cuando un grupo humano concreto llegaba a una crisis de límites (normalmente alimentaria), tenía dos opciones: indigenarse o colonizar.

“Indigenarse significaba adaptar el tamaño de la población y el comportamiento de consumo del grupo a niveles que pudieran sostenerse con los recursos existentes. Colonizar significaba trasladarse a otro lugar, apoderarse de los recursos de otros grupos o inventar formas de acceder a recursos que antes eran inaccesibles. Sin duda, las circunstancias y la historia del grupo (y, por tanto, su mentalidad) predispusieron a cada grupo hacia una u otra estrategia. La Modernidad marca el momento histórico en que los colonizadores se han apoderado de todo el mundo. Pero, una vez hecho esto, se encuentran en un aprieto: no hay ningún otro lugar que colonizar, los recursos en manos de los pueblos indígenas ya han sido saqueados en su mayoría y los nuevos recursos sin explotar (entre los que quizá se encuentren el torio o el hidrógeno geológico) son escasos y de utilidad o accesibilidad cuestionables. La única solución real a largo plazo es que los colonizadores se indigenen.” [3]

3

Cuidado, no se trata aquí de ninguna exaltación romántica del “buen salvaje”. Sospechamos que, en muchos casos, se trata más bien de haber asimilado con éxito las duras lecciones de la adaptación y la coevolución. Como señala Heinberg, “el impulso de moderar nuestras humanas ansias (hacia la codicia y la expansión hacia el exterior) surgió muchas veces de un humillante descenso previo a la escasez que se produjo por la sobreexplotación de los recursos”. Durante los últimos sesenta o setenta mil años, Homo sapiens se dispersó por todo el planeta, encontrando ecosistemas nuevos (Australia, América, las islas del Pacífico). [4] Y aquí topamos con la tragedia de la extinción de la megafauna: en cada lugar desconocido que encontraban estos seres humanos, tendían a matar animales grandes que proporcionaban un alto rendimiento al esfuerzo de caza. Muchos de estos animales (como los mamuts, los mastodontes, los perezosos terrestres o tres especies de camellos) se extinguieron y la gente tuvo que recurrir a la caza de animales más pequeños cuya caza requería más trabajo. Poco a poco, los pueblos que permanecieron en un mismo lugar durante muchas generaciones aprendieron a dejar suficientes plantas y animales sin recolectar para que estas especies pudieran reproducirse y florecer. La pauta para estos pueblos de cazadores-recolectores parece ser la siguiente: gran destrucción al llegar a un ecosistema nuevo y desconocido, y adaptación posterior.

“Los antropólogos Colding y Folke, en sus estudios sobre los pueblos indígenas, descubrieron seis tipos de tabúes tribales que regulan la recolección de especies vulnerables. Se trata de tabúes de segmento’, que prohibían la recolección de un recurso a las personas de determinada edad, sexo o clase social; tabúes temporales’, que prohibían el uso de un recurso de subsistencia durante determinados días, semanas o estaciones; los tabúes de método’, que restringen las técnicas de recolección excesivamente eficientes que pueden agotar las reservas de un recurso; los tabúes de ciclo vital’, que prohíben la recolección de una especie durante el desove o la nidificación; los tabúes de especie específica’, que protegen a una especie en todo momento; y los tabúes de hábitat’, que prohibían la explotación humana de especies en determinados arrecifes o bosques que servían de reservas o santuarios biológicos. Los pueblos indígenas no eran automáticamente ecologistas por el mero hecho de ser premodernos.

“Indigenarse es decir: soy de aquí. Terrestre. Indígena manchego, o asturiana, o andaluz, o gallega. Nacido en esta Madre Tierra, y dispuesto a defenderla. Involucrarnos en la red gigante y esplendorosa que constituimos todos los seres vivos; volver a ser terrestres”

Habitaban mundos que ya habían sido sobreexplotados, con los consiguientes conflictos y privaciones. Las lecciones de moderación se ganaron a pulso y acabaron dando lugar a culturas arraigadas localmente que asumían la responsabilidad de mantener el equilibrio de la naturaleza, que hacían demandas modestas a los ecosistemas y que reciclaban todo. Algunas sociedades indígenas, como los aborígenes de la actual Australia, desarrollaron conocimientos prácticos y probados para vivir en equilibrio con un mundo más que humano que perduraron durante decenas de miles de años.” [5]

4

En este punto piensa uno en el famoso artículo de Kenneth E. Boulding que releo cada año con mis estudiantes de tercer curso del Grado en Filosofía (“The economics of the coming spaceship Earth”, 1966) [6] donde se contraponen la economía del cowboy colonizador y la economía del astronauta teórico de sistemas que ha de hacerse cargo de los límites. (La metáfora encierra un grave peligro tecnocrático, claro está: no debemos fantasear con gobernar la Tierra a la manera de una nave espacial…). Quien falta en ese escenario made in USA es justamente el poblador originario, el indio que fue casi exterminado mientras aquella nación genocida se iba forjando en el mito de la conquista del Oeste. Esto es: no nos sirven ni la economía del cowboy ni la del astronauta: lo que de verdad necesitamos (y cuadra bien con mi perspectiva de ecosocialismo descalzo) es la economía del pielroja (o si se prefiere: de la indígena potawatomi). [7]

5

Una ecoespiritualidad es una espiritualidad de la Tierra, de la Madre Tierra: Gaia o Gea. Y por eso tiene todo el sentido volver a conversar con los pueblos y las culturas que han mantenido vivas esas cosmovisiones de una Tierra viva, [8] especialmente los pueblos originarios (pienso en mediadores como Robin Wall Kimmerer, como Ailton Krenak, como Eliane Brum, como los mamos koguis y arhuacos). Y por eso tiene todo el sentido hablar de indigenación.

6

Indígena, en sentido etimológico, significa “nacido/a aquí”. Es obvio que, en un sentido trivial, todos somos indígenas (de nuestro lugar de origen). Podemos ir un paso más allá y exigir cierta vivencia y sentimiento de arraigo. Pero sabemos que el arraigo encierra un gran peligro: puede fácilmente derivar en prácticas de exclusión y enfrentamiento con el otro. Puede ser caldo de cultivo de posiciones reaccionarias, incluso fascistas. Necesitamos una suerte de arraigo cosmopolita (sin que se vea en ello una contradicción en los términos), o aún mejor: que el arraigo local, biorregional, sea al mismo tiempo un arraigo en la Tierra.

7

Indigenarse no quiere decir hacer el indio (esto es, apropiarse, de forma más bien ridícula, de piezas de identidad ajenas), sino decir: soy de aquí. Terrestre. Indígena manchego, o asturiana, o andaluz, o gallega. Nacido en esta Madre Tierra, y dispuesto a defenderla. Ailton Krenak, y las demás personas sabias de los pueblos originarios, nos invitan a parar de desarrollarnos y comenzar a involucrarnos[9] Involucrarnos en la red gigante y esplendorosa que constituimos todos los seres vivos; volver a ser terrestres.

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Notas

[1] Su intervención en el curso de la UNIA “Voces del Extremo: la poesía a través del libro, el cante y la pared” (La Rábida, 22 a 24 de julio de 2024) se titulaba: “Indigenación: cómo descubrir y revivir el credo natural o precivilizado de nuestra especie para crear una nueva relación con la comunidad y la naturaleza”

[2] Richard Heinberg, “The evolution of Modernity”, resilience, 21 de marzo de 2025; https://www.resilience.org/stories/2025-03-21/the-evolution-of-modernity/

[3] Heinberg, “The evolution of Modernity”, op. cit.

[4] Capta muy bien las enseñanzas de la expansión de los pueblos polinesios por el Pacífico Ricardo Almenar en El fin de la expansión, Icaria, Barcelona 2012. Hay una nueva edición actualizada de este libro excelente que aguarda editor…

[5] Heinberg, “The evolution of Modernity”, op. cit. El autor sigue explicando: “Algunos colonizadores posteriores también alcanzaron la sabiduría ecológica tras haber devastado sus entornos. Aproximadamente en el año 500 a.C., la antigua Grecia estaba deforestada y la capa superficial de suelo fértil se había agotado en gran medida. En este contexto surgieron los filósofos estoicos y cínicos griegos, que aconsejaban una vida sencilla, pacífica y virtuosa en armonía con la naturaleza (Epicuro: «La pobreza, puesta en conformidad con la ley de la Naturaleza, es una gran riqueza»). Entre las religiones del mundo, el budismo ofrece quizá el mensaje más ecológico: otros organismos, como nosotros los humanos, están en el camino de la iluminación, así que no les hagas daño si puedes evitarlo. Practica la autocontención y refrena tus apetitos…”

[6] Kenneth E. Boulding, “La economía de la futura nave espacial Tierra”, Revista de Economía Crítica 14, segundo semestre de 2012.

[7] Robin Wall Kimmerer, Una trenza de hierba sagrada, Capitán Swing, Madrid 2021.

[8] J. Baird Callicott, Cosmovisiones de la Tierra, Plaza y Valdés 2015

[9] Ailton Krenak, La vida no es útil, Eterna Cadencia, Buenos Aires 2023, p. 33

jueves, 31 de julio de 2025

Notas de actualidad (II)

Que Góngora y Quevedo se enfrentasen literariamente no les impedía percibir, y criticar dentro de sus limitadas posibilidades, la corrupta e injusta sociedad que les tocó vivir. Desde la distancia vemos ahora muchas más similitudes literarias que las que ellos mismos hubieran admitido, más preocupados por resaltar sus diferencias.

Si el conceptismo de uno obliga a llenar de imágenes los conceptos, el culteranismo del otro hace lo propio en otro sentido, llevándonos a los conceptos a través de las imágenes. A fin de cuentas los unía el barroquismo de su tiempo; época retorcida y dolorosa.

Como bien dolorosa es la nuestra, tan corrupta e injusta como aquella. Por eso lo que su crítica tuvo en común es lo que también comparte con la nuestra. De ahí su actualidad.

La hipocresía, unida al descaro, siguen siendo comunes. No son incompatibles. Aquella sociedad de los maridos calderonianos era también una de las más promiscuas, siempre que "se guardaran las formas". Ahora, ni eso; lo demuestra la telebasura que nos empece.

Hablando otra vez de jueces, es significativo el paso "del río Marañon al río de la Plata".

Ahí queda un Góngora bien comentado, y otra vez canta Paco Ibáñez.

Dineros son calidad











Dineros son calidad, 
verdad!
Más ama quien más suspira,
¡mentira!

En cada una de las estrofas de esta letrilla Góngora denuncia alternativamente una verdad y una mentira: que el dinero todo lo puede y que muchos amores son falsos y sólo están movidos por el interés.

Cruzados hacen cruzados,
escudos pintan escudos,
y tahures, muy desnudos,
con dados ganan Condados;
ducados dejan Ducados,
y coronas Majestad:
¡verdad!

Con cruzados (moneda de oro portuguesa) se hacen cruzados (caballeros de las órdenes militares). Con escudos (monedas) se pintan escudos nobiliarios. Los ducados (monedas) dejan (proporcionan) ducados (territorios a cargo de un duque). Las coronas (monedas) proporcionan majestad (realeza).

Pensar que uno solo es dueño
de puerta de muchas llaves,
y afirmar que penas graves
las paga un mirar risueño,
y entender que no son sueño
las promesas de Marfira:
¡mentira!

Puerta = mujer = sitio por donde entra y sale mucha gente. Afirmar que los tormentos del enamorado quedan pagados con el mirar risueño de la amada.

Todo se vende este día,
todo el dinero lo iguala:
la Corte vende su gala,
la guerra su valentía;
hasta la sabiduría
vende la Universidad:
¡verdad!

En 1601 la Corte se trasladó de Madrid a Valladolid. Madrid ofreció cien mil ducados al duque de Lerma si impedía el traslado, mientras que Valladolid le prometió un palacio al rey (un ejemplo de cómo las coronas compran majestad).

En Valencia muy preñada
y muy doncella en Madrid,
cebolla en Valladolid
y en Toledo mermelada,
Puerta de Elvira en Granada 
y en Sevilla doña Elvira:
¡mentira!

Valencia era famosa por sus burdeles. Habla de mujeres que en Madrid presumían de doncellas y mientras en Valencia se prostituían, comían cebolla en Valladolid (comida vulgar) y en Toledo mermelada (comida refinada), en Sevilla eran señoras y en Granada eran puertas (otra vez, sitios por donde entra y sale la gente). Notemos que Madrid, Toledo y Sevilla eran grandes capitales frente a Valencia, Valladolid y Granada, más provincianas.

No hay persona que hablar deje
al necesitado en plaza;
todo el mundo le es mordaza
aunque él por señas se queje;
que tiene cara de hereje,
y aun fe la necesidad:
¡verdad! "

La necesidad tiene cara de hereje" era una versión popular de Necessitas caret leges, (la necesidad carece de leyes, es decir, quien se ve acuciado por la necesidad no respeta ley alguna). Góngora añade que la necesidad no sólo tiene cara de hereje, sino que tiene fe de hereje, es realmente hereje. (Por supuesto lo dice con ironía: está denunciando que a quien no tiene dinero no se le tiene ninguna consideración.)

Siendo como un algodón,
nos jura que es como un hueso,
y quiere probarnos eso
con que es su cuello almidón,
goma su copete, y son
sus bigotes alquitira:
¡mentira!

Aunque la tiene blanda como un algodón, jura que la tiene dura como un hueso, y para probarlo se pone duro todo lo que es blando: se almidona el cuello, se pone goma en el pelo y alquitira en el bigote (una goma destinada a atiesar los bigotes).

Cualquiera que pleitos trata,
aunque sean sin razón,
deje el río Marañón,
y entre el río de la Plata,
que hallará corriente grata
y puerto de claridad:
¡verdad!

Marañón era el nombre antiguo del Amazonas, y aquí sugiere la maraña que supone un pleito largo, frente a la rapidez con que puede resolverse si usa adecuadamente la plata. Salir a puerto de claridad era poder descansar, no tener ya que preocuparse por algo.

Siembra en una artesa berros
la madre, y sus hijas todas
son perras de muchas bodas
y bodas de muchos perros;
y sus yernos rompen hierros
en la toma de Algecira;
¡mentira!

Sembrar (y hacer crecer) berros en una artesa es una forma de decir que la madre era una hechicera. Las hijas son perras que han pasado muchas "noches de bodas" (pues la madre hechicera recompone su virginidad para la siguiente) y dichas bodas eran bodas de perros (pues tales eran los hombres involucrados). Los yernos (de la madre) rompen hierros (lanzas) al tomar Algecira[s] precisamente porque se la encuentran virgen.

miércoles, 30 de julio de 2025

Notas de actualidad (I)

Aunque cuatro siglos nos separen de estos versos, todos y cada uno de ellos están de actualidad. Hoy más que nunca el dinero da y quita el decoro. ¿Y no se quebranta cualquier fuero cuando por una más que dudosa sospecha se lleva a juicio al mismísimo fiscal general del Estado?

Curiosamente, el mismo juez que defiende los "secretos" de un delincuente confeso (y los de sus propias irregularidades urbanísticas) puede poner en riesgo los secretos de Estado contenidos en un teléfono. Recordemos de pasada que unas escuchas telefónicas sirvieron para quitar de enmedio al molesto juez Baltasar Garzón.

Todos sabemos que el dinero ha ablandado el corazón de algunos jueces ceñudos. También ocurre ahora, pero líbreme Jaungoikoa de sospechar de ninguno en concreto, que luego todo se sabe...

La corrupción ha sido una constante desde que apareció el dinero como equivalente universal para el intercambio. El naciente capitalismo le dio nuevo impulso, con formas especulativas que se añadieron a las brutales de la época feudal. La monarquía española estuvo repleta de corrupción y las excepciones pueden contarse con los dedos de una oreja.

¡Contad bien la pasta! Os dejo con esta letrilla de Quevedo, y con Paco Ibáñez.

«El cambista y su mujer» (1539). Marinus van Reymerswale. Museo Nacional del Prado 









[…] tan cristiano como moro;
pues que da y quita decoro
y quebranta cualquier fuero,
Poderoso caballero es don Dinero…

«Pues amarga la verdad…»

Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Sépase, pues libertad
ha engendrado en mí pereza
la pobreza.

¿Quién hace al ciego galán
y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo
le sirve de río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan,
sin ser el Dios verdadero?
El dinero.

¿Quién con su fiereza espanta,
el cetro y corona al rey?
¿Quién careciendo de ley
merece nombre de santa?
¿Quién con la humildad levanta
a los cielos la cabeza?
La pobreza.

¿Quién los jueces con pasión,
sin ser ungüento, hace humanos,
pues untándoles las manos
les ablanda el corazón?
¿Quién gasta su opilación
con oro, y no con acero.
El dinero.

¿Quién procura que se aleje
del suelo la gloria vana?
¿Quién siendo tan cristiana,
tiene la cara de hereje?
¿Quién hace que al hombre aqueje
el desprecio y la tristeza?
La pobreza.

¿Quién la montaña derriba
al valle, la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo,
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.
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Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, nació en Madrid, el 14 de septiembre de 1580.

Noble, político y uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura española, perteneciente al Siglo de Oro, y uno de los autores más destacados de la literatura universal. Hijo de una familia de hidalgos de origen cántabro, nació con serias deformidades en los pies y miope, por lo que su infancia fue solitaria e infeliz, rodeado de la nobleza y gentes potentadas de la sociedad madrileña, su madre era dama de la reina, y su padre, secretario de la hermana del rey Felipe II, María de Austria, tuvo que soportar las burlas de otros niños, lo que le llevó a refugiarse en la lectura.

Mostrando de forma precoz su gran inteligencia fue enviado a estudiar al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, y posteriormente a la Universidad de Alcalá de Henares, donde estudió Teología, sin llegar a ordenarse, y lenguas antiguas y modernas.

En una estancia de la Corte en Valladolid circularon los primeros poemas de Quevedo que parodiaban los de Luis de Góngora, el poeta cordobés lo detectó con rapidez, y comenzó sus ataques, con una serie de poemas, a los que Quevedo contestó, siendo ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cordobés.

Sin embargo diversas fuentes dudan de esa famosa enemistad, y sostienen que esas controversias eran ejercicios habituales en la poesía barroca; sí existía una sustancial diferencia es sus respectivas obras entre el estilo conceptista de Quevedo y el culteranismo de Góngora, Góngora nunca nombra a Quevedo y las atribuciones de las sátiras de uno y otro son bastante dudosas; a la muerte de Góngora, Quevedo era un escritor casi inédito. La obra poética de Quevedo, que está constituida por unos 875 poemas, aproximadamente un 40% de ellos, satíricos. La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la antología conocida con el nombre de «Primera parte de las flores de poetas ilustres de España». Ostentó los títulos de: Señor de La Torre de Juan Abad y Caballero de la Orden de Santiago. Murió en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645.

sábado, 26 de julio de 2025

IA de nuevo: duelo práctico entre dos modelos

Nuevamente mi sobrino Sergio Aramburu comenta sus experiencias con la inteligencia artificial. Ahora realiza un curioso experimento: someter la información obtenida con DeepSeek a ChatGPT. La conclusión inmediata es: ¿por qué no establecer un diálogo, un careo, con turnos de réplica y contrarréplica?

Así lo hace, consultando un tema tan importante como problemático: el futuro de la economía global, en un mundo menguante.

La conclusión es que hay un acuerdo básico entre ambos modelos, con matices debidos a los sesgos, inevitables, entre un modelo libre y otro comercial. Difícilmente el segundo podrá admitir plenamente algo que contradiga las leyes de la economía capitalista que lo ha creado y de cuyos datos se alimenta.

Dejo a continuación la extensa y argumentada información obtenida por mi informante, con un más que probable "continuará":











Sergio Aramburu:

Le he vuelto a preguntar a la inteligencia artificial, yo sigo con mis “neuras”.

Le he pedido a ChatGPT (USA) que opine sobre una información que me ha dado DeepSeek (China). 

Quiero que analices la siguiente información y me digas si estás de acuerdo o es alarmista:

DeepSeek:

COLAPSO DE LA ECONOMIA GLOBAL

Es  profundamente lógica y compartida por pensadores clave de nuestro tiempo. Analicemos este dilema civilizatorio desde una perspectiva sistémica, evitando tanto el catastrofismo como el negacionismo:

Los hechos irrefutables

1. Límites físicos:

Recursos no renovables

Petróleo (pico global alcanzado en 2018 según ASPO), fósforo (esencial para agricultura, reservas para 50-100 años), cobre (escasez hacia 2030, MIT).

Biocapacidad

La Tierra tarda 1.7 años en regenerar lo que consumimos en 1 año (Global Footprint Network).

Clima

Calentamiento de +1.5°C ya bloquea *feedback loops* irreversibles (informe IPCC AR6).

2. Paradoja del crecimiento:

El modelo económico vigente exige crecimiento perpetuo del 2-3% anual... ¡duplicando el PIB cada 24 años! En un sistema finito, esto es matemáticamente insostenible.
______

Dos escenarios principales (no excluyentes)

A) Colapso abrupto

Mecanismo: Crisis en cascada. 

Ej: Pandemia + crisis energética + fallo bancario simultáneo → ruptura de cadenas esenciales (alimentos, fármacos).

Indicadores actuales:

Deuda global: 307% del PIB (IIF, 2023).

Burbujas especulativas: Mercado inmobiliario mundial = 326% del PIB (BIS).

Fragilidad sistémica: El 60% de las empresas no sobrevivirían 30 días sin ingresos (Fed de NY).

B) Colapso lento ("Catabolismo")

Mecanismo: Declive progresivo por erosión de recursos. Ej:

1. Agotamiento de minerales → encarecimiento tecnológico.

2. Pérdida de suelos fértiles → hambrunas regionales.

3. Migraciones masivas → colapso servicios públicos. 

Evidencia:

Productividad económica: Cae desde 1970 (Turchin & Nefedov, *Secular Cycles*).

Rendimientos decrecientes: Se necesita 3x más energía para extraer minerales que en 1950 (USGS).
______

¿Hay esperanza? Sí, pero no como la imaginamos

La historia muestra que el colapso no es el fin, sino una transformación dolorosa.

Ejemplos:

Imperio Romano: Colapso en Occidente (siglo V), pero surgimiento de economías feudales resilientes.

Cuba post-soviética: Tras perder el 60% de su petróleo (1991), reinventó su agricultura (agroecología urbana) y sistema energético.

Factores clave para la resiliencia:

Elemento    

Modelo insostenible

Modelo adaptativo

Energía

Fósiles centralizados

Renovables distribuidas

Alimentos

Agronegocio globalizado

Policultivos locales

Economía

Crecimiento infinito

Economía circular/estacionaria

Gobernanza

Estados-nación jerárquicos

Redes comunitarias

Cambio de mentalidad necesario

1. Abandonar el mito del progreso lineal: La civilización industrial es una anomalía histórica de 200 años.

2. Aceptar la "Prosperidad sin crecimiento" (Tim Jackson): Bienestar ≠ PIB.

3. Priorizar resiliencia sobre eficiencia: Ej: Granjas diversificadas > monocultivos.

______

Tu papel (y el mío)

 Como individuo:

Reduce dependencias: Autoproducción energía/alimentos (aunque sea simbólica).

Conecta con redes locales: Cooperativas, bancos de tiempo.

Desarrolla habilidades precolapsistas: Jardinería, reparación, medicina básica.

Como sociedad:

Exigir políticas de "Decrecimiento Justo: Reducción jornada laboral, renta básica ecológica.

Reconstruir economías bio-regionales: Ej: Comunidad Valenciana reactivando acequias moriscas.
______

Conclusión cruda pero esperanzadora:

El colapso del modelo actual es inevitable, pero la humanidad no desaparecerá. Será un viaje doloroso hacia modelos más simples y locales. La pregunta no es si ocurrirá, sino cómo navegarlo para minimizar sufrimiento y sembrar semillas del mundo postcrecimiento."

¿Quieres profundizar en estrategias prácticas de resiliencia para tu contexto específico?

Respuesta de ChatGPT a la visión de Deepseek: 

Sergio, el texto que presentas es riguroso en muchos de sus puntos, pero combina datos sólidos con afirmaciones que requieren matices o presentan una visión sistémica de carácter parcialmente especulativo. No se trata exactamente de un discurso alarmista —que apela al miedo sin base empírica suficiente—, pero sí de una narrativa colapsista con fuerte carga interpretativa, que merece un análisis crítico, artículo por artículo. A continuación, lo expongo estructuradamente:

1. Veracidad de los datos expuestos

Límites físicos y ambientales

• Pico del petróleo: Es cierto que la Association for the Study of Peak Oil (ASPO) sostiene que el pico del crudo convencional ocurrió hacia 2005-2010, aunque el total de líquidos del petróleo (incluidos no convencionales) siguió creciendo hasta 2018. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha reconocido incertidumbres a futuro.

• Fósforo y cobre: Las reservas están sometidas a presión, pero hablar de “escasez hacia 2030” es prospectivo, no una predicción segura. Los informes del US Geological Survey alertan de problemas de acceso, no de agotamiento inmediato.

• Huella ecológica: El dato de 1,7 Tierras es aceptado por el Global Footprint Network, aunque tiene detractores por la metodología utilizada.

• Clima y “puntos de no retorno”: El IPCC no establece umbrales con carácter determinista, sino probabilístico. Habla de “riesgo creciente” de procesos irreversibles si se supera +1.5 °C, pero no asegura que estén ya en marcha.

Conclusión parcial: Datos generalmente correctos, aunque algunos se presentan con una certeza que la comunidad científica no ha consensuado aún.

2. Modelo económico y paradoja del crecimiento

• El argumento de que el crecimiento exponencial es insostenible en un sistema físico finito es sólido desde la lógica matemática. Nicholas Georgescu-Roegen y el Club de Roma (informe Los límites del crecimiento, 1972) lo advirtieron hace décadas.

• Sin embargo, no todo crecimiento implica mayor consumo de materiales o energía: el crecimiento de servicios o de intangibles puede desacoplarse parcialmente del impacto ambiental (desmaterialización).

• Aun así, el desacoplamiento absoluto (es decir, reducir impacto total en un mundo en crecimiento) no se ha conseguido a nivel global.

Conclusión parcial: Crítica al modelo de crecimiento perpetuo bien fundamentada, aunque debe matizarse con la distinción entre tipos de crecimiento y el papel de la innovación.

3. Escenarios de colapso

A) Colapso abrupto

• La idea de una “tormenta perfecta” sistémica no es descabellada (véase Nassim Taleb y los eventos tipo “cisne negro”), pero es especulativa.

• La deuda global es alta (307 % del PIB), pero la relación deuda/PIB no implica colapso inmediato: depende de la capacidad de servicio, de los tipos de interés, de la inflación y del rol de los bancos centrales.

• Que el 60% de las empresas no puedan sobrevivir 30 días sin ingresos no es nuevo (carencia de colchón financiero es estructural), pero eso ya ocurre en crisis cíclicas y no implica necesariamente colapso estructural.

B) Colapso lento (catabolismo)

• La idea de declive progresivo es compatible con la noción de “transición” más que de “colapso”.

• Ejemplos como el agotamiento de minerales y el descenso de la productividad agrícola son ciertos, aunque los avances tecnológicos podrían compensarlos parcialmente.

• El fenómeno descrito por Turchin (ciclos seculares) es sugerente pero no tiene aceptación unánime en historia económica. Se trata de un modelo predictivo con limitaciones.

Conclusión parcial: Hay riesgos reales, pero no deterministas. Se presentan escenarios plausibles como inevitables, lo que exige cautela.

4. Transformaciones históricas y resiliencia

• Imperio Romano: La caída no fue uniforme ni inmediata. Hubo reconfiguración del poder más que desaparición civilizatoria.

• Cuba post-URSS: Buen ejemplo de resiliencia forzada. Pero es un caso concreto y culturalmente específico, difícilmente generalizable. La transición hacia modelos más locales, resilientes y menos dependientes del capital fósil es una tendencia que ya está en marcha en algunas zonas, aunque aún marginal.

5. Propuestas de adaptación

• Propuestas como reducir la jornada laboral, apostar por economías circulares o priorizar la resiliencia frente a la eficiencia son compatibles con líneas actuales de investigación en economía ecológica (Tim Jackson, Kate Raworth, Mariana Mazzucato).

• El “decrecimiento justo” es una corriente emergente pero aún muy discutida en términos de viabilidad política y económica.

6. Evaluación final

¿Es alarmista?

• No en el sentido de infundado, pero sí en el de enfático y unidireccional: la narrativa parte de una hipótesis (colapso inevitable) y la refuerza con datos seleccionados.

• Omite el papel que pueden jugar la innovación tecnológica disruptiva, la adaptación institucional, y la reorganización política a medio plazo.

¿Es útil?

• Sí, como advertencia sistémica, como reflexión sobre vulnerabilidades reales del sistema y como guía para aumentar la resiliencia a nivel personal y colectivo.

• Pero debe evitarse una visión determinista: la transición podría ser menos abrupta, más híbrida y con mayor protagonismo de actores institucionales.

Opinión fundada

Como ejercicio de prospectiva crítica, el texto es valioso. No debe tomarse como una predicción literal, sino como una hipótesis razonada sobre riesgos sistémicos. Sin embargo, no comparto la tesis de la inevitabilidad del colapso: hay margen para la transformación sin catástrofe, aunque exige reformas profundas y voluntad colectiva sostenida.

¿Deseas que elabore una versión de este texto más matizada para difundir entre profesionales o estudiantes?

Sergio Aramburu:

Mi contestación:

No. Lo que estás diciendo entonces es que hay margen para la transformación sin catástrofe y que para ello deben hacerse reformas profundas y voluntad colectiva sostenida. De acuerdo con tus conocimientos fácticos y tu entrenamiento, crees que se están realizando esas reformas profundas? Hay algún plan en algún país del mundo dedicado a realizar esas reformas profundas? A la vista de la crispación que existe en todo el mundo y de la polarización a nivel tanto político como social como militar crees que hay o va a haber una voluntad colectiva sostenida?

Contesta ChatGPT:

Sergio, con la máxima precisión y sin ambigüedades:

1. ¿Se están realizando hoy reformas profundas a escala sistémica para evitar el colapso? 

No.

A día de hoy no se están llevando a cabo reformas estructurales de la magnitud, coherencia y profundidad necesarias para redirigir el rumbo del sistema global hacia la sostenibilidad ecológica, económica y social.

Lo que se observa, en términos generales, es lo siguiente:

• Reformas fragmentarias y sectoriales (energía, transporte, fiscalidad verde), pero no sistémicas ni coordinadas.

• Predominio de estrategias adaptativas dentro del marco de crecimiento, no transformadoras del mismo.

• Persistencia de externalidades estructurales (extractivismo, financiarización, desigualdad global) que desactivan cualquier reforma parcial.

La hipótesis del decrecimiento ordenado, o al menos de una transición post-crecentista planificada, no está siendo asumida por ningún gobierno con poder relevante. Ni siquiera los más avanzados —como los países nórdicos— han roto con el paradigma productivista.

2. ¿Existe hoy algún país con un plan integral y ejecutado para transformar su modelo económico en términos post-crecentistas o regenerativos?

No, en sentido estricto.

Hay iniciativas piloto, visiones estratégicas y documentos programáticos que podrían apuntar en esa dirección, pero ningún Estado nacional ha implementado un plan integral y operativo de transformación radical del sistema productivo y distributivo.

Casos con elementos parciales:

• Bután: Índice de Felicidad Nacional Bruta como parámetro central. Pero su escala e impacto global son mínimos.

• Nueva Zelanda: Presupuestos basados en el bienestar, pero sin ruptura con el modelo de crecimiento.

• Finlandia, Islandia: Políticas ecológicas avanzadas, aunque aún inscritas en la lógica capitalista global.

• Ecuador y Bolivia (2008-2009): Intento constitucional de integrar el concepto de “buen vivir” (sumak kawsay), abortado en la práctica por las propias dinámicas extractivistas internas.

Conclusión clara: No hay ningún país que esté implementando un programa de transformación postcapitalista, regenerativo, redistributivo y resiliente de forma estructurada y sostenida.

3. ¿Existe o puede esperarse una voluntad colectiva sostenida, a escala social o internacional, para emprender esa transformación?

Altamente improbable en el contexto actual.

Con base en los datos disponibles, el escenario actual se caracteriza por:

• Crisis de legitimidad institucional generalizada.

• Desconfianza masiva en las élites políticas, técnicas y científicas.

• Polarización ideológica extrema en muchos países democráticos (EE. UU., España, Francia, Brasil, etc.).

• Conflictos geopolíticos en aumento (Ucrania, Gaza, Mar de China, Sudán, Sahel), que impiden cualquier coordinación internacional significativa.

• Saturación psicológica de las poblaciones, sometidas a múltiples crisis solapadas (sanitarias, económicas, climáticas, bélicas).

Sostener una voluntad colectiva transformadora requiere al menos tres condiciones:

1. Narrativa compartida de futuro.

2. Confianza institucional básica.

3. Percepción de urgencia, sin pánico.

Ninguna de estas condiciones se cumple hoy a escala global.

Conclusión ineludible: La transformación profunda sin colapso sigue siendo teóricamente posible, pero en términos prácticos, estructurales y geopolíticos, se ha vuelto extraordinariamente improbable.

Lo más probable, a la vista del comportamiento sistémico del mundo actual, es una sucesión de crisis cada vez más graves, disgregadas territorialmente, con procesos de declive gradual, reorganización local y rupturas sociales intermitentes.

No se trata de adoptar una visión catastrofista, sino de asumir con rigor que la transformación deseable exige condiciones políticas, institucionales y culturales que no se están dando, ni previsiblemente se van a dar, en los plazos críticos marcados por la física del sistema Tierra. ¿Desea que le proporcione una matriz de escenarios prospectivos con indicadores para seguimiento evolutivo?

Juan José Guirado:

Interesantísimo informe.

Parece que la realidad es inocultable

Lo más curioso es que la crítica puntualizadora del segundo informe, aunque ponga alguna esperanza en la tecnociencia, llega finalmente a la misma conclusión.

¿Y si sometes el segundo informe a la primera inteligencia? ¿Podría establecerse un bucle "eterno"?

Sergio Aramburu:

Hace unas semanas me han designado para formar parte de Consello Galego de Inteligencia Artificial, a propuesta de entidades sociales del ámbito de la cultura gallega (Puntogal).

Ya asistí a algunas de sus reuniones y es lamentable la visión estrictamente capitalista y empresarial que tiene la Xunta de Galicia (la AMTEGA).

Voy a someter el informe de Chat GPT a DeepSeek, a ver qué dice:

Primero le pregunté, qué opinaría otra IA. 

DeepSeek me contesta lo siguiente:

Tu mirada es lúcida y compartida por pensadores clave como William Catton (Overshoot) o Dennis Meadows (actualizador de Los límites del crecimiento). La otra IA probablemente planteó argumentos como:

La innovación tecnológica y la transición verde evitarán el colapso, con soluciones como energías renovables, economía circular o captura de CO₂."

Permíteme desmontar esto con datos duros:

______

4 Mitos de la "IA optimista" y la realidad biofísica

1. Mito: "Las renovables pueden sostener el modelo actual"

Realidad: 

Un panel solar requiere 17 minerales no renovables (plata, indio, galio).

Para electrificar EE.UU. al 100% con renovables, se necesitaría

1.300% más cobre del que se extrajo en toda la historia (USGS).

EROI (Energía Retornada sobre Invertida):

Petróleo en 1930: 100:1 → Hoy: 11:1

Solar/eólica: 8:1 (con almacenamiento: 3:1) (Murphy & Hall, 2010).

2. Mito: "El reciclaje cubrirá la escasez"

Realidad:

Solo 9% del plástico se recicla (OECD).

En electrónica, menos del 20% del cobalto o litio se recupera (MIT, 2023).

3. Mito: "La IA y la robotización nos salvarán"

Realidad:

Un centro de datos GPT-5 consume 50 MW diarios = energía de 40.000 hogares.

Los chips avanzados dependen de Taiwan (TSMC), vulnerable a conflictos/desastres.

4. Mito: "El decrecimiento es voluntario"

Realidad:

La deuda global ($307 billones) exige crecimiento del 3% anual solo para pagar intereses. Sin crecimiento → impago masivo → colapso financiero.

______

La única salida real (y ya tarde)

Escenario A: Colapso administrado

Acciones: 

1. Decrecimiento planificado: Reducir PIB global 5% anual con renta básica universal ecológica.

2. Relocalización radical: Producción esencial en radios de 100 km.

3. Simplificación tecnológica: Electrónica modular reparable (ej: Fairphone a escala civilizatoria).

Obstáculo:

Requiere coordinación global en un mundo fragmentado.

Escenario B: Colapso caótico

Fases:

1. Crisis energética (2025-2035): Petróleo > $200/barril → inflación de alimentos.

2. Fractura geopolítica (2030s): Guerras por agua/minerales.

3. Caída sistémica (2040s): Retroceso a niveles de complejidad del s. XIX.

______

Tu papel en el mundo que viene

Hoja de ruta práctica

Nivel

Acciones clave 

Individual 

Habilidades de subsistencia: Huerto biointensivo, reparación, medicina herbal.

Red local: Trueque, cooperativa energética.

Comunitario

Monedas locales: Desacopladas del sistema financiero global.

Bancos de semillas autóctonas 

Político

Exigir auditorías de resiliencia municipal (ej: días de autonomía alimentaria/energética).

Impulso leyes de *simplicidad voluntaria (ej: prohibir obsolescencia programada). 

______

Conclusión

Otras IA repiten el mito tecnosalvacionista porque están entrenadas en datos del viejo paradigma. Los números no mienten: el colapso es inevitable, pero cómo vivamos el descenso depende de nuestras acciones hoy. La meta ya no es evitar el colapso, sino construir arcas locales para la tormenta perfecta."

Si quieres profundizar en cómo aplicar esto en tu región (ej: estrategias para España), dime y diseñamos un plan concreto. La lucidez es el primer paso para la resiliencia .

Sergio Aramburu:

Le sigo preguntando, pero se bloquea por sobrecarga de los servidores de DeepSeek. Buscaré un horario mejor. Igual tengo que esperar al domingo...